No hay duda de que esta aclamada serie de anime pasará a la historia como una de las más impactantes, aún cuando en sus últimos momentos causó varias polémicas. Aprovechando el estreno en cines, hablamos del final de Attack on Titan y de cómo dividió a fans.
Pero antes: Attack On Titan: El ataque final reúne los dos últimos episodios del anime en una experiencia teatral; se estrena en cines de México este 27 de febrero.
Tanto en el manga original de Hajime Isayama como con la adaptación del anime de WIT Studio/MAPPA, la historia de Eren Jaeger dejó una huella significativa en el mundo del entretenimiento durante más de una década.
El anime se estrenó en abril del 2013 y concluyó diez años después, en noviembre del 2023.
Y es que no solo atrapó a gente que creció con animes como Dragon Ball, Caballeros del Zodiaco o hasta Naruto, sino que fue atrapando a nuevas generaciones y hasta a personas que nunca antes se habían interesado por el mundo de la animación japonesa.
Basta con ver el primer episodio de Shingeki no Kyojin (su nombre en japonés) para quedar atrapada en esta historia donde la donde la humanidad vive tranquilamente tras enormes muros construidos para protegerse de la amenaza de unas criaturas monstruosas llamadas Titanes que se alimentan de humanos.
Sin embargo, esa época de paz ve su final tras un ataque que deja huérfano de madre a Eren Yeager, quien jura vengarse de estos seres.
Inmediatamente, muchas personas y medios especializados empezaron a tener grandes comentarios sobre esta historia y su premisa tan cautivadora que aborda temas como la traición, política, la radicalización y la búsqueda de la libertad. Eso sin mencionar la sorprendente animación, secuencias de acción, desarrollo de personajes y más.
En varios momentos se llegó a comparar Attack on Titan con Game of Thrones, no solo por la acción, las traiciones, alianzas o la corrupción en el poder, sino también porque la moralidad detrás de varios personajes no es ni blanca ni negra, sino que cae en un área gris muy interesante por explorar.
Y es que aquí no existen “los chicos buenos” ni “los chicos malos”, pues todo bando tiene sus propias razones y convicciones y es fácil poder empatizar/entender varias de ellas.
Sin embargo, el cambio más fuerte vino cuando Eren Jaeger, nuestro protagonista, atraviesa por un enorme cambio que lo convierte también en el villano de la historia.
Pasan un montón de plot twist durante Shingeki no Kyojin, pero al final nos quedamos con un Eren Jaeger que decide sacrificar toda su humanidad para convertirse, en lo que él considera, es la única solución para salvar “a su pueblo”: un ser que detone un “retumbar” que mataría al resto de la población.
Y justo en ese momento es cuando la polarización del fandom de Attack on Titan se hace muy evidente.
Durante gran parte de las primeras temporadas, Attack on Titan fue vista como una historia anticolonialista que abordaba los problemas de la opresión y la violencia.
Sin embargo, hay un punto en la historia donde PARECIERA que se apoya el nacionalismo y el fascismo pues justifican ciertas acciones (como la guerra o genocidio) bajo la idea de que todo eso fue con tal de conseguir la libertad.
Y decimo que “parece” porque el autor del manga, Hajiye Isayama, ha insistido en numerosas ocasiones que su historia es apolítica.
Pero aunque Attack on Titan es una historia ficticia, no se puede pasar de largo las referencias a armas de destrucción masiva, campos de concentración, conflictos raciales, el miedo al otro, y más.
Hay que tomar en cuenta que la transformación del protagonista no sucedió de un momento a otro. Al contrario, su construcción está muy bien desarrollada y fundamentada a lo largo de todas las temporadas.
Sin embargo, la idea de celebrar a un personaje con ideas fascistas y ponerlo como héroe en un contexto actual parece peligroso.
El final polémico se queda a discusión sobre si a Isayama le faltó deshacerse de ciertas ambigüedades de la historia y también de la responsabilidad de la audiencia de no idealizar situaciones de ficción.
Cuando salió el final de Attack on Titan en su adaptación al anime todavía teníamos fresca la invasión de Rusia a Ucrania, y por si no fuera poco, revivió el conflicto entre Israel y Gaza.
Y es así como su final no pudo sentirse más realista, pues aunque se logra un mundo de relativa paz, se nos da a entender que el ciclo de odio, guerras y titanes revivirá una y otra vez.
Ese mensaje podría parecer poco optimista, pues parece indicarnos que estamos condenados a un círculo interminable de conflictos. Sin embargo, entre lo más destacable de la historia, es el no olvidar que todas las personas estamos interconectadas.
Así como podemos llevar en conjunto a nuestra destrucción, también podemos llevarnos a nuestra libertad.
Actualmente puedes ver todo el anime de Attack on Titan en Crunchyroll. También puedes conseguir el manga editado por Panini.
En 2024 Sudamérica rompió varios récords de incendios y sequías que impactaron a sus ecosistemas, pero de manera inédita afectan cada vez más a las ciudades.
Sudamérica rompió varios récords en 2024: Chile tuvo el incendio forestal más mortal del mundo en al menos un siglo; en Bolivia, las llamas devoraron proporciones del país nunca antes vistas, y en Venezuela y Brasil hubo sequías más prolongadas que lo usual.
Ese mismo año se quemaron más de 79 millones de hectáreas (790.000 km²) en la región, el mayor daño en al menos una década, lo que dejó cientos de muertos y miles de viviendas afectadas.
Temporadas secas más largas, incendios descontrolados y nubes de humo visibles desde el espacio son fenómenos cada vez más comunes en gran parte de Sudamérica, advierten los expertos.
Lo más sorprendente del año pasado fue que algunos incendios forestales se propagaron a distancias sin precedentes, llegando incluso a centros urbanos.
“Esto de que los incendios sean capaces de matar gente en la ciudad es algo que no lo teníamos contemplado antes”, le dice a BBC Mundo Raúl Cordero, científico del clima y académico de la Universidad de Santiago de Chile.
“Lamentablemente es una nueva tendencia que estamos viendo”.
Cordero es el autor principal de un estudio que analizó datos de las últimas cinco décadas en el que identificaron una acelerada alza en la combinación de más días calurosos, más secos y con mayor peligro de incendios forestales que podrían causar catástrofes en Sudamérica.
La investigación se enfocó en tres áreas que han sido particularmente afectadas por el calor y la disminución de lluvias: las regiones del norte del Amazonas en Brasil, Maracaibo en Venezuela y el noreste del Gran Chaco, la zona de bosque tropical seco más grande del mundo, que cubre partes de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
El estudio considera “calurosos” los días en que la temperatura máxima supera ciertos niveles, que varían según la ubicación geográfica y la época del año.
Por ejemplo, en São Paulo (Brasil), un día de verano se considera caluroso si la temperatura supera los 30 °C, mientras que en ciudades como Guayaquil (Ecuador) el umbral es de 32 °C.
En décadas pasadas, estos umbrales se superaban típicamente durante 36 días al año, pero en años recientes se han registrado hasta 100 días calurosos adicionales al año en algunas regiones.
Los autores del estudio consideran “secos” aquellos días en los que las lluvias están por debajo del promedio habitual, lo cual varía según la ubicación geográfica y la época del año.
Por ejemplo, enero se considera “seco” en Buenos Aires (Argentina) si las lluvias no superan los 120 milímetros, mientras que en ciudades como Bogotá (Colombia) agosto se considera “seco” si las precipitaciones no alcanzan los 50 mm.
Hace 50 años, en la región había unos 180 días secos al año, pero ahora en algunas zonas se registran cerca de 240 días secos.
En otras palabras, actualmente hay unos 60 días secos más al año en comparación con hace 50 años.
La combinación de temperaturas más altas y las sequías están contribuyendo a un mayor riesgo de incendios en Sudamérica, especialmente en las regiones de color más oscuro en los mapas.
En el período de 1971 a 2000, estas condiciones de alto riesgo estuvieron presentes menos de 40 días al año, en términos generales. Mientras que en la última década se registraron hasta 120 días por año en el norte de la región amazónica y Maracaibo.
“Desgraciadamente, vemos que la situación continúa empeorando y el ritmo en el que está empeorando es exponencial, lo cual es todavía más preocupante”, explica Cordero.
Además, aunque la región en general se ha vuelto más seca y calurosa, hay lugares en donde se han registrado lluvias más intensas.
Esto se debe a que, en época de precipitaciones, el aumento de la temperatura hace que el aire se cargue con más humedad y se produzcan lluvias más copiosas, que aumentan el riesgo de inundaciones.
A nivel mundial, 2024 fue el año más cálido desde que se tienen registros.
Además, científicos de la NASA estimaron que durante más de la mitad del año las temperaturas promedio superaron en 1,5 °C el nivel de la última mitad del siglo XIX (1850-1900).
En paralelo, a principios de 2024 El Niño, un fenómeno climático natural asociado al calentamiento de la superficie oceánica en las zonas central y oriental del Pacífico tropical, exacerbó las sequías y las altas temperaturas en algunas partes de Sudamérica.
Marangelly Fuentes, directora científica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, un instituto que usa satélites para estudiar el clima y la atmósfera del planeta, explica que los aumentos de temperaturas impactan en el mundo de diferentes maneras.
“Lo que significa es que los fenómenos meteorológicos pueden ser más intensos”, le dice Fuentes a BBC Mundo.
Por ejemplo, cuando hay ciclones tropicales o huracanes, hay mayor probabilidad de que se conviertan en categoría 3 o más.
En el caso de Sudamérica, el calentamiento global contribuye a prolongar los periodos de sequía, lo que marchita la vegetación y vuelve el terreno más árido.
Fuentes explica que la principal razón detrás del aumento de la temperatura global es el incremento de los gases de efecto invernadero por el uso de combustibles fósiles como petróleo y gas, entre otros.
Cada año, los satélites registran cientos de miles de incendios en el continente, a veces por causas naturales o accidentales.
Sin embargo, en muchos casos son incendios intencionales (legales o ilegales). Por ejemplo, en algunos países es común quemar bosques para crear zonas de agricultura y/o ganadería.
“El que enciende la mecha usualmente no es el cambio climático, sino un ser humano. Hay gente que utiliza el fuego como herramienta de deforestación, eso existió toda la vida”, dice Cordero. “Entonces, ¿qué está pasando ahora? Bueno, lo mismo: más cambio climático, desgraciadamente”.
Independientemente de la causa, el gran problema no es la ignición en sí, sino las condiciones secas que hacen que el fuego se salga rápidamente de control.
“No es la cantidad de incendios, sino que esos incendios van a ser más extremos, van a acaparar más terreno y van a destruir más áreas”, agrega Fuentes.
Un caso claro de la destrucción sin precedentes fueron los incendios forestales en la región de Valparaíso en febrero de 2024, que arrasaron parte del área urbana en ciudades como Viña del Mar, Limache, Villa Alemana y Quilpué.
Estos fuegos se convirtieron en los más mortales a nivel mundial en al menos un siglo.
Al menos 383 personas fallecieron, según EM-DAT, una base de datos internacional de desastres naturales.
Hasta entonces, los incendios forestales más mortales de los últimos 100 años habían sido los de Sumatra y Kalimantan en Indonesia, en 1997, donde murieron 240 personas.
En 2024 se quemó 15% del territorio en Bolivia, más de 16 millones de hectáreas (160.000 km², una área mayor que Nicaragua).
En comparación, entre 2012 y 2023 se había quemado -en promedio- un 5% por año.
Bolivia fue el país con mayor proporción del territorio arrasado por llamas en todo el continente americano, según el Sistema Mundial de Información sobre Incendios Forestales (GWIS, por sus siglas en inglés).
La temporada de incendios empezó antes de lo usual, y varias zonas sufrían de extrema sequía y récords históricos de temperaturas, que afectaban particularmente a los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando.
Las emisiones de carbono provenientes de los incendios forestales fueron las más altas registradas en el país en las últimas dos décadas, según estimaciones del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus, de la Agencia Espacial Europea.
En septiembre de 2024, el Ministerio de Salud y Deportes de Bolivia emitió una alerta sanitaria a nivel nacional por los altos niveles de contaminación en el aire debido a las llamas.
Más de la mitad de los incendios forestales que sufrió Sudamérica en 2024 ocurrieron en Brasil, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) del país.
En 2024 se quemaron más de 592.000 km² (59,2 millones de hectáreas, un área más grande que Paraguay). Esta cifra es la más alta del siglo XXI, desde que el INPE tiene datos.
En junio del mismo año se registró un nivel inusualmente intenso de incendios en Pantanal, una zona de humedales de alta biodiversidad que sufrió extensos daños y contaminación como resultado de las llamas.
Venezuela también registró condiciones secas y calientes fuera de lo normales.
En 2024 se quemó un 9% del territorio nacional, según GWIS.
Los satélites de la NASA detectaron un número récord de incendios en el país especialmente en la primera parte del año.
La cuenca de Maracaibo es una de las regiones que más se han secado y calentado desde 1971, según el estudio liderado por Cordero.
Más de un tercio de la cuenca todavía está cubierta de bosque, lo que -en las actuales condiciones climáticas- pone en riesgo a las poblaciones que viven cerca, en particular la segunda ciudad más grande del país, Maracaibo.
Después de los incendios que sufrió Los Ángeles este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) hizo un llamado para que los países se enfoquen en la reducción de riesgos y la preparación antes de que los incendios sucedan.
“Históricamente se ha prestado mucha atención a la extinción, pero hay que invertir mucho más en la prevención”, dijo Amy Duchelle, de la FAO, el 16 de enero de 2025.
En el caso de la prevención de incendios forestales intencionales, el organismo recomienda una combinación de educación comunitaria, programas eficaces que integren avances científicos y tecnológicos con conocimientos tradicionales, y regulación y prácticas ambientales sostenibles.
Por el momento no hay una solución rápida ni sencilla o una receta única que pueda evitar los incendios en todas las circunstancias, advierten los expertos.
“Lo que sigue a largo plazo es tratar evitar que empeore la situación, lo cual implica a mitigar el calentamiento global”, dice Cordero.
Por su parte Margelly Fuentes, de la NASA, cree que las comunidades no pueden solo esperar a que se reduzcan los gases de efecto invernadero, porque eso puede tomar mucho tiempo.
“Las comunidades deben pensar en cómo pueden volverse más resilientes. Tienen que preguntarse, ¿qué podemos cambiar o hacer para proteger nuestra área?”.
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