Desde el inicio de la carrera espacial, ciencia e imaginación se han alimentado una a la otra. La película 2001: Odisea en el espacio inspiró a científicos de la NASA para diseñar naves, trajes e inteligencia artificial. A su vez, los astronautas han animado al cine a crear historias sobre el espacio como Gravity, Interstellar, The Martian y muchas otras.
¿Qué pasaría si en un futuro lográramos conquistar el espacio y vivir en él durante un largo tiempo (digamos, miles de años)? Basados en la ciencia podemos imaginar cómo las condiciones extremas de la Luna o Marte podrían transformarnos en una nueva especie.
Así que juguemos un poco y pensemos en tres posibles casos para la vida humana en el espacio: la estación internacional, que ya gravita la Tierra y va ampliándose; la Luna, que desató la carrera espacial y que podría ser una futura base; y Marte, el gigante rojo que el ser humano ya se prepara para pisar y explorar.
Checa el especial que publicamos sobre Marte: Los mexicanos que trabajan para llegar al planeta rojo
Nos toca decirte que estos escenarios son suposiciones (basadas en conocimiento científico) sobre cómo la vida humana podría evolucionar tras miles de años y cientos de generaciones.
Existen diversos factores a considerar que podrían cambiar estas predicciones o crear posibilidades que ni siquiera hemos considerado.
Aun así, muchos científicos dicen que es importante dejar volar la imaginación tomando en cuenta lo que sabemos del espacio, pues nos permite pensar en los problemas que podríamos encontrar, pero también crear posibles soluciones.
Te puede interesar: Artemisa 3, la misión que llevará a la primera mujer a la Luna
Desde que en 1961 el ruso Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre en el espacio, el ser humano ha hecho decenas de misiones espaciales. Esto le ha dado a los científicos ideas sobre los efectos de la falta de gravedad, la radiación, la carencia de oxígeno y otros riesgos fuera de la Tierra.
Hace un par de años, la NASA hizo un experimento sumamente interesante para analizar estos efectos.
Resulta que el astronauta estadounidense Scott Kelly tiene un hermano gemelo (y también astronauta), Mark.
Scott y Mark aceptaron participar en el experimento. Para ello, el primero se fue a vivir al espacio durante un año y el segundo permaneció en tierra.
Gracias a que son gemelos, la NASA pudo contar con dos sujetos de estudio muy parecidos y así analizar a detalle cómo afecta la vida espacial al ser humano.
Basados en los resultados de ese y otros experimentos previos podemos imaginar cómo serían los seres humanos si viviéramos durante generaciones en estaciones espaciales.
Checa también: Más misiones mexicanas a Marte: ¿qué están haciendo y dónde?
Primero, existirían efectos internos o no visibles. Se ha probado que la radiación y otros factores pueden provocar cambios en la genética, el sistema inmune y el metabolismo.
Por otro lado, sin la gravedad que atrae el flujo de sangre a las piernas, las cabezas de los astronautas se llenan de fluidos que dan como resultado el síndrome de cabeza hinchada y piernas de pájaro.
Es decir, sería posible que tras años de vivir en el espacio, tuviéramos cabezas ligeramente más grandes, piernas más delgadas, y pies más pequeños.
Los fluidos en la cabeza también pueden presionar los ojos desde adentro, lo que afectaría o deterioraría nuestra visión.
Otro de los efectos de la ingravidez es que los músculos se atrofian, los huesos pierden masa, y ambos se debilitan. Esto podría hacer que los humanos del espacio se vieran más delgados y fueran menos fuertes.
Además, si se les ocurriera volver a la Tierra, les sería casi imposible moverse y puede que hasta les doliera.
Con solo un año en el espacio, Scott Kelly creció unos 5 centímetros. La falta de gravedad ejerce menos presión sobre la espina dorsal y las vértebras se van separando muy lentamente. Así, los humanos del espacio serían más altos que los de la Tierra.
Las misiones espaciales también han revelado que nuestra piel podría hacerse más delgada y delicada, además de que podríamos volvernos más pálidos. Como Marceline… aunque ella es un vampiro.
El escenario para los seres humanos que vivieran en la Luna sería muy similar, ya que el satélite tiene una gravedad muy débil, parecida a la ingravidez del espacio. Aun así, los efectos no serían tan drásticos.
Te puede interesar: La salud mental de los astronautas que viajarán a Marte importa
Scott Solomon, biólogo evolutivo de la Universidad Rice en Texas, es autor de un libro muy interesante: Futuros humanos: Dentro de la ciencia de nuestra continua evolución.
Este investigador señala que la diferencia en la gravedad (Marte tiene sólo 38% de la gravedad terrestre) podría ocasionar que nos volviéramos más delgados, pequeños y débiles.
Por otro lado, Marte también tiene una radiación superficial mucho más alta que la Tierra. ¿Recuerdas Chernobyl? Bueno, pues esta radiación podría provocar que sufriéramos más enfermedades y con más frecuencia.
El ser humano se ganó su lugar en la Tierra por saber aplicar su inteligencia y conocimiento para sobrevivir, sin importar las condiciones.
La ingeniería genética es algo que ya existe y que se utiliza. Podría aplicarse para ayudar a que nos adaptáramos más fácilmente a las duras condiciones del planeta rojo.
Esto, sumado a la adaptación genética natural y a que la misma radiación de Marte permitiría mutaciones genéticas más rápidas, eventualmente podrían llevar a un ser humano plenamente adaptado al planeta rojo.
Estos humanos serían más altos, robustos y fuertes que nosotros, con huesos más gruesos y músculos más densos.
Además, la radiación marciana también podría provocar que nuestra piel aumente su producción de melanina -que protege contra la radiación y oscurece la piel-.
Algunos científicos, como Solomon, piensan que incluso la piel podría volverse naranja.
La gravedad más baja también provocaría que nuestras cabezas fueran ligeramente más alargadas para facilitar el parto bajo poca gravedad.
Existen otros posibles efectos físicos de la vida en Marte, como lo ha señalada Marta Flisykowska, investigadora y diseñadora miembro del Foro Espacial de Austria.
Podríamos desarrollar extrañas narices que se adapten a la radiación, las tormentas de polvo y otros factores climáticos.
https://www.instagram.com/p/BlDHzQgBBxL/?utm_source=ig_web_copy_link
Pero todo este proceso no será rápido. El surgimiento de nuevas especies puede llevar millones de años, pero quizá “solo unos pocos cientos de generaciones, tal vez cerca de 6 mil años” sean suficientes para que la vida humana en Marte lleve al desarrollo de una nueva especie, concluye Solomon.
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Los carteles en la enorme estación de trenes de Shinjuku, en Tokio, normalmente se usan para publicitar productos como cosméticos y comida, así como películas nuevas.
Pero ocasionalmente uno puede encontrarse con un cartel que muestra un mensaje de cumpleaños y la foto de un joven, a menudo de una boy band y típicamente con una apariencia impecable.
Estos carteles son creados por empresas publicitarias especializadas y son pagados por fans devotos. Forman parte de un fenómeno llamado oshikatsu, un término acuñado en los últimos años que proviene de las palabras japonesas “apoyar” (oshi) y “actividad” (katsu).
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Una parte considerable de este apoyo es de naturaleza económica. Los fans asisten a eventos y conciertos, o compran productos como CDs, carteles y otros artículos coleccionables. Otras formas de oshikatsu están destinadas a difundir la fama de su ídolo, compartiendo contenido sobre su oshi, participando en campañas en redes sociales, y escribiendo fanfiction o creando fanart.
Oshikatsu surgió a partir del deseo de los fans por tener un vínculo más cercano con sus ídolos. La combinación entre oshi y katsu apareció por primera vez en las redes sociales en 2016 y se generalizó como un hashtag en la entonces plataforma de Twitter en 2018. En 2021, oshikatsu fue nominada como candidata a la palabra del año en Japón, una señal de que su uso se había vuelto popular.
Ahora, ha aparecido en el radar del Japón empresarial. El motivo es el estallido de la inflación en los últimos años, provocado por la interrupción pandémica de la cadena de suministro y las conmociones geopolíticas, que ha hecho que los consumidores japoneses reduzcan su gasto.
Sin embargo, con los salarios a punto de subir por tercera vez en tres años, el gobierno se muestra cautelosamente optimista ante la posibilidad de que el crecimiento económico sea reavivado a través del gasto impulsado por el consumo. Compañías de la industria del entretenimiento y medios de comunicación buscan en el oshikatsu como posible motor de esta tendencia, aunque no está claro si las próximas subidas salariales serán suficientes.
Contrario a la percepción popular, oshikatsu ya no es del ámbito exclusivo de las subculturas juveniles. Se ha hecho camino también entre los grupos de mayor edad en Japón.
De acuerdo a una encuesta realizada en 2024 por la empresa japonesa de estudios de mercado, Harumeku, el 46% de las mujeres que están en sus 50 tienen un oshi al que apoyan económicamente. Las generaciones mayores tienden a tener más dinero para gastar, especialmente después de que sus propios hijos hayan terminado su educación.
Oshikatsu también supone una interesante inversión en términos de género. Mientras en los hogares tradicionales japoneses se sigue esperando que los maridos sean el sostén económico de las familias, en el oshikatsu son más a menudo las mujeres las que apoyan económicamente a hombres jóvenes.
Cuánto gastan los fans en sus oshi, depende. Según una encuesta reciente realizada por la empresa japonesa de marketing CDG y Oshicoco, una agencia de publicidad especializada en oshikatsu, la cantidad media que gastan los fans en actividades relacionadas con sus oshis es de 250.000 yenes (unos US$1.736) anuales.
Se calcula que esto aporta cada año 3,5 billones de yenes (US$24.500 millones) a la economía japonesa, y representa el 2,1% del total de las ventas minoristas anuales de Japón.
Oshikatsu impulsará el gasto de los consumidores. Pero dudo que tenga el impacto en la economía japonesa que esperan las autoridades. Para los aficionados más jóvenes, el peligro es que la aprobación gubernamental acabe con cualquier tipo de influencia cool, haciendo que el oshikatsu sea menos atractivo para estas personas a largo plazo.
Y si apoyan a un oshi que aún no ha conseguido el éxito, pueden tener una mayor sensación de que su apoyo importa. De ahí que parte del gasto vaya directamente a individuos, en lugar de a superestrellas corporativas ya establecidas. Pero también es posible que los jóvenes oshis en apuros gasten más de este dinero que las celebridades establecidas.
La prensa internacional se está enfocando ya sea en el lado económico del oshikatsu, o en lo peculiar de los fans “obsesivos” que consiguen un segundo trabajo para apoyar a su oshi, y madres que gastan grandes sumas en un hombre que tiene la mitad de su edad. Pero lo que esa cobertura pasa por alto es la lenta pero profunda transformación social de la que el oshikatsu es un síntoma.
Una investigación de 2022 sobre personas que practican oshikatsu deja claro que las “actividades de fans” responden a un deseo profundo de conexión, validación y pertenencia. Si bien esto podría satisfacerse mediante la amistad o una relación íntima, un número creciente de jóvenes adultos japoneses siente que este tipo de vínculos son “problemáticos”.
Los hombres jóvenes lideran esta tendencia, especialmente aquellos que no trabajan como asalariados de oficina con empleos relativamente estables, los llamados salarymen. Muchos de los que trabajan a tiempo parcial o en empleos manuales tienen dificultades para imaginar un futuro con una familia.
El sector terciario está cambiando para dar cabida a un número creciente de servicios que convierten en productos cosas intangibles como la amistad, la compañía y las fantasías románticas escapistas.
Desde abrazos no sexuales hasta alquilar a un amigo por un día o tener una cita con un acompañante travestido, se puede buscar alivio temporal de la soledad pagando por hora. Como resultado, la conexión humana en sí misma se está convirtiendo en algo que puede ser consumido mediante pago.
Por otro lado, compartir actividades de oshikatsu puede generar nuevas amistades. Reunirse para adorar colectivamente a sus ídolos es una forma poderosa de crear nuevas comunidades. Aún está por verse cómo estos cambios en la manera en que las personas se relacionan moldearán el futuro de la economía y la sociedad japonesa.
*Fabio Gygi es profesor titular de Antropología en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres.
Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Puedes leer la versión original en inglés aquí.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.
Utilizamos cookies propias y de terceros para personalizar y mejorar el uso y la experiencia de nuestros usuarios en nuestro sitio web.