
Si eres una kpoper nueva o simplemente quieres entenderle más a este mundo, llegaste al lugar indicado.
Nos armamos una pequeña guía, glosario o diccionario de kpop (como quieras llamarle) respondiendo a las preguntas más buscadas sobre este género en el último año en Google México.
Así que ya no sufras, aquí encontrarás las respuestas a algunas de las consultas más comunes del buscador que te meterán de lleno al mundo de las y los idols coreanos.
Como dato curioso: De acuerdo a Google, México es el cuarto país hispanohablante con el mayor interés de búsqueda sobre K-Pop durante el último año (enero 2022 a enero 2023).
Ni de nicho, ni moda pasajera: México en el top de países fans del K-pop
Empecemos por lo primero: se trata de una contracción para Korean pop o pop coreano.
Su inicio se marca desde la década de los 90 en Corea del Sur y desde entonces se ha transformado en un fenómeno internacional que ha logrado conquistarnos.
Dentro del diccionario de kpop esta es una de las palabras más importantes, pues a cada rato la escucharas entre fans.
Bias se usa para decir quién el integrante de un grupo que es tu crush, tu favorito, el que más te gusta y no cambias por nada.
En el amor hay varias categorías y el bias wrecker se refiere a aquél o aquella integrante que te hace dudar de tu crush. Esa que también te acelera el corazón y que admiras casi lo mismo que tu principal.
Otra categoría de bias es el bias ultimate, que se usa para referirnos a aquél idol que es tu máximo, que lo prefieres por sobre todos los demás y que sería casi imposible que lo cambies.
GG son las siglas de Girl Group o grupo de chicas. Como sabes, en el Kpop lo que más abundan son las agrupaciones o 100% formadas por hombres o 100% formadas por mujeres.
Es común que puedas ver listados de fans discutiendo quién es la mejor GG del Kpop o la más popular, famosa, etc.
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No hay un top definitivo para decir quiénes son las mejores Girl Group. Muchos conteos se basan en popularidad, reproducciones, votaciones, etc.
Por ejemplo, si tomamos en cuenta los datos de búsqueda de Google México, las GG de Kpop más populares en México son BLACKPINK, TWICE e ITZY.
Grupos de K-Pop más buscados durante el último año en Google México:
Es de las bandas de Kpop más populares del planeta y si no eres ARMY, no te culpamos si no conoces qué significa su nombre.
En un inicio, BTS nació como la abreviatura de Bangtan Sonyeondan que se traduce como “chicos a pruebas de balas”.
Según J-hope, en una entrevista con Affinity, con este nombre se hacía referencia a “ser capaz de bloquear los estereotipos, las críticas y las expectativas que apuntan a los adolescentes como si fueran balas, para así poder preservar los valores e ideales de los jóvenes de hoy”.
Sin embargo, en 2017 se cambió el significado y BTS es por Beyond the Scene (Más allá de la escena). Esto sucedió cuando se cambió su nueva identidad de marca con la que promueven el amor propio y la libertad.
Por ooootro lado, en el mundo del K-pop también se usa BTS como siglas de Behind the Scene o detrás de escena. Luego las agencias suben detrás de cámaras de videos, reality shows o programas de los idols.
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Este término no es exclusivo de un diccionario de kpop, pues es bastante común en todo lo relacionado al mundo de la cultura pop.
Tal cual es ser fan intensamente de un personaje, banda, idol, celebridad, etc. Y decimos “intenso” porque no solo se trata de saber el nombre real de un idol, sino de verdad seguir cada nuevo detalle y noticia relacionada.
No importa el número de integrantes, cada una de las y los idols que conforman una banda de Kpop tienen un rol definido.
Quienes son denominadas como visual es porque son la cara del grupo. Sí, es un título medio superficial porque se le da al integrante que cumple con los estándares de belleza coreanos y por esta razón generalmente son el centro de las fotos en grupo.
Esta palabra hace referencia a uno de los momentos más felices para las Kpopers, pues se refiere al regreso de un grupo/idol a la música.
Por ejemplo, uno de los comeback en Kpop más populares durante 2022 fue el de BLACKPINK con el álbum Born Pink.
Mutis es como el nombre cariñoso para referirte a una mutual. Y ¿khá es eso? Pues mutual es el nombre que se la a otras personas con las que compartes gustos como fandom, el mismo bias, entre otras cosas.
Se nota el poder del ARMY en estas búsquedas de Google, pues “tannies” es una forma cariñosa en que las fans de BTS se refieren a todos los integrantes de la banda.
Si te vueleves kpoper y deseas comprar cosas originales de tus artistas favoritos, este término del diccionario de kpop te servirá un montón.
En varias páginas internacionales para comprar discos y mercancía oficial aparecerá Precios y aparte el EMS (Express Mail Service), que un servicio de correo internacional.
Y sí, el EMS es un costo adicional al precio de la mercancía y muchas veces el envío doméstico también es aparte.
Esta pregunta se desató luego de que BTS anunció que entraría en hiatus. Para algunas personas esta palabra es temida, pero no es taaaaan negativa como parece.
Cuando una banda entra en hiatus se refiere a que entran en una pausa musical muchas veces indefinida.
Esto quiere decir que la banda en hiatus puede quedarse inactiva durante meses o años. PERO usualmente los integrantes del grupo aprovechan este tiempo para seguir sus carreras como solistas o enfocarse en otros proyectos.
De manera general, Ace hace referencia a un/una idol que sobresale muchísimo de todos los demás. Ya sea porque tiene grandes habilidades para bailar, cantar, rapear, etc., o habilidades que nada tienen que ver con su carrera como pintar, algún deporte, y más.
Aaaauuuunque quienes hacen esta pregunta en Google México también podrían preguntarse por el nombre de la banda A.C.E.
En ese caso, estas siglas corresponden a Adventure Calling Emotions (Aventura que Llama a Emociones).
Este es de los términos negativos que encontrarás en este diccionario de kpop.
Es una abreviación para Sasaeng y se refiere a fans que están sumamente obsesionados con un grupo o integrante.
Estas personas incluso las siguen a todas partes y hasta llegan a molestar su privacidad. Por fa, nunca seas un ss.
¿Y tú qué otras dudas tienes sobre el kpop?

BBC Mundo viajó a Guatemala para visitar la escuela que transforma el futuro de cientos de niñas de pueblos mayas en situación de pobreza con una educación de alto rendimiento, liderazgo y acompañamiento familiar.
Cincuenta niñas de pueblos mayas ingresan cada año a una escuela que cambia no solo su futuro, sino también el de sus familias y el de una de las comunidades más desfavorecidas de Guatemala.
Para conocer su historia. BBC Mundo viajó a Sololá, un departamento bañado por el lago Atitlán con vistas privilegiadas al imponente volcán San Pedro.
Pese al frecuente flujo de visitantes en uno de los principales enclaves turísticos del país, la pobreza predomina en la provincia, donde el 96% de la población pertenece a comunidades mayas y el 75% vive con menos de US$2 al día.
En una de las carreteras que suben hacia las montañas desde el municipio cabecera de Sololá llegamos al Colegio Impacto MAIA, un oasis educativo en este entorno rural marcado por la falta de desarrollo y oportunidades.
En sus instalaciones, que incluyen un edificio de tres plantas con aulas, comedor, biblioteca y espacios deportivos, más de 300 alumnas de 40 comunidades indígenas reciben una educación de alto rendimiento que combina el currículo oficial con programas de liderazgo, acompañamiento familiar y formación socioemocional.
Cada estudiante permanece siete años en MAIA con la meta de alcanzar al menos 15 años de escolaridad y acceder a la universidad o a un empleo formal.
Los resultados son contundentes: en las pruebas nacionales de matemáticas, las alumnas alcanzan un 86% frente al 13% del promedio nacional, y el 60% ya estudia en la universidad.
Todo ello en el país con los peores datos educativos de América Latina: Guatemala invierte US$841 por estudiante cada año, la cifra más baja entre 56 naciones analizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Solo un 35% de los jóvenes guatemaltecos finaliza secundaria y el ratio baja al 14,7% en el caso de las mujeres indígenas, de las que solo un 1,5% logra completar estudios universitarios.
Más de la mitad de niñas indígenas guatemaltecas son madres antes de los 20 años, según datos de Unicef, y en áreas rurales como Sololá es frecuente que se casen y queden embarazadas a los 15 o 16.
MAIA trata de brindar un espacio para cambiar estas estadísticas y que las jóvenes no dejen los estudios a edades tempranas.
Es el caso de Yazmín, de 14 años, que cursa segundo grado en MAIA, donde llegó procedente de la escuela pública de su comunidad en Sololá donde “lo que enseñaban no era mucho”, y además “había estudiantes preferidos, que eran varones”.
“Ya tienes 15, estás lista para casarte” es un consejo habitual que los adultos transmiten a las jóvenes en su comunidad, afirma Yazmín.
Cuando la joven ingresó en MAIA un curso atrás estaba muy rezagada, con bajos niveles en comprensión lectora y ciencias, pero asegura haber avanzado mucho desde entonces.
No es un caso aislado: según explican las educadoras del colegio, la mayoría de alumnas ingresa a los 11, 12 o 13 años con un nivel equivalente al de tercero o cuarto de primaria, pese a que ya deberían estar en secundaria.
Para cerrar esa brecha, MAIA aplica un programa intensivo de nivelación y acompañamiento que, en cuestión de meses, permite a las jóvenes recuperar el terreno perdido y adaptarse a un estándar académico más alto.
La escuela también aplica dinámicas grupales y juegos didácticos para potenciar las habilidades sociales de las alumnas.
“Antes era una chica muy apagada, sin relacionarme con los demás. Ahora soy muy sociable, tanto con mis compañeras como con los profesores”, nos explica Yazmín.
Esa misma tarde acudimos con ella a una actividad extraescolar un tanto peculiar: Ana Yaxón, mentora de MAIA, visita su domicilio para una sesión de acompañamiento.
Para llegar hasta donde vive la joven con sus padres y sus dos hermanos caminamos ladera arriba durante 10 minutos por estrechas e intrincadas veredas de tierra entre plantaciones de maíz.
En su casa nos reciben Carlos, ayudante de albañil, y María, ama de casa, a quienes acompañamos en la sesión con su hija Yazmín y la mentora, Ana.
En una mezcla de español con su idioma ancestral, el kaqchikel, los cuatro participan en un juego de mesa que representa la vida de una joven guatemalteca: la casilla de completar estudios de secundaria permite lanzar de nuevo el dado; la de quedarse embarazada a los 15 devuelve la ficha casi al inicio.
Al finalizar, reflexionan sobre el resultado y debaten las enseñanzas que les ha brindado el tablero.
Los padres de Yazmín se casaron jóvenes -“yo estaba por cumplir 16”, dice María; “yo tenía 18”, añade Carlos- pero, a diferencia de otros vecinos en la comunidad, ellos visualizan un destino diferente para su hija.
“Queremos que nuestra hija se gradúe y que sea una profesional, que ella construya su propio futuro, que cumpla lo que yo no cumplí. No le voy a decir ‘no te cases’, pero lo primero es el estudio”, nos comenta su madre.
La familia reconoce que la economía siempre ha sido un obstáculo a la hora de recibir educación, e incluso a veces les ha faltado comida o dinero para el autobús que cada mañana lleva a Yazmín a la escuela.
Por eso, con el asesoramiento de MAIA, instalaron pequeños hábitos financieros: “Tenemos alcancías en la casa para guardar cada quetzal que nos sobra, y mi mamá abrió una cuenta para un ahorro familiar”.
Yazmín tiene claros sus dos objetivos: a medio plazo quiere ganar una beca para estudiar en el extranjero -aún no ha decidido qué carrera- y, como meta final, anhela “construir una nueva casa para que estemos cómodos y bien protegidos”.
Le preguntamos si ve posible prosperar sin salir de Guatemala.
“Es casi imposible, porque aquí hay pocas oportunidades y mucha corrupción”, responde.
Guatemala padece elevados niveles de corrupción -ocupa el puesto 146 de 180 países en el ranking de Transparencia Internacional-, un problema que según expertos distorsiona no solo la economía del país, sino también sus perspectivas de desarrollo y justicia social.
MAIA nació en 2017 como el primer colegio en Centroamérica dedicado a ofrecer una educación de élite a jóvenes mujeres indígenas de áreas rurales deprimidas.
La organización, sin embargo, comenzó a gestarse mucho antes, tras la experiencia de un programa de microcréditos para mujeres.
“Las mujeres, cuando tenían acceso a microcrédito, invertían sus ganancias en la familia, en la educación de los niños, en la vivienda, en la salud… Y se preguntaron: ¿hasta dónde llegaría una mujer indígena con este talento si hubiera ido a la escuela? Entonces, nace MAIA”, resume Andrea Coché, su directora ejecutiva.
El Colegio Impacto MAIA abrió sus puertas en 2017 y este año superó las 400 alumnas procedentes de 40 comunidades indígenas.
Cada año ingresan unas 50 nuevas estudiantes, que permanecen siete años para alcanzar al menos 15 de escolarización.
El colegio selecciona cada año a niñas indígenas de entre 11 y 13 años que vivan cerca de Sololá, con buen rendimiento escolar, motivación personal y apoyo familiar.
Tras un proceso de casi un año que incluye solicitudes, evaluaciones académicas, entrevistas y estudios socioeconómicos, las admitidas reciben una beca completa y sus familias se comprometen a participar activamente en sesiones y asumir parte de los costos de transporte.
Sostener este modelo tiene un costo elevado: “en cada niña invertimos US$4.000 anuales. Incluye todo: el programa académico, el acompañamiento familiar, el programa de liderazgo, más la nutrición y la salud preventiva”, detalla Coché.
Esta cantidad, que contrasta con el dato ya mencionado de US$841 anuales que el Estado guatemalteco invierte por alumno, no incorpora fondos públicos.
“Vivimos de donaciones individuales y de grandes fundaciones cuando salen proyectos. Siempre estamos en búsqueda constante de recursos”, afirma la directora.
En su breve historia, MAIA ha ganado prestigio internacional: en 2023 fue incluido en el Top 10 de los mejores colegios del mundo (World’s Best School Prizes) y ha recibido otros reconocimientos, como el premio Zayed de Sostenibilidad de Emiratos Árabes.
Sus estudiantes han representado a Guatemala en foros internacionales, desde Japón hasta Nueva York, y el propio Ministerio de Educación ha comenzado a interesarse en replicar algunas de sus estrategias.
“De hecho, este año estamos en un programa donde compartimos con ellos las mejores prácticas que son viables en un sistema público”, añade Coché.
Unas 150 alumnas ya se han graduado del colegio, mientras el equipo de la organización -formado en su mayoría por mujeres de pueblos indígenas- ha crecido y se ha profesionalizado hasta contar con 15 mentoras y un cuerpo docente local que recibe más de 50 horas de capacitación profesional cada año.
“Empoderamos a mujeres jóvenes indígenas a través de la educación para transformar su historia, su comunidad y su país. De ahí nuestro lema: ‘Una mujer empoderada es un impacto infinito'”, sentencia la directora.
A diferencia de Yazmín, que lleva menos de dos años en MAIA, Dulce es toda una veterana a punto de completar su sexto curso en la institución.
Conversamos con esta joven de 17 años, cuya elocuencia denota un alto nivel de preparación académica.
Explica con nostalgia que en unos meses se graduará y dejará atrás MAIA: “Ha sido más que un colegio. Es más como mi segunda casa. Por mí, me quedaría a vivir aquí”, afirma.
Siendo la hija mayor de tres hermanos, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre -que se fue a Ciudad de Guatemala- y los precarios trabajos de su madre en casas ajenas.
“Fue un poco duro, porque mi mamá tenía que trabajar de casa en casa y a mí me tocaba también. Cuando ingresé a la escuela lo consideré mi salvación, porque no me gusta trabajar fuera”, recuerda.
A Dulce siempre le apasionó estudiar: en primaria fue abanderada, distinción otorgada a los mejores promedios académicos, y princesa maya, un reconocimiento escolar ligado a la representación cultural de su comunidad, además de figurar en el cuadro de honor de su escuela pública.
Sin embargo, sus recuerdos de aquella etapa están marcados por una enseñanza casi robótica: “Siempre era como un ‘copia y pega’, copia lo que tú tienes en el libro, te dictamos lo que tú tienes en el libro y pega, y frustraba un poco”.
La diferencia con lo que encontró al ingresar en MAIA fue abismal.
“Creo que se expandió mi cerebro. Mi forma de pensar se volvió mucho más crítica. Antes no era así; sinceramente, no me importaba mucho. Ahora pienso más, analizo mejor”, resume.
Para Sofía Cuc, educadora del área numérica del colegio, esa evolución responde a una metodología distinta.
“Aquí no decimos ‘Vamos a ver esto, háganlo’. Usamos la exploración, juegos, experimentos, problemas… Las jóvenes van descubriendo el nuevo conocimiento, van asentando todos los procesos y al final les confirmamos: ‘Sí, se hace de esta manera'”, nos explica.
El nivel académico con el que llegan muchas estudiantes es bajo: “muchas ingresan sin poder sumar, dividir o restar. Nosotros esperamos que lleguen a dominar trigonometría y combinatoria, y puedan aplicar todo ese aprendizaje en su vida cotidiana, en la toma de decisiones”, señala.
Dulce confirma que la exigencia en MAIA va más allá de repetir lo escrito en un libro: “Cuando me enfrento a un examen aquí es totalmente diferente que en mi escuela anterior. Es más de análisis. En matemáticas no es solo practicar, es pensar”, relata.
Experimentó el mismo contraste en la sexualidad, un gran tabú en Guatemala, donde predominan las doctrinas conservadoras de las iglesias evangélicas, implantadas con especial fuerza en las zonas rurales e indígenas con bajo nivel educativo y socioeconómico.
“En mi escuela de primaria sacaban de la clase a los niños para enseñar el aparato reproductor femenino y viceversa. Aquí nos enseñan todo sin tabús y nos dicen que vayamos a nuestras casas, a nuestras comunidades, y les mostremos que todos tenemos los mismos derechos”, indica.
Tras graduarse, su propósito es comenzar la carrera de contabilidad “para ser auditora y hacer todo justo y legal, ya que no me gusta la corrupción ni la idea de que el dinero puede comprar todo”, afirma.
Al igual que Yazmín, Dulce quiere expandir sus horizontes fuera de Guatemala.
“Escuché hace un año de la beca She Can (un programa para mujeres guatemaltecas que desean cursar estudios de licenciatura en una universidad de Estados Unidos) y me enamoré”, expresa.
“Dan una oportunidad a las mujeres indígenas como yo. Tengo un potencial y necesito expandirlo; no lo voy a dejar aquí”, concluye.
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