No, señor Trump, los videojuegos no son culpables de la violencia en Estados Unidos. No, amigos, los videojuegos no están volviendo tontas a las nuevas generaciones.
Hay muchos estigmas que pesan sobre los juegos de video. Durante años, algunos han insistido en verlos como los villanos de la vida real y los responsables de la descomposición social, pero la verdad es que están muy lejos de serlo.
Y para poner ejemplos hablaremos de cuatro videojuegos que nos dicen cosas hermosas sobre la salud mental con muchas metáforas: Gris, Celeste, Sea of Solitude y Hellblade Senua’s Sacrifice.
Contrario a lo que algunos piensan, los videojuegos pueden ser herramientas útiles en la rehabilitación de personas con algún problema de salud mental.
Y no solo eso, sino que sirven para que las personas que no tienen enfermedades mentales puedan experimentar un poco de lo que viven quienes sí tienen algún problema de salud mental.
Te puede interesar: Comediantes y depresión, ¿el humor como escape?
Actualmente se habla con más apertura sobre la salud mental. Esto ha llevado a que cada vez más productos culturales y de entretenimiento se acerquen a las enfermedades mentales sin prejuicios, con conocimiento y con el deseo de derribar estereotipos, como es el caso de Gris, Celeste, Sea of Solitude y Hellblade.
“Los avances tecnológicos han cambiado la manera de realizar múltiples actividades, entre ellas el abordaje de la salud mental.
“El uso de videojuegos ayuda a trabajar aspectos tanto de evaluación como rehabilitación de patologías mentales de manera mucho más dinámica y teniendo un aliado de por medio: la motivación.
“Asimismo, algunos videojuegos ayudan a que las herramientas que se utilicen durante estos procesos sean mucho más cercanas al contexto de la persona”, opinó la especialista en Neuropsicología María Paula Rojas, en entrevista con AnimalMX.
La Organización Mundial de la Salud define la depresión como un trastorno que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.
En Gris, un videojuego español desarrollado por Nomada Studio, la protagonista se queda sin voz y cae a un mundo donde no hay colores. La ausencia de colores y voz es una representación de la tristeza y la falta de autoestima.
Cuando los pensamientos de Gris, la protagonista, se vuelven demasiado negativos, la depresión toma forma de una parvada, que al final se transforma en una gran ave negra que será el villano a vencer.
Gris es un juego donde tendrás que pasar niveles para que la protagonista vaya recomponiendo su mundo interior. Cada que pasas un nivel aparecen colores y al final podrás reencontrar la voz de Gris y vencer al ave. Será difícil, como en la vida real, pero no imposible.
En Celeste, un juego desarrollado por Matt Makes Games, Madeleine, la protagonista, tiene que escalar una montaña, que representa su interior.
Es uno de los juegos más difíciles con los que te encontrarás porque caes todo el tiempo; al mínimo error, caes; si Madeleine no lucha con el corazón, cae; si no ocupa ayuda, cae.
Esto podría interpretarse como ese sentimiento que tienen algunas personas que padecen depresión de que nunca lo van a lograr, pero, ¿qué creen?, con la ayuda adecuada lo harán.
Te recomendamos: A 8 años de la muerte de Amy Winehouse, hablemos de depresión
En el camino, los personajes le preguntan a Madeleine por qué está tan obstinada en subir la montaña y ella no puede dar una respuesta en concreto, lo que simboliza la manera en que quienes sufren depresión tratan de explicar a quienes no la padecen lo difícil que es enfrentar (y explicar) la enfermedad.
Al escalar la montaña, Madeleine encuentra a un “villano” que le arroja obstáculos en su camino hacia la cima, una metáfora maravillosa porque este villano es, digamos, su “otro yo”, una versión de sí misma que le disgusta.
Durante el juego te darás cuenta que Madeleine tendrá que reconciliarse con esa parte de sí misma que no le gusta, es decir, deberá aliarse con su otro yo para poder llegar a la cima de la montaña.
Hellblade: Senua’s Sacrifice es uno de los mejores juegos que abordan la salud mental porque los desarrolladores –Ninja Theory– trabajaron de la mano con expertos, instituciones médicas y pacientes con esquizofrenia.
Es un juego totalmente inmersivo en el que se recomienda el uso de audífonos porque la protagonista tiene alucinaciones visuales y auditivas.
En Hellblade somos Senua, una guerrera celta que pertenece a una tribu escocesa del siglo VIII. La comunidad de Senua fue invadida por los vikingos, quienes mataron a la persona que Senua amaba.
Ahora, Senua se embarcará en un viaje hacia el infierno para salvar el alma de su amado, y para ello tendrá que enfrentar a la diosa Hel, pero este camino y esta batalla están solo en la mente de Senua.
“Hasta cierto punto, Senua siempre ha visto el mundo de manera diferente a los demás, pero la idea es que el profundo trauma que ha experimentado ha desencadenado estos síntomas. Debido a sus experiencias, Senua ha perdido contacto con la realidad de quienes la rodean.
“Esa es realmente la definición formal de psicosis. Todos somos más o menos propensos a la psicosis, dependiendo de cómo veamos y experimentemos el mundo, pero el trauma a menudo puede actuar como un desencadenante”, explicó en una entrevista Paul Fletcher, neurocientífico y experto en psicosis de la Universidad de Cambridge y quien participó en el diseño de Hellblade.
Este juego desarrollado por Jo-Mei Game habla de Kay, una chica que explora una ciudad abandonada habitada por monstruos. Estos monstruos son metáforas de experiencias o personas que la afectaron de alguna manera.
Hay un punto en el juego en el que la propia Kay se ve a sí misma como un monstruo; en el juego todos los traumas de Kay se materializan. Por ejemplo, hay un momento en el que ella recuerda a sus padres peleando y se ve a unos monstruos peleando en pantalla.
En Sea of Solitude hay escenarios tematizados de acuerdo a la experiencia de la protagonista con personas cercanas: un hermano que sufre acoso escolar y un padre al que es difícil llegar.
Lo que destaca de este juego es la sensación de soledad y aislamiento que transmite el personaje principal.
“Quiero que la gente no se sienta tan mal por sentirse sola y que entiendan que casi todos experimentamos eso de alguna manera y que es parte de la vida humana”, dijo Cornelia Geppert, creadora del juego en una entrevista.
“Es una historia muy humana. Nunca superas tus preocupaciones y miedos, y este juego no es una historia de superhéroes donde todo es perfecto después de que lo terminas”.
Cornelia Geppert, creadora de Sea of Solitude, ha dicho que creó el juego para expresar su lucha contra la soledad.
“Sea of Solitude es el juego más personal que he hecho hasta ahora. Empecé a escribirlo cuando me sentía más sola, tanto en mi vida privada como laboral. Necesitaba dejarlo salir. Realmente me estallaba. Comencé a escribir las primeras líneas de la historia, y el resultado es el juego”, dijo en una entrevista.
“Cuando les mostré a mis compañeros de trabajo la idea, estaban tan inspirados que todos se acercaron y comenzaron a hablar sobre sus experiencias en torno al tema principal del juego, la soledad“.
Geppert recibió cientos de cartas de fanáticos conmovidos y agradecidos porque al jugar sintieron que hablaba de ellos y sus épocas más difíciles.
La creadora de Sea of Solitude hizo el juego para expresar sus pensamientos y emociones y, sin querer, logró conectar con los pensamientos y emociones de cientos de personas en el mundo.
https://www.instagram.com/p/BY4qY0XnkID/?utm_source=ig_web_copy_link
“En el momento en que se comenzaron a implementar videojuegos dentro del ámbito de la salud mental, sirvieron no solo como herramientas de trabajo para la mejora de estas patologías, sino también para crear conciencia en las otras personas sobre la existencia de problemas que pueden atravesar ellos mismos, y de los que atraviesan las personas con alguna enfermedad mental”, señaló la especialista María Paula Rojas.
El expresidente uruguayo sobre sus tiempos de guerrillero, su fuga de una prisión por un túnel, cómo conoció a su esposa, la tortura y el retorno a la libertad.
José Mujica escuchó con buen humor las disculpas: la entrevista se extendió por casi dos horas, bastante más tiempo de lo previsto.
“Yo no tengo la culpa si tuve una vida que es una novela”, comentó luego, con una leve sonrisa cómplice.
La charla transcurrió el 7 de abril de 2023, un día soleado del otoño austral.
Mujica estaba dentro de un pequeño cuarto precario instalado frente a su casa en la zona rural de Montevideo, un lugar donde abundan el aire limpio, los cantos de pájaros y los ladridos de perros.
Con 87 años de edad entonces, Mujica rememoró para el podcast Witness History de BBC World Service varias etapas de su vida, todas previas a ser electo presidente de Uruguay en 2009 y volverse una figura reconocida de la izquierda latinoamericana a nivel internacional.
Los recuerdos incluyeron sus años de lucha armada en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), la guerrilla urbana uruguaya que en las décadas de 1960 y 1970 practicó asaltos, secuestros y ejecuciones influida por la revolución cubana y el socialismo.
En aquel tiempo los tupamaros usaban la violencia contra un gobierno constitucional, por lo que muchos los responsabilizan por el espiral de violencia que condujo al golpe de Estado militar de 1973, aunque según Mujica había en Uruguay una “democracia enferma” que reprimía cada vez más e iba hacia una dictadura inevitable como en otros países en la región.
El hombre apodado “Pepe” también sostuvo que nunca llegó a matar a alguien. “Yo no tengo ningún asesinato. De pura casualidad, pero no tengo ninguno”, dijo durante la entrevista.
Narró episodios como su fuga con otros 105 tupamaros y algunos presos comunes de la cárcel montevideana de Punta Carretas en 1971 por un túnel, un hecho impactante que llevó al gobierno a transferir de la policía a los militares el comando del combate a la guerrilla.
También se refirió a su período más largo y duro en prisión, así como al recuerdo de su primer encuentro con Lucía Topolansky, quien mucho después se volvería su esposa y en 2010 lo investiría como presidente por ser la senadora más votada, una vieja tradición en Uruguay.
Lo que sigue es un resumen de cinco de esos momentos en la vida de Mujica, relatados por él mismo, junto a un pedido que indicó para su muerte.
En esa época yo era el jefe militar de una columna (del MLN-T). Estábamos preparando una operación que al final se hizo legendaria.
Había un grupo económico en Uruguay que guardaba riqueza clandestinamente para eludir impuestos. Tenía reservas en monedas de oro, libras esterlinas… Teníamos la información y estábamos preparando esa operación (para robarlo).
Estábamos en un café con compañeros legales, que no eran clandestinos. Llegó una patrulla y ahí anduvimos a los tiros. Traté de resistir y recibí algunos balazos en el suelo a causa de los cuales perdí el bazo, me hirieron el páncreas y fui a dar a un hospital militar que estaba muy cerca.
Me operaron. Y yo no sabía nada: el que me operó era un médico compañero que yo ni conocía. Fue una desgracia con suerte.
La primera fuga, que se llamó “El Abuso”, está precedida por un montón de intentos.
La idea era que los compañeros de afuera de la cárcel hicieran un túnel hacia adentro. Pero tuvo enormes inconvenientes que causaron alarmas y la hicieron peligrar.
En esas condiciones surgió la idea de intentar un túnel de adentro de la cárcel hacia afuera. Pero había que solucionar una multitud de problemas. Uno de ellos: ¿cómo agujerear las paredes en una cárcel vieja de ladrillos enormes, muy duros?
Nos enteramos por los presos comunes que las paredes se serruchan con una cadena. Hicimos un primer ensayo en la celda en que yo estaba con otros compañeros. Robamos una cadena de los baños, hicimos un agujerito de un lado al otro y empezamos a serruchar. Pero las cadenas no resistían. Entonces decidimos cortar por la mezcla, el material más blando, con los alambres de las camas.
Mediante sobornos, convencimos a algunas autoridades para que las requisas fueran una mirada desde afuera y nada más.
Estábamos en un piso arriba y el piso de más abajo era de presos comunes. Necesitábamos atravesar las paredes de tal manera que se sacaban unos paneles cuadrados y se ponían.
Hacíamos entrar portland blanco (un tipo de cemento) entreverado con harina. Con eso hacíamos un revoque que después ensuciábamos con café y yerba, para que quedara con la impresión general que tenían las celdas. Entonces estábamos en condiciones de sacar los pedazos y comunicarnos.
Habíamos logrado convencer a un preso común que estaba abajo, a partir de cuya celda íbamos a iniciar el túnel hacia afuera, con la promesa de que cuando lográramos la libertad también lo íbamos a llevar. Y así fue.
Fue una obra que llevó más de un mes. Organizamos a los compañeros más fuertes para que fueran haciendo el túnel. Tuvimos que solucionar el problema del aire con unos fuelles que fabricamos.
Cuando llegamos al cimiento había que bajar más y ahí nos encontramos con un pedazo de roca que nos trancó. El plan estuvo a punto de fracasar, pero logramos superarlo. Y atravesamos la calle.
Sacábamos la tierra en bolsitas y la íbamos poniendo debajo de las camas. Quedamos casi atorados de tierra, pero disimulamos.
Pudimos aprontar la infraestructura para una noche determinada en la que los compañeros tenían que ocupar las casas de enfrente, por donde íbamos a salir.
Teníamos algunos compañeros que eran ingenieros que inventaron un aparato para podernos guiar bajo tierra. Le erramos por un metro más o menos al lugar por donde teníamos que salir.
Los compañeros que ocuparon la casa, con un estetoscopio, averiguaban los golpes.
Estábamos contentos, pero muy preocupados. Esto estuvo acompañado con una fiesta que hicieron otros compañeros en una parroquia que había al lado, con baile y todo, que distraía.
Paralelamente en otro extremo de la ciudad, en La Teja, los compañeros que estaban afuera hicieron una cantidad de operaciones que tenían la función de tratar de llevar el aparato policial hacia los disturbios, para que hubiera menos capacidad represiva en la zona donde estábamos.
Salimos en dos camiones que se habían conseguido en una barraca.
A mi esposa la conocí la noche que nos escapamos de la cárcel. Ella estaba con la gente que apoyaba desde afuera. Habían ocupado una de las casas en las cuales nosotros emergimos de abajo de la tierra para salir de la cárcel luego de haber hecho el túnel.
La vi casi accidentalmente y seguimos la vida.
Era una estudiante avanzada de arquitectura que trabajaba en una financiera paralela de un banco. Era muy bonita y joven.
Dentro de los trabajos que tenía en la financiera, la mandaban con un bolso de dinero a algunas avionetas que paraban en Carrasco. Era un negocio de economía financiera clandestina. Y decidió denunciarlo.
Pero el banco estaba muy conectado a los intereses de un ministro de Economía de la época. Se dio cuenta que los recursos legales que se podían hacer iban a fracasar y decidió pasarle la información a los tupamaros.
Unos compañeros fueron a esa oficina. Se llevaron un montón de documentación e hicieron la denuncia pública. Los dueños de la financiera no tuvieron mejor idea que hacer un incendio para tratar de disimular la cosa. Fue un escándalo.
Yo fui preso de vuelta y me volví a escapar. Esta segunda fuga fue al revés: un túnel de afuera hacia adentro.
Y nos encontramos una noche en que andábamos muy perseguidos. Yo ocupaba un cargo de relativa dirección y ella tenía contactos con parte del aparato clandestino.
Los humanos, aunque no lo sabemos, cuando vivimos una atmósfera de peligro donde está en juego a cada paso la libertad y la vida, nos aferramos al amor porque la naturaleza biológica nos lo impone.
Y nos juntamos una noche, en la costa de un arroyo.
Estuve en una especie de sótano muy húmedo en un cuartel de (la ciudad de) Paso de los Toros años después, cuando ya habían dado el golpe de Estado los militares.
Recuerdo que mantenía seis, siete ranitas en el calabozo. Les ponía un vasito con agua, para que se bañaran. Ranitas de zarzal.
Allí fue donde registré que las hormigas gritan cuando tú las agarras y las pones en el tímpano de la oreja.
Era como un corredor largo. En la parte de adelante siempre había un guardia, que caminaba de un lado al otro. Una larga escalera salía a un lugar donde estaba la guardia de soldados. Cuando había que ir al baño teníamos que llamar y nos llevaban.
En esa época, cada siete u ocho meses nos cambiaban de cuartel. Aprendimos una cosa: siempre se puede estar peor. Yo estuve siete años sin poder leer, sin libros, sin nada.
Muchos plantones y torturas varias al principio. Todo es relativo.
Por ejemplo, en el cuartel de Minas, cuando me sacaron de la cárcel y empezaron el peregrinaje por los cuarteles, estuve seis meses atado con alambre, esposado atrás. Tenía que pasar el día sentado en un banquito contra la puerta, en un calabozo.
Ahí me enteré que estaba cayendo Saigón en la guerra de Vietnam.
Yo salí en la primera tanda de compañeros, dos días antes, porque los que no tenían delitos de sangre salimos primero.
Pero salí con una misión: tenía que conseguir un local para que nos pudiéramos juntar. Y así fue.
Fui a mi casa, le di un abrazo a mi madre y salí inmediatamente a conseguir ese local. Logramos un convento en el cual nos juntamos y estuvimos casi un mes, donde decidimos lo que íbamos a hacer en esa etapa.
La noche que salí habían liberado a las compañeras también. Y alguna mano amiga la trajo (a Lucía) a mi casa. Nos dimos un abrazo y nos juntamos hasta hoy.
Manuela vivió 22 años. Es un récord. Se murió de vieja y está enterrada debajo de un secuoya. Cuando yo me muera, les he pedido que me calcinen y que me entierren ahí.
La vida es hermosa. Y triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae, en todos los órdenes.
El único milagro que hay es haber nacido. Por lo tanto, hay que darle una causa al milagro de haber nacido.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.