
Este fin de semana no ha habido un solo mexicano que no haya escuchado, aunque sea de pasada, una canción del grandioso Príncipe de la Canción, José José.
Su partida, aunque ya se veía venir, dolió a todo un país que canta “El Triste” a todo pulmón y que sigue sin explicarse cómo durante el Festival de la Canción Latina de 1970 José José quedó en tercer lugar (ajá, ¡en tercero!).
Esperen… ¿qué no la mítica interpretación fue durante el OTI? ¡No! Este festival tuvo su primera edición en Madrid, en 1972; el nombre correcto del concurso era, como te decíamos, Festival de la Canción Latina.
Ahora sí, continuemos.
La canción “El Triste”, escrita por Roberto Cantoral, estaba pensada para interpretarse con guitarras acústicas, pero para concursar en el festival se necesitaba un arreglo para orquesta y es ahí cuando entra nuestro príncipe y su maravillosa voz.
Esta es la imagen: entra José José al escenario, desde un inicio los aplausos llenan el lugar, inicia su interpretación de “El Triste” y a la mitad de la canción el público se levanta, le lanza flores, grita, aplaude, la ovación es rotunda.
Nomás mira la cara del cantante Marco Antonio Muñiz mientras veía a un José José súper morrito cantando a todo pulmón y con pura perfección (#MarcoAntonioMuñizSomosTodes):

Y aún así, José José, de entonces 22 años, no se llevó la corona del festival y los jueces decidieron darle el tercer lugar.
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Kháááá, así como lo lees.
A pesar de ser una interpretación ma-gis-tral, el cantante mexicano no ganó. Fueron dos mujeres, una brasileña y una venezolana, quienes se llevaron el primero y segundo lugar, respectivamente.
Mirla Castellanos es una cantante, actriz y compositora venezolana que se llevó el segundo lugar con la interpretación de “Con los brazos cruzados”.
Y el primerísimo lugar fue para la brasileña Cláudya, cantante y pianista que interpreta (sí, todavía) bossa nova y que tras ganar el Festival de la Canción Latina con su interpretación de “Canção de amor e paz” regresó a su país y siguió con su carrera musical.
Escucha acá la rola con la que venció a José José:
No nos cansaremos de decirlo: la interpretación de “El Triste” es una de las mejores de la historia.
La voz poderosa, a la vez dulce que puede hacernos sentir todo el desconsuelo de la letra, sólo la ha tenido nuestro Príncipe de la Canción.
En los últimos días, con toda la información que se ha publicado sobre su vida, hay algunas notas que indican que José José pasó 16 compases de esa canción sin respirar y para no quedarnos con la duda le preguntamos a un músico al respecto.
En realidad, nos dice Ángel Soto, percusionista y compositor de música para medios audiovisuales, la canción está a 6/8 y no 4/4, como han indicado distintos medios, lo cual significa que cada parte coral dura 16 compases, pero en ninguna parte de la canción pasa esos 16 compases sin respirar. Esto también nos lo confirma el compositor Roberto Chávez.
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¿Khá? Sí, para nosotres también fue un poco complicado de entender, pero nos lo explica:
Para entender lo de los octavos hay que pensar que el entero es una redonda.
La redonda dura 4/4, o sea 8/8. En el caso de “El Triste”, 6/8 significa que en un compás caben seis de esas 8 partes. El compás se subdivide en dos grupos de 3/8 (por ahí puede ir la confusión de los 16 compases).
El coro (sí, léelo cantando, anda):
Hoy quiero saborear mi dolor
No pido compasión ni piedad
La historia de este amor se escribió
Para la eternidaaaaad
Son 16 compases y si no respirara en todo ese periodo, al tempo de esa canción, serían entre 26 y 27 segundos, “lo cual no es imposible, los cantantes de ópera hacen notas así de largas”, nos dice Ángel y explica que José José no pasa todo ese tiempo sin respirar, aunque sí liga versos.
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¿Y sabes por qué los liga? amññ… la neta no, pero eso Ángel lo responde: “Porque el inicio del verso está al final de la frase musical (de 8 compases) y por eso no se nota la respiración, porque tu cerebro esta pensando en el tiempo fuerte del inicio de la siguiente frase“.
Como sea, nada, nada, nada nos quitará ese momento histórico de nuestro corazón:

Aunque se ha dicho muchas veces que es mejor consumir la fruta entera y no su jugo por el aporte de fibras, no faltan estudios que le encuentran virtudes. interesantes a esta bebida.
En concreto, una investigación reciente ha demostrado que el consumo regular de jugo de naranja puede influir en la actividad de miles de genes dentro de nuestras células inmunitarias.
Muchos de estos genes ayudan a controlar la presión arterial, calmar la inflamación y regular la forma en que el cuerpo procesa el azúcar, lo que contribuye a mejorar la salud cardíaca a largo plazo.
Los investigadores realizaron un seguimiento a adultos que bebieron 500 ml de jugo de naranja pasteurizado puro cada día durante dos meses. Después de 60 días, muchos genes asociados con la inflamación y la hipertensión arterial se habían vuelto menos activos.
Entre ellos, NAMPT, IL6, IL1B y NLRP3, que suelen ponerse en marcha cuando el cuerpo está sometido a estrés.
Otro gen conocido como SGK1, que afecta a la capacidad de los riñones para retener sodio (sal), también redujo su actividad.
Estos cambios coinciden con hallazgos previos que indican que beber jugo de naranja a diario puede reducir la presión arterial en adultos jóvenes.
El hallazgo ofrece una posible explicación a por qué el jugo de naranja se ha relacionado con una mejor salud cardíaca en varios ensayos.
El nuevo trabajo muestra que, a la vez que eleva el azúcar en sangre, esta bebida cítrica desencadena pequeños cambios en los sistemas reguladores del cuerpo que reducen la inflamación y ayudan a relajar los vasos sanguíneos.
Tiene sentido si pensamos que los compuestos naturales de las naranjas, en particular la hesperidina, un flavonoide cítrico conocido por sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios, pueden influir en los procesos relacionados con la hipertensión arterial, el equilibrio del colesterol y la forma en que el cuerpo procesa el azúcar.
La respuesta varió en función del tamaño corporal: las personas con más peso tendían a mostrar mayores cambios en los genes implicados en el metabolismo de las grasas, mientras que los voluntarios más delgados mostraban efectos más fuertes sobre la inflamación.
Una revisión sistemática de ensayos controlados en la que participaron 639 personas de 15 estudios descubrió que el consumo regular de jugo de naranja reducía la resistencia a la insulina y los niveles de colesterol en sangre. La resistencia a la insulina es una característica clave de la prediabetes, y el colesterol alto es un factor de riesgo establecido para las enfermedades cardíacas.
Otro análisis centrado en adultos con sobrepeso y obesidad encontró pequeñas reducciones en la presión arterial sistólica y aumentos en las lipoproteínas de alta densidad (HDL), a menudo denominadas colesterol bueno, tras varias semanas de consumo diario de jugo de naranja.
Aunque estos cambios son modestos, incluso las mejoras leves en la presión arterial y el colesterol pueden marcar una diferencia significativa si se mantienen durante años.
A esto se le suma que, según una revisión reciente, el jugo de naranja influye en las vías relacionadas con el uso de energía, la comunicación entre las células y la inflamación. También puede afectar a la microbiota intestinal, que cada vez se considera más importante para la salud cardíaca.
Si nos decantamos por jugo de naranja sanguina, basta consumirlo durante un mes para que aumente el número de bacterias intestinales que producen ácidos grasos de cadena corta. Estos compuestos ayudan a mantener una presión arterial saludable y a reducir la inflamación.
Las personas con síndrome metabólico son las que más pueden salir ganando. Una investigacion con 68 participantes obesos demostró que el consumo diario de jugo de naranja mejoraba el funcionamiento del revestimiento de los vasos sanguíneos (función endotelial), esto es, la capacidad de los vasos sanguíneos para relajarse y dilatarse.
Y eso se asocia directamente con un menor riesgo de ataques cardíacos.
Otro estudio, realizado con 129 trabajadores de una fábrica de jugo de naranja en Brasil, reveló concentraciones sanguíneas más bajas de apolipoproteína B, o apo-B, un marcador que refleja el número de partículas portadoras de colesterol relacionadas con el riesgo de sufrir un infarto.
Sin embargo, un análisis más amplio de las concentraciones de grasas en sangre reveló que, aunque los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL) –colesterol malo– suelen descender, otras mediciones lipídicas, como los triglicéridos y el HDL, no varían significativamente.
En cualquier caso, parece que beber jugo de naranja no solo aporta azúcar: aunque la fruta entera sigue siendo la mejor opción debido a su fibra, un vaso diario de jugo de naranja puro podría tener efectos beneficiosos para la salud que se acumulan con el tiempo.
Estos incluyen aliviar la inflamación, favorecer un flujo sanguíneo más saludable y mejorar varios marcadores sanguíneos relacionados con la salud cardíaca a largo plazo.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
*David C. Gaze es profesor de Patología Química de la Universidad de Westminster, en Reino Unido.