México también ha estado presente en los viajes al espacio, ya sea directamente en las naves o trabajando en investigaciones de la NASA. Aquí exploramos algunos astronautas mexicanos que nos han puesto en órbita.
Hay que mencionar que la lista de mexicanos en el espacio es muy corta. Sin embargo, repetimos que muchos también han aportado con sus conocimientos en distintas ramas.
Nacido el 19 de febrero de 1952 y originario de Gerrero, Rodolfo Neri Vela fue el primer astronauta mexicano en ir al espacio.
Esto lo consiguió el 26 de noviembre de 1985 al participar como especialista en la Misión STS-61-B del Transbordador espacial Atlantis.
Orbitó la Tierra 109 veces, en el transbordador espacial “Atlantis” y durante la misión se colocaron tres satélites de comunicaciones en órbita
“La NASA no estaba en mis planes, pero se presentó la oportunidad; la clave es prepararse todos los días y pensar en grande, sino no se llega a ningún lado, ni al espacio”, comentó Rodolfo Neri Vela durante una conferencia en la Facultad de Ingeniería de la UNAM para conmemorar el trigésimo cuarto aniversario de su viaje a la Luna.
Aunque nació en California, José Hernández Moreno pasó toda su infancia entre México y Estados Unidos. Sus padres, inmigrantes mexicanos originarios de Michoacán, trabanajaban desde marzo hasta diciembre en los campos del Sur de California.
Para Navidad e inicia de año, la familia regresaba a México y volvían a Estados Unidos en la primavera.
Eran finales de los 80 cuando José Hernández se decidió a ser astronauta ante el anuncio de Frank Chang-Díaz como parte del Cuerpo de Astronautas.
Como contexto, Frank Chang-Díaz, de origen costarricense, fue el tercer latinoamericano, pero el primer inmigrante latinoamericano astronauta de la NASA seleccionado para ir al espacio.
Después de tres años y de haber sido rechazado once veces para el entrenamiento de astronautas por parte de la NASA, José Hernández fue seleccionado en mayo de 2004.
Trabajó en varias asignaciones técnicas hasta que el 15 de julio de 2008 fue elegido como especialista de misión en la misión STS-128. Esta se lanzó el 28 de agosto de 2009 y esa fue su primera vez en el espacio.
Entre los astronautas mexicanos también nos encontramos a Katya Echazarreta, quien se convirtió en la primera mujer mexicana en viajar al espacio.
Esto lo consiguió en junio del 2022 al formar parte de la misión Blue Origina NS-21 a bordo de una nave espacial New Shepard. En este sentido, se convirtió en una astronauta comercial, pues el proyecyo no tuvo relación con la NASA.
Katya Celeste Echazarreta González es originaria de Guadalajara y es ingeniera electrónica y divulgadora científica.
Antes del vuelo, la tapatía lanzó un mensaje dedicando su viaje a México y Latinoamérica: “Quiero dedicarle este vuelo al espacio a mi país, y a toda la comunidad Latinoamericana. Mi deseo es que veas esta misión, creas en tí, y sepas que puedes ser el próximo”, dijo,
No solo tenemos astronautas mexicanos, sino grandes talentos de nuestro país en la NASA que ayudan a que los viajes al pesacio se hagan realdiad.
Una de esos grandes talentos es Ali Guarneros Luna, una de las pocas mujeres latinas que han trabajado en el Centro de Investigación Ames de la NASA.
Ekka es ingeniera aeroespacual y su trabajo ha sido desarrollar tecnología para llegar a la Luna y a Marte.
Lee: “Ver oportunidades en el fracaso y persistir”, la historia de dos mexicanos que trabajan en la NASA
Los mexicanos en la NASA han llegado a través de distintas especializades. Ahí está el caso de Carlos Salicrup, quien es médico graduado de la UNAM y gracias a él la bandera mexicana ya está en la Estación Espacial Internacional.
Ha sido el único representante de México que ha participado en un experimento en la Estación Espacial Internacional.
Con el equipo japonés de STONY llevó a cabo vuelos de prueba en cero gravedad y logró enviar el primer dispositivo médico impreso en 3D al espacio, para misiones de larga duración e interplanetarias, y aplicable en la Tierra para desastres y atención médica en zonas marginadas.
Carlos Salicrup es Médico Cirujano graduado de la UNAM, con Maestría en Ciencias y especialidad en Medicina Aeroespacial graduado del programa élite de la NASA en Wright State University. Es también Piloto Aviador del Boeing 787 de Aeroméxico y paramédico de la Cruz Roja.
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Los carteles en la enorme estación de trenes de Shinjuku, en Tokio, normalmente se usan para publicitar productos como cosméticos y comida, así como películas nuevas.
Pero ocasionalmente uno puede encontrarse con un cartel que muestra un mensaje de cumpleaños y la foto de un joven, a menudo de una boy band y típicamente con una apariencia impecable.
Estos carteles son creados por empresas publicitarias especializadas y son pagados por fans devotos. Forman parte de un fenómeno llamado oshikatsu, un término acuñado en los últimos años que proviene de las palabras japonesas “apoyar” (oshi) y “actividad” (katsu).
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Una parte considerable de este apoyo es de naturaleza económica. Los fans asisten a eventos y conciertos, o compran productos como CDs, carteles y otros artículos coleccionables. Otras formas de oshikatsu están destinadas a difundir la fama de su ídolo, compartiendo contenido sobre su oshi, participando en campañas en redes sociales, y escribiendo fanfiction o creando fanart.
Oshikatsu surgió a partir del deseo de los fans por tener un vínculo más cercano con sus ídolos. La combinación entre oshi y katsu apareció por primera vez en las redes sociales en 2016 y se generalizó como un hashtag en la entonces plataforma de Twitter en 2018. En 2021, oshikatsu fue nominada como candidata a la palabra del año en Japón, una señal de que su uso se había vuelto popular.
Ahora, ha aparecido en el radar del Japón empresarial. El motivo es el estallido de la inflación en los últimos años, provocado por la interrupción pandémica de la cadena de suministro y las conmociones geopolíticas, que ha hecho que los consumidores japoneses reduzcan su gasto.
Sin embargo, con los salarios a punto de subir por tercera vez en tres años, el gobierno se muestra cautelosamente optimista ante la posibilidad de que el crecimiento económico sea reavivado a través del gasto impulsado por el consumo. Compañías de la industria del entretenimiento y medios de comunicación buscan en el oshikatsu como posible motor de esta tendencia, aunque no está claro si las próximas subidas salariales serán suficientes.
Contrario a la percepción popular, oshikatsu ya no es del ámbito exclusivo de las subculturas juveniles. Se ha hecho camino también entre los grupos de mayor edad en Japón.
De acuerdo a una encuesta realizada en 2024 por la empresa japonesa de estudios de mercado, Harumeku, el 46% de las mujeres que están en sus 50 tienen un oshi al que apoyan económicamente. Las generaciones mayores tienden a tener más dinero para gastar, especialmente después de que sus propios hijos hayan terminado su educación.
Oshikatsu también supone una interesante inversión en términos de género. Mientras en los hogares tradicionales japoneses se sigue esperando que los maridos sean el sostén económico de las familias, en el oshikatsu son más a menudo las mujeres las que apoyan económicamente a hombres jóvenes.
Cuánto gastan los fans en sus oshi, depende. Según una encuesta reciente realizada por la empresa japonesa de marketing CDG y Oshicoco, una agencia de publicidad especializada en oshikatsu, la cantidad media que gastan los fans en actividades relacionadas con sus oshis es de 250.000 yenes (unos US$1.736) anuales.
Se calcula que esto aporta cada año 3,5 billones de yenes (US$24.500 millones) a la economía japonesa, y representa el 2,1% del total de las ventas minoristas anuales de Japón.
Oshikatsu impulsará el gasto de los consumidores. Pero dudo que tenga el impacto en la economía japonesa que esperan las autoridades. Para los aficionados más jóvenes, el peligro es que la aprobación gubernamental acabe con cualquier tipo de influencia cool, haciendo que el oshikatsu sea menos atractivo para estas personas a largo plazo.
Y si apoyan a un oshi que aún no ha conseguido el éxito, pueden tener una mayor sensación de que su apoyo importa. De ahí que parte del gasto vaya directamente a individuos, en lugar de a superestrellas corporativas ya establecidas. Pero también es posible que los jóvenes oshis en apuros gasten más de este dinero que las celebridades establecidas.
La prensa internacional se está enfocando ya sea en el lado económico del oshikatsu, o en lo peculiar de los fans “obsesivos” que consiguen un segundo trabajo para apoyar a su oshi, y madres que gastan grandes sumas en un hombre que tiene la mitad de su edad. Pero lo que esa cobertura pasa por alto es la lenta pero profunda transformación social de la que el oshikatsu es un síntoma.
Una investigación de 2022 sobre personas que practican oshikatsu deja claro que las “actividades de fans” responden a un deseo profundo de conexión, validación y pertenencia. Si bien esto podría satisfacerse mediante la amistad o una relación íntima, un número creciente de jóvenes adultos japoneses siente que este tipo de vínculos son “problemáticos”.
Los hombres jóvenes lideran esta tendencia, especialmente aquellos que no trabajan como asalariados de oficina con empleos relativamente estables, los llamados salarymen. Muchos de los que trabajan a tiempo parcial o en empleos manuales tienen dificultades para imaginar un futuro con una familia.
El sector terciario está cambiando para dar cabida a un número creciente de servicios que convierten en productos cosas intangibles como la amistad, la compañía y las fantasías románticas escapistas.
Desde abrazos no sexuales hasta alquilar a un amigo por un día o tener una cita con un acompañante travestido, se puede buscar alivio temporal de la soledad pagando por hora. Como resultado, la conexión humana en sí misma se está convirtiendo en algo que puede ser consumido mediante pago.
Por otro lado, compartir actividades de oshikatsu puede generar nuevas amistades. Reunirse para adorar colectivamente a sus ídolos es una forma poderosa de crear nuevas comunidades. Aún está por verse cómo estos cambios en la manera en que las personas se relacionan moldearán el futuro de la economía y la sociedad japonesa.
*Fabio Gygi es profesor titular de Antropología en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres.
Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Puedes leer la versión original en inglés aquí.
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