Entre la participación del Taller de Chucho en Pinocho de Guillermo del Toro, y la participación de mexicanos en el Festival Annecy, la industria de la animación en México está captando más atención.
Sin embargo, ¿qué tan favorable es el panorama actual? ¿Qué le hace falta a esta industria para que se vuelva más robusta y diversa? Platicamos con dos expertazas del tema: Magdalena Vázquez, directora de arte con más de 15 años de experiencia, y Alejandra Pérez, artista de storyboard y directora que labora en la industria desde 2015.
Antes que cualquier cosa, echémonos un clavado rápido a cómo se hacen las caricaturas que amamos.
Como audiencia se nos hace fácil pensar que si no se trata de una super producción tipo Marvel, hacer una película o serie debe ser algo mucho más sencillo y rápido. Pero no, amix, no infravaloremos el enorme trabajo de toda una producción.
Ale Pérez explica a Animal MX que, como cualquier otro producto narrativo audiovisual, la animación se basa en tres fases: preproducción, producción y postproducción.
La primera es toooda la fase de planificación: escribir (una y otra, y otra y otra vez) el guion, elegir quién va a dirigir, seleccionar al resto del equipo, etc.
En cuanto el guion es aprobado sigue una tarea que, para Ale, es de las más importantes: la producción que se encarga de hacer un listado de tooooodas las locaciones, props (objetos, accesorios), personajes (principales, secundarios, extras) que se van a usar.
Además de empezar a diseñar los personajes, se debe hacer un storyboard, que es un guion gráfico de toda la historia. Y también se comienzan a repartir las tareas y planificar fechas de entregas.
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Durante la producción es donde comienza el largo proceso de llevar las ideas en texto a animaciones (2D, 3D o stop motion). Esta es la fase máaaas larga del proyecto y donde participan varios equipos que van complementan el trabajo.
La animación de fondos, props y personajes se hace por separado y el área de composición digital ayuda a unir todos esos elementos. Igual no hay que olvidar que todo pasa por entintado, color, incluir tonos, reflejos, sombras.
Se realiza el renderizado (ensamble) de todo y se agrega el sonido al proyecto (ese es prácticamente un proceso aparte porque incluye voces, música, sonidos incidentales, etc). En esta etapa de post producción igual se añaden efectos finales para al fin renderizar el master.
Suena cansado, ¿verdad? Y eso que lo resumimos muchísimo, pues hay más procesos administrativos, económicos, de marketing, etc. que también juegan un rol MUY importante para que tus series o películas favoritas salgan a la luz.
Y no, no importa si se hace aquí o en Japón. El largo camino para realizar una animación es prácticamente el mismo. Magdalena Vázquez dice que quizás solo cambia la cantidad de gente involucrada, los tiempos de entrega y el presupuesto.
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El panorama actual de la industria de la animación en México
Es común ver o leer comentarios que comparan lo “poco” avanzada que está la animación mexicana en comparación con Disney, por ejemplo.
Sin embargo, Magdalena Vázquez opina que que ese ejercicio es injusto, pues no existen los mismos contextos. “No es lo mismo una producción de 100 mil dólares que una de 100 millones de pesos”, explica.
De hecho, para Alejandra Pérez sigue siendo casi un milagro que se hagan películas y series animadas en México de buena calidad y no es exagerada su declaración.
En 2017, José Carlos García, cofundador de Ánima (uno de los estudios más importantes y con más años en México) le contó a El Financiero que en nuestro país se logran productos animados con presupuestos 25 veces menores a los que se usan en Hollywood.
Aunque ya pasaron seis años de eso, el panorama no es tan distinto, pues de hecho la gran mayoría de las producciones (sobre todo de cine) solo ven la luz gracias a los apoyos del gobierno.
“En un mundo ideal, esos apoyos económicos deberían ser más fáciles de conseguir”, comenta Magda, pero no es así.
Para ganarlos hay que pasar por toda una serie de pasos y procesos para poner tu proyecto como candidato. Además, constantemente están en riesgo de desaparecer.
Sin embargo, Alejandra Pérez y Magdalena Vázquez ven un oasis en el desierto: la colaboración entre estudios independientes.
Unidas somos más fuertes
El dicho “la unión hace la fuerza” se vuelve muy real a la hora de sacar proyectos animados a flote.
Aunque Ale considera que hacen falta más encuentros entre estudios y personas de la industria para crear mejores redes de trabajo, destaca que las colaboraciones existen y son muy enriquecedoras. No solo para aprender de cómo trabajan las de enfrente, sino para sacar de forma más fácil un proyecto al dividir costos y trabajo.
Un ejemplo reciente es el documental animado Home is somewhere else, que está actualmente en cines y que presenta tres historias sobre migración.
La película fue dirigida por Carlos Hagerman y Jorge Villalobos, quienes también son parte de los fundadores de Brinca Taller de Animación, que está detrás del documental.
Sin embargo, la película no la hicieron solamente ellos. Se aliaron con distintos estudios del país: Virus Mecánico, de Querétaro, Llamarada y Casiopea, de la Ciudad de México.
Es por esta clase de ejercicios que ambas expertas le tienen harta fe a creadores y estudios independientes.
En su opinión, son elles quienes le siguen apostando a darle diversidad a la industria de la animación en México; no solo en cuanto a estilos, sino también al contenido y la forma de contar historias.
Entre los estudios que destacan está Cinema Fantasma, estudio de animación en stop motion creado por los hermanos Arturo y Roy Ambriz. Estrenaron Los sustos ocultos de Frankelda en HBO Max y ya trabajan en una película derivada de esa serie.
Casiopea, un colectivo de mujeres creado desde 2013 es otro estudio independiente que se ha vuelto un referente para Ale y Magdalena. En él, Alexandra Castellanos, Ana Cruz, Andrea Mondragón y Sandra Medina se dedican a la producción de animación, ilustración y diseño.
También está Mokiki Animation, estudio con sede en Puebla y dirigido por Adriana Cid, quien dirigirá la película El sorprendente Brutus a estrenarse próximamente.
O Fotosíntesis Media, estudio enfocado en producir películas animadas que generan impacto social. Actualmente uno de sus proyectos en pre producción es Mi amigo el sol, película que será la ópera prima de Ale Pérez como directora.
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Hace falta contar historias desde otras perspectivas
Ya lo dijo nuestro querido Memo del Toro: “la animación es cine” y afortunadamente cada vez más van aumentando el tipo de historias y géneros en las producciones animadas.
Sin embargo, Ale y Magda consideran que todavía falta extender esa liga en la industria de la animación en México. “Necesitamos una industria más diversa, competir con historias potentes que se cuenten desde diferentes lados”, expresa Magdalena Vázquez.
Alejandra siempre recomienda a las mujeres a su alrededor que le tiren más a escribir guiones o a dirigir películas y series. “Sí nos hace falta ver más a través de la perspectiva de las mujeres, que tengan otro punto de vista… Eso sería increíble”, comenta.
MUMA: Creando espacios para mujeres por mujeres
Es por eso que Ale y Magda son parte de Mujeres en el Mundo de la Animación (MUMA), movimiento sin fines de lucro que se enfoca en dar visibilidad y encontrarle espacios a las mujeres en la industria.
Alejandra Pérez es una de las fundadoras de MUMA y platica a Animal MX que el proyecto nació en 2019, luego de que junto con otras animadoras organizó una pequeña exposición de arte de gente de la industria.
A la hora de exhibir, algo les llamó la atención: “casi todas las participantes eran mujeres (…) y tenían muchas inquietudes sobre cómo seguir creciendo en la industria”, recuerda Ale.
Platicando con Alejandra Escutia, Nihurka Zequera, Samantha Pérez, Renata García y Alma Canchola, se dieron cuenta de algo muy curioso: casi no hay mujeres liderando proyectos en animación.
Así es como arrancaron MUMA y haciendo estudios vieron que esto es prácticamente a un síndrome del impostor que traemos muy arraigado. “No nos creemos lo suficientemente capaces para liderar equipos”, dice Ale Pérez.
Magdalena, que posteriormente se unió al comité de MUMA, está segura de que si hubiera más mujeres en puestos de toma de decisiones (producción, guionistas, dirigir cualquier área) podríamos tener perspectivas más diversas en la industria.
Y para no ir tan lejos ahí está el ejemplo de Red, película de Pixar que fue realizada por un equipo en su mayoría conformado por mujeres y que en su narrativa toca temas como la menstruación, la relación madre e hija, la amistad, etc.
Cine de animación: un mundo mágico al que le entran mujeres mexicanas
Es por eso que MUMA realiza actividades, no solo para visibilizar el trabajo de mujeres que ya laboran en la industria, sino también para darles herramientas a quienes van empezando y que puedan creer en su trabajo y sus habilidades.
Un ejemplo es su primer Festival de Cortometraje Universitario Online MUMA. Como lo dice su nombre, está dirigido a proyectos universitarios dirigidos o co dirigidos por mujeres.
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Y es que ellas también han visto que quienes están estudiando o son recién egresadas, son quienes tienen ideas más propositivas.
Magdalena se ha encontrado con proyectos de muy buena calidad, pero a veces son las mismas estudiantes quienes solo lo ven como un trabajo escolar porque no saben cómo hacerlo relevante o les parece imposible hacerlo realidad.
“Nuestro festival de de cortometrajes busca eso: visibilizar el talento, ponerlas frente a frente en la etapa final y acercarlas lo más posible para crear colaboraciones, darles fuego”, finaliza la animadora.
¿Y cómo puedes ayudar a la industria de la animación en México? Consumiéndola, recomendándola en redes sociales, demostrando tu apoyo a aristas y estudios. Y si conoces a alguna persona interesada en dedicarse a este mundo, apóyala y dirígele a proyectos como MUMA.
La propuesta de Donald Trump tiene enormes implicaciones legales, financieras y logísticas. Los defensores de los migrantes también advierten de los costes humanos.
Donald Trump se convertirá este lunes en el 47 presidente de los Estados Unidos. Ahora se podrá ver si el republicano cumple todas las promesas que hizo en su campaña, como la deportación masiva de aquellos que no tienen permiso para permanecer en ese país.
Tras ganar las elecciones de noviembre, aseguró que planea declarar una emergencia nacional y utilizar al ejército estadounidense para llevar a cabo su plan.
El costo de hacerlo no será un elemento disuasivo, dijo Trump, señalando que su prioridad al asumir el cargo es hacer que la frontera sea “fuerte y poderosa”.
“No es una cuestión de precio. En realidad, no tenemos otra opción”, dijo Trump en una entrevista hace unas semanas.
Durante la campaña, su equipo respondió de distintas formas a la pregunta de cuántos migrantes podrían terminar siendo expulsados.
Pero su compañero de fórmula, el vicepresidente electo JD Vance, dio una cifra concreta durante una entrevista con la cadena de televisión ABC.
“Empecemos con un millón de personas. Ahí fue donde Kamala Harris falló y a partir de ello podemos nosotros comenzar a trabajar”, señaló.
Esta idea está contemplada en la plataforma electoral de Trump bajo el lema “¡Deportaciones masivas, ahora!”. Los expertos advierten que expulsar del país a tantas personas implicaría una serie de desafíos legales e incluso prácticos.
Y los defensores de los migrantes también han advertido sobre el significativo costo humano de las deportaciones, con familias separadas y operativos en comunidades y lugares de trabajo a lo largo y ancho de EU.
De acuerdo con las últimas cifras del Departamento de Seguridad Nacional y del instituto de investigación Pew Research, hoy viven en el país unos 11 millones de migrantes indocumentados, un número que ha permanecido relativamente estable desde 2005.
La mayoría de ellos son residentes de larga duración: cerca de cuatro de cada cinco de los migrantes indocumentados llevan en el país al menos una década.
Los inmigrantes que están en el país sin un estatus legal tienen derecho al debido proceso, incluida una audiencia judicial antes de ser expulsados.
Así que un aumento drástico en las deportaciones pasaría probablemente por expandir antes el sistema de tribunales de inmigración, hoy saturado y con retrasos a la hora de resolver los casos.
La mayoría de los inmigrantes que se encuentran en el país no ingresaron en el sistema de deportaciones después de haber sido detenidos por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), sino por la policía local.
Sin embargo, en muchas de las principales ciudades del país se han aprobado leyes que restringen la cooperación entre la policía y el ICE.
La campaña de Trump se ha comprometido a emprender acciones contra esas urbes, llamadas “ciudades santuario”, pero el entramado de leyes locales, estatales y federales en EU complican la situación.
Kathleen Bush-Joseph, una analista del Instituto de Políticas de Migración con sede en Washington, señala que la cooperación entre agentes del ICE y las autoridades locales será fundamental para poder llevar a cabo un programa de deportación masiva.
“Es mucho más fácil para el ICE ir a recoger a alguien a la cárcel si las autoridades locales colaboran, en vez de tener que ir a buscarlo a las calles”, señala Bush-Joseph.
Como ejemplo de cuán crucial es este aspecto, Bush-Joseph recuerda las declaraciones de principios de agosto de funcionarios de la Oficina del Alguacil de los condados de Broward y Palm Beach en Florida, que aseguraron que no enviarían a ninguno de sus agentes a ayudar en planes de deportaciones en masa.
“Hay muchos otros condados que no van a cooperar con el plan de deportación masiva de Trump. Y eso lo vuelve mucho más difícil”, explica.
Cualquier programa de deportación masiva también tendrá muchas implicaciones legales, especialmente por las demandas que se prevé presentarán las organizaciones defensoras de los derechos humanos.
Sin embargo, un fallo de la Corte Suprema de 2022 estableció que los tribunales no pueden emitir mandatos judiciales sobre las políticas de aplicación de la ley de inmigración, lo que significa que estas continuarían en vigor incluso mientras las impugnaciones se abren paso en el sistema legal.
Ahora, si el gobierno de EU lograra avanzar con los pasos legales que posibiliten su plan de deportación masiva, las autoridades todavía tendrían que lidiar con los enormes desafíos logísticos.
Durante el mandato de Joe Biden, los esfuerzos de deportación se enfocaron en los migrantes detenidos en la frontera.
Los que ya estaban en el país y terminan siendo deportados suelen contar con antecedentes penales o son considerados una “amenaza para la seguridad nacional”.
En 2021 quedaron suspendidas las controvertidas redadas que se llevaron a cabo durante el primer gobierno de Donald Trump en los lugares de trabajo.
Y a diferencia de los detenidos en la frontera, la cifra de deportaciones de personas que fueron arrestadas dentro de EU ha ido cayendo en la última década hasta situarse por debajo de los 100 mil anuales, después de haber alcanzado su máximo —230 mil— durante los primeros años del gobierno de Barack Obama.
“Para multiplicar ese número y que en un solo año se alcance el millón (de deportados) va a necesitar una inversión enorme de recursos que hoy por hoy no parecen existir”, le dijo a la BBC Aaron Reichlin-Melnick, director de políticas en el Concejo de Inmigración de EU.
Por una parte, los expertos dudan de que los 20 mil agentes del ICE y el personal de apoyo vayan a ser suficientes para buscar y encontrar incluso a una fracción de esa cantidad a la que apunta el equipo de Trump.
Además, Reichlin-Melnick señaló que el proceso de deportación es largo y complicado y que la identificación y el arresto de un migrante indocumentado no es más que el inicio.
Después, los detenidos van a tener que estar en un centro de detención o en un programa alternativo, a la espera de comparecer ante un juez de inmigración, y el sistema lleva años acumulando casos sin poder cerrarlos.
Una vez superado ese paso es que se procede a la deportación, lo que también requiere de la cooperación diplomática del país recipiente.
“En cada uno de esos pasos, el ICE simplemente no tiene la capacidad de procesar a millones de personas”, señala Reichlin-Melnick.
Trump ha dicho que va a involucrar a la Guardia Nacional y al ejército para que asistan en las deportaciones.
Históricamente, las fuerzas militares estadounidenses han tenido un papel limitado, más de apoyo, en la frontera entre México y EU.
Ahora, más allá de apoyarse en los militares y de contar con la ayuda de “cuerpos policiales locales“, Trump ha dado pocas pistas sobre cómo llevaría a cabo su plan de deportación masiva.
En una entrevista con la revista Time hace unos meses, el republicano dijo que no descarta construir nuevas instalaciones de detención de migrantes y que tomaría medidas para brindar inmunidad procesal a la policía, para blindarla ante posibles demandas de grupos progresistas.
Y añadió que podría haber incentivos para los cuerpos policiales locales y estatales que participen en el plan, y que aquellos que no lo quieran hacer “no van a participar de los beneficios”.
“Tenemos que hacerlo. No es sostenible para nuestro país”.
Además, Tom Homan, el “zar fronterizo” designado por Trump, dijo hace unas semanas que el uso de centros de detención familiar para migrantes está “sobre la mesa”, planteando la posibilidad de que la práctica terminada por la administración Biden pueda regresar próximamente.
“Es algo que estamos considerando”, dijo en una entrevista Homan, quien fue director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas durante la primera administración Trump.
Homan también ha dicho que la prioridad de las deportaciones serán los 1.4 millones de inmigrantes que han recibido órdenes de deportación después de no calificar para un estatus legal en EU.
Eric Ruark, el director de investigaciones de NumbersUSA —una organización que aboga por controles más estrictos a la inmigración— dijo que cualquier programa de deportación desde el interior del país solo será efectivo si va de la mano de un aumento del personal que controla la frontera.
“Esa tiene que ser la prioridad. Si no lo es, no va a haber un gran progreso en el tema. Es lo que hace que la gente siga llegando hasta la frontera”, apunta.
Y agregó que también es necesaria una ofensiva contra las empresas que contratan inmigrantes indocumentados.
“(Los inmigrantes) están viniendo por el trabajo”, subrayó. “Y lo están consiguiendo, básicamente porque la capacidad de vigilar y hacer cumplir la ley ha sido desmantelada”.
Los expertos calculan el costo de mantener un plan como el que propone Trump en unos US$100.000 millones.
El presupuesto de 2023 del ICE para el traslado y deportación fue de US$420 millones, y expulsó del país a cerca de 140 mil personas.
De acuerdo con el plan de Trump, miles de personas que están a la espera de sus audiencias de inmigración podrían ser detenidas y se prevé construir grandes campamentos para albergarlas.
También se tendrían que multiplicar los vuelos para llevar a cabo las deportaciones, y eso pasaría probablemente por contar con el apoyo de la Fuerza Aérea.
Lo que está claro es que cualquier aumento en la operatividad de los departamentos correspondientes implica que los costos se disparen.
“Incluso un cambio menor supone decenas de millones de dólares”, explicó Reichlin-Melnick.
Además, tendrían que sumarse a los gastos de otros esfuerzos de control fronterizo que Trump ha prometido: seguir construyendo el muro en la frontera con México, un bloqueo naval para evitar que el fentanilo ingrese al país y el traslado de miles de soldados a la frontera.
Adam Isacson, experto en migración y fronteras de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), dijo que “imágenes espantosas de deportaciones masivas” también podrían tener un costo político para Trump a nivel de relaciones públicas.
“Cada comunidad de Estados Unidos vería a personas que conoce y ama siendo subidas a esos autobuses”, explicó.
“Habría imágenes muy dolorosas de niños llorando, de familias, en la televisión. Todo eso es muy mala prensa. Es lo que ya vimos con la política de separación familiar, pero amplificado”, remató.
Otro factor limitante es la capacidad o voluntad de los países de aceptar de vuelta a los deportados.
Incluso los países que cooperan con ICE, como México, Honduras y Guatemala, no tienen en la actualidad la capacidad de recibir a muchas más personas de las que ya están aceptando.
El único programa comparable con el que propone Trump sería quiza el que se llevó a cabo en 1954 en el marco de la llamada “Operación espaldas mojadas” (Operation Wetback), bautizada así por un insulto común que se usaba en aquel entonces contra los mexicanos, y que supuso la deportación de 1.3 millones de personas.
Aunque hay historiadores que ponen en duda la cifra.
El plan, aprobado bajo la presidencia de Dwight Eisenhower, se topó con una considerable oposición pública —en parte porque también se deportaba a algunos ciudadanos estadounidenses—, así como con la falta de financiación.
En 1955 se suspendió.
Los expertos en inmigración dicen que, el hecho de que se centrara en personas originarias de México y la falta del debido proceso hacen que aquella operación no se pueda comparar con un programa de deportación masiva actual.
“Los deportados eran hombres solteros, mexicanos”, señaló Bush-Joseph.
“Ahora, la gran mayoría de los que cruzan la frontera por zonas entre puertos de entrada no son originarias de México, ni siquiera de la parte norte de Centroamérica. Y eso hace que sea mucho más difícil deportarlos”, añadió.
“Son situaciones incomparables”.
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