¿Ya estás lista para el regreso de Tanjiro, Nezuko y compañía? Pues agarra la postura de la paciencia, que ya viene Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba – Hashira Training Arc y aquí te dejamos todo lo que debes saber de esta temporada 4.
Lo mejor de todo es que el estreno de este nuevo arco ¡será en cines! Y sí, llegará incluso a México. Así que consigue tus boletos y mira cuándo se estrena.
Ve apartando tus domingos, pues al fin se confirmó que Demon Slayer Temporada 4 se estrena el domingo 12 de mayo ¡con un episodio especial de una hora!
Crunchyroll dio a conocer que el primer episodio se estrena ese domingo a las 11:45 a.m., hora de la Ciudad de México. Del segundo episodio en adelante, el estreno será a las 10:45 a.m.
Lo siguiente que veremos llevará el nombre de Hashira Trainig Arc (Arco del Entrenamiento de los Hashira).
En preparación para la futura batalla final contra Muzan Kibutsuji, comienza un arduo entrenamiento que desarrollan las y los Pilares con el objetivo de incrementar la fuerza y habilidades de los miembros de los Cazadores de Demonios.
“Si bien cada uno lleva fe y determinación en sus corazones, Tanjiro y los Hashira entran en una nueva historia”, menciona la sinopsis oficial.
Esto significa que veremos el regreso de todos los Pilares: Giyu Tomioka/Pilar del Agua, Shinobu Kocho/Pilar Insecto, Gyomei Himejima/Pilar Roca, Sanemi Shinazugawa/Pilar del Viento, Obani Iguro/Pilar Serpiente, Muichiro Tokito /Pilar Niebla y Kanroji Mitsuri/Pilar del Amor, estos últimos fueron protagonistas del Arco de la Aldea de los Herreros.
Pero igualmente estará de regreso Uzui Tengen/ex Pilar del Sonido, quien se retiró de su cargo al final del Arco del Distrito Rojo.
Antes del estreno del anime, en distintos cines del mundo se disfrutó del evento Demon Slayer to the Hashira Training.
Y ojo: ¡NO ES UNA PELÍCULA! Se trató del último episodio del arco de la Aldea de los Herreros (que dura 70 mins) y el primero del Hashira Training Arc (especial de una hora).
Esta experiencia cinematográfica, de alrededor de dos horas, salió a finales de febrero.
A diferencia de otras adaptaciones, esta no tiene que preocuparse por esperar a que el material original llegue a su fin. El manga de Koyoharu Gotouge terminó en 2020.
Por eso podemos asegurar que después de la Aldea de los Herreros, quedan otros tres arcos. Kimetsu no Yaiba Temporada 4 adaptará el Arco del Entrenamiento Hashira.
De ahí, quedan el Arco de la Fortaleza Dimensional Infinita y el Arco de la Cuenta Regresiva al Amanecer.
Esto NO quiere decir que nos queden otras tres temporadas del anime. Pues no es como que cada Arco sea una temporada.
Por ejemplo, la primera temporada de Demon Slayer (que es la que tiene más episodios) abarca seis arcos.
El Arco del Tren Infinito, se adaptó a una película y después se dividió en siete episodios. Así que no sabemos exactamente cómo adaptarán los arcos finales.
Pero si te mueres por saber qué pasa en con Tanjiro, Nezuko, Inosuk, Zenitsu y el resto de cazademonios, puedes leer el manga completo, que en México está editado por Panini Manga.
El llamado “dolor de helado” es una expresión de procesos neurológicos complejos. Lejos de ser banal, podría ayudar a entender mejor los umbrales de dolor y la predisposición a trastornos neurosensoriales más amplios.
Según la Clasificación Internacional de Trastornos de Cefalea, se trata de una “cefalea por estímulo frío”, también conocida con el nombre de dolor de cabeza por helado (en inglés brain freeze). Y aunque parezca trivial, revela una sorprendente complejidad neurológica y médica.
En los últimos años, varias investigaciones han revelado que este pequeño “dolor de verano” podría enseñarnos sobre el tratamiento de las migrañas, las reacciones cerebrales al frío e, increíblemente, cómo proteger al cerebro en situaciones críticas.
El brain freeze es el dolor frontal o temporal de corta duración, que puede ser intenso, inducido en personas susceptibles por el paso de material frío (sólido, líquido o gaseoso) sobre el paladar y/o la pared faríngea posterior.
Este cambio de temperatura tan brusco provoca una vasoconstricción, seguida de vasodilatación en los vasos sanguíneos de la zona. El nervio trigémino, que conecta el rostro con el cerebro, interpreta este cambio como una amenaza térmica, y lanza una señal de “dolor” al cerebro.
Lo curioso del caso es que ese dolor no lo sentimos en la boca, sino en la frente o las sienes. Es lo que se llama dolor referido: el cerebro malinterpreta la fuente del estímulo, algo muy común en otros tipos de dolor visceral.
Un artículo publicado en Critical Care Medicine en 2010 –con el provocador título “Can an Ice Cream Headache Save Your Life?” (¿Puede un dolor de cabeza por helado salvarle la vida?)– sugirió que los mecanismos detrás del brain freeze podrían inspirar estrategias clínicas para proteger el cerebro después de un paro cardíaco, usando hipotermia terapéutica.
Este tipo de reacciones neurovasculares rápidas ayudarían a regular la presión intracraneal, el flujo sanguíneo cerebral y los reflejos autonómicos.
En otras palabras, un helado puede activar rutas que los médicos intentan replicar de forma controlada en cuidados intensivos.
Un artículo de revisión publicado en 2023 examinó la involucración en este fenómeno de estructuras profundas del cráneo como el nervio trigémino y el ganglio esfenopalatino, ambos conocidos por estar implicados en migrañas, cefaleas en racimo y neuralgias faciales.
Además, múltiples trabajos han mostrado que la respuesta dolorosa al frío podría revelar una hipersensibilidad del sistema trigémino, especialmente en personas predispuestas.
La prevalencia de este fenómeno varía en un rango del 15 al 37 % en la población general, pero es significativamente mayor en niños y adolescentes, alcanzando cifras entre el 40,6 % y el 79 %, según datos recopilados en la literatura científica.
Un estudio clave alemán realizado con estudiantes de 10 a 14 años, padres y profesores, mostró una prevalencia del 62 % en los menores y del 31 % en los adultos. Esta diferencia podría deberse a una combinación de factores: el aprendizaje conductual para evitar desencadenantes dolorosos, una mayor estabilidad neuronal frente al frío con la edad y diferencias anatómicas que hacen que los niños sean más susceptibles a una rápida estimulación de los receptores del frío.
Por otro lado, el dolor por estímulo frío tiene una fuerte relación con antecedentes de migraña. Las personas aquejadas por este tipo de dolor presentan prevalencias de entre el 55,2 % y el 73,7 %, muy por encima de quienes sufren cefaleas tensionales (23-45,5 %).
Un estudio incluso reveló una sorprendente prevalencia del 94 % en personas con antecedentes de cefalea punzante. Esto sugiere que el brain freeze podría servir como marcador clínico indirecto de una sensibilidad trigeminal aumentada, compartida con otras cefaleas más incapacitantes.
Otros factores de riesgo identificados incluyen antecedentes de traumatismo craneal y, especialmente, historia familiar: los hijos de padres con cefalea por estímulo de frío tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollarla. Si la madre la ha sufrido, el riesgo se multiplica por 10,7 y si es el padre, por 8,4.
Todos estos datos revelan que lo que muchas veces se percibe como un simple “dolor de helado” es, en realidad, una expresión de procesos neurológicos complejos.
Lejos de ser banal, podría ayudar a entender mejor los umbrales de dolor y la predisposición a trastornos neurosensoriales más amplios.
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En general, no. Se trata de un fenómeno benigno, autolimitado y sin consecuencias médicas. Sin embargo, existe un caso clínico extraordinario, publicado en 1999 en el American Journal of Forensic Medicine and Pathology, donde un hombre joven colapsó tras beber agua muy fría.
Los forenses sospecharon un reflejo vagal extremo como causa de muerte, no un brain freeze clásico, sino una respuesta autonómica descontrolada en un contexto de calor extremo y predisposición fisiológica.
Este suceso aislado sirve más para mostrar la capacidad del cuerpo para reaccionar drásticamente ante estímulos extremos que para generar alarma sobre los helados o las bebidas frías.
La buena noticia es que esta peculiar cefalea se puede evitar con algunas estrategias simples.
La más eficaz es comer o beber lentamente. Cuando ingerimos alimentos fríos a gran velocidad, el estímulo térmico en el paladar es demasiado brusco para que el cuerpo lo compense a tiempo, activando la respuesta dolorosa.
También es importante evitar que la materia a baja temperatura toque directamente el paladar superior, ya que esta zona está altamente vascularizada y cercana al trayecto del nervio trigémino. Usar una pajita, mantener el líquido en la lengua antes de tragar o no dejar que el helado se derrita demasiado rápido en la boca pueden ayudar.
Y si el dolor ya comenzó, hay un truco sencillo: presiona la lengua contra el techo de la boca. Este contacto ayuda a restaurar la temperatura y aliviar la molestia en segundos.
Así que la próxima vez que una cucharada de helado te congele la frente, recuerda: no estás exagerando. Tu sistema nervioso está ensayando una respuesta que los científicos aún están tratando de descifrar… y quizás de aprovechar.
*José Miguel Soriano del Castillo es catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Valencia, España.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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