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Lo bueno, lo no tan bueno, y lo que nos gustaría ver de *’Euphoria’ y su discurso sobre uso de drogas*
Lo bueno, lo no tan bueno, y lo que nos gustaría ver de *’Euphoria’ y su discurso sobre uso de drogas*
Foto: IG @euphoria
6 minutos de lectura

Lo bueno, lo no tan bueno, y lo que nos gustaría ver de *’Euphoria’ y su discurso sobre uso de drogas*

11 de marzo, 2022
Por: Romina Vázquez*
@animalmx 

El éxito de Euphoria no es asunto menor: actualmente es el segundo proyecto de la plataforma HBO Max con mayor número de audiencia después de Game of Thrones. Pese a las advertencias respecto al contenido sensible que predomina en la serie, la particular estética visual, la estridente banda sonora, así como la crudeza con la que aborda temas sobre sexualidad, violencia, salud mental y uso de drogas, la vuelven sumamente atractiva para espectadores jóvenes.

Sam Levinson, el creador de Euphoria, además de inspirarse en el programa israelí del mismo nombre, se basó en su propia experiencia de adicción durante la adolescencia para construir el personaje de Rue.

Más allá de la calidad en la trama, ésta muestra una diversidad de matices en cuanto a la manera de explorar este controversial tema. En este texto se contrastarán tanto los puntos a favor, como todo aquello que puede mejorarse.

La transmisión de la segunda temporada —casi tres años después que la primera— ha avivado el debate sobre la forma en que la serie retrata el uso de sustancias psicoactivas.

Por una parte, se habla de una idealización o glorificación de la práctica, así lo ha afirmado la Drug Abuse Resistance Education (D.A.R.E.), un programa reconocido contra el abuso de drogas en Estados Unidos, el cual mantiene un enfoque prohibicionista. Por otra, un reciente sondeo en España asegura que, gracias a la serie, algunas personas jóvenes han manifestado su deseo de abstenerse del consumo de sustancias ilegales.

Uno de los aciertos que tiene la producción, es cuando la protagonista narra el contexto que originó el problema de dependencia que se manifiesta durante su vida, resaltando que éste responde a la suma de distintos factores, y no se detonó por el simple contacto con sustancias.

La misma Rue hace hincapié en dos sucesos clave: el primero cuando, en su niñez temprana, la diagnostican con trastorno obsesivo-compulsivo, déficit de atención, ansiedad generalizada, y bipolaridad. El segundo se remonta a sus trece años, cuando su padre enferma de cáncer, y su madre tiene que asumir todos los gastos del hogar, por lo que Rue debe fungir como cuidadora principal.

Su compleja situación de salud mental, más el trauma severo que le ocasionó ser espectadora del deterioro físico de su principal figura de afecto —y más tarde, su muerte—, la volvieron particularmente vulnerable al momento de consumir Oxicodona por primera vez. Su hermana Gia, por el contrario, a pesar de haber crecido en el mismo ambiente familiar, sufrir la misma pérdida, fumar cannabis ocasionalmente (y hasta estar expuesta a los mismos analgésicos), no genera ningún uso problemático o dependencia durante la serie.

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Esto confirma la necesidad de abandonar el reduccionismo, al igual que particularizar el contexto cuando hablamos de adicciones o dependencias.

Euphoria visibiliza el panorama de drogas en Estados Unidos

La serie hace alusión al serio problema que existe en materia de suministro inseguro, el cual ha aumentado exponencialmente las muertes por sobredosis en el país vecino, y erróneamente se le ha nombrado “crisis de opioides”.

Por ejemplo, cuando Fezco, el dealer local y amigo de Rue, se niega en una escena a surtir su mercancía de fentanilo, argumentando el creciente número de pérdidas humanas adjudicadas a esta sustancia.

Un guiño similar ocurre cuando nos cuentan la historia de dependencia del padre de Cassie y Lexi que, al haber sufrido un accidente automovilístico, los médicos le recetan un cóctel de fármacos con el fin de paliar el dolor e intentar reparar el daño neuronal. A pesar de no profundizar tanto en este personaje, la serie sí devela una fórmula similar a la de Rue: un evento traumático que agudizó las afectaciones a la salud mental que ya se encontraban latentes en un contexto de precariedad laboral.

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Sobre los mensajes confusos 

Las lecciones de reducción de riesgos y daños en Euphoria son ambivalentes.

Por un lado, no vemos muchos cigarrillos convencionales de tabaco durante los capítulos, pero sí varias escenas con dispositivos electrónicos alternativos a estos, específicamente los vapes. Lo cual refleja una dinámica de consumo emergente: jóvenes sustituyendo la combustión por opciones menos perjudiciales para la salud.

Asimismo, cuando Rue tiene una sobredosis que la lleva a rehabilitación, la médica especializada en urgencias le inyecta naloxona, un fármaco que obstruye los receptores opioides, y puede ser un factor decisivo cuando la persona usuaria se tambalea entre la vida y la muerte.

Por otro lado, como menciona Estefanía Villamizar de Échele Cabeza, cuando Maddie y Cassie consumen MDMA en el capítulo de la feria, lo hacen por vía intranasal y sin medir adecuadamente la dosis, lo cual vuelve desagradable su experiencia.

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De igual forma, cuando a Rue le da bradicardia por la combinación de algunas sustancias, toma la decisión de ingerir Adderall para disminuir de golpe su ritmo cardíaco, lo cual puede ser extremadamente peligroso en ausencia de supervisión profesional. No obstante, a diferencia de la primera temporada, ya no estaba desprevenida y pudo controlar efectos adversos.

Pese a la apuesta de una nueva narrativa, la serie no escapa a los estigmas

A lo largo de dieciséis episodios, se observa cómo Rue reproduce dinámicas autodestructivas que fisuran todas sus relaciones interpersonales. En una escena, ella se adjudica varios de los adjetivos estigmatizantes que se utilizan para describir a las personas con dependencia.

Textualmente dice: “si tuviera que describirme con honestidad, soy una mentirosa, ladrona, violenta, abusiva y manipuladora”. Por estos detalles, la serie no solo falla en idealizar el consumo, sino que llega a caer en lugares comunes respecto a los prejuicios que permean la concepción que se tiene de las personas usuarias. Sin embargo, esto se contrarresta con otros aspectos, como el relatar los antecedentes de los personajes.

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Villazimar plantea que, al salirse del discurso hegemónico que ha sido reproducido hasta el cansancio en un contexto de prohibición, se puede malinterpretar el mensaje: “la serie juega en una línea muy delgada, ya que reproduce ciertos estereotipos del consumo de drogas, al mismo tiempo que propone otra narrativa”.

Lo más rescatable del desenlace personal de Rue en estas dos temporadas, fue observar que la rehabilitación convencional no la alejó de la dependencia, sino el poner límites con su entorno y reconstruir su red de apoyo.

Lo que nos gustaría ver en la próxima temporada 

Lamentablemente, no se le presta suficiente atención al vínculo que otros personajes principales mantienen con las sustancias, más allá de que pudieron ser mejores experiencias de, quizás, haber prolongado la edad del primer contacto e implementado estrategias de autocuidado. No obstante, nos muestra casos como el de Jules o Elliot, donde su consumo personal  —ocasional o recurrente— no representa ningún obstáculo en sus acciones cotidianas.

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Ojalá, en el futuro cercano, contemos con más productos culturales que muestren otros escenarios de uso de drogas en personas adultas, donde predominen elementos como la responsabilidad, la reducción de riesgos y daños, y la gestión de los placeres.

Romina Vázquez estudió Derechos Humanos y Gestión de Paz en el Claustro de Sor Juana.

Es coordinadora en el Instituto RIA e investiga sobre temas relacionados a la política de drogas.

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Imagen BBC
Qué es “futtitinni”, la filosofía de los sicilianos para que la vida sea más liviana
5 minutos de lectura

Un concepto sencillo, nacido en la isla del Mediterráneo, puede cambiar cómo ves lo cotidiano.

14 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

“En Sicilia tenemos una palabra mágica con un sabor propio: Futtitini“, cuenta el actor italiano Giusepppe Capodicasa en un video de BBC Reel.

“No es una mala palabra, es una bendición”, declara.

Recordemos que en Sicilia se habla italiano como en el resto de Italia, pero suena distinto porque detrás hay siglos de historia trenzada en la lengua.

Antes de que el italiano se adoptara como la voz común del país, los sicilianos ya hablaban el siciliano, una lengua romance marcada por las sucesivas conquistas y dominaciones de la isla: griegos, árabes, normandos, españoles… cada uno dejó alguna huella en el acento y en las palabras.

Cuando el italiano estándar empezó a imponerse en el siglo XIX, no borró esa base, sino que se mezcló con ella.

Por eso, aunque alguien como Capodicasa, quien se identifica “100% siciliano”, habla italiano, se notan tonos, giros y palabras que vienen de esa mezcla antigua.

Futtitinni es una de esas palabras.

Una que, según Capodicasa, encierra “una filosofía de vida, una forma de concebir nuestra existencia”.

Futtitinni… cuán hermoso suena”, dice el filósofo siciliano Pietro Briguglio, pronunciando la palabra gustosamente.

“Cuando la dices, descargas un peso que tenías y quedas ligero”.

El término está muy presente en el lenguage común pues “se presta a ser usado en muchas situaciones”, afirma Briguglio.

Podría entenderse como “no te preocupes demasiado”, “déjalo pasar”, y su sentido se mueve entre “no te amargues”, “no te enredes” -o el mexicano “no te claves”, el colombiano “no te compliques”, el caribeño “no te calientes la cabeza” o el sureño “no te hagas drama”.

Pero según Capodicasa, “es más matizado, más elegante”.

¿Elegante?

La raíz de futtitinni es el verbo siciliano futtíri, que no es particularmente elegante: es una manera vulgar de decir “copular”.

Proviene del latín futūere, que en español evolucionó como ‘follar’, esa forma coloquial para hablar de las relaciones sexuales que aún se escucha en España.

Decoración con baldosas, y floreros repletos de limones y naranjas sicilianas
Getty Images
Una expresión tan típica como sus cítricos y baldosas.

En siciliano, así como ocurrió en muchas lenguas romances con verbos de origen sexual, futtíri se ha amplió a significados figurados como engañar, fastidiar, robar o tomarse libertades, dependiendo del contexto.

De ahí que futtitinni tenga un matiz entre despreocupado y un poco irreverente, algo así como “que te importe un carajo”, pero con ese tono siciliano que lo vuelve más filosófico que agresivo.

Y es que no se trata de que nada importa, ni de eludir problemas o responsabilidades, ni siquiera de resignación.

Futtitinni no es superficialidad”, aclara Capodicasa. “Es la capacidad de atravesar las situaciones de la vida con conciencia y ligereza”.

En ocasiones, llama a desprenderse de lo inmutable y seguir viviendo plenamente, como explica el sitio web Entendiendo a Italia.

En esos casos, sirve para para consolar un amigo ante una decepción, para sobrellevar un revés económico, o simplemente para poner en perspectiva un incidente cotidiano.

Es además una herramienta existencial, que sirve para separar lo esencial de lo superfluo, para no cargar con cada contrariedad, y priorizar lo que de verdad importa.

Futtitinni encierra una modo de enfrentar la adversidad con ligereza, dignidad e incluso humor… un sentido que los sicilianos tienen muy desarrollado.

Como notó el político y escritor romano Cicerón, ya en el siglo I a. C., los sicilianos eran “una raza inteligente, pero desconfiada y dotada de un maravilloso sentido del humor”.

“Por terrible que sea una situación, los sicilianos siempre tienen un comentario ingenioso que hacer al respecto”, añadió.

Esa cualidad los ha acompañado a lo largo de sus 3.000 años de historia, a menudo difíciles de sobrellevar.

Solo adoptando una actitud reflexiva, observa Il Italoamericano, pudieron superar la constante tentación de convertirse en figuras trágicas.

Esa actitud se expresa en esa exhortación que los sicilianos usan cuando las cosas se vuelven demasiado abrumadoras: futtitinni.

Y, aunque la palabra existe en dialecto siciliano desde hace generaciones, en los últimos años ha tenido un resurgir notable.

Competiciones de memes, camisetas con la inscripción “Futtitinni“, artículos y blogs que rescatan su significado como “pedagogía de lo esencial”.

Futtitini, una revolución

Imagen de mujer con problemas mecánicos del auto
Getty Images
Desesperante… pero futtitinni.

Futtitini “no es superficialidad, sino el arte del discernimiento”, señala Francesco Mazzarella en la revista Paese.

Aclara que ese arte del discernimiento es el “que distingue entre lo urgente y lo ruidoso, entre lo que nos edifica y lo que nos consume”.

Explica que cuando un siciliano dice futtitinni, a menudo está diciendo:

“No dejes entrar en tu corazón aquello que no merece habitar allí”.

“No le des poder a quien quiere quitarte el aliento”.

Para Mazzarella, el tradicional término no sólo no ha perdido relevancia sino que, en esta época en la que todo exige atención, y “cada opinión se convierte en guerra, cada imperfección en fracaso (…), futtitinni se ha convertido en revolución”.

Invita a practicar “el buen desapego”, a despreocuparse por lo periferal y centrarse en lo realmente importante.

“¿Tu pareja te dejó?… quizás no era la ideal. ¿Perdiste tu trabajo?… tómatelo como un nuevo comienzo”, ejemplifica Capodicasa.

“Hay quienes hacen yoga, meditación, respiran con el diafragma. Hay quienes van a India a encontrarse a sí mismos”, dice Capodicasa.

“En Sicilia hacemos todo esto con una sola palabra.

“Se dice que un viejo sabio, mientras explicaba las leyes de la filosofía siciliana a un joven discípulo, en cierto momento se detuvo, lo miró a los ojos y le dijo:

“Hijo, si no puedes cambiar lo que te hace sufrir, entonces futtitinni“.

Quizás ese sabio, al pronunciar la palabra, hizo el gesto típico que suele acompañarla para enfatizar: levantando la mano de abajo hacia arriba, como arrojando las preocupaciones al aire.

La intención es distender, dejar de enfocarse en lo negativo.

“La vida te estresa… tómatela con calma.

“Atascado en el tráfico… Paciencia”…

línea
BBC

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