HBO nuevamente nos trae una historia con un crimen por resolver con la serie Love and Death. Sin embargo, se basa en hechos reales y aquí te contamos la historia real de Candy Montgomery.
La serie, llamada Amor y muerte en español, es protagonizada por Elizabeth Olsen como Candy.
Para quienes amaron WandaVision verán que su papel tiene algunos elementos similares con Wanda: aunque vive una vida tranquila en un pueblo donde nunca pasa nada, hay algo que la está molestando y no la deja vivir tranquila.
La miniserie relata la verdadera historia de dos parejas: Candy y Pat Montgomery, y Betty y Allan Gore, quienes disfrutan de su vida en un pequeño pueblo de Texas, pero cuya tranquilidad se ve perturbada por una aventura extramatrimonial que desencadena un crimen violento.
La miniserie está inspirada en el libro Evidence of Love: A True Story of Passion and Death in the Suburbs” y en una colección de artículos de Texas Monthly (“Love & Death in Silicon Prairie” Parte I & II).
https://www.youtube.com/watch?v=tGF1rk86MBI
La serie estrenó sus primeros 3 episodios el 27 de abril y seguirán saliendo nuevos cada jueves.
El caso real sucedió en 1980 (hace 43 años), aunque no fue tan mediático ni internacional como otros; así que no te culpamos por no conocerlo.
Sin embargo, te hacemos una amigable advertencia: como Love and Death se inspira en este caso, algunos datos serían spoiler de eventos que la serie también retrata.
Así que si quieres llegar sin saber nada, entonces te recomendamos regresar después. Pero si no le tienes miedo al éxito, ¡a darle!
Candace Lynn Montgomery, conocida simplemente como Candy por sus conocidos se mudó en 1977 al condado de Collin, Texas junto con su esposo Pat (ingeniero eléctrico) y su hija e hijo.
Ahí se unieron a la Iglesia Metodista de Lucas, donde Candy conoció a Betty Gore, una maestra de escuela que vivía cerca con su esposo Allan (que en Love adn Death es interpretado por Jesse Plemons) y su hija.
Fue en 1978, cuando Candy Montgomery y Allan Gore literalmente chocaron en un partido de volleyball de la iglesia y tras unas cuantas semanas de coqueteo y algunas idas y venidas, comenzaron una aventura.
Sin embargo, en 1979 Betty Gore tuvo a su segunda bebé y aunque al parecer nadie sospechaba, Allan decidió terminar con la relación para enfocarse en su matrimonio.
El viernes 13 de junio de 1980, Candy Montrgomery entró a casa de los Gore y solo ella sabe lo qye sucedió ahí adentro.
Allan estaba en un viaje de negocios y al llamar a su casa en repetidas ocasiones y que su esposa no le contestara, se comunicó con unos vecinos para que vieran que todo estuviera bien.
Los vecinos entraron para encontrar “océanos de sangre”, el cuerpo de Betty Gore y a su bebé llorando sin parar en su cuna.
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En realidad, al incicio la policía buscaba a una persona de baja estatura por una huella que se dejó en la escena del crímen.
Sin embargo, fue el mismo Allan Gore quien reveló que había tenido una aventura con Candy Montgomery y así ella pasó a ser la principal sospechosa.
Candy contrató a un abogado de su iglesia, Don Crowder (Tom Pelphrey en Love and Death) para representarla en el juicio. Este llevó también al Dr. Fred Fason (Brian d’Arcy James en Love and Death), psiquiatra e hipnotista clínico para supuestamente destapar los recuerdos de Candy en la noche del crimen.
Ella y su defensa alegaron que lo que ocurrió fue en defensa propia, por lo que se proclamó inocente durante el juicio.
De acuerdo a su testimonio (recapitulado en Texas Monthly), ella acudió a casa de Betty porque su hija mayor se estaba quedando con ellos y fue a recoger un traje de baño. Ahí fue cuando Betty Gore le prguntó de frente si había tenido una aventura con su marido.
Supuestamente, al aceptar la infidelidad, Betty fue al cuarto de servicio de donde sacó un hacha y atacó a Candy. De alguna forma Montgomery le pudo quitar el arma y la usó para defenderse.
Aunque ella pasó la prueba del polígrafo y parecía que su testimonio era verdad, para muchas personas el realizar 40 cortes con un hacha podría parecer algo extremo para una defensa.
Sin embargo, al final el jurado la declaró inocente, así que jamás pisó la cárcel.
The Dallas Morning News dice que ella y Pat se mudarona Georgia, donde comenzó a trabajar como una consejera familiar certificada. Tiempo después, ella y Pat se divorciaron.
Aunque ella sigue viviendo en Georgia bajo su apedillo de soltera, Wheeler.
Ha quedado claro que sentimos fascinación por las series inspiradas en crímenes reales y el caso de Candy Montgomery no es la excepción.
Simplemente en 2022, Hulu sacó su propia serie llamada Candy: una historia de pasión y crimen que puedes ver a través de Star+.
La serie es protagonizada por Jessica Biel y Melanie Lynskey como Candy y Betty, respectivamente.
Las oficinas simuladas están apareciendo en las principales ciudades de China, donde se estima que más de 12 millones de jóvenes graduados se sumarán este año al mercado laboral.
Nadie querría trabajar sin un salario, o peor aún, tener que pagarle a su jefe para estar en la oficina.
Sin embargo, pagar a las empresas para simular que trabajas para ellas se ha vuelto popular entre los jóvenes desempleados en China. Y esto ha dado lugar a un creciente número de empresas que proveen ese servicio.
La tendencia se produce en un contexto de desaceleración de la economía y del mercado laboral en China. Con la creciente dificultad para encontrar empleos reales, algunas personas prefieren pagar para ir a una oficina que quedarse en casa.
Shui Zhou, de 30 años, tenía un negocio de comida que fracasó el año pasado. En abril de este año, empezó a pagar 30 yuanes (US$4,20) al día para ir a una oficina simulada gestionada por una empresa llamada Pretend To Work Company (Compañía para pretender que trabajas), en la ciudad de Dongguan, a 114 km al norte de Hong Kong.
Allí pasa el tiempo con cinco “compañeros” que hacen lo mismo.
“Me siento muy feliz”, dice el Zhou. “Es como si estuviéramos trabajando juntos como un grupo”.
Este tipo de establecimientos ya están apareciendo en las principales ciudades de China, como Shenzhen, Shanghái, Nanjing, Wuhan, Chengdu y Kunming. Suelen parecer oficinas completamente funcionales, equipadas con ordenadores, acceso a internet, salas de reuniones y salones de té.
Los asistentes pueden usar los ordenadores para buscar trabajo o para intentar lanzar sus propias empresas. A veces, la tarifa diaria, que suele oscilar entre 30 y 50 yuanes, incluye almuerzo, refrigerios y bebidas.
La popularidad de estos establecimientos se debe a que el desempleo juvenil chino se mantiene persistentemente alto, superando el 14 %.
Esto significa que incluso los graduados universitarios altamente cualificados tienen dificultades para encontrar trabajo.
Se prevé que el número de graduados en China que se incorporan al mercado laboral este año alcance los 12,22 millones según datos oficiales, una cifra récord.
Christian Yao, profesor titular de la Escuela de Administración de la Universidad Victoria de Wellington, en Nueva Zelanda, es un experto en la economía china.
“El fenómeno de fingir que se trabaja es ahora muy común”, afirma. Debido a la transformación económica y al desajuste entre la educación y el mercado laboral, los jóvenes necesitan estos lugares para pensar en sus próximos pasos o para realizar trabajos esporádicos como transición.
Las empresas de simulación de trabajo son una de las soluciones de transición.
Zhou descubrió la empresa de simulación de trabajo mientras navegaba por la red social Xiaohongshu. El joven sintió que el ambiente de oficina mejoraría su autodisciplina y lleva allí más de tres meses.
Zhou envió fotos de la oficina a sus padres y dice que se sienten mucho más tranquilos con su situación de desempleo.
Si bien los asistentes pueden llegar y marcharse cuando quieran, el joven suele llegar a la oficina entre las 8:00 y las 9:00. A veces no se va hasta las 23:00, y solo sale después de que se marcha el gerente.
Los otros asistentes se han convertido en amigos, añade. Y relata que cuando alguien está ocupado, por ejemplo, buscando trabajo, se trabaja duro, pero cuando tienen tiempo libre charlan, bromean y juegan. A menudo también cenan juntos después del trabajo.
Zhou afirma que le gusta ser parte de un equipo y que se siente mucho más contento que antes de ir a esta oficina.
En Shanghái, Xiaowen Tang alquiló una estación de trabajo en una empresa ficticia de Shanghái durante un mes a principios de este año. La joven de 23 años se graduó de la universidad el año pasado y aún no ha encontrado un trabajo a tiempo completo.
Su universidad tiene una norma tácita: los estudiantes deben firmar un contrato de trabajo o presentar un comprobante de una pasantía en el plazo de un año tras graduarse; de lo contrario, no recibirán el diploma.
La joven envió una foto de la escena de la oficina a la universidad como comprobante de su pasantía. En realidad, pagó la cuota diaria y se sentó en la oficina a escribir novelas en línea para ganar algo de dinero.
“Si vas a fingir, finge hasta el final”, dice Tang.
Biao Xiang, director del Instituto Max Planck de Antropología Social en Alemania, afirma que la tendencia china de simular trabajo surge de una ante la falta de oportunidades laborales.
“Simular es un cascarón protector que los jóvenes se crean, estableciendo una cierta distancia con la sociedad y dándose un pequeño espacio”.
El propietario de la empresa “Pretend to Work” en la ciudad de Dongguan es Feiyu (seudónimo), de 30 años. “Lo que vendo no es un puesto de trabajo, sino la dignidad de no ser una persona inútil”, afirma.
Él mismo estuvo desempleado en el pasado, después de que un negocio minorista que poseía tuviera que cerrar durante la pandemia de covid-19. “Estaba muy deprimido y era un poco autodestructivo”, recuerda. “Quería cambiar la situación, pero no podía hacer nada”.
En abril de este año Feiyu comenzó a anunciar “Pretend to Work”, y en un mes todos los puestos de trabajo estaban llenos. Quienes estén interesados deben aplicar.
Feiyu afirma que el 40% de sus clientes son recién graduados universitarios que vienen a tomar fotos para demostrar a sus antiguos tutores que hacen pasantías. Un número menor acude para lidiar con la presión de sus padres.
Y el 60% restante son freelancers, muchos de los cuales son nómadas digitales, incluyendo aquellos que trabajan para grandes empresas de comercio electrónico y redactores especializados en el ciberespacio.
Los más jóvenes tienen 25 años y la edad promedio ronda los 30.
Oficialmente, a estos trabajadores se los conoce como “profesionales del empleo flexible”, un grupo que también incluye a chóferes y camioneros.
A largo plazo, Feiyu afirma que duda si el negocio seguirá siendo rentable. En cambio, prefiere verlo más como un experimento social.
“El negocio usa mentiras para mantener la respetabilidad, pero permite que algunas personas descubran la verdad”, afirma. “Si solo ayudáramos a los usuarios a prolongar sus habilidades de actuación, seríamos cómplices de un engaño”.
“Solo con ayudarlos a transformar su lugar falso de trabajo en un punto de partida real, este experimento social podrá cumplir su promesa”.
Zhou dedica ahora la mayor parte de su tiempo a mejorar sus habilidades en Inteligencia Artificial (IA).
Dice que ha notado que algunas empresas exigen el dominio de herramientas de IA y cree que adquirir dichas habilidades le facilitará encontrar un trabajo a tiempo completo.
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