
Beetlejuice, Bettlejuice, Bee… Luego de 36 años de la primera película, estamos listas para ver a Tim Burton y Michael Keaton tras este famoso fantasma. Te contamos todo lo que debes saber para el estreno de Beetlejuice 2.
Y no solo veremos el regreso del personaje protagónico, sino que veremos otras caras familiares en esta esperada secuela que lleva por nobmbre oficial Beetlejuice Beetlejuice.
Aquí te dejámos el último tráiler oficial de Beetlejuice 2. Échale ojito aquí abajo antes de que sigas leyendo todo sobre la película:
En caso de que no lo recuerdes, la película original (1988) sigue a un matrimonio recién fallecido (Geena Davis y Alec Baldwin) quienes buscan la ayuda de Beetlejuice (Michael Keaton) para deshacerse de los nuevos residentes vivientes de su casa, la familia Deetz.
Beetlejuice 2 sucede décadas después con una muerte que lleva a tres generaciones de la familia Deetz (Delia, Lydia y Astrid) de regreso a su hogar en Winter River.
Aún atormentada por Beetlejuice, la vida de Lydia da un vuelco cuando el portal al Más Allá se abre accidentalmente. Con problemas en ambos reinos, es sólo cuestión de tiempo hasta que alguien diga el nombre de Beetlejuice tres veces y el travieso demonio regrese para desatar su propio tipo de caos.
Ve buscando tu traje de rayas y peluca verde, porque Beetlejuice Beetlejuice llegará a cines el próximo 5 de septiembre, 36 años después que la original.
Si quieres ver la primerita antes de lanzarte al cine, Beetlejuice está disponible en en Max.
Como ya mencionamos, veremos el regreso de Michael Keaton como el famoso Beetlejuice con todo y su icónico traje a rayas y nuevos vestuarios.

Sin embargo, no es el único del elenco original. También está el esperado regreso de Winona Ryder como Lydia, quien ya es mamá de una adolescente y ahora tiene un programa de televisión enfocado en lo sobrenatural.
Su hija, Astrid, es interpretada por Jenna Ortega, quien ya trabajó con Tim Burton al ser el protagónico de la serie Wednesday (Merlina, pa’los cuates). Astrid piensa que creer en fantasmas es de gente tonta y, en cambio, está muy metida en el rollo climático.
Igualmente vemos de regreso a Catherine O’Hara como Delia, madrastra de Lydia y abuela de Astrid. Y tal y como en la primera, está muy comprometida con su arte.

Justin Theroux (The Leftovers) sale como Rory, del que solo te diremos que es pareja de Lydia y convenientemente también es su productor.
¡También tenemos a Willem Dafoe (Poor Things) en Beetlejuice 2! Su personaje se llama Wolf Jackson y es un fantasma detective que, en vida, era una estrella de cine de serie B.
En Beeteljuice 2 el rol antagónico recae en parte en Monica Bellucci (Spectre) como Delores, una antigua pareja de Beetlejuice chupa almas que regresa para vengarce del fantasma.

Aunque Geena Davis y Alec Baldwin protagonizaron Beetlejuice, no están de regreso para esta secuela.
La dupla de actores interpretaron a Barbara y Adam Maitland, un matrimonio que queda atrapado como fantasmas en su casa luego de una inesperada muerte.
Sin embargo, el hogar es comprado por la familia Deetz y al no querer aceptar los cambios y a sus nuevos habitantes, hacen un trato con Beetlejuice para que les ayude a ahuyentarlos.
Al final, vemos cómo en la queda se queda viviendo Lydia junto a los Maitland. Entonces, ¿por qué ya no regresan?

El director Tim Burton le dijo a People que para la secuela quería sumergirse en una historia completamente nueva que no involucrara al matrimonio.
“Creo que el problema era que yo no quería simplemente marcar cualquier casilla. Así que, aunque eran una parte integral increíble de la primera, me estaba centrando en otra cosa“, comentó.
Pero tranqui, aunque no te daremos poilers, pero Beetlejuice 2 menciona rápidamente qué pasó con los personajes de Geena Davis y Alec Baldwin.

Los nuevos lineamientos de seguridad muestran el interés de Washington por frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Tanto el reciente bloqueo “total y completo” de todos los buques petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela como el inusual rescate financiero a Argentina de octubre son muestras de la relevancia que América Latina tiene para Donald Trump.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional reafirma la decisión de Estados Unidos de ampliar la presencia militar y su influencia en la región. Publicado por la Casa Blanca el 4 de diciembre, el documento plasma la visión del mundo de la actual gestión.
“Mi gobierno ha actuado con una urgencia y velocidad históricas para restaurar la fuerza estadounidense en el país y en el exterior“, dice la carta firmada por el mandatario que antecede el documento de 29 páginas.
Según los nuevos lineamientos de seguridad, Trump mira a América Latina decidido a frenar la inmigración ilegal, contener el avance del narcotráfico y mejorar la relación con sus aliados ideológicos y sus socios comerciales.
Para hacerlo, propone volver a la política exterior del presidente James Monroe de “América para los Americanos”, con la que EE.UU. declaraba en 1823 su intención de resguardar a la región del avance de las potencias ajenas al continente.
“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, dice el nuevo documento que llama a este enfoque “corolario Trump a la doctrina Monroe”.
Este enfoque se ganó el apodo de la “doctrina Donroe”, que surge de la combinación entre Donald y Monroe. El término apareció en enero en la portada del New York Post y rápidamente fue adoptado por analistas estadounidenses y medios internacionales.
Entonces, ¿estamos ante una nueva doctrina de Monroe en la región? ¿Cuáles son las preocupaciones e intereses de Trump en América Latina? ¿Cómo hará para ampliar su influencia en el continente?
Para que Estados Unidos consolide su poder global, Trump entiende que primero debe reafirmar su influencia en la región.
“Estados Unidos debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad, una condición que nos permite afirmarnos con confianza donde y cuando lo necesitemos en la región”, dice el documento.
Para Will Freeman, investigador de Estudios Latinoamericanos del influyente centro de estudios estadounidense Council on Foreign Relations, Trump busca dar un “nuevo giro a una vieja idea”.
“Es una especie de justificación ideológica para la intervención de Estados Unidos o para la mano dura en la región, la cual se centra explícitamente en la inmigración”, dijo Freeman a BBC Mundo.
“Pero el documento también menciona los cárteles de la droga y las incursiones extranjeras hostiles, lo que suena a la Doctrina Monroe en su versión original”, agrega.
La idea de una estrategia inspirada en la antigua doctrina Monroe no es nueva. Ya en 1904 el presidente Theodore Roosevelt (1901-1909) estableció su propio “corolario Roosevelt” a esa doctrina del Siglo XIX.
En aquel momento, Roosvelt sostenía que Estados Unidos debía intervenir en los países de la región si no estaban siendo capaces de cumplir con sus compromisos financieros o con el cuidado de sus democracias, según explica Freeman.
En cualquier caso, lo que sabemos hasta el momento sobre el llamado “corolario Trump” es bastante vago. Por eso, el analista recomienda no tomarlo como un plan estratégico sino como una declaración de principios.
“Trump no sigue una política exterior tan consistente como para llamarla doctrina. Tampoco hace ninguna declaración que nos ayude a entender cómo se relacionan las medidas que está tomando con sus objetivos más ambiciosos”, dice.
Para Trump, los países de América Latina son el origen de muchos de los problemas que enfrenta Estados Unidos, pero a la vez pueden ser la clave para resolverlos.
El documento presenta a la “migración ilegal y desestabilizadora” como uno de los principales problemas que tienen origen en Latinoamérica, ya que la mitad de los inmigrantes que viven en Estados Unidos proviene de la región, principalmente de México.
“Es la parte del mundo que más le interesa para sus objetivos de política interna”, dice Freeman.
A su vez, menciona el peligro de los cárteles de drogas, teniendo en cuenta que casi toda la cocaína que se consume en Estados Unidos proviene de tres países de la región: Colombia, Perú y Bolivia.
En ese sentido, para Bernabé Malacalza, autor del libro “Las cruzadas del siglo XXI”, que trata sobre la relación entre Estados Unidos y China, la nueva arquitectura de seguridad nacional se sostiene en que Estados Unidos considera a la región como “parte de su frontera de seguridad interna”.
“América Latina pasó a ser prioritaria para Estados Unidos. Adquirió un lugar que antes no había tenido y que se explica en que la seguridad hemisférica ganó protagonismo”, dice el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella.
El documento menciona además la necesidad de limitar incursiones extranjeras hostiles, en una clara referencia a China, aunque no la menciona.
En materia comercial, Trump busca mejorar sus acuerdos con sus socios en la región bajo la impronta del America First (Estados Unidos primero). El documento plantea el uso de “aranceles y acuerdos comerciales recíprocos como herramientas poderosas”, algo que el gobierno de Trump ya ha puesto en práctica con numerosos países de la región, con resultados mixtos.
En el caso de México, la Casa Blanca sabe que las empresas estadounidenses también se ven afectadas por las disputas comerciales.
“Por eso, Trump busca consolidar acuerdos orientados al nearshoring (estrategia de una empresa para transferir parte de su producción a países cercanos), porque entiende que la región es parte de la reconfiguración de las cadenas de valor”, señala Malacalza.
Trump no solo quiere que las empresas estadounidenses crezcan, sino que los países aliados fortalezcan sus economías nacionales para, de este modo, intensificar las relaciones comerciales.
Según el documento, “un hemisferio occidental económicamente más fuerte y sofisticado se convierte en un mercado cada vez más atractivo para el comercio y la inversión estadounidenses”.
“Los países de la región tienen un impacto desproporcionado en estos asuntos internos que a Trump le importan mucho, y que también le interesan a su base política”, resume Freeman.
El mastodóntico portaaviones USS Gerald Ford, en el Caribe desde noviembre, no solo presiona al gobierno de Venezuela, sino que también refleja los nuevos lineamientos de seguridad de Estados Unidos.
Según el documento, la Casa Blanca busca desplegar una “presencia (militar) más adecuada” y “despliegues específicos” para controlar las fronteras terrestres y las rutas marítimas.
Estados Unidos habilita incluso “el uso de fuerza letal para reemplazar la fallida estrategia basada únicamente en la aplicación de la ley de las últimas décadas”, menciona el documento.
“La fuerza es el mejor elemento disuasorio”, agrega la Casa Blanca, en lo que es una política exterior deja abierta la opción de la represalia.
Este gobierno ha dicho que busca recuperar la idea de “paz por medio de la fuerza” (Peace Through Strength), el antiguo lema del presidente Ronald Reagan que se basa en confiar en el poder militar como garante de estabilidad.
Para Malacalza, la política de seguridad hacia América Latina “no configura una arquitectura regional o hemisférica, sino que busca que los países se alineen a Estados Unidos y, en última instancia, a Trump”.
Por otro lado, Estados Unidos ofrece una serie de recompensas para sus aliados.
“Recompensaremos y alentaremos a los gobiernos, partidos políticos y movimientos de la región que se alineen ampliamente con nuestros principios y estrategia”, señala la nueva estrategia.
La política de Estados Unidos debería, según el documento, enfocarse en apoyar a líderes y aliados regionales “capaces de promover una estabilidad razonable en la región”, que ayuden a frenar la migración ilegal y a neutralizar a los cárteles.
Esta política de recompensas se vio en octubre cuando Trump anunció el rescate de 20 mil millones de dólares para Argentina o cuando, al mes siguiente, se firmaron acuerdos con este último país, Ecuador, El Salvador y Guatemala para reducir los aranceles a las exportaciones.
En cualquier caso, para los analistas consultados por BBC Mundo, la bautizada “doctrina Donroe” entiende a la región principalmente como un lugar de amenazas más que de oportunidades.
“Les preocupa mucho más prevenir que las amenazas peligrosas de América Latina lleguen a Estados Unidos, según dirán ellos, que aprovechar las oportunidades que ofrece la región“, sintetiza Freeman.
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