Nuestra temporada de sustos ya está aquí y si buscas ideas para tu maratón aquí hay una: películas de terror basadas en libros.
Por eso, nos dimos a la tarea de recuperar algunas obras adaptadas al séptimo arte que tuvieron su origen en la literatura y vale la pena recordar y recomendar, para dormir con un ojo abierto todo este mes.
Empezamos fuerte con un clásico del cine de terror: esta es la historia de Norman Bates, quien atiende un motel en medio de la nada mientras lidia con una madre sobreprotectora y exigente.
No vamos a hacer spoiler para las nuevas generaciones que se acerquen a esta obra (aunque se estrenó hace más de 60 años, así que si no conoces el final córrele), pero es considerada un clásico del terror y tiene uno de los momentos más icónicos del cine.
Por cierto, tanto la película como el libro tienen secuelas que no están relacionadas y cada una explora sus propias posibilidades.
El libro ya lo encuentras en un montón de editoriales diferentes y la película la puedes ver en HBO MAX.
Ya se la saben, mi gente: un hotel embrujado abandonado, un c-ñor recuperado de su alcoholismo justo en su punto para ser poseído y un niño con poderes al que los espectros se quieren comer.
Esta es de las películas de terror basadas en libros donde la premisa no es taaaan diferente en ambos materiales. Aunque en el libro, King hace énfasis en lo sobrenatural y en la película se pone en segundo plano (por esa razón al autor no le gustó la adaptación al cine).
Vale la pena mencionar que Stephen King tiene muchísimas de sus obras adaptadas al cine e incluso series y en tan enorme oferta fílmica hallarás algo para todos los gustos.
Es más, por ahí en la ciudad anda un ciclo de proyección de sus éxitos por si quieres ir a echar el rol. Lo encuentras desde el 12 de octubre hasta el 8 de noviembre.
El libro de El Resplandor también está disponible en Penguin Random House y la película la puedes ver en HBO Max.
Ahora que si nos vamos a lo más clásico de lo clásico, tenemos que nombrar sí o sí a una de las novelas más importantes de todos los tiempos: Drácula de Bram Stoker.
La obra que popularizó a los vampiros ha sido adaptada muchas veces al séptimo arte y en todas hay algo digno de mencionar. Desde Bela Lugosi como el mismísimo Señor Oscuro, hasta la adaptación famosa de Francis Ford Coppola de 1992 con Gary Oldman en el papel del chupasangre.
Vale la pena leer la novela que además tiene una segunda parte: Drácula, el No Muerto que no ha sido adaptada al cine y fue escrita por el bisnieto de Bram Stoker, Dacre Stoker en2009.
La novela está disponible en varias editoriales (como Alfaguara o Alma)- Las películas las puedes encontrar en varios servicios de streaming dependiendo cuál busques. Por ejemplo la clásica con Bela Lugosi está en HBO MAX, mientras que la de Coppola está en renta en Apple TV+.
Entre las películas de terror basadas en libros también encontramos muchas inspiradas en la obra de H.P. Lovecraft.
No sólo está La llamada de Cthulhu, también hay una adaptación del relato El color que vino del espacio, y si nos vamos a películas influenciadas por sus textos, ahí sí no le paramos.
Como sea, este filme es una adaptación fiel del relato corto de Lovecraft y, a pesar de haber sido estrenada en el 2005, la película usa un formato de cine mudo, lo que le da un encanto por sí misma.
Esta novela también ya la encuentras en un montón de editoriales y formatos diferentes, la peli no está disponible en servicios de streaming, pero la puedes comprar en formato físico aquí.
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Una serie de relatos que también se transformaron en película. Aunque ambas obras son llamadas generalmente como “terror para jóvenes”, los libros cuentan con un mayor número de historias, por lo que vale la pena también echarles un ojito.
Para cine, Guillermo del Toro participó en la historia y producción.
La película la puedes ver en Prime Video o rentarla en Apple TV+. El libro lo tiene la editorial Océano Gran Travesía
La películas de terror basadas en libros también tienen este título que fascina a chicos y grandes.
Además, es de otro autor que ha visto muchísimo de su trabajo adaptado, aunque en su mayoría han sido series como American Gods, The Sandman o Good Omens.
La película Coraline consiguió una nominación al Oscar en 2010 por Mejor Película Animada (que perdió frente a Up) y es una adaptación fiel de la novela, pero esta última vale mucho la pena visitarla por el lenguaje y la descripción de los entornos que hace Gaiman.
De igual manera la cinta está increíblemente cuidada y por internet vas a encontrar cuentas que se dedican a desmenuzar cuadro por cuadro.
El libro lo pencuentras en las editoriales Rocabolsillo y Salamandra; la película está disponible para renta en Apple TV+.
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Ya hemos recomendado esta súper película protagonizada por el gran Ignacio López Tarso, pero es que es un clásico atemporal y ni modo. Amén.
Pocas personas saben que Macario es de las películas de terror basadas en libros, pues se inspira en el texto El Tercer Invitado de Bruno Traven.
Cuenta la historia de un hombre muy pobre al que un día su esposa aliviana con un guajolote solo para él. Aunque llega Dios, el Diablo y la Muerte de “come cuando hay” a pedirle, con (spoiler alert) consecuencias fatales.
El libro y la película tienen muchas similitudes, aunque vale la pena echarle el ojo al libro con todos sus simbolismos y metáforas. Igual si te quieres echar un clavadito más profundo también puedes echarle un ojo al cuento de los Hermanos Grimm que inspiró a Bruno Traven, La Muerte Madrina.
El libro lo tiene editorial Selector (bajo el nombre de Macario) y la peli la puedes ver en Vix.
¿Podrían los descubrimientos de vida extraterrestre cambiar la psique humana y la forma como nos vemos a nosotros mismos y a los demás?
Uno de esos momentos fue cuando una sonda espacial envió imágenes de la Tierra por primera vez.
Otro es el descubrimiento de vida en otro mundo, un momento que se acerca un poco más ahora con la noticia del hallazgo de indicios de un gas, que en la Tierra es producido por organismos marinos simples, en un planeta llamado K2-18b.
Hoy la posibilidad de encontrar vida extraterrestre —lo que significaría que no estamos solos en el universo— no está lejos, según el científico que lideró el equipo que realizó la detección.
“Esto es básicamente lo más importante en términos de preguntas fundamentales, y podríamos estar a punto de responderlas”, afirma el profesor Nikku Madhusudhan, del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra.
Pero todo esto plantea aún más preguntas. Por ejemplo, si encuentran vida en otro mundo, ¿cómo nos cambiará esto como especie?
Nuestros antepasados han creado desde hace mucho tiempo historias sobre seres que podrían habitar los cielos.
A principios del siglo XX, los astrónomos creían poder ver líneas rectas en la superficie marciana, lo que generó especulaciones sobre la posibilidad de que uno de nuestros planetas más cercanos albergara una civilización avanzada, una idea que dio origen a una rica cultura de ciencia ficción sensacionalista con platillos voladores y pequeños extraterrestres verdes.
Ocurrió en una época en la que los gobiernos occidentales generaban temor a la expansión del comunismo, por lo que los visitantes del espacio exterior se presentaban con frecuencia como amenazas, trayendo peligro en lugar de esperanza.
Pero décadas después, lo que se ha descrito como “la evidencia más sólida hasta la fecha” de vida en otro mundo proviene, no de Marte o Venus, sino de un planeta a cientos de billones de kilómetros de distancia, orbitando una estrella distante.
Parte del desafío al investigar la existencia de vida extraterrestre reside en saber dónde buscar.
Hasta hace relativamente poco, la búsqueda de vida por parte de la NASA se centraba en Marte, pero esto empezó a cambiar en 1992 con el descubrimiento del primer planeta orbitando otra estrella fuera de nuestro sistema solar.
Aunque los astrónomos sospechaban de la existencia de otros mundos alrededor de estrellas distantes, hasta ese momento no existían pruebas. Desde entonces, se han descubierto cerca de 6.000 planetas fuera de nuestro sistema solar.
Muchos son los llamados gigantes gaseosos, como Júpiter y Saturno en nuestro sistema solar. Otros son demasiado calientes o demasiado fríos para albergar agua líquida, considerada esencial para la vida.
Pero muchos se encuentran en lo que los astrónomos llaman la “Zona Ricitos de Oro”, donde la distancia es “justo la adecuada” para albergar vida. El profesor Madhusudhan cree que podría haber miles en nuestra galaxia.
A medida que se descubrían estos supuestos exoplanetas, los científicos comenzaron a desarrollar instrumentos para analizar la composición química de sus atmósferas. Su ambición era asombrosa, algunos dirían que audaz.
La idea era capturar la minúscula cantidad de luz estelar que se filtraba a través de las atmósferas de estos mundos lejanos y estudiarla en busca de huellas químicas moleculares, que en la Tierra solo pueden ser producidas por organismos vivos, las llamadas biofirmas.
Y lograron desarrollar estos instrumentos para telescopios terrestres y espaciales.
El Telescopio Espacial James Webb (JWST) de la NASA, que detectó el gas en el planeta llamado K2-18b en un descubrimiento anunciado esta semana, es el telescopio espacial más potente jamás construido y su lanzamiento en 2021 generó entusiasmo ya que la búsqueda de vida estaba por fin al alcance de la humanidad.
Pero el JWST tiene sus limitaciones: no puede detectar planetas lejanos tan pequeños como el nuestro ni tan cercanos a sus estrellas madre debido al resplandor.
Por ello, la NASA está planeando el Observatorio de Mundos Habitables (HWO), previsto para la década de 2030, que podrá detectar y analizar las atmósferas de planetas similares al nuestro. (Esto es posible gracias a un parasol de alta tecnología que minimiza la luz de la estrella que orbita un planeta).
A finales de esta década también entrará en funcionamiento el Telescopio Extremadamente Grande (ELT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), que estará en la Tierra observando los cielos cristalinos del desierto chileno.
Con 39 metros de diámetro, cuenta con el espejo más grande jamás construido, lo que le permite observar las atmósferas planetarias con mucho más detalle que sus predecesores.
Sin embargo, el profesor Madhusudan espera tener suficientes datos en dos años para demostrar categóricamente que realmente ha descubierto las biofirmas en torno a K2-18b.
Pero incluso si logra su objetivo, esto no provocará celebraciones multitudinarias por el descubrimiento de vida en otro mundo.
Más bien marcará el inicio de otro sólido debate científico sobre si la biofirma podría producirse por medios no vivos.
Con el tiempo, a medida que se recopilan más datos de más atmósferas y los químicos no logran encontrar explicaciones alternativas para las biofirmas, el consenso científico se inclinará lenta y gradualmente hacia la probabilidad de que exista vida en otros mundos, según la profesora Catherine Heymans, de la Universidad de Edimburgo.
“Con más tiempo en telescopios, los astrónomos obtendrán una visión más clara de la composición química de estas atmósferas. No se sabrá con certeza si hay vida. Pero creo que cuantos más datos se acumulen, y si se observan en múltiples sistemas diferentes y no solo en este planeta en particular, mayor será la confianza”.
Internet surgió en una serie de avances tecnológicos graduales que no se percibieron necesariamente como de gran trascendencia en su momento.
De igual manera, quizás ya haya ocurrido la transformación científica, cultural y social más grande de toda la historia de la humanidad, pero es posible que el momento en el que se inclinó la balanza hacia la existencia de otra vida en el mundo exterior no haya sido reconocido plenamente en cuando se dio.
Un descubrimiento mucho más definitivo sería hallar vida en nuestro propio sistema solar utilizando naves espaciales robóticas con laboratorios portátiles.
Cualquier microbio extraterrestre podría analizarse e incluso traerse a la Tierra, lo que proporcionaría evidencia de primera mano que limitaría significativamente cualquier posible retroceso científico.
El argumento científico a favor de la posibilidad de vida o vida pasada en nuestro propio sistema solar ha aumentado en los últimos años tras los datos enviados por diversas naves espaciales. Por ello hay varias misiones en camino para buscar esos indicios.
El rover ExoMars de la Agencia Espacial Europea (ESA), cuyo lanzamiento está previsto para 2028, perforará bajo la superficie de Marte para buscar indicios de vida pasada y posiblemente presente.
Sin embargo, dadas las condiciones extremas de Marte, el descubrimiento de vida pasada fosilizada es el resultado más probable.
La misión Tianwen-3 de China, que debe ser lanzada en 2028, está diseñada para recolectar muestras y traerlas de regreso a la Tierra en 2031.
La NASA y la ESA tienen naves espaciales en camino a las lunas heladas de Júpiter para ver si puede haber agua, posiblemente vastos océanos, debajo de sus superficies heladas.
Pero las naves espaciales no están diseñadas para encontrar vida. En cambio, estas misiones sientan las bases para futuras misiones, según la profesora Michele Dougherty, del Imperial College de Londres.
“Es un proceso largo y lento”, afirma. “La siguiente decisión sería elegir un módulo de aterrizaje, a qué luna se dirigirá y dónde deberíamos aterrizar”.
“No conviene aterrizar donde la corteza de hielo sea tan gruesa que sea imposible acceder a la superficie. Así que es un proceso largo y lento, pero bastante emocionante”.
La NASA también enviará una sonda espacial llamada Dragonfly para aterrizar en Titán, una de las lunas de Saturno, en 2034.
Es un mundo exótico con lo que se cree que son lagos y nubes compuestos por sustancias químicas ricas en carbono que le dan una inquietante neblina anaranjada.
Se cree que, junto con el agua, estas sustancias químicas son un ingrediente necesario para la vida.
La profesora Dougherty es una de las científicas planetarias más destacadas en su campo. Le pregunté si cree que hay vida en alguna de las lunas heladas de Júpiter o Saturno.
“Me sorprendería mucho que no la hubiera”, respondió radiante de alegría.
“Se necesitan tres cosas: una fuente de calor, agua líquida y sustancias químicas orgánicas (basadas en carbono). Si tenemos esos tres ingredientes, las probabilidades de que se forme vida aumentan drásticamente”.
Si se descubre la existencia de formas de vida simples, esto no garantiza que existan formas de vida más complejas.
El profesor Madhusudhan cree que, de confirmarse, la vida simple debería ser bastante común en la galaxia.
“Pero pasar de esa vida simple a la vida compleja es un gran paso, y esa es una pregunta abierta. ¿Cómo se produce ese paso? ¿Cuáles son las condiciones que lo rigen? No lo sabemos. Y luego, pasar de ahí a la vida inteligente es otro gran paso”, afirma.
El doctor Robert Massey, subdirector ejecutivo de la Real Sociedad Astronómica de Reino Unido, coincide en que el surgimiento de vida inteligente en otro mundo es mucho menos probable que la vida simple.
“Cuando observamos el surgimiento de la vida en la Tierra, vemos que fue muy complejo. La vida multicelular tardó muchísimo en surgir y luego evolucionar hacia diversas formas de vida”.
“La gran pregunta es si hubo algo en la Tierra que hizo posible esa evolución. ¿Necesitamos exactamente las mismas condiciones, nuestro tamaño, nuestros océanos y masas terrestres para que eso suceda en otros mundos, o sucede de todas formas?”.
El científico cree que incluso el descubrimiento de vida extraterrestre simple sería el último capítulo en la disminución de la importancia del lugar que ocupa la humanidad en el cosmos.
Como él mismo explica, hace siglos creíamos estar en el centro del universo y, con cada descubrimiento astronómico, nos hemos visto “más desplazados” de ese punto.
“Creo que el descubrimiento de vida en otros lugares reduciría aún más nuestra singularidad”, afirma.
La profesora Dougherty, por otro lado, cree que un descubrimiento de este tipo de vida en nuestro propio sistema solar sería beneficioso para la ciencia y para el alma.
“El descubrimiento de vida, incluso simple, nos permitirá comprender mejor cómo pudimos haber evolucionado hace millones de eones cuando lo hicimos por primera vez. Y, por lo tanto, para mí, nos está ayudando a encontrar nuestro lugar en el universo”.
“Si supiéramos que hay vida en otros lugares de nuestro sistema solar y potencialmente más allá, [esto] me reconfortaría de alguna manera; saber que somos una parte de algo más grande nos hará más grandes”.
Nunca antes los científicos habían buscado vida en otros mundos con tanto ahínco, ni contado con herramientas tan increíbles para hacerlo.
Muchos de los que trabajan en este campo creen que la cuestión es cuándo descubrirán vida en otros mundos. Y, en lugar de generar miedo, el descubrimiento de vida extraterrestre traerá esperanza, según el profesor Madhusudhan.
“Cuando miráramos al cielo, no solo veríamos objetos físicos, estrellas y planetas, sino un cielo vivo. Las consecuencias sociales de esto son inmensas. Supondrá un cambio radical en la forma en que nos percibimos en el panorama cósmico”.
“Cambiará fundamentalmente la psique humana y cómo nos percibimos a nosotros mismos y a los demás, y cualquier barrera, ya sea lingüística, política o geográfica, se disolverá al darnos cuenta de que todos somos uno. Y eso nos acercará más”, afirma.
“Será un paso más en nuestra evolución”.
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