Estamos a nadita de que se estrene Luis Miguel, la serie 2 en Netflix y ya tenemos muchas preguntas sobre nuevos personajes y viejos conocidos en la historia de El Sol.
Como sabes, la segunda temporada de la bioserie que cuenta la historia de Luis Miguel, se estrenó hoy 18 de abril (¡un día antes del cumpleaños 51 de LuisMi!) a las 19:00 en Netflix y la plataforma de streaming lanzó dos capítulos. Después de esto, será un capítulo semanal. El próximo capítulo se estrenará el 25 de abril.
Desde los primeros capítulos hay a algunos personajes que llaman la atención. Así que hablaremos de tres personajes que veremos, ¿quiénes son en la vida real? ¿qué influencia tuvieron en la carrera de Luis Miguel o en su vida personal?
Nota: Aunque es una bioserie basada en hechos reales, es importante señalar que varios nombres de Luis Miguel, la serie 2 fueron modificados de la vida real y la producción hace adaptaciones cronológicas para beneficiar la trama.
(Nomás por no dejar, checa el trailer para que veas de quiénes hablamos).
Cómo sabes, en la temporada 1 vimos que Hugo López, el argentino representante de Luis Miguel y su figura paterna (positiva y amorosa) más importante, se enteró que padecía cáncer de colón; será en la nueva temporada que podamos saber qué pasa con eso.
Pero centrémonos en el personaje de Patricio Robles, interpretado por el actor Pablo Cruz Guerrero, quien al parecer llega a la agencia de talentos para reforzar el equipo de Hugo López y toda la chamba que tenían encima con la carrera de El Sol.
Pues bien, ¿quién fue Patricio Robles, el mánager de Luis Miguel? En realidad, no existe un Patricio Robles como tal y el personaje puede estar inspirado en varias personas que trabajaron con el cantante en esa época tan convulsa de su carrera (ya sabes: giras intensas, grabaciones, prensa, la investigación sobre el paradero de su mamá, mujeres).
Según ha dicho Pablo Cruz Guerrero en entrevistas a distintos medios, su personaje está inspirado en varios agentes que trabajaron con Luis Miguel en la época más importante de su carrera (principios de los 90).
Peeeeeero (sí, sí, hay un GRAN pero) si nos basamos en la cronología de la vida de LuisMi, buena parte del personaje podría inspirarse en Mauricio Abaroa, quien se convirtió en representante del cantante en 1993, luego de que Hugo López murió y quien, aunque sólo trabajó dos años más después de eso.
En la vida real, Mauricio Abaroa fue el responsable de que Luis Miguel haya colaborado en el álbum Duets II de Frank Sinatra en 1994, con quien cantó a dueto “Come fly with me” y, dicho sea de paso, fue el único artista latinoamericano que participó en ese álbum.
Además, trabajó con El Sol durante la grabación de ‘Aries’, el noveno álbum de estudio del cantante en el que podemos escuchar las rolas “Suave”, “Qué nivel de mujer”, “Hasta que me olvides”, entre otras.
Luego de que Mauricio Abaroa dejó de trabajar con Luis Miguel, en 1995, su amigo Alejandro Asensi pasó a ser su nuevo representante. En la serie de Netflix es interpretado por el actor Fernando Guallar.
Asensi es español y fue una de las personas más cercanas al cantante por muchos años. Se conocieron cuando ambos tenían seis años, en Madrid, España, y mantuvieron una buena relación, además de que fue uno de los mayores impulsores de la carrera de El Sol.
También fue productor ejecutivo de álbumes como Amarte es un placer (1999) y era quien manejaba el presupuesto de todas las giras de Luis Miguel.
A pesar de que fueron tan cercanos, Luis Miguel y Alejandro Asensi se separaron definitivamente en 2008.
Uno de los biógrafos de Luis Miguel señalan que este distanciamiento se debió a que Asensi, en ese entonces de 39 años, inició una relación amorosa con Michelle Salas, de 19. Sin embargo, es importante señalar que esta información jamás fue confirmada por ninguna de las tres personas.
José Pérez sí existe en la vida real de Luis Miguel y fue una de las personas más cercanas al cantante, tanto así que el cantante dejó de hablarle a sus amigos Jorge El Burro Van Rankin y Esteban Arce luego de que Arce (hoy es presentador de noticias en Foro TV) le hizo una broma telefónica al asistente de El Sol.
En Luis Miguel, la serie 2, José Pérez es interpretado por Juan Ignacio Cane.
BBC Mundo acompañó a un equipo de rescatistas en la búsqueda de víctimas de las riadas de Valencia.
-Abrimos un agujero y vimos que había cuerpos flotando.
-¿Cuántos cuerpos?
Basilio Vigil, Basi, hace una pausa prudente antes de responder con un escueto “muchos”.
El sábado, junto al resto de compañeros de la ONG Unidad de Rescate y Salvamento con Perros (URESAP), estuvieron todo el día trabajando en el centro comercial de Bonaire, en Aldaia, a las puertas de Valencia.
Su parking subterráneo, de 2 mil metros cuadrados, se ha convertido en el fantasma que ronda las zonas devastadas por las riadas, la pesadilla que muchos temen. Se cree que en los dos millones de litros que se colaron en su interior pueda haber decenas de muertos.
En las redes sociales se especula con todo tipo de cifras. El semblante de Basi y el del resto del equipo se ensombrece y prefieren no contar mucho más.
El temporal que azotó Valencia y el sureste de España ha dejado ya al menos 212 muertos, pero hay muchos desaparecidos, por lo que la cifra podría ser bastante mayor.
Aún quedan muchos sótanos, garajes subterráneos por vaciar y revisar, vehículos que han quedado convertidos en amasijos de hierros y que la corriente arrastró a kilómetros de donde estaban aparcados, y también zonas rurales donde puede que vivan personas con movilidad reducida y que han quedado aisladas.
“La cifra de fallecidos aumentará poco a poco, lamentablemente”, aventura Francisco Javier Andrés, un bombero forestal que en sus fines de semana o en vacaciones se suma a la URESAP.
“A muchos les pilló en la carretera y algunos lo que hicieron fue abandonar sus vehículos e intentar escapar andando”, cuenta de camino a la zona en la que va a trabajar el equipo este domingo.
Son unos garajes anegados en la parte baja de Catarroja, una de las localidades más afectadas por las lluvias torrenciales que el 29 y 30 de octubre devastaron la zona sur de Valencia.
También hay que revisar decenas de vehículos que arrastró el agua y que han quedado sembrados en un descampado del pueblo.
Con la ayuda de Bolo, Roco y Shiva van a buscar a personas que pudieran haber quedado atrapadas, vivas o muertas. BBC Mundo los acompañó.
“Ojalá tengamos un desenlace bueno hoy, pero no sabemos lo que nos vamos a encontrar”, reconoce Alberto Carnicer, un verano que lleva desde los 17 años trabajando como rescatista con distintas instituciones, entre ellas la Cruz Roja y la Protección Civil, y como voluntario en la URESAP.
Pero llegar hasta allí no es fácil.
Algunas calles están colapsadas por las montañas de enseres embarrados que los vecinos han ido sacando de sus casas, y por coches y más coches cubiertos de lodo, aplastados como los restos de papel de aluminio de un bocadillo, allá donde se mire.
Las vías transitables son un bullicio de tractores y excavadoras, grúas, camiones militares, furgonetas con alimentos o agua que traen los voluntarios.
En un camino estrecho, una lancha empotrada contra un garaje deja una historia de supervivencia. El martes por la noche, un chico al que arrastraba la corriente la vio y trepó hasta ella. Allí se quedó hasta que bajaron las aguas.
La zona baja de Catarroja que el equipo va a inspeccionar, ya lindando con la localidad de Albal, parece una escena apocalíptica.
El pueblo se convirtió el martes en un barranco urbano y mucho de lo que arrastró ha quedado esparcido por una zona de huertas y naranjos donde los automóviles parece que brotaran de la tierra.
El equipo recibe las instrucciones de Basi, el líder y fundador del grupo, que se ha coordinado con autoridades locales, y se echa a andar.
El trabajo es duro y meticuloso. Los rescatistas se abren en abanico para rastrear la mayor extensión posible.
Desde el cielo, un dron dirigido por Cristian Seves, un militar que se unió al grupo hace 15 días, sobrevuela el terreno para tener visión de las zonas a las que no se puede llegar a pie.
Se van acercando vehículo por vehículo, miran por las ventanillas o las rompen si hace falta, revisan maleteros y los perros los rodean en busca de algún olor o figura humana.
“Solo avisan si ven una persona sentada o tumbada y entonces marca, nunca de pie”, aclara Héctor Galdona. Roco, su perro de aguas español blanco y negro, trepa por los montículos, se cuela entre la maleza y busca a cada poco la mirada de su dueño.
“¡Qué bueno ese perro! ¡Muy bueno ese perro!”, le recompensa Héctor.
Lo que parece la huella de una mano en el barro de un asiento llama la atención de Alberto. Los rescatistas logran abrir las puertas traseras del vehículo, pero dentro no hay nada salvo la huella misteriosa.
Una zona arbolada sepultada por la maleza se ha convertido en una especie de cueva vertedero. El agua ha arrastrado mucha ropa de algún almacén. Algunas prendas están aún metidas en sus bolsas, hay maletas, un tablero de ajedrez, un casco de bicicleta infantil de la película Frozen.
Un poco más adelante, en la estación de tren de Albal, que aún no había sido inaugurada, Bolo, un pastor belga malinois, ladra avisando de algo. Un olor pestilente emana del vestíbulo de la estación, que tiene un metro de altura de barro y cañas, y el equipo se acerca con cautela.
De entre el lodo asoma la cabeza de un burro, su cuerpo hinchado, los ojos desorbitados.
A Bolo, que estaba abandonado, lo recogió Luis Ramos, un adiestrador de perros venezolano que en su país trabajó durante 15 años como guía canino de la policía.
Braian Asinari va marcando con un espray una gran letra R en cada uno de los vehículos que van revisando. Braian no es miembro de la URESAP, pero es vecino de Aldaia, uno de los pueblos afectados por la riada. Quería ayudar y se ha unido al grupo. Les hace de guía local.
La batida de hoy no ha encontrado nuevas víctimas, ni vivas ni muertas.
Pero su labor, como la de otros muchos grupos de voluntarios, es fundamental, y los vecinos de Catarroja se lo recuerdan a cada paso que dan.
“Ayer nos dio las gracias un niño de unos 7 años que estaba sacando barro de una casa con una escoba. Eso me emocionó”, reconoce Alberto.
Lo que ven y lo que viven también pasa factura: “En la furgo vamos haciendo chistes, pero luego, cuando pasa un tiempo y vuelves a casa, nos da el bajón”.
Empieza a llover y el equipo decide regresar.
La agencia de meteorología ha vuelto a activar el aviso rojo sobre Valencia, el máximo, y ha pedido a los vecinos que se queden en zonas elevadas por las lluvias. El barro ha atorado parte del alcantarillado de Catarroja y la zona podría volver a anegarse.
En la esquina donde han dejado la furgoneta, la chef Carlota Bonder ha montado un punto de entrega de platos calientes a los vecinos.
Ha venido desde Ibiza en su Porsche Cayenne verde pistacho, que por tener tracción a las 4 ruedas ha ofrecido como vehículo de ayuda humanitaria.
“Tengo a toda la brigada cocinando”, cuenta.
El equipo de Carlota ayuda a repartir tápers con lentejas guisadas y con espaguetis.
El día anterior vieron a una señora desde un balcón que les hacía un gesto de llevarse la mano a la boca. “Subimos corriendo los 6 o 7 pisos de escaleras y nos encontramos con una anciana que tenía alzhéimer y que no había comido en días. Se te parte el corazón”, recuerda Adriana Alés.
Carlota se ofrece a llevar a parte del equipo de rescatistas de vuelta al punto de partida. Su Porsche verde parece un espejismo en medio del lodazal en el que se ha convertido el pueblo.
Mañana habrá más sótanos y más garajes por inspeccionar.
“Nos gustaría encontrar a personas vivas, pero el tiempo corre en contra”, reconoce Fran.
Pero hallar a los muertos, desengrosar la lista de desaparecidos, también es una labor fundamental, explica Basi: “Un cuerpo recuperado es una familia aliviada, que puede iniciar el luto y enterrar a su ser querido”.
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