En México hablamos (y cantamos) de nuestro Divo de Juárez a la menor provocación. Hoy no fue la excepción: el presidente López Obrador puso la canción “Así fue” en la mañanera, una de las canciones más reconocidas de Juan Gabriel, misma que compuso para una de sus compañeras más queridas: Isabel Pantoja.
Por eso vamos a aprovechar para hablar de la historia de “Así fue”, escrita por Juan Gabriel, e interpretada por la cantante española.
Empecemos por el principio: Isabel Pantoja es una cantante y actriz de Sevilla, España, reconocida como una de las intérpretes más importantes de los 70, 80 y 90 de ese país.
A finales de los 70, Juan Gabriel e Isabel se conocieron y, desde ese momento, se hicieron grandes amigos, ¡inseparables! y justo esta amistad y cercanía se dio poco después de que Rocío Dúrcal y el Divo de Juárez se distanciaran.
Después de años de amistad, en 1988, Juanga le compuso un álbum completo a Isabel, el afamado Desde Andalucía que contiene varios éxitos (por ejemplo “Hazme tuya una vez más” y “Cuántos días más”), pero la rola que más destaca es, precisamente, “Así fue”.
Así es: Isabel Pantoja fue la primera intérprete de “Así fue” y fue íntima amiga de Juan Gabriel hasta el final de sus días.
Así como lo lees: a inicios de 1988, nuestro Divo le pidió a Pantoja que se casaran. Pero ella lo rechazó.
Resulta y resalta que en 1983, Pantoja se casó con el torero Francisco Rivera Pérez, conocido como Paquirri, con quien tuvo a su hijo Kiko Rivera.
Peeeeero al año siguiente, el torero murió corneado en una plaza de toros en Andalucía. La cosa fue tan impactante en esos tiempos (por la fama tanto de la cantante como del torero) que a Isabel Pantoja la apodaron La viuda de España.
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Fue al año siguiente que Pantoja volvió a cantar y salir en público.
Entoooonces, en ese contexto, en 1988 Juan Gabriel le pidió matrimonio, hecho que ella misma confirmó en 2019, en una entrevista para el canal español Telecinco.
“Cuando mi hijo tenía cuatro años, él (Juan Gabriel) quería que yo fuera su esposa y yo le dije: «no puede ser»”, confesó la cantante. “Y te lo confieso, Alberto, donde quiera que estés: muchas veces me he arrepentido de no haberlo hecho“.
Tanto el cantautor como la española se mantuvieron cercanas a lo largo de sus vidas, tanto así que en el concierto de Juan Gabriel en Bellas Artes en 2013, una de las invitadas de honor fue Isabel Pantoja quien interpretó la canción tan famosa.
Te recomendamos mucho ver el video, sobre todo la parte final, cuando se reúnen en el escenario y se abrazan con cariño:
Aunque estas palabras estén incluidas en el diccionario de la Real Academia Española, eso no significa que pertenezcan a la norma culta.
Si necesitas saber lo que es una azotehuela, parrillar, un pósnet, rapear, un sérum, tutti frutti o yuyu, desde diciembre pasado lo puedes consultar en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia y de la Asociación de Academias de Lengua Española.
Más sorprendente puede ser descubrir que también están en el diccionario palabras como “almóndiga”, “toballa” o “murciégalo”.
Desde que existe una versión electrónica del DLE (como se conoce el diccionario), cada año se publican nuevas incorporaciones. En 2024, se llegó a la actualización 23.8 o, lo que es lo mismo, la octava actualización de la vigésima tercera edición, publicada en 2014.
Estas actualizaciones afectan tanto a nuevas palabras, como a la incorporación o revisión de acepciones, etimologías… sin que haya un número exacto estipulado. En la última edición supuso más de cuatro mil novedades (entre incorporaciones, modificaciones y supresiones); el número de entradas en el diccionario asciende a 94 mil.
El Diccionario de la Lengua Española es un diccionario de uso: para determinar si un término está asentado y podría incorporarse, existen bancos de datos que proporcionan sus datos exactos, como es el caso del CORPES XXI. Esto permite hacerse una idea de si está extendido el término.
En ese caso, al comprobar que una voz está suficientemente implantada al aparecer en el corpus con un número significativo de casos, ya sea en una zona geográfica, o en un estilo concreto, se incluye en el diccionario. Pero no siempre lo más documentado es lo más culto.
La Real Academia justifica la inclusión de los términos con el siguiente criterio de uso:
“El diccionario es una herramienta para entender el significado de las palabras y expresiones que se emplean en textos actuales y antiguos de las numerosas áreas hispanohablantes y de los distintos registros”.
¿Por qué, entonces, pueden preguntarse los lectores, no se incluyen neologismos como “juernes” (voz coloquial usada en España procedente de un cruce entre jueves y viernes, en la que se aplica al día jueves la característica del viernes de ser víspera de festivo) o “brillibrilli” (objeto con un brillo especial)?
De nuevo, lo amplio de su uso es el criterio esgrimido por la Academia:
“Trata el diccionario de recoger exclusivamente las palabras y acepciones de nueva creación que se consideran extendidas y asentadas en el uso de los hablantes. De ahí que muchos neologismos de creación muy reciente no generalizados deban esperar para poder incorporarse al diccionario”.
Lo que más suele llamar la atención de las voces registradas en el diccionario son aquellas vulgares o coloquiales, entendiendo por estas los usos ajenos a la norma culta, porque puede parecer que no son adecuadas a este tipo de obras.
El hecho de ser un diccionario de uso hace que en él tengan cabida voces que son incorrectas o se consideran “vulgarismos”. Pero incluirse en el diccionario no significa que deje de ser vulgar: es importante distinguir entre “estar incluido en el diccionario” (cualquier voz que aparezca en él) y “pertenecer a la norma culta” (uso perteneciente a un estilo cuidado).
Abreviaturas, como vulg. (vulgar) o coloq. (coloquial) nos informan del estilo al que corresponde su uso.
Muchos de los vulgarismos incluidos se mantienen porque fueron incluidos en el pasado:
“En general, solo se pueden encontrar en el diccionario algunos de los vulgarismos que se incluyeron en siglos pasados y que hoy, como mucho, siguen usándose en niveles de lengua bajos. Así, almóndiga entró en la primera edición del diccionario (en 1726), donde ya se consideraba una variante corrupta y sin fundamento de albóndiga”.
Otros, en cambio, son más recientes, como la palabra “conchudo”, que se introdujo en 1992 con esta definición: “2. adj. coloq. Am. Sinvergüenza, caradura”.
Por esta razón, la entrada para almóndiga es la siguiente:
almóndiga 1. f. desus. albóndiga. U. c. vulg. .
Se marca que es femenino (f.), pero también vulgar (vulg.) y en desuso (desus.), es decir, no pertenece a la norma culta, la misma indicación hecha en el Diccionario panhispánico de dudas:
“No debe usarse la forma almóndiga, propia del habla popular de algunas zonas”.
Aun así, tanto ha corrido el rumor de que estaba “admitido”, que la RAE se pronunció al respecto para aclarar que ni se ha incluido en el diccionario en época reciente, ni pertenece al lenguaje culto.
Por su parte, la palabra “cocreta” nunca se ha integrado en los diccionarios académicos, salvo en el Diccionario panhispánico, aunque advirtiendo de que “Es errónea la forma cocreta, usada a veces en la lengua popular”.
Tampoco ha estado en los diccionarios académicos fragoneta, que no está documentada en el CORPES XXI.
Otro ejemplo interesante es murciégalo, forma que “entró ya en 1734 como variante válida e incluso preferida de murciélago (…) y fue solo en ediciones posteriores cuando adquirió la marca de vulgar y desusada, según fue cayendo en desuso en la lengua culta general”.
Algo similar ocurrió con asín, también vulgar, de la edición de 1770 o toballa, en desuso.
Almóndiga, murciégalo, toballa o asín están en el diccionario aunque no pertenecen a la norma culta. Tampoco lo están brillibrilli o juernes, por no hallarse todavía suficientemente documentados. Si algún día se incluyeran, probablemente lo harían como coloquialismos, por lo que no pertenecerían a la norma culta, es decir, no estarán aceptados, aunque estén registrados.
*Amalia Pedrero González es profesora titular de lengua española de la Universidad CEU San Pablo, España.
Este artículo fue publicado en The Converation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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