La Fiscalía española anunció el miércoles que pidió archivar una causa por presunto fraude fiscal contra la estrella colombiana Shakira, quien el año pasado alcanzó un acuerdo para evitar un juicio a cambio de una abultada multa en un procedimiento diferente.
“La Fiscalía considera que no existen indicios suficientes” para procesar penalmente a la cantante por esta causa abierta por presunto fraude fiscal cometido en el ejercicio de 2018, indicó el Ministerio Público en un comunicado.
Un tribunal de las afueras de Barcelona había anunciado en julio la apertura de este nuevo proceso contra Shakira por un presunto fraude fiscal derivado de no haber declarado correctamente su Impuesto sobre la Renta (IRPF) y sobre el Patrimonio, en el ejercicio 2018.
Al mes siguiente, la artista de Barranquilla entregó a la justicia 6,6 millones de euros (unos 7 millones de euros) para mostrar su voluntad de regularizar su situación con el fisco español. Esta suma comprendía, además de la cantidad que faltaba, los intereses y las tasas de regularización.
Por otra causa de fraude fiscal, referente en este caso a los ejercicios de 2012, 2013 y 2014, Shakira tuvo que comparecer ante un tribunal de Barcelona en noviembre pasado, pero acabó alcanzando un acuerdo de última hora con la Fiscalía para evitar un mediático juicio, a cambio de reconocer los hechos y comprometerse al pago de más de siete millones de euros.
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Por ese primer caso, en el que la Fiscalía la acusaba de no haber pagado los impuestos debidos en España en los ejercicios 2012, 2013 y 2014, la cantante ingresó inicialmente 17,45 millones de euros al fisco para regularizar su situación.
La artista, que se mudó con sus hijos a Miami tras su separación del exfutbolista español Gerard Piqué, tiene abierto otro caso administrativo con Hacienda, relativo al año 2011.
La antigua casa de campo del líder nazi Joseph Goebbels es un lastre para el Estado, demasiado costosa para restaurar además de sus vínculos con un pasado funesto.
¿Qué hacer con una otrora gran casa de campo, construida en un terreno de unas 17 hectáreas a la orilla de un idílico lago, pero tristemente vinculada a uno de los personajes más macabros de la historia?
La propiedad está abandonada desde el año 2000, le cuesta al Estado un dineral mantenerla y nadie la quiere comprar.
¿La única opción? Regalarla.
Esa es la más reciente propuesta de las autoridades del estado de Berlín para deshacerse de lo que fue el retiro veraniego de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi de Adolf Hitler.
“Se la ofrezco a quien quiera hacerse del lugar, tomarla como un regalo del Estado federado de Berlín”, declaró en mayo el ministro de Finanzas, Stefan Evers, ante el Parlamento estatal.
Apodada por Goebbels como “Villa Bogensee”, por el lago aledaño que queda unos 15 kilómetros al norte del área metropolitana de Berlín, la propiedad decaída y abandonada se ha vuelto un lastre económico para el gobierno local, que debe pagar por su mantenimiento y seguridad.
No obstante, sigue siendo un sitio de atracción para algunos visitantes que se abren paso por entre la maleza para atisbar por entre los ventanales lo que fue una lujosa mansión con decenas de habitaciones
Por la preocupación de que el triste legado del lugar pueda atraer a grupos extremistas, las autoridades quieren la propiedad sea destinada a trabajar con fines sociales
Una organización que representa a judíos europeos propone convertirla en un centro de comunicación y psicología política y combatir discursos de odio.
De no encontrar una solución satisfactoria, su destino podría ser la completa demolición y allanamiento del área, para las cuales ya está preparado el gobierno local, según Stefan Evers.
Joseph Goebbels fue uno de los aliados más cercanos a Hitler. Ocupó el cargo de ministro de Propaganda nazi y brevemente canciller del Tercer Reich. Era un demagogo conocido por sus dotes de orador que utilizó para difundir su ideología antisemita y de guerra total.
Bogensee, un lago ovalado en el estado alemán de Brandemburgo y rodeado de un parque natural, fue dedicado a Goebbels por la administración de la ciudad de Berlín en 1936, cuando el dirigente nazi cumplió 39 cumpleaños.
El lugar contaba con una lujosa mansión que el ministro remodeló para incluir unas 40 habitaciones, decenas de aposentos para huéspedes y servicio, aire acondicionado, planta de tratamiento de agua, una sala privada de cine de 100 metros cuadrados y hasta un búnker.
Fue un retiro campestre para él, su esposa y seis hijos. Alejado de Berlín, en la soledad del bosque, el ministro de Propaganda se deleitaba en poder trabajar y leer en silencio sin recibir llamadas telefónicas ni correspondencia, según escribió en su diario.
Pero la villa también fue sede de veladas sociales con líderes nazis, artistas y actores. Goebbels, que tenía la reputación de poseer un gran apetito sexual, supuestamente utilizó el lugar como “nido de amor” para su relaciones secretas.
Al final de la guerra, cuando Goebbels se suicidó con su esposa -tras envenenar a sus seis hijos- el área de Bogensee fue ocupada por el Ejército Rojo por casi un año y luego sirvió temporalmente como un hospital militar.
Durante el período en que Alemania estuvo dividida, los predios fueron tomados por el ala de las juventudes del Partido Comunista de Alemania Oriental, que estableció una escuela de liderazgo con un centro de entrenamiento y varios bloques residenciales.
Tras la reunificación alemana en 1990, el complejo regresó a ser propiedad del estado federal de Berlín, pero la ciudad capital no pudo darle un uso.
En 2015, se fundó una asociación de desarrollo para preservar el edificio y usarlo como una academia internacional con miras a la educación en las áreas de crisis. Pero el proyecto se abandonó y la ciudad desistió de querer readaptarla o siquiera venderla.
En las afueras de lo que fue la lujosa villa, la maleza ha crecido alrededor de la mansión, impidiendo el paso a la sala de cine donde Goebbels proyectó sus películas de propaganda.
Las telarañas cubren las ventanas de los cuartos, las vigas de soporte se están cayendo y el polvo se ha apoderado de los salones.
El mantenimiento de la propiedad le cuesta al gobierno local unos US$300.000 al año, tan solo para evitar que se derrumbe completamente.
La restauración no sólo sería un proyecto sumamente costoso, sino que abriría toda una lata de gusanos en torno a la polémica de cuánto conservar de la historia nazi de Alemania al tiempo que las nuevas generaciones no quieren sepultar el pasado, por oscuro y complejo que sea.
Esas son las consideraciones que crean el dilema para las autoridades de qué hacer con este patrimonio.
“La historia del lugar es precisamente la razón por la que Berlín nunca dejaría esta construcción en manos privadas donde existiría el riesgo de que pudiera ser mal utilizada”, expresó el ministro Stefan Evers.
Tras los comentarios de exasperación hechos ante parlamentario estatal por Evers en mayo pasado, que ofreció regalar la mansión y el terreno, hubo una oleada de posibles prospectores de todo el mundo, informó el diario The New York Times.
Hubo indagaciones hechas por un dermatólogo que quería abrir un centro de cuidados de la piel, así como de varios especuladores inmobiliarios, según expresó Evers al diario. Pero ninguno de estos fue considerado apto, señaló el político.
Un grupo de extrema derecha llamado el movimiento Reichsbürger, del que algunos de sus miembros enfrentan un juicio por tratar de derrocar el gobierno, también hizo indagaciones que fueron rápidamente rechazadas.
Sin embargo, una de las propuestas más interesantes vino de uno de los lugares más inesperados.
La Asociación Judía Europea (EJA, por sus siglas en inglés) que representa a cientos de comunidades judías en ese continente, expresó interés en explorar la posibilidad de convertir el lugar en un centro de libre expresión y combate contra el discurso del odio.
El presidente de la EJA, el rabino Menachem Margolin, le escribó una carta al ministro berlinés, expresando su oposición a que la antigua villa de Goebbels fuera demolida, proponiendo convertirla en un centro de estudios para combatir todo tipo de odio.
“Convirtamos ese predio que propagaba la maldad absoluta en una fuente para propagar el bien. Sería una importante victoria moral”, escribió el rabino Margolin.
Evers respondió que el gesto es digno de atención, pero indicó que el asunto es de financiación y el gobierno estatal está preparado para seguir adelante con la demolición si no se encuentra la solución adecuada.
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