Este 20 de noviembre, Netflix lanzó el documental, Lorena, la de pies ligeros, que cuenta la historia de cómo Lorena Ramírez pasó de ser una joven como cualquier otra a convertirse en la primera mexicana en competir en un ultramaratón en Europa.
Lorena Ramírez nació en 1995 en Guachochi, un municipio de la sierra de Chihuhahua, donde vive la etnia indígena rarámuri, también conocida como tarahumara.
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Ramírez tenía 23 años cuando, con sandalias y la vestimenta tradicional rarámuri, obtuvo el tercer lugar mundial de la Cajamar Tenerife Bluetrail.
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Ahora Ramírez se prepara para correr el maratón de Hermosillo, en Sonora, el 1 de diciembre de 2019.
Pero la tradición corredora de la cultura rarámuri no es nada nuevo. De hecho, el nombre de esta etnia indígena anuncia su naturaleza corredora: “rarámuri” se compone de las raíces “rara” que significa pie y “muri”, que significa correr.
La cultura rarámuri vive en la sierra occidental, en Chihuahua y estas son algunas razones por las que son tan veloces.
Una investigación del Instituto Nacional de Antropología e Historia arrojó que la alimentación, las tradiciones y la vida cotidiana ha hecho que los rarámuri desarrollen fuerza y resistencia que otras comunidades no poseen.
“El ejercicio corporal continuado hace que los rarámuri residentes en la Tarahumara estén ‘físicamente’ muy bien preparados. La resistencia es de las cualidades más sobresalientes, mostrándose en diversos órdenes de la vida cotidiana y festiva; se aprecia en las carreras tradicionales de bola y ariweta”, indica la investigación.
La carrera tradicional de bola o rarajipari es un juego de pelota en el que los participantes corren largas distancias pateando una pelota de madera.
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Ariweta es una carrera donde solo participan las mujeres de la comunidad, pero en lugar de patear una pelota, corren con un anillo hecho de plantas que es enganchado con un palo de punta curva.
Estas carreras pueden durar entre 7 y 12 horas, incluso días enteros.
Aunque esta comunidad no cuenta con una preparación física especializada en carreras de largo aliento, sus actividades diarias fortalecen su cuerpo.
Transportan cargas pesadas durante tiempos prolongados, trabajan continuamente con el hacha y recorren a diario caminos kilométricos.
En cuanto a la alimentación, están el pinole y el tesgüino, una cerveza tradicional de maíz que toman durante varios días consecutivos en las festividades y durante las carreras de bola y ariweta.
“Los rarámuri pueden echarse a la espalda costales de maíz de 70 u 80 kilogamos, transportarlos durante cientos de metros y subir los peldaños de la canoa (escalera de madera) para dejarlos almacenados en la troje o el silo. La fuerza, no obstante, es más apreciable en las piernas y el tronco, para subir, bajar pesos o transportarlos, que en los brazos para levantarlos”, señala la investigación del INAH.
Por raro que parezca, el hecho de que los rarámuri usen sandalias en lugar de tenis, juega a su favor en las competencias de velocidad y resistencia.
De acuerdo con una investigación de Daniel E. Lieberman, paleoantropólogo experto en Biología Evolutiva Humana, por la Universidad de Harvard, “los rarámuri que usan sandalias tienen arcos más altos y más rígidos que los que usan zapatos modernos”, esto hace que sus pies y piernas estén más fortalecidos.
“Varias características de los zapatos para correr modernos probablemente hacen que disminuya el esfuerzo de los músculos intrínsecos del pie”, señala el estudio.
Esto no significa que lxs corredorxs comunes puedan ganar competencias usando sandalias. La formación de los pies de los rarámuri es producto de la herencia genética de la comunidad y también de la costumbre de usar este tipo de calzado.
“Es posible que las personas que crecen con zapatos convencionales tengan los pies más débiles y, a menos que estén acostumbrados al golpe en la parte media del pie, es probable que los músculos de su pantorrilla sean más débiles y menos capaces de manejar la carga adicional que demandan estos estilos de carrera”, indica el estudio.
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La orografía de la sierra Tarahumara le puso las cosas difíciles a los rarámuri. Se ven obligados a desplazarse largas distancias para realizar actividades cotidianas como ir a la escuela o al trabajo. Hay niños que tienen que caminar hasta seis horas para poder ir a la escuela.
Una vieja frase rarámuri indica que “quien no aguanta no vale”. De acuerdo con el artículo Correr para vivir: el dilema rarámuri, de Ángel Acuña Delgado, la cultura rarámuri asume la idea de que ‘para vivir hay que ser resistente’.
Resistente “para poder soportar la falta de agua y alimentos provocada por la sequía, el intenso frío nocturno del invierno o las largas travesías por la montaña.
“Desde centenares de años, hombres y mujeres rarámuris, como dicta la costumbre, compiten corriendo ininterrumpidamente día y noche, por terrenos pedregosos y abruptos, distancias que llegan a superar los 200 km”, señala Acuña Delgado.
La propuesta del líder ruso se produce horas después de que Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia volvieran a exigirle una tregua de 30 días, bajo amenaza de una nueva ola de sanciones.
Vladimir Putin quiere abordar “las raíces” del conflicto que mantiene con Ucrania para alcanzar “una paz sólida y duradera”. Para lograr este objetivo, el presidente ruso ofreció a los líderes ucranianos entablar “conversaciones serias”, una propuesta que desde Kyiv aceptaron.
En un inusual discurso televisado ofrecido a altas horas de la noche del sábado desde el Kremlin, Putin afirmó que Rusia quería retomar las negociaciones directas con las autoridades ucranianas.
“Este sería el primer paso a una paz sólida y duradera, en lugar de un prólogo a más hostilidades armadas después de que el ejército ucraniano reciba nuevo armamento y personal y tras la febril excavación de trincheras”, dijo.
Las conversaciones tendrían lugar el 15 de mayo en Turquía, agregó el mandatario.
Horas después, la oferta rusa fue aceptada por Ucrania, aunque con la condición de que todas las hostilidades se interrumpan a partir de este 12 de mayo.
“Es una señal positiva que los rusos hayan empezado por fin a plantearse el fin de la guerra”, respondió el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky.
En horas de la tarde de este domingo, sin embargo, Ucrania matizó su postura inicial, abriéndose a una cita con o sin cese al fuego.
“No tiene sentido prolongar las matanzas. Y esperaré a Putin en Turquía el jueves. Personalmente”, escribió Zelensky en X (ex Twitter).
Sus declaraciones se dieron luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo emplazara a aceptar “inmediatamente” las condiciones de Rusia.
“El presidente Putin de Rusia no quiere un acuerdo de alto el fuego con Ucrania, sino reunirse el jueves en Turquía para negociar un posible fin del baño de sangre. Ucrania debería aceptar esto inmediatamente”, escribió en su red social Truth Social.
La intervención de Trump contradijo la postura de su enviado especial para Ucrania, Keith Kellogg, quien horas antes había tuiteado: “Primero, un alto el fuego incondicional de 30 días y, mientras dure, avanzar hacia conversaciones de paz completas. No al revés”.
El anuncio de Putin se produjo apenas horas después de que Zelensky y cuatro de sus aliados europeos más estrechos (Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia) volvieran a exigirle al mandatario ruso que aceptase una tregua de 30 días, so pena de imponerle nuevas sanciones a Rusia.
El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, respondió al ultimátum afirmando que todo intento por “presionarnos es completamente inútil”.
Sin embargo, en su discurso, Putin no descartó la posibilidad de que las conversaciones culminen en un acuerdo entre Rusia y Ucrania sobre una nueva tregua.
“Estamos determinados a tener negociaciones serias con Ucrania con el propósito de eliminar las raíces que han causado el conflicto y establecer una paz duradera con una perspectiva histórica”, dijo.
“No podemos excluir que durante estas negociaciones sea posible acordar una nueva tregua o cese al fuego”, agregó.
Sin embargo, no abordó directamente los llamamientos a un alto el fuego de 30 días.
A la capital ucraniana viajaron el sábado el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente francés Emmanuel Macron, el nuevo canciller alemán Friedrich Merz y el primer ministro polaco Donald Tusk, quienes forman parte de la llamada “coalición de los dispuestos”, un grupo de países comprometidos a apoyar militar y financieramente a Ucrania.
Los líderes advirtieron que se impondrían nuevas y masivas sanciones a los sectores energético y bancario de Rusia si Putin no aceptaba el alto el fuego incondicional de 30 días “en el aire, el mar y la tierra”.
Si bien Zelensky valoró el anuncio de su contraparte rusa, en un primer momento desde Kyiv condicionaron cualquier conversación al cese de las hostilidades.
“Primero un alto el fuego de 30 días, luego todo lo demás”, advirtió Andriy Yermak, jefe de la oficina del presidente ucraniano, en sus redes sociales.
“Rusia no debe camuflar su deseo de continuar la guerra con contorsiones verbales. Un alto el fuego es el primer paso para poner fin a la guerra, y confirmará la disposición de Rusia a acabar con el asesinato”, agregó.
Trump calificó el anuncio del gobernante ruso como un “día potencialmente grande para Rusia y Ucrania”.
“Piensen en los cientos y miles de vidas que se salvarán cuando este interminable baño de sangre, con suerte, llegue a su fin”, escribió augurando el alumbramiento de “un mundo completamente nuevo y mucho mejor”.
Más cauto se mostró el presidente francés, quien indicó que se trata de “un primer paso”, pero “no es suficiente”. Macron también exigió un alto al fuego de inmediato.
“No puede haber negociaciones mientras las armas hablan”, dijo.
Putin, en su discurso, anunció que conversaría este domingo con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, para que acogiera nuevamente las negociaciones bilaterales.
Entre marzo y abril de 2022, a penas semanas después de que Moscú lanzara su invasión a gran escala, en Estambul delegaciones rusas y ucranianas buscaron ponerle fin al conflicto.
Sin embargo, en esa ocasión las conversaciones no llegaron a buen término y fueron suspendidas, una vez que se conoció la masacre cometida por unidades rusas en la ciudad ucraniana de Bucha.
La posibilidad de que este anuncio conduzca al fin de las hostilidades se antoja lejano, según Frank Gardner, corresponsal de seguridad de la BBC. ¿Por qué? Varios son los motivos.
En primer lugar, Putin no aceptó la tregua de 30 días propuesta por Ucrania y sus aliados, sino que “quiere abordar lo que él llama ‘las causas profundas del conflicto'”.
“Desde su punto de vista, eso significa la inaceptable ambición de Ucrania de formar parte de una Europa próspera y democrática, en lugar de volver a la órbita de Moscú y convertirse en una nación satélite flexible como Bielorrusia. También querrá un compromiso firme de que Ucrania nunca entrará en la OTAN”, escribió.
Asimismo, recordó que Moscú espera que antes de aceptar cualquier alto al fuego, Occidente se comprometa a dejar de armar a Ucrania.
“Eso, por supuesto, dejaría a este país mucho menos capacitado para defenderse de los avances graduales de Rusia en la línea del frente o, peor aún, de una nueva ofensiva a gran escala para tomar más terreno”, alertó el corresponsal.
Pero mientras Putin hacía esta nueva oferta, en distintos puntos de Ucrania los combates seguían.
Durante la noche, Rusia atacó Ucrania con 108 drones, según las fuerzas aéreas ucranianas, reportó Vitaliy Shevchenko, editor de Rusia para la BBC.
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