No hay duda alguna de que AMAMOS las series y películas que se basan en un caso real y ahora todo el mundo está hablando de una miniserie de Netflix que se inspira en una serie de crímenes que realizó Christina Aistrup Hansen en Dinamarca. Te contamos la historia real de La enfermera
Ojo: no confundas esta producción con El ángel de la muerte, película de Netflix con Jessica Chastain y Eddie Redmayne que se basa en el caso real del enfermero que asesinó a 40 pacientes en 16 años. Son historias completamente distintas.
Pernille Kurzmann comienza a trabajar en el hospital Nykøbing Falster en Dinamarca y le cuesta hacer amistades hasta que conoce a Christina Aistrup Hansen, la mejor enfermera del hospital.
Pero cada vez que trabajaba un turno de noche, se producía un drama: los pacientes que parecían estables caían en picada y algunos hasta morían. ¿Será que la amada enfermera quería provocarles la muerte?
La miniserie se basa en un libro escrito por Kristian Corfixen del mismo nombre y que es una investigación del inquietante caso real.
Tal y como verás en la serie, en la vida real Pernille Kurzmann acababa de recibirse de la escuela de enfermería cuando entra al Hospital Nykøbing Falster.
Ahí conoció a la enfermera estrella Christina Aistrup Hansen, pues todo el mundo la elogiaba y prácticamente tomó como su pupila a Pernille.
Sin embargo, esta enfermera novata comenzó a sospechar de Christina al ver un patrón: en todos sus turnos nocturnos ocurría una catástrofe que a veces terminaba con pacientes muertos.
Resulta que Christina Aistrup Hansen administraba a sus pacientes dosis letales de diazepam con morfina el cual provocaba un paro cardíaco. Esto solo para después ayudar a salvarlos y quedar como una heroína.
Aunque esto no siempre resultaba y había pacientes que sí perdían la vida. Cuando Kurzmann reveló sus sospechas, otras personas en el hospital también alzaron la voz revelando sus propias suposiciones.
El director de la serie Kasper Barfoed dijo para el sitio oficial de Tudum de Netflix que “Mucha gente sospechó o vio algo y, sin embargo, es la nueva enfermera, la que está en su primer trabajo, la que no solo siente que algo anda mal, sino que realmente hace algo al respecto y lo arriesga todo”.
Se levantó una investigación oficial y tras un mes en un caso que involucró a más de 70 testigos, Christina Aistrup Hansen fue condenada por cuatro cargos de intento de asesinato involuntario. En 2017 se le decretó una sentencia de 12 años en prisión.
La fiscalía sí buscó cadena perpetua, pero no había un número concreto de sus víctimas, pues se concluyó que no era posible asegurar que en todos los casos las inyecciones administradas por la enfermera fueran las causas directas de la muerte.
También se determinó que Hansen sufría de trastorno histriónico de la personalidad, donde la persona que lo padece es capaz de ir a los extremos con tal de conseguir atención positiva.
Christina Aistrup Hansen actualmente cumple su condena y sería puesta en libertad en 2028.
Según los ingenieros de Google, su nueva tecnología logró resolver un problema que hubiera tomado diez cuatrillones de años.
Google ha presentado un nuevo chip que, según afirma, tarda cinco minutos en resolver un problema que actualmente a las supercomputadoras más rápidas del mundo les llevaría diez cuatrillones (o 10.000.000.000.000.000.000.000.000 años) completar.
El chip es el último desarrollo en un campo conocido como computación cuántica, que intenta utilizar los principios de la física de partículas para crear un nuevo tipo de computadora increíblemente poderosa.
Google dice que su nuevo chip cuántico, llamado “Willow”, incorpora “avances” clave y “allana el camino hacia una computadora cuántica útil a gran escala”.
Sin embargo, los expertos dicen que Willow es, por ahora, un dispositivo en gran parte experimental, lo que significa que una computadora cuántica lo suficientemente poderosa como para resolver una amplia gama de problemas del mundo real aún está a años (y a miles de millones de dólares) de distancia.
Las computadoras cuánticas funcionan de una manera fundamentalmente diferente a las de los los teléfonos o portátiles.
Aprovechan la mecánica cuántica (el extraño comportamiento de las partículas ultrapequeñas) para resolver problemas mucho más rápido que los ordenadores tradicionales.
Se espera que los ordenadores cuánticos puedan llegar a utilizar esa capacidad para acelerar enormemente procesos complejos, como la creación de nuevos medicamentos.
También se teme que se pueda utilizar para fines criminales como, por ejemplo, para romper algunos tipos de cifrado utilizados para proteger datos sensibles.
En febrero, Apple anunció que el cifrado que protege los chats de iMessage se está haciendo “a prueba de cuántica” para evitar que los lean los potentes ordenadores cuánticos del futuro.
Hartmut Neven dirige el laboratorio de inteligencia artificial cuántica de Google que creó Willow y se describe a sí mismo como el “optimista jefe” del proyecto.
Le dijo a la BBC que Willow se utilizaría en algunas aplicaciones prácticas, pero se negó, por ahora, a proporcionar más detalles.
Pero un chip de este tipo capaz de realizar aplicaciones comerciales no aparecerá antes de finales de la década, dijo.
Inicialmente estas aplicaciones serían la simulación de sistemas donde los efectos cuánticos son importantes.
“Por ejemplo, es relevante cuando se trata del diseño de reactores de fusión nuclear, para entender el funcionamiento de medicamentos y el desarrollo farmacéutico, y para desarrollar mejores baterías para automóviles y otra larga lista de tareas similares”.
Neven le dijo a la BBC que el rendimiento de Willow significaba que era el “mejor procesador cuántico construido hasta la fecha”.
Pero el profesor Alan Woodward, un experto en informática de la Universidad de Surrey, en Inglaterra, dice que las computadoras cuánticas serán mejores en una variedad de tareas que las computadoras “clásicas” actuales, pero no las reemplazarán.
Advierte contra la exageración de la importancia del logro de Willow en una sola prueba.
“Hay que tener cuidado de no comparar manzanas con naranjas”, le dijo a la BBC.
El problema que Google eligió como punto de referencia de rendimiento estaba “hecho a medida para una computadora cuántica”, por lo que no logra demostrar “un aceleramiento universal en comparación con las computadoras clásicas”.
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No obstante, dijo que Willow representaba un progreso significativo, en particular en lo que se conoce como corrección de errores.
En términos muy simples, cuanto más útil es una computadora cuántica, más cúbits tiene.
Sin embargo, un problema importante con esta tecnología es que es propensa a errores, una tendencia que anteriormente ha aumentado cuanto más cúbits tiene un chip.
Pero los investigadores de Google afirman que han revertido esta situación y han logrado diseñar y programar el nuevo chip de manera que la tasa de error se redujera en todo el sistema a medida que aumentaba el número de cúbits.
Fue un gran “avance” que resolvió un desafío clave que el campo había perseguido “durante casi 30 años”, dice Neven.
El experto le dijo a la BBC que era comparable a “si tuvieras un avión con un solo motor: eso funcionará, pero dos motores son más seguros, y cuatro motores son aún más seguros”.
Los errores son un obstáculo significativo para crear computadoras cuánticas más potentes y el desarrollo fue “alentador para todos los que se esfuerzan por construir una computadora cuántica práctica”, dijo el profesor Woodward.
Pero el propio Google señala que para desarrollar computadoras cuánticas útiles, la tasa de error aún tendrá que ser mucho menor que la mostrada por Willow.
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