¡Los Sombrero de Paja están listos para zarpar! Al fin tenemos el esperado live action de One Piece y si eres nueva en este mundo, tranqui. Aquí te dejamos todo lo que debes saber sobre la serie sin darte ningún spoiler.
Y no te espantes, aunque se sabe que el anime ya superó los mil episodios, no necesitas haberlos visto para disfrutar de esta nueva serie.
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La idea es que tanto fans como nuevas audiencias puedan disfrutar de esta versión de la icónica historia de Eiichiro Oda.
El universo de One Piece es una creación del escritor e ilustrador japonés Eiichiro Oda. El manga debutó en julio de 1997 en la revista Weekly Shōnen Jump.
Los primero cuatro capítulos de One Piece se recopilaron y fueron publicados en diciembre de 1997.
¡Desde entonces llevamos 105 volúmenes y contando!
El anime nació en 1999, cuando Toei Animation decidió adaptar el manga dándole vida a Luffy y sus nakamas (compas) Sombrero de Paja.
Como toda daptación, le dio una visión ligeramente distinta al manga en algunos detalles o eventos y también sirvió para ganar nuevos fans.
Actualmente cuenta con 20 temporadas y más de 1000 episodios. Esto sin contar las 15 películas que existen. Algunas son historias originales y otras combinan tramas del manga.
Si te preguntas de qué trata One Piece, ahí te va una breve sinopsis:
La historia sigue a Monkey D. Luffy,un joven que se ve inspirado por el pirata Shanks para surcar los mares. Así es como decide dejar su hogar en búsqueda del One Piece, el tesoro que coronará a quien lo encuentre como Rey de los Piratas.
Así es como Luffy encuentra a su tripulación para iniciar esta gran aventura para hacer su sueño realidad.
Y sí, esa es la misma historia que vemos en el manga, el anime y ahora el live action.
Después de tantos live action de anime malísimos es normal sentir nervio ante esta nueva adaptación. Sin embargo, la fe nos mantiene y más porque el creador original, Eiichiro Oda, estuvo involucrado en todo el proceso como productor ejecutivo.
El mangaka nos animó todavía más cuando publicó un comunicado diciendo que el live action de One Piece estrenaría “solo cuando yo esté conforme con el resultado”.
Igualmente reconoció que todas las personas ivolucradas “exudan amor por One Piece. Su pasión es inquebrantable”.
Entre lo más importante del live action de One Piece está el reparto, pues los personajes son de lo más memorable de la historia tanto en el manga como en el anime.
Sin embargo, parece que la gente encargada del casting dio en el blanco, pues el reparto luce ¡espectacular!
Iñaki Godoy como MONKEY D. LUFFY
Al centro de la historia está Monkey D. Luffy, interpretado por el mexicano Iñaki Godoy. Anteriormente salió en ¿Quién mató a Sara?, MexZombies, Blue Demon, y más.
Luffy se convierte en capítá de los Piratas Sombrero de Paja. Es un tipo alegre, soñador y que le encanta comer. Hará lo que sea por sus amixes.
De chico comió la fruta del diablo conocida como fruta Gum-Gum. Esto le dio la capacidad de estirar su cuerpo como goma.
Su objetivo es encontrar el One Piece y converirse en Rey de los Piratas.
Emily Rudd es NAMI
Emily rudd es conocida por películas como Fear Street Part 2: 1978, Fear Street Part 3: 1666, Moonshot, y la serie Hunters.
Nami es una ladrona fuerte e independiente, gran navegante y cartógrafa. Su arma preferida es el bastón Bo.
Mackenyu como RORONOA ZORO
Mackenyu es un famoso actor japonés que ha salido en varias adaptaciones. Antes del live action de One Piece, lo vimos como Seiya en Caballeros del Zodiaco.
Roronoa Zoro es conocido como “El Cazador de Piratas” y no es para menos, pues es un espadachín que lucha ¡con tres espadas! Y sí, su sueño es ser el mejor espadachín del mundo.
Jacob Romero es USOPP
Usopp es un narrador nato. “Él cuenta historias como una forma de curarse a sí mismo y como una forma de medicina para las personas que lo rodean”, dijo Jacob Romero a Netflix.
Su fuerte es ser un excelenete francotirador.
Romero ha salido en Grey’s Anatomy, All rise y The Resident.
Taz Skylar como SANJI
A pesar de su apariencia ruda, Sanji es el cocinero de los Sombrero de Paja. Su major sueño es encontrar el All Blue, que se dice es el único lugar en el mundo donde se encuentran peces de los cuatro mares.
A la hora de pelear, usa exclusivamente sus piernas para proteger sus preciadas manos para cocinar.
Skylar ha salido en The Lazarus Project, The Deal y The Kill Team.
Empecemos por lo básico: este live action se estrena el 31 de agosto exclusivamente en Netflix.
Y si quieres verlo desde el primer minuto, tendrás que desvelarte de miércoles a jueves, pues los episodios estarán disponibles desde la 01:00 de la madrugada (hora de la CDMX).
Y sí, estrenarán todos los episodios de un jalón.
La temporada 1 del live action de One Piece tendrá ocho episodios y se estima que cada uno tiene una duración de una hora.
Repetimos que todos se estrenan de jalón para que puedas hacer maratón.
Y no te espantes, que One Piece de Netflix por ahora solo cubre una parte del anime y manga.
Esta primera temporada cubre eventos importantes de la Saga del East Blue. Esta es la saga introductoria del manga y la primera gran parte del anime. En ella vemos cómo Luffy parte hacia Grand Line y compienza a reunir a su tripulación para cumplir su gran sueño.
En el manga, toda la Saga del East Blue cubre los 100 primeros capítulos, mientras que en el anime son los primeros 61 episodios (por si los quieres ver).
¿Quieres entrarle a One Piece y a más series y películas anime? Aunque Netflix tiene varios títulos, aquí te van otras plataformas donde puedes ver anime legal:
Crunchyroll
Si alguien pregunta dónde ver anime en streaming, esta es la respuesta más obvia. Y es que Crunchyroll cuenta con un extenso catálogo de series; no solo de títulos clásicos, sino con los mejores estrenosde cada temporada.
Y no importa si te gusta verlo en japonés o en español. Crunchyroll igual le ha puesto ganas a su doblaje con grandes talentos.
HiDive
Entre las plataformas para ver anime en México es de las menos conocidas. Y no es para menos, pues apenas nació en 2017 en Estados Unidos; sin embargo, eso no limita su interesante catálogo.
Alugnos anime no los encuentras ni en Crunchyroll, ni en Netflix. Date una vuelta por su catálogo para encontrar grandes joyas.
HBO Max
Aunque no tienen tantos títulos nuevos mensualmente, HBO Max le sigue metiendo anime a su plataforma.
Aquí encuentras desde algunas películas de Makoto Shinkai (Your Name, El tiempo contigo, Viaje a Agartha), joyitas escondidas como Kids on the Slope, y clásicos como Death Note.
Star+
¿Tienes Star+? Pues aquí también encuentras anime en streaming con títulos muy interesantes. Desde el clásico Bleach (contando su más reciente temporada), hasta series actuales que han dado de qué hablar como Tokyo Revengers, Tengoku Daimakyo y Summer Time Rendering
Prime Video
Si pagas por los envíos gratis, aprovecha para darte algunos de sus títulos anime en el catálogo. Puedes sentirte nostálgica con Inuyasha y Rebuild of Evangelion. O descubrir nuevas historias con After the Rain o Banana Fish.
Para muchos habitantes de Hiroshima y Nagasaki sobrevivir a las bombas fue solo el comienzo de una vida en la que combatieron dolores físicos pero también profundas heridas emocionales.
Las bombas de Hiroshima y Nagasaki terminaron con la vida de miles de personas en un instante. Para los sobrevivientes fue solo el comienzo de años de dolorosas heridas, enfermedades, miedo, sentimiento de culpa y discriminación.
La organización Nihon Hidankyo, que agrupa a los hibakusha o sobrevivientes de las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades japonesas en 1945, ganó el Premio Nobel de la Paz este año.
El movimiento representa a los 174.080 sobrevivientes de los bombardeos atómicos que residen en Japón, Corea y otras partes del mundo.
No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos del 6 y el 9 de agosto de 1945,.
Los cálculos más conservadores estiman que cinco meses después de los ataques unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades.
Otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, pudo ser más de 210.000.
El mundo ha conocido el relato del horror gracias a los sobrevivientes, a quienes se les conoce como hibakusha, que en japonés significa “persona afectada por la bomba atómica”.
Sus testimonios no solo dan cuenta de lo que vieron, sino de los traumas que aún llevan dentro.
“Hay muchos hibakusha que son narradores sociales, pero no son capaces de contarle su propia historia a sus hijos”, le dice a BBC Mundo Yuka Kamite, profesora de Psicología en la Universidad de Hiroshima, quien ha estudiado la salud mental de los hibakusha.
Se calcula que hoy aún viven unos 140.000 hibakusha, que rondan los 80 años de edad.
¿Cómo ha sido la vida de los hibakusha y por qué sobrevivir a la bomba fue solo una parte de la dura batalla que han dado para llevar una vida digna?
Miedo
Los hibakusha que recibieron el impacto de la bomba sufrieron quemaduras y heridas que marcaron sus cuerpos y sus rostros.
Aquellos que estuvieron expuestos a mayores dosis de radiación, aunque a primera vista parecían ilesos, luego mostraron síntomas como pérdida del pelo, sangrado y diarrea.
Luego se reportó un aumento en enfermedades como el cáncer y la leucemia.
“Todavía siento miedo de que se me puedan manifestar las consecuencias de la radioactividad y morir en cualquier momento”, le dice a BBC Mundo Yasuaki Yamashita, un sobreviviente de Nagasaki que tenía 6 años el día de la explosión y que hoy, a sus 81 años, vive en México.
Ese miedo los llevó a una vida de estrés, confusión, incertidumbre y ansiedad. Incluso vivían con temor de pasarle los efectos de la radiación a sus hijos.
“Los efectos de la radiación son invisibles, eso los hizo sentirse inestables e intranquilos, sin saber qué iba a pasar con su futuro”, le dice a BBC Mundo Hibiki Yamaguchi, investigador en el Centro para la Abolición de Armas Nucleares de la Universidad de Nagasaki.
El miedo marcó para siempre la salud mental y emocional de muchos hibakusha.
Luli van der Does, profesora en el Centro para la paz de la Universidad de Hiroshima que ha estudiado los efectos de la bomba en los sobrevivientes, menciona algunos ejemplos de cómo el miedo se quedó grabado en sus mentes.
“Algunos no pueden comer pescado seco porque les recuerda el olor de los cuerpos quemados”, le dice van der Does a BBC Mundo.
“Otros se tuvieron que ir de Hiroshima y nunca volvieron a visitar su ciudad, otros dicen que no pueden comer pepinos, porque ante la falta de medicinas tras la bomba era lo único que podían usar para curar sus heridas”.
“En casos más severos, dicen que no pueden cruzar puentes ni ver ríos, porque comienzan a recordar los cadáveres que veían flotando tras la explosión”.
El miedo les afectó su salud emocional pero, además, los lanzó a una realidad que hizo aún más difícil su lucha por llevar una vida soportable después de la bomba.
Las heridas físicas, el temor a que los efectos de la radiación pudieran ser contagiosos y los traumas psicológicos de los hibakusha llevaron a que muchos comenzaran a ser discriminados por su condición.
“La gente temía que los sobrevivientes tuvieran una enfermedad contagiosa”, recuerda Yamashita.
“Decían: ‘Hay que separarlos, no hay que casarse con ellos, no hay que tener amistad con ellos’”.
El temor a la discriminación llevó a que muchos ocultaran su condición de hibakusha o se negaran a hablar de ello.
“Aquellos que tenían queloides [crecimiento excesivo del tejido de una cicatriz] en el cuerpo usaban mangas largas para cubrir sus cicatrices, incluso en pleno verano”, dice la profesora Kamite.
También se les hacía difícil conseguir y conservar sus trabajos. Así lo recuerda Yasuaki Yamashita:
“Cuando salí de la preparatoria comencé a trabajar y casi al mismo tiempo comencé a sufrir los efectos de la radiación.
Empecé a perder la sangre, evacuaba sangre, vomitaba sangre, entonces no podía trabajar.
Si conseguía un trabajo, venía esa enfermedad y tenía que renunciar, así duré como dos años.
Mucha gente me decía que yo era un flojo, que no quería trabajar, pero no era eso, era que simplemente no podía trabajar. Yo necesitaba trabajar, pero no podía”.
Para las mujeres la situación muchas veces era aún más difícil.
En esa época casarse era muy importante para las mujeres japonesas.
“Era casi la única cosa que una mujer esperaba”, recuerda Setsuko Thurlow, sobreviviente de Hiroshima, quien en julio compartió sus recuerdos durante un evento en línea para conmemorar el 75 aniversario de las bombas.
“Con esas cicatrices queloides, esas mujeres perdían la fe y la esperanza en la vida”, dijo Thurlow, quien en 2017 recibió en nombre de los sobrevivientes el Premio Nobel de Paz que se le otorgó a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por su sigla en inglés).
Keiko Ogura, otra sobreviviente de Hiroshima, recuerda que vivió esa discriminación en carne propia. Así lo contó en conversación con BBC Mundo:
“Tenía 8 años, era solo una niña pequeña en la escuela elemental, pero sabíamos que no debíamos decir que habíamos estado en la ciudad ese día. Si decíamos algo relacionado con la radiación, no nos podríamos casar.
No decíamos que éramos sobrevivientes. Teníamos un certificado de sobrevivientes y al mostrarlo en el hospital podíamos recibir tratamiento médico que ayudaba a pagar el gobierno. Sin embargo, la gente nos decía ‘no muestres eso’.
Al principio yo no le prestaba atención, sentíamos que todos compartíamos el mismo destino, pero cuando ya era una mujer en edad de casarme, a los 18 o 20 años, los hombres jóvenes de fuera de la ciudad me preguntaban “Keiko, ¿dónde estabas al momento de la bomba?Por mi parte no hay problema, pero a mis padres les preocupa”.
Sé que muchas otras personas también tuvieron esa experiencia”.
La profesora Van der Does cuenta que cuando llegaba el momento de casarse, algunas personas contrataban detectives para investigar si la pareja había estado en Hiroshima al momento de la bomba.
Otros, por su parte, sintieron esa discriminación de una manera más sutil o indirecta, y los puso en una posición vulnerable ante la sociedad. Una “discriminación silenciosa”, como la llama la profesora Van der Does.
“No sabes exactamente qué tipo de discriminación estás sufriendo, pero simplemente la sientes en tus interacciones sociales, o al darte cuenta de que a lo largo de tu vida has recibido un trato injusto”, explica.
Yoshiro Yamawaki, sobreviviente de Nagasaki, es uno de esos casos de discriminación silenciosa.
“La bomba mató a mi padre, mi madre tenía siete hijos y no podía hacerse cargo de ellos. Por eso, tuve que dedicarme a trabajar, sin poder ir a la universidad, creo que eso fue una forma de discriminación”, dice Yamawaki en conversación con BBC Mundo.
Según explica Van der Does, es difícil conocer el daño psicológico y emocional que sufrieron los hibakusha porque muchos murieron sin ser capaces de hablar de ello.
“Hay muchos que no han admitido ser hibakusha por el miedo a la discriminación”, dice la investigadora.
En una reciente encuesta que Van der Does realizó entre 1.652 hibakusha de Hiroshima y Nagasaki, encontró que el 31% de ellos ha sufrido varios tipos de trato discriminatorio a lo largo de su vida.
Esa discriminación en ocasiones se dio entre los mismos hibakusha.
“Los hibakusha conocían mejor que nadie lo que les ocurría, por eso muchas veces se discriminaban entre ellos”, dice Hibiki Yamaguchi, de la Universidad de Nagasaki.
Según Van der Does, esa discriminación era fruto del miedo y de la desesperación por vivir. “Estaban luchando por sobrevivir, tenían que competir entre ellos por lograr algún tipo de ayuda”, dice la profesora.
Culpa
Al miedo y a la discriminación con que cargaban los hibakusha muchas veces se les sumó un sentimiento de culpa por haber escapado con vida o haber sido incapaces de ayudar a quienes pedían auxilio.
Ese sentimiento de culpa de los sobrevivientes les causó sufrimiento a largo plazo, explica la psicóloga Kamite.
Así lo recuerda la sobreviviente Keiko Ogura:
“Yo, al igual que el 90% de los sobrevivientes, tuve un sentimiento de culpa porque vi morir a familiares y amigos. Después de la explosión vimos gente bajo los edificios derrumbados pidiendo ayuda, pero no podíamos ayudarlos, estaban atrapados. Las madres trataban de sacarlos pero era muy difícil.
Luego, el fuego se esparció tan rápido que no tuvieron más opción que irse del lugar.
Eso los hizo preguntarse: ¿por qué no pude cumplir con el deber de ayudar a mis hijos hasta el último momento?
Tras la explosión, dos personas muy heridas se me acercaron y solo decían ‘agua, agua’. Yo les di de beber y luego murieron frente a mí. En ese momento no lo entendía, era solo una niña de 8 años, pero comencé a culparme porque sentía que los había matado. Sentía que si no les hubiera dado agua, ellos no estarían muertos. Me sentí así durante más de 10 años”.
Según los expertos, la dificultad que muchos sobrevivientes tienen para hablar de su experiencia les ha afectado sus vidas.
“El velo de silencio sobre estos temas funcionó para ocultar las transgresiones ocasionadas por las secuelas atómicas”, dice Kamite.
Algunos hibakusha, sin embargo, han combatido ese silencio y comparten sus historias con los medios o como parte de campañas en contra de la proliferación de armas nucleares.
“Algunos están motivados por la ira, otros por un sentido de misión social, y otros pueden estar motivados por la respuesta al trauma”, dice Kamite.
La profesora, sin embargo, advierte que son solo unos pocos quienes participan en estas actividades sociales y que es probable que muchos hibakusha hayan sido una “mayoría silenciosa”.
Van der Does, por su parte, explica que con el tiempo los hibakusha lograron construir un sentido de comunidad que los ayudó a ganar aceptación en la sociedad.
“Se convirtieron en líderes en la lucha por el desarme nuclear”, dice la profesora. “Pasaron de ser víctimas a creadores de un mundo nuevo”.