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La construcción de un ícono: así ha sido la evolución de Drácula en el cine
La construcción de un ícono: así ha sido la evolución de Drácula en el cine
Fotos: Sony Pictures y Universal Pictures
8 minutos de lectura

La construcción de un ícono: así ha sido la evolución de Drácula en el cine

Te contamos la historia de uno de los personajes más icónicos de las historias de terror. Mira cómo ha cambiado Drácula en el cine.
24 de mayo, 2024
Por: Abigail Camarillo
@aabi_cm 

Si de personajes inmortales hablamos, tenemos que mencionar al Conde Drácula, pues ha sobrevivido al tiempo y se mantiene como uno de los más icónicos en la cultura popular.

Nació en 1897 con la novela Drácula, de Bram Stoker, y desde entonces definió al mundo del terror y al subgénero de los vampiros.

Se dice que algunos aspectos del personaje se inspiraron en Vlad el Empalador, quien fue príncipe de Valaquia en el siglo XV. Aunque otras personas ven similitudes con la historia de de la condesa Elizabeth Báthory. Lo que es un hecho es que ambas figuras compartían un macabro gusto por lo sanguinario.

Eso sí, Hollywood ha sabido explotar la historia de este caballero de mirada misteriosa que deambula por las noches con sed de sangre. En algunas versiones, representa miedos y angustias, pero en otras también se adueña de nuestros deseos.

Repasemos un poco la evolución de Drácula en el cine.

El vampiro que se inspiró en Drácula

Ya sabemos que el Conde Orlok, de Nosferatu e interpretado por el gran Max Schreck, no es el conde de Transilvania, pero no podemos negar la enorme inspiración que tomó del personaje creado por Bram Stoker.

Tenemos que agradecerle al director expresionista alemán F.W Murnau por esta gran película que se lanzó en 1922. Con su gran uso de las sombras, Murnau pudo proyectar el misterio y el terror que esta figura comunica tan solo con su presencia.

Además, desde aquí se dejó muy en claro cómo Drácula en el cine podía reflejar los miedos reales de las audiencias, pues en esta película se hace muy presente el miedo “al otro” y el tema de la xenofobia.

De Nosferatu hay un remake de Werner Herzog realizado en 1979 y parece que ahí viene uno más de Robert Eggers (La Bruja, El Faro) con Bill Skarsgård como el Conde Orlok y co protagonizada por Nicholas Hoult y Lily-Rose Depp.

Nace el ícono de Hollywood

Aunque la historia de Drácula en el cine nació en otro continente, fue Hollywood quien lo convirtió en la reconocida figura que conocemos.

Esa visión de un aristócrata con un acento marcado, con pelo relamido y con una capa se la debemos a Universal cuando en 1931 lanzó Dracula, con Bela Lugosi como el protagonista y Tod Browning como director.

Como dato curioso: Universal hizo al mismo tiempo una versión para el público de habla hispana. Fue dirigida por George Melford y protagonizada por Carlos Villarías. Durante el día, en el set se filmaba la versión de Tod Browning y por las noches aparecía la producción de Melford.

No hay duda de que el Lugosi marcó al personaje para siempre, pues marcó la primera vez que escuchamos la voz del conde en el cine.

Además, su habilidad para infringir miedo solo con su profunda mirada y con sus hipnóticos movimientos de manos le dieron mucha más vida a este no muerto.

drácula en el cine

Desde entonces, vemos que las demás interpretaciones de Drácula en el cine mantienen algo de Bela Lugosi, ya sea el atuendo, los ademanes o hasta el acento marcado.

Después de lanzar esta película, Universal se animó a hacer otras enfocadas en criaturas clásicas como Frankenstein, la Momia, el Hombre Invisible, entre otros.

Además, lanzó unas secuelas como La Hija de Drácula (1936) y El Hijo de Drácula (1942).

Sin embargo, solo vimos en otra ocasión a Bela Lugosi como Drácula y algunas personas no quieren recordarla, pues fue en la comedia Abott y Costello contra los fantasmas.

Para gritar con ganas: Este estudio dice cuáles son las mejores películas de terror

Drácula a color

Con los años, Drácula y otros monstruos clásicos como Frankenstein y el Hombre Lobo tuvieron un enrome descanso. Pues parecía que el terror ahora se enfocaba en monstruos del espacio o criaturas creadas por accidentes atómicos.

Sin embargo, fue a finales de los 50 cuando tuvimos una nueva versión de Drácula en el cine mucho más violenta ¡y a color!

El estudio británico Hammer Films revivió a este personaje y eligió al director Terence Fisher y al actor Christopher Lee para encarnar al conde.

Aquí vemos a un conde más bestial, que ataca sin piedad a la menor provocación y que se deja llevar por sus instintos.

Además, esta interpretación le dio sus característicos enormes colmillos amenazantes y hasta unos ojos rojos y sanguinarios.

Esta interpretación fue tan exitosa que tuvo ocho secuelas, en las cuales Christopher Lee apareció como Drácula en seis.

Otro dato curioso es que Christopher Lee también fue el Conde Drácula en la película alemana Count Dracula (Nachts, wenn Dracula erwacht) de 1970.

En ella vemos al conde con todo y bigote y es la primera versión en la que Drácula aparece primero como un hombre viejo que va rejuveneciendo mientras bebe sangre fresca.

Stoker, Coppola y Oldman

Aunque hubo otras versiones de Drácula en el cine en las siguientes décadas, no fue sino hasta 1992 cuando se lanzó una de las más memorables.

Se trata de la versión de Francis Ford Coppola y llevó por nombre Drácula, de Bram Stoker. Esta vez, el actor encargado de dar vida al conde fue Gary Oldman.

Además, tuvo un elenco que llama a cualquiera con la participación de Winona Ryder, Keanu Reeves y Anthony Hokpins.

Coppola tiró la casa por la ventana (con 40 millones de dólares de presupuesto) para hacer esta película que, a pesar de tener varios cambios, es una de las mejores adaptaciones de la novela de Bram Stoker.

La actuación de Gary Oldman como Drácula es de lo más memorable, pues combina elementos que nacieron con Bela Lugosi y Christopher Lee a la perfección.

drácula en el cine

Además, también explota el lado seductor del personaje que se comenzó a explorar con Frank Langella a finales de los 70.

El vestuario creado por la diseñadora Eiko Ishioka también fue algo que no habíamos visto en el Conde y que se amoldó a la perfección.

¡Y ojo! Con esta película también nacieron ciertos elementos que ya son típicos del personaje como los colmillos retractables.

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Las innecesarias versiones actualizadas

Todo personaje clásico ha pasado por alguna actualización es su historia, personalidad o físico. Y tristemente, a Drácula le hicieron lo mismo con resultados que queremos olvidar.

Uno de esos ejemplos es Drácula 2000 en la que se establece el escenario de que el Conde (interpretado por Gerard Butler) resurge en la época moderna y no, ni si quiera en Transilvania, sino ¡en Nueva Orleans!

Esta versión busca vengarse de Van Helsing y por eso busca dañar a su descendiente, Mary. Pero lo peor de todo es que resulta que la identidad real de Drácula es el apóstol Judas Iscariote.

Lo segundo pero es que tuvo dos secuelas que salieron directo en DVD llamadas Ascension (2003) y Legacy (2005).

En 2014 se lanzó otra película que intentó darle una historia de origen a Drácula y resultó en algo catastrófico: Dracula Untold (Drácula: la historia jamás contada).

El protagónico lo realizó Luke Evans y prácticamente nos muestra la historia de Vlad Tepes (sí, Vlad el Empalador), príncipe de Valaquia y Transilvania.

Este hombre decide hacer un trato con un ser demoniaco que le “presta” sus grandes habilidades por tres días, pero si en ese tiempo prueba sangre humana, se transformará eternamente en este ente.

El Drácula animado

A pesar de que ya habíamos visto a Drácula en versión animada (con Micky Mouse, Scooby-Doo, Animaniacs o Los Simpsons) fue hasta 2012 donde lo vimos así en pantalla grande con una historia para toda la familia.

Hablamos de la versión que vemos en Hotel Transylvania, que fue tan exitosa que cuenta con cuatro películas.

En este caso, “Drac” es un preocpado padre de familia viudo que intenta velar por la seguridad de su hija Mavis, al mismo tiempo que dirige un hotel exclusivo para monstruos.

La verdad es que dentro de las versiones más modernas del personaje se agradeció tener esta versión cómica que hasta se burla de ciertos tropos clásicos del personaje como su acento, los ojos rojos, el uso de la capa, etc.

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Una combinación de lo clásico con lo moderno

En la última década se realizaron más versiones de Drácula en el cine, pero ninguna logró el éxito de ejemplos antes mencionados.

Sin embargo, hubo una mini serie de tres episodios que por un momento nos dio esperanza sobre el personaje. Aunque se aleja de la obra creada por Bram Stoker, la esencia del horror que genera este personaje se mantiene.

Se trata de una producción de la BBC y que pudimos ver en Netflix. La historia sigue a Drácula (interpretado por Claes Bang) desde su origen hasta las batallas que tiene con la descendencia de Van Helsing.

Entre la comedia y reinventar el mito

Tras más de 125 años de existir, el personaje de Drácula en el cine finalmente recibió un giro moderno gracias a la comedia de terror Renfield (2023), protagonizada por Nicholas Hoult y Nicolas Cage como el Conde.

Y es que aquí vemos cómo Renfield (ayudante clásico del vampiro), después de años trabajando con Drácula, decide acudir a un grupo de apoyo para personas con relaciones tóxicas para librarse de su jefe narcisista y al fin tener la vida que siempre soñó.

Aunque sí tenemos sangre, peleas y un Drácula que impone, también se ponen sobre la mesa temas como encontrar tu propia voz y ser tu propio héroe.

A pesar de esta versión más actual, próximamente veremos otra película que readaptará la novela de Bram Stoker en pantalla grande.

Se trata de Dracula – a Love Tale, dirigida por Luc Besson (El perfecto asesino, El quinto elemento) que ya empezó a rodar.

En la película veremos a Caleb Landry Jones (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, Dogman) como Drácula. También tendrá la actuación de Christoph Waltz, aparentemente como un sacerdote.

De acuerdo a Deadline, además de lo que vemos en la novela, la película explorará un poco más la relación entre el príncipe Vladimir y su esposa, cuya pérdida lo lleva a abandonar a Dios y convertirse en vampiro.

¿Cuál es tu adaptación favorita de Drácula en el cine?

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Imagen BBC
Expertos creen que la inteligencia artificial ya cobró conciencia, esta es la razón
12 minutos de lectura

Con un salto en la evolución de los grandes modelos lingüísticos, algunos pensadores destacados se preguntan si la IA podría volverse consciente.

27 de mayo, 2025
Por: BBC News Mundo
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Entro a la cabina con cierta inquietud. Estoy a punto de ser sometido a una iluminación estroboscópica mientras suena una música.

Es parte de un proyecto de investigación que intenta comprender qué nos hace verdaderamente humanos.

Es una experiencia que recuerda a la prueba de la película de ciencia ficción Blade Runner, la cual fue diseñada para distinguir a los humanos de los seres creados artificialmente que se hacen pasar por humanos.

¿Podría yo ser un robot del futuro y no saberlo? ¿Pasaría la prueba?

Los investigadores me aseguran que de eso no se trata realmente este experimento.

El dispositivo, que llaman la Dreamachine, está diseñado para estudiar cómo el cerebro humano genera nuestras experiencias conscientes del mundo.

Cuando comienza la luz estroboscópica, y aunque tengo los ojos cerrados, veo patrones geométricos bidimensionales arremolinados.

Es como saltar a un caleidoscopio, con triángulos, pentágonos y octágonos en constante cambio. Los colores son vivos, intensos y cambiantes: tonos rosas, magentas y turquesas, que brillan como luces de neón.

La Dreamachine saca a la superficie la actividad interna del cerebro con luces intermitentes, con el objetivo de explorar cómo funcionan nuestros procesos de pensamiento.

Pallab sentado dentro de una cabina con unos audífonos y al frente el foco de una luz
BBC
Pallab prueba la Dreamachine, que tiene como objetivo descubrir cómo creamos nuestras experiencias conscientes del mundo.

Según los investigadores, las imágenes que estoy viendo son únicas y corresponden a mi propio mundo interior. Creen que estos patrones pueden arrojar luz sobre la conciencia.

Me oyen susurrar: “Es precioso, absolutamente precioso. ¡Es como volar a través de mi propia mente!”

La Dreamachine, en el Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, es solo uno de los muchos nuevos proyectos de investigación en todo el mundo que investigan la conciencia humana: la parte de nuestras mentes que nos permite ser conscientes de nosotros mismos, pensar y sentir y tomar decisiones independientes sobre el mundo.

Al aprender la naturaleza de la conciencia, los investigadores esperan comprender mejor lo que está sucediendo dentro de los cerebros de silicio de la inteligencia artificial.

Algunos creen que los sistemas de IA pronto se volverán conscientes de forma independiente, si es que no lo han hecho ya.

Pero ¿qué es realmente la conciencia y qué tan cerca está la IA de obtenerla?

¿Y esa creencia de que la IA pueda llegar a ser consciente por sí misma podría cambiar fundamentalmente a los humanos en las próximas décadas?

De la ciencia ficción a la realidad

La idea de la posible existencia de máquinas que tengan sus propias mentes ha sido explorada durante mucho tiempo en la ciencia ficción.

Las preocupaciones sobre la IA se remontan casi 100 años atrás, a la película Metropolis, en la que un robot se hace pasar por una mujer real.

El miedo a que las máquinas se vuelvan conscientes y representen una amenaza para los humanos se explora en la película “2001: odisea del espacio” de 1968, en la que la computadora HAL 9000 ataca a los astronautas a bordo de su nave espacial.

Y en la más reciente película de la saga “Misión imposible”, que acaba de estrenarse, el mundo se ve amenazado por una poderosa IA deshonesta, descrita por un personaje como un “parásito digital consciente de sí mismo, autodidacta y devorador de la verdad”.

Cartel de la película
LMPC via Getty Images
Estrenada en 1927, Metropolis de Fritz Lang planteó la lucha entre los humanos y la tecnología.

Pero, recientemente, en el mundo real ha habido un rápido punto de inflexión en el pensamiento sobre la conciencia de las máquinas, y voces con credibilidad han expresado su preocupación de que esto ya no sea materia de ciencia ficción.

El cambio repentino ha sido impulsado por el éxito de los llamados grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés: large language models), a los que se puede acceder a través de aplicaciones en nuestros teléfonos como Gemini y Chat GPT.

La capacidad de la última generación de LLM para tener conversaciones plausibles y fluidas ha sorprendido incluso a sus diseñadores y a algunos de los principales expertos en ese campo.

Existe una opinión creciente entre algunos pensadores de que a medida que la IA se vuelva más inteligente, las luces se encenderán repentinamente dentro de las máquinas y se volverán conscientes.

Otros, como el profesor Anil Seth, que dirige el equipo de la Universidad de Sussex, no están de acuerdo y describen la visión como “ciegamente optimista e impulsada por el excepcionalismo humano”.

“Asociamos la conciencia con la inteligencia y el lenguaje porque van de la mano en los humanos. Pero el hecho de que vayan juntos en nosotros, no significa que vayan juntos en general, por ejemplo en los animales”.

Entonces, ¿qué es realmente la conciencia?

La respuesta corta es que nadie lo sabe.

Eso queda claro en los argumentos bondadosos, pero sólidos, del propio equipo de jóvenes especialistas en IA del profesor Seth, expertos en computación, neurocientíficos y filósofos, que están tratando de responder a una de las preguntas más importantes de la ciencia y la filosofía.

Si bien hay muchos puntos de vista diferentes en este centro de investigación de la conciencia, los científicos están unificados en su método: dividir este gran problema en muchos otros más pequeños a través de una serie de proyectos de investigación, que incluye la máquina Dreamachine.

Al igual que la búsqueda de la “chispa de vida” que hacía que los objetos inanimados cobraran vida se abandonó en el siglo XIX en favor de la identificación de cómo funcionan las partes individuales de los sistemas vivos, el equipo de Sussex ahora está adoptando el mismo enfoque para estudiar la conciencia.

cerebro
BBC
Los investigadores están estudiando el cerebro en un intento por comprender mejor la conciencia.

Esperan identificar patrones de actividad cerebral que expliquen varias propiedades de las experiencias conscientes, como los cambios en las señales eléctricas o el flujo sanguíneo a diferentes regiones.

El objetivo es ir más allá de la búsqueda de meras correlaciones entre la actividad cerebral y la conciencia, y tratar de encontrar explicaciones para sus componentes individuales.

Al profesor Seth, autor de un libro sobre la conciencia, Being You, le preocupa que podamos estar precipitándonos de cabeza en una sociedad que está siendo rápidamente remodelada por el gran ritmo del cambio tecnológico sin suficiente conocimiento sobre la ciencia, o sin pensar en las consecuencias.

“Lo tomamos como si el futuro ya estuviera escrito; que hay una marcha inevitable hacia un reemplazo sobrehumano”, dice.

“No tuvimos estas conversaciones lo suficiente con el auge de las redes sociales, en detrimento nuestro. Pero con la IA, no es demasiado tarde. Podemos decidir lo que queramos”.

¿La conciencia de la IA ya está aquí?

Hay quienes en el sector tecnológico creen que la IA de nuestras computadoras y teléfonos puede que ya sea consciente, y que deberíamos tratarla como tal.

Google suspendió al ingeniero de software Blake Lemoine en 2022, después de que argumentara que los chatbots de IA podían sentir cosas y potencialmente sufrir.

En noviembre de 2024, un director de bienestar de la IA de la compañía Anthropic, Kyle Fish, fue coautor de un informe que sugería que la conciencia de la IA es una posibilidad realista en un futuro próximo.

Recientemente le dijo a The New York Times que también cree que hay una pequeña posibilidad (15%) de que los chatbots ya sean conscientes.

Una de las razones por las que cree que esto es posible es que nadie, ni siquiera las personas que desarrollaron estos sistemas, saben exactamente cómo funcionan.

Eso es preocupante, dice el profesor Murray Shanahan, científico principal de Google DeepMind y profesor emérito de IA en el Imperial College de Londres.

“En realidad, no entendemos muy bien la forma en que los LLM funcionan internamente, y eso es motivo de preocupación”, le dice a la BBC.

Según el profesor Shanahan, es importante que las empresas de tecnología consigan una comprensión adecuada de los sistemas que están construyendo, y los investigadores están analizando eso con urgencia.

“Estamos en una posición extraña de estar construyendo estas cosas extremadamente complejas, una posición en la que no tenemos una buena teoría de exactamente cómo logran las cosas notables que están consiguiendo”, señala.

“Por lo tanto, tener una mejor comprensión de cómo funcionan nos permitirá dirigirlos en la dirección que queremos y garantizar que estén seguros”.

“La siguiente etapa en la evolución de la humanidad”

La opinión predominante en el sector tecnológico es que los LLM no son actualmente conscientes en la forma en que nosotros experimentamos el mundo, y probablemente no lo sean de ninguna manera.

Pero eso es algo que el matrimonio formado por Lenore y Manuel Blum, ambos profesores eméritos de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Pensilvania, cree que cambiará, posiblemente muy pronto.

Según los Blum, eso podría suceder ya que la IA y los LLM tienen más entradas sensoriales en vivo del mundo real, como la visión y el tacto, conectando cámaras y sensores hápticos (relacionados con el tacto) a los sistemas de IA.

Están desarrollando un modelo informático que construye su propio lenguaje interno llamado Brainish para permitir que estos datos sensoriales adicionales sean procesados, intentando replicar los procesos que ocurren en el cerebro.

Un astronauta caminando por una nave espacial
Movie Poster Image Art/Getty Images
Películas como “2001: odisea del espacio” han advertido sobre los peligros de las computadoras inteligentes.

“Creemos que Brainish puede resolver el problema de la conciencia tal como la conocemos”, le dice Lenore a la BBC. “La conciencia de la IA es inevitable”.

Manuel interviene con entusiasmo para decir que los nuevos sistemas que él cree firmemente que surgirán, serán “la próxima etapa en la evolución de la humanidad”.

Los robots conscientes, considera, “son nuestra progenie. Más adelante, máquinas como estas serán entidades que estarán en la Tierra y tal vez en otros planetas cuando ya no estemos”.

David Chalmers, profesor de Filosofía y Ciencia Neural en la Universidad de Nueva York, definió la distinción entre la conciencia real y la aparente en una conferencia en Tucson, Arizona, en 1994.

Expuso el “problema difícil” de averiguar cómo y por qué cualquiera de las complejas operaciones del cerebro da lugar a la experiencia consciente, como nuestra respuesta emocional cuando oímos cantar a un ruiseñor.

El profesor Chalmers dice que está abierto a la posibilidad de que se resuelva el difícil problema.

“El resultado ideal sería uno en el que la humanidad compartiera esta nueva bonanza de inteligencia”, le indica a la BBC. “Tal vez nuestros cerebros estén aumentados por sistemas de inteligencia artificial”.

Sobre las implicaciones de ciencia ficción de eso, observa irónicamente: “En mi profesión, hay una delgada línea entre la ciencia ficción y la filosofía”.

“Computadoras a base de carne”

El profesor Seth, sin embargo, está explorando la idea de que la verdadera conciencia sólo puede ser alcanzada por sistemas vivos.

“Un argumento sólido puede ser que no es la computación lo que es suficiente para la conciencia, sino estar vivo”, plantea.

“En los cerebros, a diferencia de las computadoras, es difícil separar lo que hacen de lo que son”.

Sin esta separación, argumenta, es difícil creer que los cerebros “son simplemente computadoras a base de carne”.

Células nerviosas
BBC
Empresas como Cortical Systems trabajan con “organoides” compuestos por células nerviosas.

Y, si la intuición del profesor Seth sobre la importancia de la vida va por el camino correcto, la tecnología más probable no será hecha de silicio con un código de computación para su funcionamiento, sino más bien consistirá en pequeñas colecciones de células nerviosas del tamaño de granos de lentejas, como las que están actualmente siendo cultivadas en laboratorios.

Llamados “minicerebros” en los reportes de los medios de comunicación, la comunidad científica los denomina “organoides cerebrales” y son utilizados para investigar cómo funciona el cerebro y para las pruebas de drogas.

Una empresa australiana, Cortical Labs, en Melbourne, incluso ha desarrollado un sistema de células nerviosas en una placa que puede jugar al videojuego deportivo Pong de 1972.

Aunque está muy lejos de ser un sistema consciente, el llamado “cerebro en un plato” es espeluznante, ya que mueve una pala hacia arriba y hacia abajo de una pantalla para golpear una pelota pixelada.

Algunos expertos creen que si la conciencia va a surgir, lo más probable es que sea de versiones más grandes y avanzadas de estos sistemas de tejidos vivos.

Cortical Labs monitorea su actividad eléctrica en busca de cualquier señal que pudiese ser algo posiblemente parecido a la aparición de la conciencia.

El director científico y de operaciones de la empresa, el doctor Brett Kagan, sabe que cualquier inteligencia incontrolable emergente podría tener prioridades que “no están alineadas con las nuestras”.

En cuyo caso, dice medio en broma, que los posibles jefes de los organoides serían más fáciles de derrotar porque “siempre hay lejía” para verter sobre las frágiles neuronas.

Volviendo a un tono más solemne, Kagan explica que la pequeña, pero significativa amenaza de la conciencia artificial es algo en lo que le gustaría que los grandes actores en ese campo se centraran más como parte de los intentos serios de avanzar en nuestra comprensión científica, pero -asegura- que “desafortunadamente, no vemos ningún esfuerzo serio en este espacio”.

La ilusión de la conciencia

El problema más inmediato, sin embargo, podría ser cómo nos afecta la ilusión de que las máquinas son conscientes.

En solo unos años, es posible que vivamos en un mundo poblado por robots humanoides y deepfakes que podrían parecer conscientes, según el profesor Seth.

Le preocupa que no podamos resistirnos a creer que la IA tiene sentimientos y empatía, lo que podría conducir a nuevos peligros.

“Significará que confiemos más en estas cosas, que compartamos más información con ellas y estemos más abiertos a la persuasión”.

Pero el mayor riesgo de la ilusión de la conciencia es una “corrosión moral”, señala.

“Distorsionará nuestras prioridades morales al hacer que dediquemos más de nuestros recursos al cuidado de estos sistemas a expensas de las cosas reales en nuestras vidas”, lo que significa que podríamos tener compasión por los robots, pero que nos preocupemos menos por otros humanos.

Y eso podría alterarnos fundamentalmente, según el profesor Shanahan.

“Cada vez más, las relaciones humanas se van a replicar en las relaciones de IA, se utilizarán como maestros, amigos, adversarios en los juegos de computadora e incluso parejas románticas. Si eso es bueno o malo, no lo sé, pero va a suceder y no vamos a poder evitarlo”.

Raya gris
BBC

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