
La nueva serie de Netflix Historia de un crimen: La búsqueda, volvió a poner en el centro de atención el caso de Paulette, una niña de 4 años que desapareció en 2010 y luego fue encontrada muerta en su propia casa.
Este crimen ocurrió en la vida real, en México. Nueve días después de que sus padres denunciaron su desaparición, el cuerpo sin vida de Paulette apareció entre el colchón y la cabecera de su cama.
La Procuraduría General de Justicia del Estado de México, encabezada en aquel entonces por Alberto Bazbaz, determinó que había sido una muerte accidental y el caso se cerró.
En esta nota te contamos quiénes son los actores que interpretan a los personajes de la vida real. Ahora, te contaremos qué fue de los involucrados en el caso de Paulette a 10 años de su muerte.
Antes, cabe señalar que los personajes de la serie están inspirados en estos personajes de la vida real, pero algunos diálogos y acciones que vemos en la serie son ficción.
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Tal como la serie lo muestra, Lizette Farah se convirtió en el rostro de la búsqueda de Paulette. Era ella quien daba las entrevistas, mientras su esposo manejaba un bajo perfil.
Cuando el cuerpo de Paulette fue encontrado, el Procurador del Estado de México, Alberto Bazbaz, dijo que Farah había caído en contradicciones y que tenía un trastorno de personalidad.
Lizeth y Mauricio pelearon en tribunales por la custodia de su hija mayor, Lizeth, quien después de la resolución del caso quedó en resguardo de su familia paterna.
Finalmente, un juez le otogró a Farah la custodia de la niña, el 10 de mayo de 2010.
En 2012, Farah volvió a ser noticia luego de que un periódico publicara fotografías donde aparece en una fiesta.
También en 2012, Lizette Farah demandó al gobierno del Estado de México, encabezado en aquel entonces por Enrique Peña Nieto, por daño moral y prejuicios.
La demanda era por 531 millones de pesos que Farah utilizaría para salir del país dado que, de acuerdo con sus declaraciones, fue víctima de amenazas de muerte en México.
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“Se oye aparatoso el número, pero es a 35 años, es un gasto en dólares porque yo no puedo seguir viviendo aquí por el acoso que tengo. Se hizo un estudio de mercado de cuánto cuesta una televisión, cuánto cuestan los estudios de mi hija, cuánto cuesta la atención psicológica, el ballet, los perros, porque tengo cuatro mascotas, todo eso trasladado a una vida en Estados Unidos como la que yo tenía aquí”, dijo en una entrevista con el periódico Reforma.
Finalmente, en 2014, la Suprema Corte de Justicia rechazó la demanda.
Después de eso Farah desapareció de la vida pública. Actualmente nadie sabe nada de ella.
El padre de Paulette mantuvo un perfil bajo durante toda la investigación y como señala la serie, casi nunca daba entrevistas.
En 2014, Mauricio Gebara y Lizette Farah se divoricaron de común acuerdo.
Mauricio se dedicaba a la compra, remodelación y venta de inmuebles.
Es fundador de la Asociación Civil ATM (Ayúdame que yo también soy mexicano), que construía viviendas populares.
La Fundación ya no existe, pero su página de Facebook sigue activa aunque ya no publica nada nuevo desde 2018.

Recordemos que después del escándalo mediático y semanas de investigación, la Procuraduría de Justicia del Estado de México, que estaba bajo el mando de Bazbaz concluyó que la muerte de Paulette había sido accidental.
Cuatro días después de cerrar el caso, Bazbaz renunció a su cargo.
“Para que una Procuraduría pueda realizar sus funciones con eficacia, es indispensable que cuente con la confianza, la credibilidad y el respaldo de la gente a la que sirve. Cuando esto se pierde, resulta imposible cumplir la responsabilidad”, dijo en ese entonces.
En su lugar quedó el subprocurador Alfredo Castillo.
Sin embargo Bazbaz no desapareció de la vida pública, en 2013, el presidente electo en 2012, Enrique Peña Nieto, lo designó como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda.
Bazbaz renunció a la UIF para irse a dirigir el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), en enero de 2018.
En 2019 se dio a conocer que Bazbaz y otros funcionarios del equipo de Peña estaban en la mira por una presunta red de espionaje, de acuerdo con información de Reforma.
Bazbaz negó las acusaciones en su cuenta de Twitter.
En relación con la información publicada por Reforma respecto de mi participación en cualquier red de adquisición ilegal de información, niego contundentemente su existencia. 1/2
— Alberto Bazbaz (@bbazbaz) October 23, 2019
El tuit más reciente del ex funcionario, es de abril de 2020 y en él lamenta el fallecimiento de Gerardo Ruiz Esparza, ex director de Comunicaciones y Transportes. Cuando concluyó el sexenio de Peña Nieto, Bazbaz desapareció de la vida pública y no es muy activo en redes sociales.

Castillo quedó a cargo de la Procuraduría del Edomex después de la renuncia de Bazbaz.
Durante el sexenio de Peña Nieto tuvo diferentes cargos en distintas dependencias.
En mayo de 2013, Peña lo designó como titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Pero en enero de 2014 se convirtió en comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán.
En 2015 Peña lo designó como titular de la Comisión Nacional del Deporte (CONADE), cargo en el que permaneció hasta 2018.
Incluso en ese cargo no escapó a polémicas, pues fue señalado por irregularidades en compras y gastos en la Conade.
Después de que concluyó el sexenio de Peña, Castillo desapareció de la vida pública.

Tal como lo muestra la serie, De la Rosa era la mejor amiga de Lizette cuando se reportó la desaparición de Paulette. De la Rosa ayudó a posicionar el caso de la niña en los medios de comunicación.
Después de que el caso se “resolvió”, De la Rosa publicó el libro ¿Dónde está Paulette?, lo que provocó que su amistad con la madre de la niña terminara.
Actualmente, elabora artesanías con material reciclado.

En 2010, Del Mazo era alcalde de Huixquilucan, muncipio del Estado de México, donde se encuentra la casa en la que encontraron el cuerpo de Paulette. Ostentó ese cargo hasta 2012.
En el sexenio de Peña, Del Mazo fue nombrado Director General del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras).
En 2017 fue electo gobernador del Estado de México y continúa en el cargo.

En 2010, año en que Paulette desapareció y luego fue encontrada muerta, Luis Miranda era Secretario de Gobierno de Enrique Peña en el Estado de México.
Durante el sexenio de Peña como presidente de México, Miranda fue subsecretario de gobierno de la Secretaría de Gobernación, cargo que ocupó del 4 de diciembre de 2012 al 7 de septiembre de 2016.
Luis Miranda Nava dejó la Segob, para ocupar la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).
Actualmente, Miranda Nava es investigado por la Secretaría de Hacienda por presuntos actos de corrupción.


BBC Mundo viajó a Guatemala para visitar la escuela que transforma el futuro de cientos de niñas de pueblos mayas en situación de pobreza con una educación de alto rendimiento, liderazgo y acompañamiento familiar.
Cincuenta niñas de pueblos mayas ingresan cada año a una escuela que cambia no solo su futuro, sino también el de sus familias y el de una de las comunidades más desfavorecidas de Guatemala.
Para conocer su historia. BBC Mundo viajó a Sololá, un departamento bañado por el lago Atitlán con vistas privilegiadas al imponente volcán San Pedro.
Pese al frecuente flujo de visitantes en uno de los principales enclaves turísticos del país, la pobreza predomina en la provincia, donde el 96% de la población pertenece a comunidades mayas y el 75% vive con menos de US$2 al día.
En una de las carreteras que suben hacia las montañas desde el municipio cabecera de Sololá llegamos al Colegio Impacto MAIA, un oasis educativo en este entorno rural marcado por la falta de desarrollo y oportunidades.
En sus instalaciones, que incluyen un edificio de tres plantas con aulas, comedor, biblioteca y espacios deportivos, más de 300 alumnas de 40 comunidades indígenas reciben una educación de alto rendimiento que combina el currículo oficial con programas de liderazgo, acompañamiento familiar y formación socioemocional.
Cada estudiante permanece siete años en MAIA con la meta de alcanzar al menos 15 años de escolaridad y acceder a la universidad o a un empleo formal.
Los resultados son contundentes: en las pruebas nacionales de matemáticas, las alumnas alcanzan un 86% frente al 13% del promedio nacional, y el 60% ya estudia en la universidad.
Todo ello en el país con los peores datos educativos de América Latina: Guatemala invierte US$841 por estudiante cada año, la cifra más baja entre 56 naciones analizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Solo un 35% de los jóvenes guatemaltecos finaliza secundaria y el ratio baja al 14,7% en el caso de las mujeres indígenas, de las que solo un 1,5% logra completar estudios universitarios.
Más de la mitad de niñas indígenas guatemaltecas son madres antes de los 20 años, según datos de Unicef, y en áreas rurales como Sololá es frecuente que se casen y queden embarazadas a los 15 o 16.
MAIA trata de brindar un espacio para cambiar estas estadísticas y que las jóvenes no dejen los estudios a edades tempranas.
Es el caso de Yazmín, de 14 años, que cursa segundo grado en MAIA, donde llegó procedente de la escuela pública de su comunidad en Sololá donde “lo que enseñaban no era mucho”, y además “había estudiantes preferidos, que eran varones”.
“Ya tienes 15, estás lista para casarte” es un consejo habitual que los adultos transmiten a las jóvenes en su comunidad, afirma Yazmín.
Cuando la joven ingresó en MAIA un curso atrás estaba muy rezagada, con bajos niveles en comprensión lectora y ciencias, pero asegura haber avanzado mucho desde entonces.
No es un caso aislado: según explican las educadoras del colegio, la mayoría de alumnas ingresa a los 11, 12 o 13 años con un nivel equivalente al de tercero o cuarto de primaria, pese a que ya deberían estar en secundaria.
Para cerrar esa brecha, MAIA aplica un programa intensivo de nivelación y acompañamiento que, en cuestión de meses, permite a las jóvenes recuperar el terreno perdido y adaptarse a un estándar académico más alto.
La escuela también aplica dinámicas grupales y juegos didácticos para potenciar las habilidades sociales de las alumnas.
“Antes era una chica muy apagada, sin relacionarme con los demás. Ahora soy muy sociable, tanto con mis compañeras como con los profesores”, nos explica Yazmín.
Esa misma tarde acudimos con ella a una actividad extraescolar un tanto peculiar: Ana Yaxón, mentora de MAIA, visita su domicilio para una sesión de acompañamiento.
Para llegar hasta donde vive la joven con sus padres y sus dos hermanos caminamos ladera arriba durante 10 minutos por estrechas e intrincadas veredas de tierra entre plantaciones de maíz.
En su casa nos reciben Carlos, ayudante de albañil, y María, ama de casa, a quienes acompañamos en la sesión con su hija Yazmín y la mentora, Ana.
En una mezcla de español con su idioma ancestral, el kaqchikel, los cuatro participan en un juego de mesa que representa la vida de una joven guatemalteca: la casilla de completar estudios de secundaria permite lanzar de nuevo el dado; la de quedarse embarazada a los 15 devuelve la ficha casi al inicio.
Al finalizar, reflexionan sobre el resultado y debaten las enseñanzas que les ha brindado el tablero.
Los padres de Yazmín se casaron jóvenes -“yo estaba por cumplir 16”, dice María; “yo tenía 18”, añade Carlos- pero, a diferencia de otros vecinos en la comunidad, ellos visualizan un destino diferente para su hija.
“Queremos que nuestra hija se gradúe y que sea una profesional, que ella construya su propio futuro, que cumpla lo que yo no cumplí. No le voy a decir ‘no te cases’, pero lo primero es el estudio”, nos comenta su madre.
La familia reconoce que la economía siempre ha sido un obstáculo a la hora de recibir educación, e incluso a veces les ha faltado comida o dinero para el autobús que cada mañana lleva a Yazmín a la escuela.
Por eso, con el asesoramiento de MAIA, instalaron pequeños hábitos financieros: “Tenemos alcancías en la casa para guardar cada quetzal que nos sobra, y mi mamá abrió una cuenta para un ahorro familiar”.
Yazmín tiene claros sus dos objetivos: a medio plazo quiere ganar una beca para estudiar en el extranjero -aún no ha decidido qué carrera- y, como meta final, anhela “construir una nueva casa para que estemos cómodos y bien protegidos”.
Le preguntamos si ve posible prosperar sin salir de Guatemala.
“Es casi imposible, porque aquí hay pocas oportunidades y mucha corrupción”, responde.
Guatemala padece elevados niveles de corrupción -ocupa el puesto 146 de 180 países en el ranking de Transparencia Internacional-, un problema que según expertos distorsiona no solo la economía del país, sino también sus perspectivas de desarrollo y justicia social.
MAIA nació en 2017 como el primer colegio en Centroamérica dedicado a ofrecer una educación de élite a jóvenes mujeres indígenas de áreas rurales deprimidas.
La organización, sin embargo, comenzó a gestarse mucho antes, tras la experiencia de un programa de microcréditos para mujeres.
“Las mujeres, cuando tenían acceso a microcrédito, invertían sus ganancias en la familia, en la educación de los niños, en la vivienda, en la salud… Y se preguntaron: ¿hasta dónde llegaría una mujer indígena con este talento si hubiera ido a la escuela? Entonces, nace MAIA”, resume Andrea Coché, su directora ejecutiva.
El Colegio Impacto MAIA abrió sus puertas en 2017 y este año superó las 400 alumnas procedentes de 40 comunidades indígenas.
Cada año ingresan unas 50 nuevas estudiantes, que permanecen siete años para alcanzar al menos 15 de escolarización.
El colegio selecciona cada año a niñas indígenas de entre 11 y 13 años que vivan cerca de Sololá, con buen rendimiento escolar, motivación personal y apoyo familiar.
Tras un proceso de casi un año que incluye solicitudes, evaluaciones académicas, entrevistas y estudios socioeconómicos, las admitidas reciben una beca completa y sus familias se comprometen a participar activamente en sesiones y asumir parte de los costos de transporte.
Sostener este modelo tiene un costo elevado: “en cada niña invertimos US$4.000 anuales. Incluye todo: el programa académico, el acompañamiento familiar, el programa de liderazgo, más la nutrición y la salud preventiva”, detalla Coché.
Esta cantidad, que contrasta con el dato ya mencionado de US$841 anuales que el Estado guatemalteco invierte por alumno, no incorpora fondos públicos.
“Vivimos de donaciones individuales y de grandes fundaciones cuando salen proyectos. Siempre estamos en búsqueda constante de recursos”, afirma la directora.
En su breve historia, MAIA ha ganado prestigio internacional: en 2023 fue incluido en el Top 10 de los mejores colegios del mundo (World’s Best School Prizes) y ha recibido otros reconocimientos, como el premio Zayed de Sostenibilidad de Emiratos Árabes.
Sus estudiantes han representado a Guatemala en foros internacionales, desde Japón hasta Nueva York, y el propio Ministerio de Educación ha comenzado a interesarse en replicar algunas de sus estrategias.
“De hecho, este año estamos en un programa donde compartimos con ellos las mejores prácticas que son viables en un sistema público”, añade Coché.
Unas 150 alumnas ya se han graduado del colegio, mientras el equipo de la organización -formado en su mayoría por mujeres de pueblos indígenas- ha crecido y se ha profesionalizado hasta contar con 15 mentoras y un cuerpo docente local que recibe más de 50 horas de capacitación profesional cada año.
“Empoderamos a mujeres jóvenes indígenas a través de la educación para transformar su historia, su comunidad y su país. De ahí nuestro lema: ‘Una mujer empoderada es un impacto infinito'”, sentencia la directora.
A diferencia de Yazmín, que lleva menos de dos años en MAIA, Dulce es toda una veterana a punto de completar su sexto curso en la institución.
Conversamos con esta joven de 17 años, cuya elocuencia denota un alto nivel de preparación académica.
Explica con nostalgia que en unos meses se graduará y dejará atrás MAIA: “Ha sido más que un colegio. Es más como mi segunda casa. Por mí, me quedaría a vivir aquí”, afirma.
Siendo la hija mayor de tres hermanos, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre -que se fue a Ciudad de Guatemala- y los precarios trabajos de su madre en casas ajenas.
“Fue un poco duro, porque mi mamá tenía que trabajar de casa en casa y a mí me tocaba también. Cuando ingresé a la escuela lo consideré mi salvación, porque no me gusta trabajar fuera”, recuerda.
A Dulce siempre le apasionó estudiar: en primaria fue abanderada, distinción otorgada a los mejores promedios académicos, y princesa maya, un reconocimiento escolar ligado a la representación cultural de su comunidad, además de figurar en el cuadro de honor de su escuela pública.
Sin embargo, sus recuerdos de aquella etapa están marcados por una enseñanza casi robótica: “Siempre era como un ‘copia y pega’, copia lo que tú tienes en el libro, te dictamos lo que tú tienes en el libro y pega, y frustraba un poco”.
La diferencia con lo que encontró al ingresar en MAIA fue abismal.
“Creo que se expandió mi cerebro. Mi forma de pensar se volvió mucho más crítica. Antes no era así; sinceramente, no me importaba mucho. Ahora pienso más, analizo mejor”, resume.
Para Sofía Cuc, educadora del área numérica del colegio, esa evolución responde a una metodología distinta.
“Aquí no decimos ‘Vamos a ver esto, háganlo’. Usamos la exploración, juegos, experimentos, problemas… Las jóvenes van descubriendo el nuevo conocimiento, van asentando todos los procesos y al final les confirmamos: ‘Sí, se hace de esta manera'”, nos explica.
El nivel académico con el que llegan muchas estudiantes es bajo: “muchas ingresan sin poder sumar, dividir o restar. Nosotros esperamos que lleguen a dominar trigonometría y combinatoria, y puedan aplicar todo ese aprendizaje en su vida cotidiana, en la toma de decisiones”, señala.
Dulce confirma que la exigencia en MAIA va más allá de repetir lo escrito en un libro: “Cuando me enfrento a un examen aquí es totalmente diferente que en mi escuela anterior. Es más de análisis. En matemáticas no es solo practicar, es pensar”, relata.
Experimentó el mismo contraste en la sexualidad, un gran tabú en Guatemala, donde predominan las doctrinas conservadoras de las iglesias evangélicas, implantadas con especial fuerza en las zonas rurales e indígenas con bajo nivel educativo y socioeconómico.
“En mi escuela de primaria sacaban de la clase a los niños para enseñar el aparato reproductor femenino y viceversa. Aquí nos enseñan todo sin tabús y nos dicen que vayamos a nuestras casas, a nuestras comunidades, y les mostremos que todos tenemos los mismos derechos”, indica.
Tras graduarse, su propósito es comenzar la carrera de contabilidad “para ser auditora y hacer todo justo y legal, ya que no me gusta la corrupción ni la idea de que el dinero puede comprar todo”, afirma.
Al igual que Yazmín, Dulce quiere expandir sus horizontes fuera de Guatemala.
“Escuché hace un año de la beca She Can (un programa para mujeres guatemaltecas que desean cursar estudios de licenciatura en una universidad de Estados Unidos) y me enamoré”, expresa.
“Dan una oportunidad a las mujeres indígenas como yo. Tengo un potencial y necesito expandirlo; no lo voy a dejar aquí”, concluye.
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