En el 2024 pasarán 2 cometas en el cielo de México, pero aún no se sabe si podremos verlos o no, ya que dependemos de su encuentro con el Sol para saber si serán visibles.
Uno de esos cometas es el Tsuchinshan-ATLAS, que se posiciona como uno de los más impresionantes en las últimas décadas. Este cuerpo celeste fue descubierto apenas en el 2023.
De sobrevivir a su encuentro con el Sol durante los meses de agosto y septiembre, el cometa Tsuchinshan-ATLAS podrá ser observado en México cuando llegue octubre, siendo el día 15 su punto más cercano a la Tierra.
Los especialistas de Astrofísicos en Acción, una cuenta de astronomía en México, señalan que podremos ver este cometa a simple vista durante los primeros momentos del atardecer, es decir, nada de necesitar telescopio.
Por otro lado, el segundo cometa que podría ser visible es el 12P/Pons-Brooks, el cual llegará en abril.
A continuación te decimos lo que debes saber para presenciar este fenómeno astronómico.
Los cometas son grandes pedazos de roca que pueden tener elementos rocosos, hielo y polvo. Una aglomeración de los 3 en diferentes porcentajes que provienen de 3 secciones en el Sistema Solar.
Mario de Leo Wincler, doctor en astrofísica y director de comunicación del conocimiento en la Universidad Autónoma Metropolitana, explica a Animal MX cómo es que estás rocas que orbitan en el Sistema Solar se convierten en cometas.
El astrofísico afirma que cualquier roca puede caer al Sol, pero el efecto de sublimación -es decir, que pasen de un estado sólido a gaseoso- las vuelve cometas, y dependiendo de su composición y acercamiento a nuestra estrella, esa sublimación puede sobrevivir al calor del astro.
“Conforme se acercan al Sol se van sublimando, en el sentido de que no se evaporan ni se desintegran. Pasan de estado sólido a gaseoso, sin pasar por el líquido, porque la roca está en sólido, el hielo está en sólido y el polvo estaría en sólido y al acercarse se calienta tanto que se sublima y se hace un cometa”, menciona Mario De Leo-Winkler.
Para nombrar un cometa, generalmente se utiliza el nombre de la persona -o grupo de personas- que lo descubrió, aunque también puede ser bautizado en honor al telescopio robotizado, que se encarga de hacer un censo periódico del cielo.
Cuando estos telescopios detectan algo en una órbita en particular que va incrementando su brillo, es cuando los astrónomos lo clasifican como cometa.
Como les contamos arriba, en el 2024 hay potencial de observar 2 cometas que, de acuerdo con astrónomos, tienen buena magnitud para ser vistos con nuestros propios ojos.
El primer cometa que veremos es 12P/Pons-Brooks, nombrado así por ser 2 personas las que lo descubrieron. De alcanzar el brillo estimado para el límite visual, será posible verlo en el mes de abril en el horizonte del atardecer hacia el este-noroeste.
“Es un cometa que tenemos muy cercano al horizonte, entonces, tendríamos que estar en un espacio despejado fuera de la ciudad con buena oscuridad y muy limpio el cielo”.
A este cometa lo han llamado “el cometa diablo”, porque en las primeras fotografías que le tomaron, pareciera que su cola toma la forma de unos “cuernos”.
“Esa cola puede ir cambiando a lo largo del tiempo porque puede ser que se sublimó una parte del núcleo y otra no. Hay muchos fenómenos en juego”, señala De Leo-Winkler.
El segundo cometa que será visible es C/2023A3 o Tsuchinshan-ATLAS. Este apunta para ser uno de los más importantes, ya que si sobrevive su encuentro con el Sol, para el mes de septiembre, tendrá un brillo extraordinario que lo hará completamente visible en octubre, sin la necesidad de usar instrumentos.
“Este cometa, además, se encontrará muy alto en el cielo en dirección oeste al iniciar la noche. Por muy alto en el cielo me refiero a que, mucho más alto que las montañas sí va a estar, como cuando sale la Luna detrás de las montañas y eso lo hace muy fácil para ver por gente de la ciudad. Esta magnitud la vemos incluso con la contaminación de la ciudad”, confirmó el especialista.
Se predice que cuando este cometa se aleje del Sol, disminuirá su brillo. Entonces, según el especialista, durante un mes -de octubre a noviembre- podríamos verlo a simple vista si todas las predicciones se cumplen.
Eso sí, si lo quieres ver un poco más detallado puedes usar binoculares, pero no son necesarios.
Los cometas tienen un núcleo que es donde está la roca, el polvo y el hielo. Pero cuando ese núcleo se sublima, forma una atmósfera que De Leo-Winkler describe como “un escudo protector” a manera de nube esférica que se llama ‘coma’.
Esa ‘coma’ es mucho más grande que el núcleo y hace que el cometa se vea mucho más grande.
“Cuando vemos un cometa o vemos las fotos de un cometa, no vemos nunca el núcleo porque es demasiado chiquito para verlo por un telescopio, estamos viendo la coma que es la parte sublimada del cometa”, explicó.
Dentro del Sistema Solar, el cometa interactuó con el Sol gracias al “viento solar”, que son partículas que salen de esa gran estrella “y pareciera que está soplando”.
“Lo que el viento solar hará a esa coma o nube protectora alrededor del núcleo es que lo va a extender dando lugar a la cola del cometa”, señaló el astrofísico.
De acuerdo con el especialista, la cola de un cometa puede ser de dos tipos:
Si el cometa pasa más cerca de la Tierra, lo vamos a ver más grande y más brillante, pero hay muchos factores que intervienen para saber si sobrevive o no a su paso con el Sol.
El astrofísico, Mario De Leo-Winkler explica que para saber si un cometa será visible, es importante conocer su composición, su tamaño, si contiene suficiente hielo y que logre vencer la fuerza de gravedad de nuestra estrella.
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Para ver un cometa desde la Tierra, se necesita tener una posición muy específica en relación con su trayectoria con el Sol.
“Conforme un cometa se acerca al Sol y se sublima, más brillante es. Pero si nosotros volteamos a ver al Sol, este nos va a deslumbrar y no lo alcanzaremos a ver”, explica el especialista.
“Lo que necesitamos hacer desde la Tierra, es que el Sol esté por salir y arriba de él esté el cometa en durante amanecer o que el Sol ya se haya metido en el atardecer para observar arriba de él el cometa, de esta forma el Sol no genera luz y sí alcancemos a ver el cuerpo celeste encima del horizonte”, describió.
Aunque faltan algunos meses para saber si alguno de los 2 cometas sobrevivirán su paso por el Sol, hay esperanza de que este año nos toque verlos.
La exguerrillera conoció a Mujica en la clandestinidad y vivió a su lado durante décadas, hasta su último día.
José Mujica solía emocionarse últimamente al hablar de su esposa, Lucía Topolansky, quien lo conoció en tiempos de clandestinidad y siguió a su lado hasta su muerte este martes a los 89 años.
“Lucía es mucho más que una compañera”, dijo el expresidente uruguayo en una entrevista con BBC Mundo en noviembre.
Se refería al amor y el cuidado que Topolansky le dio por décadas, sobre todo desde que a él le diagnosticaron un cáncer de esófago hace poco más de un año que se expandió por su cuerpo.
Un amor que continuó dándole hasta sus últimos días: “Yo estoy hace más de 40 años con él y voy a estar hasta el final, eso es lo que prometí”, declaró unos días antes de la muerte de su compañero.
Ella nunca alcanzó la fama internacional de Mujica, pero su propia historia personal y algunos momentos especiales que vivió junto a él tienen ribetes asombrosos.
Hija de un ingeniero civil y empresario de la construcción, Topolansky nació hace 80 años en una familia de buen pasar económico y estudió en un colegio de monjas dominicas.
Su opción por la lucha armada a fines de la década del ’60, tras abandonar estudios de arquitectura y el gremio estudiantil, sorprendió a sus parientes más cercanos.
Pero no fue la única: su hermana melliza María Elia también integró el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T).
En esa guerrilla urbana de izquierda influida por la revolución cubana y el marxismo, que combatió la institucionalidad democrática, Topolansky participó en diferentes operativos con el nombre falso de “Ana”.
Fue durante aquellos tiempos de clandestinidad cuando conoció a Mujica, quien tenía nueve años más que ella y ocupaba cargos de dirección en el MLN-T.
Mujica relató en una entrevista con la BBC que el primer encuentro entre ambos ocurrió en septiembre de 1971, la noche en que él se escapó de la cárcel montevideana de Punta Carretas con otros 105 tupamaros y algunos presos comunes por un túnel, una de las mayores fugas en la historia de las prisiones uruguayas.
“Ella estaba con la gente que apoyaba desde afuera. Habían ocupado una de las casas en las cuales nosotros emergimos de abajo de la tierra para salir de la cárcel luego de haber hecho un túnel”, memoró. “La vi casi accidentalmente y seguimos la vida (…). Era muy bonita y joven”.
Topolansky también había estado presa y se fugó de una prisión ese año, escabulléndose por las cloacas de la ciudad junto a otras 37 presas. Llegó a realizarse una cirugía para cambiar parte de su rostro y evitar ser arrestada.
Mujica fue recapturado y volvió a escaparse de la cárcel en 1972, cuando inició su relación amorosa con Topolansky.
“Nos encontramos una noche en que andábamos muy perseguidos”, dijo Mujica en una entrevista con la BBC en abril de 2023. “Los humanos, aunque no lo sabemos, cuando vivimos una atmósfera de peligro donde está en juego a cada paso la libertad y la vida, nos aferramos al amor porque la naturaleza biológica nos lo impone”.
Aunque en una entrevista varios años atrás, Topolansky reconoció que los detalles de ese primer encuentro eran difíciles de recordar por una razón: “Esto se parece bastante a esos relatos de las guerras y eso donde las relaciones humanas tienen un marco de distorsión porque tú estás corriendo, podés caer preso, te pueden matar. Entonces no tiene los parámetros de una vida normal”.
Ambos volvieron a ser detenidos en 1972, un año antes del golpe de Estado conducido por los militares. Permanecieron presos, sometidos a torturas y períodos de aislamiento hasta 1985, el año en que Uruguay volvió a la democracia.
“Teníamos que vivir en condiciones absolutamente adversas”, señaló Anahit Aharonian, una militante tupamara que estuvo presa junto a ella, en un diálogo con BBC Mundo en 2015.
Recordó que en 1980 las hermanas Topolansky le diseñaron en secreto un tapiz con la palabra “Libertad” bordada en armenio, el idioma de los padres de Aharonian que tenía prohibido practicar en prisión.
Lograron sacarlo del penal en un paquete, sin que los carceleros descubrieran de qué se trataba.
Mujica y Topolansky volvieron a juntarse el día de marzo de 1985 en que recuperaron la libertad por una ley de amnistía, y siguieron unidos desde entonces.
“Al otro día empezamos a buscar un local para juntar a los compañeros y reunirnos. Había que empezar a militar”, recordó Topolansky en una entrevista hace un año atrás. “No perdimos un minuto. Y no paramos, porque en realidad esa es nuestra vocación. Ese es el sentido de nuestra vida”.
La pareja se mudó a una modesta casa en una chacra de Rincón del Cerro, la zona rural de Montevideo donde cultivaron la tierra y donde el expresidente murió este martes.
Se casaron recién en 2005, en una ceremonia íntima, cuando Mujica era una figura cada vez más popular en su país, aunque pocos sospechaban que llegaría a ser presidente. Y esa misma noche fueron a un mitin político.
“Unimos dos utopías: la utopía del amor y la utopía de la militancia”, dijo Topolansky a un documentalista hace varios años.
Al parecer, Topolansky se enteró de su propio matrimonio cuando Mujica compartió la noticia en una entrevista que le hicieron para la televisión: “Ahí le dijo al periodista que nos íbamos a casar. Yo estaba mirando el programa y me enteré”, comentó en una entrevista en 2024.
“En realidad de vieja vine a claudicar”, añadió riendo por el hecho de haber vivido 20 años juntos sin haberse casado.
Nunca tuvieron hijos, algo que explican por el hecho de haberle dado prioridad a la guerrilla en la juventud. En cambio, alojaron en su tierra a algunas familias y tuvieron varios perros incluida Manuela, que fue conocida como la mascota favorita de Mujica.
La militancia política siguió siendo el norte en la vida de ambos, que fundaron el Movimiento de Participación Popular y contribuyeron a hacerlo el mayor grupo de la coalición de izquierda Frente Amplio.
Fue la propia Topolansky quien, como senadora más votada, le tomó juramento a Mujica cuando asumió la presidencia en 2010, en un acto cargado de simbolismo dentro del Palacio Legislativo.
Después lo abrazó con su brazo derecho y besó su mejilla, sonriendo.
Topolansky llegó a sobrevivir a un cáncer de mama y, tras el fin del mandato de Mujica en 2015, fue candidata a intendenta (alcaldesa) de Montevideo, pero no logró ser electa.
En 2017 asumió la vicepresidencia de Uruguay tras la renuncia de quien estaba en el cargo por uso indebido de recursos públicos y ocupó circunstancialmente el sillón presidencial cuando el entonces mandatario Tabaré Vázquez viajó al exterior.
Muchos la consideran menos pragmática desde el punto de vista ideológico que su esposo, quien evitaba esa comparación y decía que simplemente eran políticos diferentes.
“Sí, tal vez no tenga el carisma que tengo yo. Eso es probable”, admitió el expresidente en una oportunidad. “Ahora, es sistemática: como las abejas, como una gota de agua. Una laburanta (trabajadora) de esas infernales. No de esas que hacen un hecho histórico, sino de las que levantan paredes”.
Mujica decía eso con la misma admiración que expresó hasta el final hacia Topolansky, contrastando la pasión que supone una relación amorosa en la juventud con “la dulce costumbre” que significa en la vejez, para eludir la soledad.
“Soy consciente”, sostuvo en su última entrevista con BBC Mundo, “que buena parte de mi vida hoy se la debo a ella”.
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