La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio no solo está volteando hacia el cielo, sino también hacia la misma Tierra. Te contamos más de la misión PACE de la NASA y de cómo ayuda a estudiar los océanos, la atmósfera y el clima.
Esta misión fue lanzada apenas el 8 de febrero en el cohete Falcon 9 de Space X y tiene como objetivo estudiar la salud de los océanos, la calidad del aire y los efectos de un clima cambiante para la humanidad.
Se trata de un satélite de observación de la Tierra de la NASA que se llama así por sus siglas en inglés que hacen referencia a Plancton, Aerosoles, Nubes y Ecosistemas Oceánicos, todos sus objetos de estudio.
“Aunque es un satélite que está a cientos de kilómetros de la Tierra, nos está dando una información muy importante de las pequeñas partículas de nuestro planeta que viven en el océano —que se llaman fitoplancton— , así como de partículas en la atmósfera de los aerosoles y de las nubes” explica en entrevista con Animal MX la Dra. Violeta Sanjuan Calzado, oceanógrafa de la misión PACE en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
Por ejemplo, estudiar las partículas de la atmósfera es importante para conocer la calidad del aire. “Si tenemos humo por un incendio, nos ayuda a saber cómo esto nos puede afectar a diferentes comunidades; también puedes saber el tipo en concreto y el tamaño de la partícula gracias a estos sensores que tenemos a bordo de PACE”, explica Violeta Sanjuan Calzado.
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Poca gente se da cuenta que la NASA tiene un amplio programa del estudio de la tierra desde hace varios años y el satélite PACE es tan solo una muestra de ello. La observación satelital ha sido una columna vertebral para estudiar la Tierra “como un sistema integrado, en donde todos los subsistemas están conectados entre sí, y donde el cambio en uno afecta a otros”, explica el sitio de la Agencia.
La mayor ventaja de esto es la posibilidad de estudiar el planeta a gran escala desde el espacio. Esto ayuda a los científicos a entender qué cambios están teniendo lugar en nuestro planeta, qué tan rápido están sucediendo, e incluso qué los está causando.
La experta de la NASA hizo hincapié en el estudio del fitoplancton, que describe como “pequeñas algas microscópicas que viven en el agua y que son la base de nuestra cadena alimentaria”.
¿Y por qué es importante estudiar el fitoplancton? Entre otras cosas, porque tiene un papel fundamental en la absorción de dióxido de carbono y liberación de oxígeno en los océanos.
“Entender estas comunidades es una cosa que hasta ahora no habíamos podido hacer con este detalle”, añade la oceanógrafa de la NASA.
Aunque la NASA ha lanzado varias misiones para estudiar el océano desde el espacio, la especialista explica a Animal MX que PACE les permite distinguir una enorme cantidad de colores “y nos ayuda a diferenciar qué diferentes especies de fitoplancton tenemos en el océano” pues cada una tiene una diferente coloración.
Sí, amix. Aunque pensamos que el océano es azul, la doctora Violeta Sanjuan nos recuerda que también tiene muchas otras coloraciones, siendo las más comunes amarillo, rojo y verde.
“Anteriormente podíamos ver un rango de colores limitado, pero ahora con esta misión podemos ver hasta 256 coloraciones“, explica.
El color del océano puede ayudar a analizar distintos aspectos de los océanos, como si alguna zona es nociva para pesquerías, o en cuáles hay mayor absorción de dióxido de carbono, uno de los gases críticos del cambio climático.
Observar el comportamiento de los océanos desde el espacio es muy importante. La oceanógrafa nos explica que están respondiendo al incremento de temperatura del planeta y por ende se están calentando.
Regresamos a que en la Tierra todos los subsistemas están conectados entre sí y que el cambio el calentamiento del agua nos afecta a todas las especies.
“Al expandirse el agua, también sube el nivel de los océanos“, explica Violeta, aunque no es lo único. Esos efectos también se ven el blanqueamiento de corales o en el deshielo de las capas de nuestro planeta.
La experta nos dice que “al aumentar la temperatura, hay menos oxígeno en disolución en el agua. Los peces respiran oxígeno, entonces esto afecta también las comunidades pesqueras y su desarrollo”.
Pero a su vez, al incrementarse esta temperatura, hay menos dióxido de carbono en disolución en el agua; “el dióxido de carbono es un gas importante porque es uno de los gases de efecto invernadero y el océano tiene un papel fundamental en la absorción de parte de ese dióxido de carbono que tenemos”.
Al final, todos estos parámetros son importantes de estudiar para saber cómo evoluciona el planeta y qué consecuencias tiene para otros elementos y para las distintas especies que habitamos el planeta Tierra.
Si quieres ver a detalle los descubrimientos y datos reunidos por PACE de la NASA, puedes visitar la página oficial del satélite. También puedes encontrar recursos en español en ciencia.nasa.gov.
Su creadora es Martha Alicia Tronco Rosas, investigadora del Instituto Politécnico Nacional de México.
Tan simple como una regla de 30 centímetros.
Ese es violentómetro, un invento que, hace 16 años se creó en México y que ayuda a personas de todo el mundo a identificar los signos de violencia.
Un material gráfico y didáctico en forma de regla que consiste en visualizar las diferentes manifestaciones de violencia que se encuentran ocultas en la vida cotidiana y que muchas veces se confunden o desconocen.
Lo que empezó como un sencillo proyecto dentro del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México, hoy se puede ver en múltiples países y se ha traducido a idiomas como el maya, el italiano, euskera o chino.
Su creadora es la mexicana Martha Alicia Tronco Rosas, doctora en FIlosofía y Ciencias de la Educación, Fundadora del Programa Institucional de Gestión con Perspectiva de Género del Instituto Politécnico Nacional e investigadora de este centro.
BBC Mundo conversó con ella.
En 2007, Martha Tronco propuso crear la unidad de género en el IPN porque, aunque había “algunas instancias que daban cierto apoyo en temas de violencia dentro de la institución, pero no desde una perspectiva que era la necesaria, desde mi punto de vista, una perspectiva de género”, explica.
Porque empezó a observar, por un lado, que las mujeres científicas en el Instituto tenían un menor crecimiento que los hombres y, por otro, que estas apenas tenían responsabilidades como directoras en las unidades académicas.
Pero cuando creó la unidad de género, se encontró con un problema mayor que, sin hacer mucho ruido, recorría las aulas.
El silencio se rompió con cartas anónimas que dejaban a Tronco en su despacho, por debajo de la puerta.
“Llegaron muchas denuncias en torno a que las personas eran maltratadas, eran violentadas. Mujeres, directivos, relaciones de pareja entre estudiantes”, relata.
Así, como investigadora, propuso hacer una encuesta a más de 14.000 estudiantes de nivel medio y superior para, dice, “saber todo”: desde posibles problemas de salud, consumo de alcohol y sustancias a, por supuesto, hábitos violentos.
El único requisito era haber tenido al menos una relación de pareja en el año anterior.
“Los resultados fueron impresionantes, en el sentido de que detectamos mucha problemática: embarazos y paternidades no contemplados, por ejemplo, o adicciones”, explica Tronco.
Cuenta que lo que más le llamó la atención, el “foco rojo”, fue cómo la gente percibía la violencia.
Había respuestas como “a mí me celan, pero un poquito”; “yo sí he tenido algunos jaloneos (empujón violento) con mi pareja”; “me ha pellizcado un poquito”; “en ocasiones revisa mis documentos o mi celular”.
“Pero no la expresaban y percibían como si fuera algo violento. Siempre observaba en esas respuestas una supuesta situación de amor, entre comillas, de protección. Pero eso tiene un nombre y se llama violencia”.
Tras la encuesta, Marta Tronco pensó que era necesario hacer un material útil en todos los espacios posibles, que no se tirara y que fuera económico, pues el proyecto en inicio nació sin presupuesto.
“Así surgió la idea de una regla de escritorio de 30 centímetros. Y en cada centímetro una de las manifestaciones de violencia que nos dijeron en la encuesta. Así nació el violentómetro”.
La regla se divide en tres colores diferentes y cada uno engloba una situación, “iniciando sobre lo más sutil, aquella violencia que se enmarca en acciones que no implican una acción física, los 10 centímetros siguientes con acciones que implica violencia sobre objetos o sobre la persona, pero en menor medida, y los últimos 10 centímetros, con acciones con violencia física extrema”.
En el primer tramo están acciones como celar, mentir, hacer bromas hirientes, ridiculizar o controlar y prohibir cosas o ver a gente. En el segundo, destruir objetos personales, pellizcar o jalonear, en el tercero, amenazas con objetos, amenazas de muerte, forzamiento de relaciones sexuales y, en última instancia, el asesinato.
Una escala de violencia que, en la relaciones personales, no tiene por qué pasar por todos los puntos.
“Puede que solo haga bromas hirientes, que te ridiculice, te intimide y te cachetee. Pero igual es violencia y se debe estar atento y pedir ayudar”, sostiene Martha.
En el caso más extremo de la violencia están los feminicidios, que en México son una auténtica lacra social. Según cifras oficiales ofrecidas por UNESCO, en 2024 un promedio de 10 mujeres murieron de modo violento cada día.
De esa primera idea salieron otras para ayudar no solo a ver si se está sufriendo violencia, sino también si se está ejerciendo sobre otras personas y qué se debe revisar en ese caso. Luego pasaron la idea del violentómetro a una app para que los más jóvenes tuvieran ese acceso.
Después, la idea, nacida en México, se expandió a otros países y se puede ver en distintas partes de América Latina, España o China.
En lo más cercano, Martha empezó a ver el impacto de esta herramienta cuando vio que se lo pedía “desde la abuelita para dárselo a los nietos o cuando en las escuelas lo querían dar de aguinaldo”.
Martha Tronco explica que esta sencilla herramienta ha servido para visibilizar muchos tipos de violencia que no se percibían como tal y que la gente los reconozca.
“En México, como en muchos países latinoamericanos, tenemos mucha violencia. Por eso creo que ha tenido tanto impacto. Y en México en concreto ha servido para darnos cuenta de qué hacemos o qué sentimos en este tipo de relaciones”, dice.
Y, remarca, esto no es solo algo de relaciones de pareja.
“El violentómetro ha permitido darnos cuenta de que esto que vivimos de manera cotidiana no es protección, no es amor, no es cariño. Y que esta violencia que podemos sufrir muchas veces la replicamos en otros, porque son las formas que hemos aprendido, las que hemos visto en cómo se ha relacionado nuestro entorno”.
Aquí, dice, toca hacer una revisión muy puntual y personal para no repetir esquemas violentos.
Dentro de los posibles comportamientos violentos que aparecen en esta herramienta, algunos pueden ser sutiles y la línea entre lo que es acto violento o no puede ser poco clara.
Por ejemplo: ¿es violencia que lleve siempre el pelo largo y vestidos porque a mi pareja le gusta? ¿o que no vaya a ciertos lugares o con cierta gente?
¿Cuál es la línea entre complacer un deseo y algo violento?
“A veces no nos damos cuenta porque es muy sutil el controlar y el prohibir está en el número 11 del violentómetro, por ejemplo. Y no nos damos cuenta porque consideramos que es un acto de amor, que marca algo que no te conviene. Pero cuando la toma de decisiones no es personal y libre, cuando aquello me genera una serie de problemas, es violencia”, apunta Tronco.
Y, dentro de la violencia, uno de los problemas que conversamos con Tronco fue no solo lo complicado de verla, sino de comunicarla.
“Es un tema que da vergüenza. No nos reconocemos cuando somos violentadas. Y es algo que nos puede pasar a todas”.
También advierte Martha Tronco que las violencias que aparecen en el violentómetro se pueden dar todas o aparecer salpicadas y que tampoco son algo que ocurren de un día para otro, de golpe.
“Es como una humedad en la casa. Va despacito y, de repente, un día, ves una mancha enorme en la pared y no te habías dado cuenta. Incorporamos lo que la otra persona quiere, poco a poco, y llega un momento en que no nos reconocemos”, señala.
Por eso, remarca, es importante hacer un ejercicio de autoconocimiento. “Hay que hacer una revisión de lo que somos y de lo queremos hacer y lo que no más allá de agradar a la otra persona”.
Y aunque su invento es una ayuda, reconoce que la información, si bien válida y necesaria, no lo es todo.
“Ahora se tiene mucha más información que antes y es un elemento necesario, pero no transformador completamente. La parte social, la parte familiar, es la que puede hacer la diferencia, que tengamos comportamientos diferentes. Nos toca a todos hacer una revisión de los vínculos que tenemos, una revisión de la familia, nuestros espacios, nuestras amistades”.
También habla de la interseccionalidad en la violencia. “No es lo mismo ser una mujer blanca, con un nivel educativo alto y heterosexual que ser indígena, lesbiana, analfabeta y pobre. Las mujeres somos diversas y tenemos muchas necesidades diferentes”.
El último cálculo de ONU Mujeres sobre violencia indica que, en todo el mundo, 736 millones de mujeres –casi una de cada tres– han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja; y de violencia sexual fuera de la pareja, o ambas, el 30% de las mujeres de 15 años o más al menos una vez en su vida. Esto sin incluir datos de acoso sexual.
Para 2023, unas 51.100 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo. Esto significa que, en promedio, 140 mujeres o niñas fueron asesinadas cada día por alguien de su propia familia, según datos de ONU Mujeres.
En el caso de los hombres, solo el 12% de los homicidios que sufren se producen en la esfera privada. Cuando hablamos de mujeres y niñas esta cifra asciende al 60%.
¿Entonces, cómo hacemos para cómo se incluya a los hombres en la conversación?, le pregunto a Martha Tronco.
Y destaca una experiencia que tuvo durante un Curso de Paternidades.
“Les preguntábamos algo muy sencillo: ‘¿Qué tipo de padres quieres ser? ¿Quieres ser como el padre que tuviste?’ Fue un punto medular. Muchos, llorando, decían que no querían eso para sus hijos”, explica.
Y les toca, a juicio de Tronco, “hacer esta revisión profunda, que nos responsabilicemos todos”.
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