
Una historia de reencuentros y venganza es la que te espera con esta nueva serie de Netflix. Aquí te contamos de qué va y quién es quién en el elenco de La venganza de las Juanas.
Es muy probable que alguien en tu familia ubique la historia solo por el título, pues resulta que la original es una exitosa telenovela colombiana que se lanzó en 1997 y desde entonces tuvo remakes en distintos países incluidos México.
Pero antes de que digas “Ay, Animal MX, yo ni veo novelas (ajá)”, esto es más un thriller lleno de misterios por resolver.
La historia sigue a cinco mujeres que no se conocen entre sí, pero inesperadamente descubren que comparten una marca de nacimiento idéntica.
Todo se pone más raro cuando comentan que ninguna conoce a su padre y, además, todas se llaman Juana. Las cinco, se unen para investigar si realmente tienen al mismo padre y descubrir por qué sus madres nunca les dijeron nada.
Al investigar, las cinco se pondrán en peligro pues no se imaginan el poder y la corrupción que hay detrás de todo esto.
Ya comentamos que Las Juanas, la telenovela original, se lanzó en 1997 en Colombia y fue realizada por Bernardo Romero Pereiro.
En México, ya tuvimos dos versiones de esta historia. Una realizada en 2004 por TV Azteca y otra de 2018 realizada por Televisa.
La venganza de las Juanas es reimagina la historia original, la cual está llena de comedia. El guión estuvo a cargo de Jimena Romero y Aljandro Reyes, la primera es hija del escritor de la telenovela original.
Jimena Romero decidió darle un cambio radical a la historia al tener como base el género del thriller. Renata Notni, una de las protagonistas, comentó en conferencia de prensa “creo que esto es una propuesta completamente diferente, completamente nueva y creo que lo que mueve mucho (a la serie) es el suspenso”.
Por su parte, la actriz Zuria Vega también señaló que se trata de una versión contemporánea de la historia, donde se exploran temas –como la sexualidad– de una forma más actual.
Como podrás imaginarte, son cinco las protagonistas de esta historia. Y aunque cada Juana tiene una personalidad muy distinta a las demás, juntas funcionan a la perfección.
Una de las actrices mexicanas que protagoniza la serie es Zuria Vega. Su carrera la desarrolló en el mundo de las telenovelas con producciones como Alma de hierro, Qué pobres tan ricos o Simplemente María.
En el cine participó en películas como No sé si cortarme las venas o dejármelas largas, Elvira te daría mi vida pero la estoy usando y Más negro que la noche.
En La venganza de las Juanas interpreta a Juana Manuela, aunque todo el mundo le dice Manny. Ella es una bailarina con un pasado turbulento.
A pesar de que tiene a su mamá viva, la relación entre ellas es terrible. Se caracteriza por aguerrida y que siempre lucha por salir adelante.
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La carrera de esta actriz también se desarrolló en el mundo de las telenovelas, como Mar de amor o Sueño de amor. También participó en la serie mexicana El dragón.
Su Juana también se llama Valentina, una periodista que siempre está en busca de la verdad. A inicios de la serie, pierde a su madre.
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Sofía Engberg no tiene una carrera tan larga como las otras dos y de hecho este es su primer gran protagónico.
Inició en la actuación con pequeños papeles en 2016. Fue en 2019 cuando participó en las series Preso No. 1 y El Club y este 2021 también salió en la serie Todo va a estar bien en un papel muy secundario.
En La venganza de las Juanas da vida a Bautista es una mujer que se guía por la intuición, pues de hecho tiene pequeñas visiones y por eso se dedica a la adivinación.
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La actriz es colombiana de nacimiento y de hecho ella creció bajo la fiebre de la novela original. Desde entonces, se veía como una de las Juanas pues hasta comparte nombre con las hermanas.
Ella ha trabajado en las series Run Coyote Run, El señor de los cielos, Narcos: México y también La muchacha que limpia, que se lanzó este 2021 en HBO Max.
En La venganza de las Juanas interpreta a Matilde, quien nació en Colombia quien huye a México con un gran secreto. Ella busca ser cantante y descubrir el paradero de su mamá.
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La última de las hermanas es interpretada por Oka Giner, quien se hizo famosa al participar en la serie mexicana Gossip Girl: Acapulco de 2013.
También ha salido en telenovelas y series como Señorita Pólvora, La piloto y Madre solo hay dos.
Ella da vida a Caridad, una novicia que creció desde su infancia en un convento, pero comienza a dudar de su verdadera vocación en la vida. Aunque implica meterse en peligro, ella hace lo que puede para rescatar a mujeres en peligro.
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Si quieres encontrar tu telenovela millenial, éntrale a esta historia donde el crimen, el suspenso y los secretos están presentes en cada episodio.
La serie salió este 6 de octubre y cuenta con un total de 18 episodios.

Perú se ha convertido en pocos años en un gran exportador de productos agrícolas, pero se mantienen las dudas sobre cuánto podrá mantener su modelo.
Las vastas llanuras desérticas de la región de Ica, Perú, se han llenado en las últimas décadas de extensos cultivos de arándanos y otras frutas.
Hasta la década de 1990 resultaba difícil imaginar que esta zona del desierto costero peruano, donde a primera vista se ve poco más que polvo y mar, pudiera convertirse en un gran centro de producción agrícola.
Pero eso es lo que ha ocurrido no solo aquí, sino en la mayoría del litoral desértico peruano, donde han proliferado grandes plantaciones de frutas no tradicionales aquí, como los espárragos, los mangos, los arándanos o los aguacates (o paltas, como les llaman en Perú).
La enorme franja que atraviesa el país en paralelo a las olas del Pacífico y las elevaciones andinas se ha convertido en un inmenso huerto y en el epicentro de una pujante industria agroexportadora.
Según las cifras del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú, las exportaciones agrícolas peruanas crecieron entre 2010 y 2024 un promedio anual del 11%, alcanzando en 2024 la cifra récord de US$9.185 millones.
Perú se ha convertido en estos años en el mayor exportador mundial de uvas de mesa y de arándanos, una fruta que apenas se producía en el país antes de 2008, y su capacidad para producir a gran escala en las estaciones en las que es más difícil hacerlo en el Hemisferio Norte lo han llevado a erigirse en una de las grandes potencias agroexportadoras y proveedora principal de Estados Unidos, Europa, China y otros lugares
Pero, ¿qué consecuencias tiene esto? ¿Quién se beneficia? ¿Es sostenible el boom agroexportador peruano?
El proceso que llevaría al desarrollo de la industria agroexportadora peruana comenzó en la década de 1990, cuando el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori impulsaba profundas reformas liberalizadoras para reactivar a un país golpeado por años de crisis económica e hiperinflación.
“Las bases se sentaron al reducir las barreras arancelarias, promover la inversión extranjera en Perú y reducir los costos administrativos para las empresas; se buscaba impulsar a los sectores que tuvieran potencial exportador”, le dijo a BBC Mundo César Huaroto, economista de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
“Al principio, la atención se centró en el sector minero, pero a finales de siglo ya aparece una élite empresarial que ve el potencial del rubro agroexportador”.
Pero no bastaba con leyes más propicias ni con la intención.
La agricultura a gran escala en Perú se había enfrentado tradicionalmente a obstáculos como la escasa fertilidad de los suelos de la selva amazónica y la accidentada orografía de la sierra andina.
Ana Sabogal, experta en ecología vegetal y cambios antrópicos en los ecosistemas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, explicó a BBC Mundo que “la inversión privada de grandes agricultores, menos reacios al riesgo que los pequeños, facilitó innovaciones técnicas como el riego por goteo y el desarrollo de proyectos de riego”.
La solución del problema de la escasez de agua en el desierto permitió empezar a cultivar en una zona donde tradicionalmente no se había contemplado la agricultura y empezar a explotar sus particulares condiciones climáticas, que lo convierten en lo que los expertos describen como un “invernadero natural”.
“La zona no tenía agua, pero con agua se convertía en una tierra muy fértil”, indica Huaroto.
Todo eso, sumado a innovaciones genéticas, como la que permitió el cultivo local del arándano, posibilitó que Perú incorporara grandes extensiones de su desierto costero a su superficie cultivable, que se amplió en alrededor de un 30%, según la estimación de Sabogal.
“Fue un aumento sorprendente y enorme de la agroindustria”, resume la experta.
Hoy, regiones como Ica o la norteña Piura se han convertido en grandes centros de producción agrícola y la agroexportación en uno de los motores de la economía peruana.
Según la Asociación de Exportadores ADEX, las exportaciones agrícolas representaron en 2024 un 4,6% del Producto Interno Bruto (PIB) peruano, cuando en 2020 no era más que un 1,3%.
El impacto económico y ambiental ha sido notable y ambivalente.
Sus defensores subrayan que ha traído beneficios económicos, pero los críticos apuntan a sus costes medioambientales, como su elevado consumo de agua en zonas donde escasea y la población no tiene garantizado el suministro.
El economista César Huaroto dirigió un estudio para evaluar el boom agroexportador en la costa de Perú.
“Una de las cosas que encontramos es que la industria agroexportadora había actuado como dinamizador de la economía local, ya que incrementó el nivel de empleo de calidad en amplias zonas donde dominaba la informalidad, y se registró un incremento de los ingresos promedios de los trabajadores”, dijo.
Aunque esto no beneficia a todo el mundo por igual.
“A los pequeños agricultores independientes les cuesta más encontrar trabajadores porque los salarios son más altos y también tienen más dificultades en el acceso al agua que necesitan sus campos”.
Efectivamente, la agroexportación parece estar arrinconando las formas tradicionales de trabajar el campo y cambiando la estructura social y de la propiedad en amplias zonas de Perú.
“Muchos pequeños propietarios ven que sus campos ya no son rentables por lo que están vendiendo sus campos a grandes compañías”, indica Huaroto.
Sin embargo, según el mismo economista, “incluso muchos pequeños agricultores se mostraban satisfechos porque la agroindustria les había dado trabajo a miembros de su familia”.
En los últimos años se cuestionan cada vez más los beneficios para el país del negocio agroexportador.
Pero la principal fuente de crítica es el agua.
“En un contexto de escasez hídrica, en que una parte importante de la población de Perú no tiene agua en su casa, el debate en torno a la industria agroexportadora se ha vuelto muy vivo”, señala Huaroto.
La activista local Charo Huaynca le dijo a BBC Mundo que “en Ica se está dando una disputa por el agua porque no hay para todos”.
En esta árida región la cuestión del agua es polémica hace tiempo.
Mientras muchos asentamientos humanos deben arreglárselas con la que llega en camiones cisternas y almacenarla para satisfacer sus necesidades, grandes áreas de cultivos destinados a la agroexportación tienen garantizada la que necesitan a través de pozos en sus fundos y acceso prioritario al agua de riego que se trasvasa desde la vecina región de Huancavelica.
“Se supone que está prohibido excavar pozos nuevos, pero cuando los funcionarios de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) llegan a inspeccionar las grandes explotaciones les niegan el acceso alegando que se trata de propiedad privada”, denuncia Huanca.
BBC Mundo solicitó sin éxito comentarios a la ANA y al Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú.
Huanca ve indicios de que el acuífero subterráneo que abastece gran parte del agua de Ica se está agotando.
“Antes bastaba con cavar cinco metros, pero ahora hay que llegar hasta 10 ó 15 metros de profundidad para que aparezca el agua”.
En Ica apenas llueve, por lo que gran parte del agua se obtiene bajo tierra.
“Los pequeños agricultores se quejan de que a ellos se les exige pagar grandes cantidades por el agua, mientras que las grandes explotaciones cuentan con reservorios y grandes piscinas que llenan y cuya agua luego optimizan con sistemas de riego tecnificado”, indica Huanca.
En esta región se cultivan las uvas con las que se produce el famoso pisco, el aguardiente cuya fama se ha convertido en fuente de orgullo nacional para los peruanos, pero incluso eso es ahora cuestionado.
“Hay quien critica que la uva es básicamente agua con azúcar y, si exportas la uva y sus derivados, estás exportando agua”, señala Sabogal.
En Ica, el reto es hacer sostenible el próspero negocio agroexportador con el medio ambiente y las necesidades de la población.
“Cada vez que hay elecciones se habla de este tema, pero nunca llegan las soluciones. Se debe resolver cómo se va a hacer la economía de Ica sostenible a largo plazo, porque si no hay agua la economía se va a caer”, pide Huanca.
El desafío, en realidad, lo es para todo el Perú agroexportador.
“La situación actual no es sostenible a largo plazo. Está muy bien que haya industria agroexportadora porque genera ingresos y divisas, pero siempre y cuando se destine la cantidad de agua requerida para la población y los ecosistemas”, zanja Sabogal.
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