El Premio Nobel de Medicina 2024 recayó este lunes en los investigadores estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun por su hallazgo del microARN, un nuevo tipo de molécula ARN minúscula que tiene un papel crucial en la regulación de la actividad de los genes.
Los microARN “tienen una importancia fundamental para el desarrollo y el funcionamiento de los organismos”, dijo el jurado de la Academia sueca en un comunicado.
“Una alteración de la regulación de los genes puede causar enfermedades graves, como el cáncer, la diabetes o la autoinmunidad. Por eso, comprender la regulación de la actividad de los genes es un objetivo importante desde hace varias décadas”, añadió.
“¡Es algo gigante! ¡Es un terremoto!”, declaró Ruvkun a la radio pública sueca SR poco después de haber recibido la noticia en plena madrugada, debido al cambio de hora. “Mi perro no entiende por qué estamos corriendo por toda la casa, cuando aún no sale el sol”, añadió jubiloso.
El segundo laureado, su compatriota Victor Ambros, mostró el mismo entusiasmo. “¡Guau! ¡Es increíble! No lo sabía”, le dijo al reportero de SR que le dio la buena noticia.
Ambros, de 70 años, es biólogo en la Massachusetts Medical School, y Ruvkun, de 72, es profesor de genética en la Harvard Medical School. En 1993 publicaron en dos artículos separados sus hallazgos sobre “un nuevo nivel de regulación de los genes”, que fueron decisivos.
Los dos investigadores, que colaboran juntos pero trabajan separados, llevaron a cabo sus trabajos a partir de un gusano redondo de un milímetro, el C. elegans, para determinar por qué y cuándo se producen las mutaciones celulares.
Cada célula contiene los mismos cromosomas y, por lo tanto, exactamente el mismo conjunto de genes e instrucciones. La regulación de los genes permite que cada célula seleccione sólo las instrucciones relevantes.
Los dos investigadores se interesaron en cómo se desarrollan los diferentes tipos de células y descubrieron los microARN.
“Su revolucionario hallazgo reveló un nuevo principio de regulación de los genes que resultó ser crucial para los organismos multicelulares, incluyendo los seres humanos”, señala el comunicado.
Este descubrimiento dio lugar a “numerosos ensayos (que están) en curso, y no sólo contra el cáncer, pero también contra otras enfermedades (…), pero no hay nada cercano a una aplicación real”, señaló Gunilla Karlsson Hedestam, profesora del Instituto Karolinska.
El año pasado, el Nobel de Medicina fue para la investigadora húngara Katalin Kariko y el estadounidense Drew Weissman por el desarrollo de la tecnología de ARN mensajero que abrió el camino para las vacunas contra el covid-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna.
El premio conlleva una recompensa de 11 millones de coronas (más de un millón de dólares), que se reparten en caso de haber varios ganadores.
La temporada de estos prestigiosos galardones seguirá el martes con Física, el miércoles con Química, antes de los más esperados de Literatura, el jueves, y el de la Paz, el viernes. El premio de Economía, creado más recientemente, cierra la serie el próximo lunes.
El Nobel de la Paz, el más destacado, nunca ha sido tan difícil de predecir, con las catástrofes multiplicándose por todo el planeta.
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Dan Smith, director del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri), se inclina por un “año blanco”, es decir, que no se conceda el premio, como ya ocurrió en 19 ocasiones en toda su historia, la última de ellas en 1972, en plena guerra de Vietnam.
“Quizás sea hora de decir: ‘Sí, mucha gente trabaja muy duro, pero sin resultado y hace falta que más personas y dirigentes mundiales despierten y se den cuenta de que estamos en una situación sumamente peligrosa'”, declaró a AFP.
Una mirada a las profundidades de estos impresionantes ecosistemas submarinos que se empezaron a formar con el impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios.
Los cenotes de México son un sistema de cuevas y canales de una belleza excepcional y compleja que alberga una gran cantidad de flora y fauna, algunas únicas en el mundo.
Los más de 7 mil sumideros de piedra caliza se han estado formando en la península de Yucatán durante millones de años, desde el impacto del asteroide Chicxulub que acabó con casi toda la vida de los dinosaurios.
Los cenotes han sido muy apreciados a lo largo de la historia.
Durante más de 2 mil 500 años, los mayas utilizaron algunos como pozos de agua y otros como lugares sagrados.
Muchos lugareños aún se adhieren a los mitos y rituales en los que creían sus antepasados.
Hoy en día, son la única fuente natural de agua dulce de la región de Yucatán.
Su configuración los convierte en lugares ideales para nadar y un escape agradable del intenso calor de la región.
Los turistas, tanto nacionales como internacionales, disfrutan de los cenotes a su manera.
Y entre los visitantes, los apneístas o buceadores a pulmón se sienten especialmente atraídos.
Los sumideros son un paraíso para los practicantes de ese deporte extremo, ya que cada uno tiene una configuración única y está aislado de los efectos de las corrientes, las olas y el viento.
Como utilizan un equipo mínimo y no están sujetos a las reglas del buceo (límites de tiempo, paradas de seguridad, ascenso lento a la superficie), pueden serpentear por el agua, sortear obstáculos y ser abordados por criaturas acuáticas.
Las experiencias en esos lugares únicos son una inspiración no solo para los buceadores mismos, sino también para los espectadores que ven las fotos y los videos que producen.
Sin embargo, los cenotes de México están amenazados por la mala gestión de la tierra, el desarrollo excesivo y el mal manejo de las aguas residuales y los desechos.
Dado que están interconectados, podría ser solo cuestión de tiempo antes de que todos sean destruidos o contaminados.
Afortunadamente, hay un número cada vez mayor de empresas, turistas y activistas con conciencia ecológica que hacen su parte para proteger los cenotes sagrados de México.
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La península de Yucatán está compuesta casi en su totalidad de piedra caliza porosa (imagínate un trozo duro y lleno de agujeros de queso suizo hecho de roca calcárea).
Hace más de 65 millones de años, estaba completamente sumergida bajo el mar como parte de un sistema de arrecifes de coral.
El impacto del asteroide Chicxulub desplazó las placas tectónicas subyacentes y levantó el arrecife fuera del agua.
Durante millones de años, la lluvia y el agua del mar se abrieron paso a través del lecho rocoso para crear acuíferos a pocos metros por debajo del suelo.
Cuando el suelo se derrumba y crea un sumidero, como ocurre con mucha frecuencia en la península de Yucatán, a veces deja expuestos estos acuíferos en forma de piscinas naturales o cenotes (de la palabra maya ts’ono’ot, que significa “agujero lleno de agua”).
La historia sin precedentes y singular de la región le valió su inclusión provisional en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2012.
Entrar a un cenote es entrar al inframundo: Xibalbá.
Según la creencia maya, primero hay que pedir permiso y realizar rituales para entrar con seguridad.
Se deben hacer ofrendas, y hace muchos años estas tomaban la forma de oro, jade, cobre e incluso seres humanos vivos.
Estas ofrendas se hacían para apaciguar a dioses como Chaac, el dios de la lluvia que los mayas creen que habita dentro de los cenotes.
En la actualidad, las ofrendas consisten principalmente en copal (resina de árbol), cacao, semillas, maíz, pétalos de flores, azúcar y otros objetos pequeños.
Los turistas pueden reservar recorridos culturales para ver rituales y representaciones en varios cenotes, sin temor a ser sacrificados, por supuesto.
La mayoría de los viajeros que visitan los cenotes pasan el día explorando las cuevas y nadando.
Con ponerte una careta, podrás ver una variedad de peces pequeños, tortugas, cocodrilos e interesantes formaciones rocosas justo debajo de la superficie.
Pero eso es solo la punta del iceberg. Cuanto más profundo vas, más ves.
Quienes practican buceo a pulmón retienen la respiración y descienden hasta una profundidad determinada sin utilizar una fuente de aire.
Requiere una gran concentración, así como conciencia de uno mismo y del entorno, y permite sumergirse por completo en un cenote de la forma menos disruptiva posible.
Así, se pueden ver estalagmitas y estalactitas que datan de hace millones de años, montones de árboles caídos y escombros, fósiles de animales extintos, criaturas submarinas que no existen en ningún otro lugar de la Tierra y un sinfín de otras características fascinantes.
Los viajeros pueden reservar sesiones de apnea en las numerosas escuelas y proveedores de la región.
La luz del sol se filtra a través de los agujeros en los techos de los cenotes que la concentra en rayos diferenciados, un fenómeno natural que se encuentra en muy pocos lugares.
Ver estos rayos de luz inspira una sensación de asombro y maravilla sobrenatural.
También brindan oportunidades fotográficas únicas, una tendencia que está en aumento a medida que más y más personas exploran el vasto paisaje submarino de los cenotes de México.
Muchas especies dependen de los cenotes de México como un lugar para relajarse y reponer fuerzas.
Aislados del mar abierto, estos sumideros brindan un santuario contra las duras condiciones climáticas, las olas, los grandes depredadores y el tráfico de embarcaciones.
Los manatíes llegan a los cenotes a través de cuevas que están conectadas con el mar Caribe.
Aquí, las especies en peligro de extinción pueden descansar, alimentarse de algas e incluso cuidar a sus crías en un entorno seguro y tranquilo.
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Las interacciones entre los apneístas y la vida marina en los cenotes son experiencias únicas.
Los cocodrilos son parte vital de la biodiversidad de la región.
Se pueden encontrar en muchos cenotes, incluso en los que frecuentan los turistas.
Es importante respetar el espacio de los animales, por lo que mantener una distancia segura y no provocarlos es de suma importancia.
Sin embargo, a veces son ellos los se acercan, curiosos por saber qué están haciendo los peculiares humanos.
En algunos cenotes, encontrarás una capa de sulfuro de hidrógeno que separa el agua dulce de la lluvia acumulada y el agua salada del océano, formando básicamente una nube submarina.
Nadar alrededor y dentro de estas nubes da la clara impresión de navegar por el espacio y atravesar nebulosas.
Las capas están formadas por gases liberados por materia en descomposición, como árboles y hojas, que caen en los sumideros.
Algunas nubes se forman cerca de la superficie a una profundidad de unos pocos metros, mientras que otras pueden encontrarse hasta a 30 metros de profundidad.
Estas capas espesas y nebulosas huelen ligeramente a huevos podridos y se sabe que pueden causar un ligero escozor en los labios si se permanece en ellas demasiado tiempo.
La nube que se muestra en la imagen de arriba está a una profundidad de unos 28 metros y debajo de ella hay otros 28 metros de agua salada.
Personas de todas las edades y orígenes viajan para explorar los magníficos cenotes de México.
La temperatura del agua oscila entre los 19 y los 24 °C, lo que los convierte en un agradable respiro del calor tropical.
Muchos propietarios de cenotes han invertido en infraestructura, como plataformas, baños y restaurantes, además de ofrecer visitas guiadas y espectáculos.
Con miles de cenotes diferentes para elegir, nunca te quedarás sin nuevos lugares para explorar.
Vivir en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno es algo que muchos nos esforzamos por lograr.
Los cenotes brindan un ámbito incomparable en el que profundizar, tanto física como mentalmente, en un entorno natural y tranquilo.
Para preservar estos lugares especiales, es esencial protegerlos de la contaminación y el desarrollo excesivo.
Algunos buceadores en apnea, en particular, están mostrando su magnificencia a través de medios visuales, creando una comunidad fuerte y vocal, e incluso convirtiéndose en embajadores y defensores de su protección.
Los turistas también pueden ayudar a reducir el daño causado a los cenotes eligiendo operadores de ecoturismo sustentables y absteniéndose de usar bloqueadores solares y productos para el cabello dañinos.
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