Los Beatles, que vuelven 53 años después de su separación con una “última canción” inédita, revolucionaron en pocos años el rock mundial.
Alrededor de su fama proliferaron anécdotas pero también numerosas leyendas urbanas. Repasamos algunos datos de los Beatles.
Los Fab Four, como se les llamaba a menudo, se les suele enumerar de la siguiente manera: John (Lennon), Paul (McCartney), George (Harrison) y Ringo (Starr), en orden con el que se incorporaron a la banda.
Pero antes de la llegada de Ringo, hubo otro batería, Pete Best, y también el bajista Stuart Sutcliffe.
“The Beatles” tampoco fue el primer nombre. En 1956 se empezaron llamando los “Black Jacks”, para cambiar poco después a “Quarrymen”.
En el escenario también se presentaron como “Johnny and the Moondogs” y “The Silver Beetles” antes de adoptar definitivamente el nombre convertido en leyenda, un juego de palabras entre “beetles” (escarabajos en inglés) y “the beat” (el ritmo).
La referencia al insecto es también, al parecer, un homenaje a Buddy Holly, ídolo de Lennon y McCartney, cuyo grupo se llamaba “The Crickets” (los grillos).
En un hito poco habitual, cada uno de los músicos dispone de dos estrellas en el Paseo de la Fama de Los Ángeles: una como Beatle y la otra por su carrera en solitario posterior.
Se habla a menudo de la rivalidad Beatles-Rolling Stones. Pero su verdadera competencia eran los Beach Boys.
Cuando el cuarteto de Liverpool partió a la conquista de Estados Unidos, América estaba en plena Beach Boys manía con el célebre álbum Surfin’ USA.
Aparecieron los Beatles y su álbum I want to hold your hand y Brian Wilson, el alma de los Beach Boys, se empezó a preocupar: “Inmediatamente sentí que todo había cambiado y que, para garantizar nuestra supervivencia, teníamos que estar en alerta”.
Aunque se admiran mutuamente, ambos grupos iniciaron una batalla durante varios años con álbumes interpuestos.
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Los Beatles innovaron en muchos aspectos, no solo musicales. Fueron los primeros en incluir las letras de sus canciones en un librillo en el interior de cada álbum.
También hicieron popular el “signo de los cuernos”, convertido en el símbolo por excelencia del rock. Antes asociado al diablo, el gesto, que consiste en apretar el puño y estirar los dedos índice y meñique, significa que uno está contento.
El primer artista conocido en realizarlo fue John Lennon. El gesto quedó inmortalizado en la portada del sencillo “Yellow submarine”.
“Somos más populares que Jesús”. La frase, pronunciada por Lennon en una entrevista de 1966, pasó casi desapercibida al principio. Pero luego provocó una fuerte controversia, en la que a veces se tergiversaron las palabras del cantante para convertirlas en “más grandes que Jesús”.
El escándalo fue enorme. En Estados Unidos, antiguos seguidores quemaron en público vínilos del grupo. Las canciones fueron prohibidas durante un tiempo en México y Sudáfrica. Los artistas, aunque rectificaron, recibieron amenazas de muerte.
Para Lennon, “el asunto Jesús” terminó desembocando en el fin de la banda: “No quería hacer más giras, sobre todo después de haber sido acusado de crucificar a Jesús cuando no había hecho más que un comentario desenfadado”.
Cuarenta años más tarde, el Vaticano los absolvió y declaró en 2008 que no era más que “la fanfarronada de un joven inglés de clase obrera enfrentado a un éxito inesperado”.
La mujer “más vieja” del mundo (3,2 millones de años), la australopiteca Lucy, debe su nombre a la canción “Lucy in the sky with diamonds”.
Descubiertos en 1974 en Etiopía por el paleontólogo francés Yves Coppens y sus colegas, los restos fósiles revolucionaron la percepción del origen de la humanidad.
Durante la excavación, el equipo escuchaba en bucle el álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, en el que figuraba la popular canción. Cuando demostraron que los huesos pertenecían a una mujer, fue fácil dar con un nombre.
Los casos confirmados de sarampión en el país son casi tres veces superiores a los de su vecino del sur, Estados Unidos, a pesar de que su población es mucho menor.
Morgan Birch se quedó perpleja cuando Kimie, su hija de cuatro meses, enfermó repentinamente con fiebre y sarpullido.
Al principio, esta madre de Alberta, en Canadá, pensó que se trataba de un efecto secundario común de las vacunas o quizás de varicela.
Birch entonces consultó a su abuela de 78 años, quien reconoció la enfermedad de Kimie de inmediato.
“Es sarampión”, dijo su abuela.
Birch se quedó atónita, pues creía que la enfermedad había sido erradicada.
Una prueba de laboratorio confirmó posteriormente la hipótesis: su hija tenía sarampión, probablemente contraído tras una visita de rutina al hospital en la zona de Edmonton unas semanas antes.
Kimie es una de las más de 3.800 personas en Canadá que han contraído sarampión en 2025, la mayoría niños y bebés. Esa cifra es casi tres veces mayor que el número de casos confirmados en Estados Unidos, pese a que la población de Canadá es mucho menor.
Asimismo, Canadá es el único país occidental que figura entre los 10 con más casos de sarampión, según datos del Centro de Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), ocupando el octavo lugar.
Alberta, la provincia en el epicentro del brote actual, tiene la tasa de propagación de sarampión per cápita más alta de Norteamérica.
Los datos plantean interrogantes sobre por qué el virus se está propagando más rápidamente en Canadá que en EE.UU. y si las autoridades sanitarias canadienses están haciendo lo suficiente para contenerlo.
En EE.UU., el aumento del sarampión se ha relacionado con las dudas que provocan las declaraciones de figuras públicas críticas con las vacunas, como el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr.
Aunque en cuanto al sarampión, Kennedy Jr. ha respaldado la inmunización.
Pero Canadá no cuenta con una figura como Kennedy Jr. en materia de salud pública, señaló Maxwell Smith, investigador postdoctoral en salud pública de la Universidad Western, en el sur de Ontario.
“Creo que hay otros aspectos que deben analizarse. El contexto canadiense añade otra capa de complejidad a este asunto”, comenta Smith.
El sarampión en general está en aumento en Norteamérica, Europa y Reino Unido.
Los casos en EE.UU. alcanzaron este año su máximo en más de tres décadas, mientras que en Inglaterra se reportaron casi 3.000 infecciones en 2024, la cifra más alta desde 2012.
Los números de Canadá para 2025 han superado ambas. El país no había registrado tantos casos de sarampión desde que se declaró la enfermedad erradicada en 1998.
Antes de este año, el último pico se registró en 2011, cuando se reportaron alrededor de 750 casos.
La vacuna triple vírica (SPR) es la forma más eficaz de combatir el sarampión, un virus altamente contagioso y peligroso, que puede causar neumonía, inflamación cerebral y la muerte.
Las inmunizaciones tienen una efectividad del 97% y también protege contra las paperas y la rubéola.
Las provincias más afectadas han sido Ontario y Alberta, seguidas de Manitoba.
En Ontario, las autoridades sanitarias afirman que el brote comenzó a finales de 2024, cuando una persona contrajo sarampión en una gran reunión menonita en Nuevo Brunswick y luego regresó a casa.
Los menonitas son un grupo cristiano nacido en el siglo XVI en Alemania y los Países Bajos, que desde entonces se ha establecido en otras partes del mundo, como Canadá, México y EE.UU.
Algunos llevan estilos de vida modernos, mientras que los grupos más conservadores llevan vidas sencillas, limitando el uso de la tecnología y recurriendo a la medicina moderna solo cuando es necesario.
En Ontario, la enfermedad se propagó principalmente entre las comunidades menonitas de habla alemana en el suroeste de la provincia, donde las tasas de vacunación han sido históricamente más bajas debido a las creencias religiosas y culturales de algunos de sus miembros.
Según datos de la oficina de Salud Pública de Ontario, la mayoría de las personas que contrajeron la enfermedad no estaban inmunizados.
Catalina Friesen, trabajadora sanitaria de una clínica móvil que atiende a la población menonita cerca de la localidad de Aylmer, en Ontario, comentó que se enteró del brote en febrero, cuando una mujer y su hijo de cinco años acudieron con lo que parecía ser una infección de oído.
Posteriormente, resultó ser un síntoma de sarampión.
“Es la primera vez que veo sarampión en nuestra comunidad”, declaró Friesen a la BBC.
A partir de ese momento, los casos se propagaron rápidamente, alcanzando un pico de más de 200 por semana en la provincia a finales de abril.
Si bien los nuevos casos confirmados han disminuido drásticamente en Ontario desde entonces, Alberta se ha convertido en el siguiente foco.
Allí, la propagación fue tan rápida que las autoridades sanitarias no pudieron determinar con exactitud cómo ni dónde comenzó el brote, dijo la doctora Vivien Suttorp, médica responsable de la salud en el sur de Alberta, donde se registran la mayor cantidad de contagios.
La experta también afirmó que no había visto un brote tan grave en sus 18 años de experiencia en la sanidad pública.
Friesen señaló que Canadá tiene una mayor concentración de menonitas conservadores que EE.UU., lo que podría ser un factor que explique el mayor número de casos.
Pero los menonitas no son un grupo monolítico, afirmó, al tiempo que recordó que muchos han aceptado vacunarse.
Lo que ha cambiado es la propagación de desinformación antivacunas, tanto en su comunidad como fuera de ella, tras la pandemia de covid-19.
“Hay rumores de que las vacunas son malas o peligrosas”, dijo Friesen.
Esto se ve agravado por la desconfianza generalizada en el sistema de salud, que, según ella, históricamente ha marginado a los miembros de su comunidad.
“A veces se nos desprecia o menosprecia por nuestros antecedentes”, dijo, y añadió que ella misma ha sufrido discriminación en hospitales debido a suposiciones sobre sus creencias.
Los expertos afirman que es difícil determinar con precisión por qué el sarampión se ha propagado más en Canadá que en EE.UU., pero muchos coinciden en que es probable que los casos en ambos países estén subregistrados.
“Las cifras que tenemos en Alberta son solo la punta del iceberg”, afirmó Suttorp.
Pero hay una razón importante que impulsa el brote: las bajas tasas de vacunación, según Janna Shapiro, investigadora postdoctoral del Centro de Enfermedades Prevenibles por Vacunación de la Universidad de Toronto.
Shapiro explicó que existe un factor de azar, ya que un virus se introduce accidentalmente en una comunidad y se propaga entre quienes no están protegidos.
“Lo único que puede detener un brote es aumentar las tasas de vacunación”, afirmó.
“Si la población no está dispuesta a vacunarse, la situación continuará hasta que el virus ya no encuentre huéspedes receptivos”, alertó.
En general, los estudios muestran que la reticencia a vacunarse ha aumentado en Canadá desde la pandemia. En el sur de Alberta, por ejemplo, el número de vacunas triple víricas administradas se ha reducido casi a la mitad entre 2019 y 2024, según cifras provinciales.
Los órdenes de vacunación contra el covid-19 se enfrentaron a una férrea oposición por parte de algunos durante la pandemia, lo que provocó la llamada protesta del “Convoy de la Libertad” en Ottawa, donde los camioneros paralizaron la ciudad durante dos semanas en 2021.
Esa oposición se ha extendido desde entonces a otras vacunas, afirmó Shapiro.
Las interrupciones de los planes de vacunación provocadas por la pandemia también dejaron a algunos niños sin vacunar de forma rutinaria.
Dado que el sarampión se ha erradicado en gran medida, es probable que las familias no priorizaran la inmunización de sus hijos contra la enfermedad, explicó Shapiro.
Ese no es el caso de Birch, quien comenzó las vacunas de rutina para su bebé Kimie tan pronto como cumplió los requisitos. Pero era demasiado pequeña para la vacuna contra el sarampión, que en Alberta generalmente se administra a los 12 meses.
Suttorp afirmó que Alberta ha reducido el límite de edad en respuesta al reciente brote, y que ha habido un aumento en el número de personas que se vacunan.
Las unidades de salud de todo el país también han intentado animar a la gente a vacunarse mediante boletines públicos y anuncios de radio.
No obstante, la respuesta ha sido notablemente más discreta que durante la pandemia del covid-19, según las autoridades sanitarias.
Kimie se ha recuperado lentamente desde entonces, afirmó Birch, aunque continúa bajo vigilancia para detectar posibles efectos a largo plazo a consecuencia del virus.
La madre de la pequeña dijo que se sintió triste y horrorizada al enterarse de que su hija tenía sarampión, pero también “frustrada y molesta” por quienes deciden no vacunar a sus hijos.
Hizo un llamado a la gente para que sigan las directrices de salud pública y “protejan a quienes no pueden protegerse”.
“Mi bebé de cuatro meses no debería haber tenido sarampión en 2025”, señala Birch.
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