¿Cuántas veces has escuchado Tusa desde que se estrenó? Esta canción de la colombiana Karol G, en colaboración con Nicki Minaj, es lo que suena en prácticamente todos lados desde el 7 de noviembre de 2019, cuando se dio a conocer y comenzó a colarse en los tops de las plataformas digitales.
Lo que pasó después es historia: está en todas las fiestas, en los antros y seguro seguirá escuchándose en los carnavales que se acercan. Tusa tiene más de 259 millones de escuchas en Spotify y el video más de 358 millones de vistas en Youtube.
Entre que la amas o la odias, esta canción ha llegado a nuestros oídos en distintas circunstancias por lo que nos surgen muchas dudas al respecto. ¿Qué significa matar la tusa?
No es un animal, no es un alimento. En Colombia, una tusa es una manera de referirse a una depresión amorosa. Así de simple.
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Así que Tusa habla justamente de cómo una persona está en el proceso de reponerse de un rompimiento, ¿cómo lo hace? Pues saliendo con sus amigos a pasear y de fiesta sin la excusa de no poder por estar con su pareja.
Aunque esto rompa muchos corazones, la misma Karol G ha dicho que no es así. La razón es muy simple: Tusa ya existía un año antes (2018) de que La Canción, del álbum Oasis, de Bad Bunny y J Balvin, solo que no se había grabado.
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Cuando Tusa se estrenó La Canción ya era un hit, es por ello que la gente relacionó ambas y comenzó a hablar al respecto en redes sociales.
La pregunta debería ser ¿cuál es la canción a la que Bad Bunny y J Balvin se refieren en La Canción? (Cuéntennos ese chisme, por favor)
Una de las frases de Tusa dice “pero si le ponen la canción, le da una depresión tonta”. Si no es La Canción, ¿entonces cuál es?
En entrevista para Genius, Karol G comenta que “todas la mujeres tenemos el mal de la canción: es que cuando uno está despechado busca canciones que lo destruyan por completo”, es decir, no se trata de algún tema en específico sino de aquel que te recuerda a tu ex y que, aunque estés superando la tusa, te volverá a tirar al piso.
Karol G ha trabajado con el productor Ovy On The Drums en varias ocasiones. Él y el compositor colombiano Keityn trabajaron esta canción especialmente para la cantante pero, cuando la escuchó por primera vez, no le gustó para nada. Así que no la grabó.
Tusa pasó por un largo proceso en el que se ofreció a otros cantantes y también la rechazaron hasta que Karol G, un año después, preguntó que había pasando con esa canción, pidió escucharla y…
Karol G comentó que ella y Nicki Minaj habían estado intercambiando mensajes para, en algún momento, tener una colaboración.
Cuando la colombiana se enamoró de esta canción pensó que era una buena idea compartirla con Minaj, a ella también le encantó el ritmo y así fue como se cantó la (ahora) épica frase “hice todo este llanto por nara. Ahora soy una chica mala”.
No te vamos a arruinar la experiencia. Mejor escúchala
Cuantas más opciones, más difícil se hace elegir, y el resultado de nuestra elección nunca es demasiado satisfactorio. ¿Cómo lidiar con el exceso de opciones?
¿Alguna vez te ha costado más escoger una película o una serie en una plataforma de streaming que ver directamente algo? ¿O has dado muchas vueltas antes de comprar un producto online solo para seguir dudando después? En una sociedad con más posibilidades que nunca, elegir se ha convertido en una fuente de ansiedad: lo que en principio parecía una ventaja puede acabar siendo una carga.
La psicología lo define como la “paradoja de la elección”: cuantas más opciones hay, más difícil es decidir… y menos satisfacción genera la decisión tomada.
Este fenómeno fue descrito por el psicólogo Barry Schwartz, quien propuso que el exceso de libertad puede tener efectos adversos sobre el bienestar. En lugar de hacernos más felices, una abundancia de opciones tiende a bloquear, frustrar y provocar la sensación persistente de que se podría haber elegido mejor.
Un estudio clásico de Sheena Iyengar y Mark Lepper demostró que ante una variedad de 24 sabores de mermelada frente a solo 6, los consumidores eran menos propensos a comprar. La sobrecarga de alternativas no solo complica la decisión, también reduce la satisfacción con lo elegido.
Este patrón no se limita al consumo. También se observa en decisiones vitales, desde la elección de estudios hasta relaciones personales. En contextos universitarios y profesionales, el exceso de opciones puede generar una sensación de parálisis, dudas constantes y miedo a equivocarse.
La psicología ha identificado diferentes estilos de afrontamiento ante la toma de decisiones. Entre ellos, los dos más estudiados son el perfil del maximizer y el del satisficer.
Esta distinción fue formalizada en un influyente estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology.
Las personas con un estilo maximizer tienden a buscar siempre la mejor opción posible. Evalúan muchas alternativas, comparan exhaustivamente, investigan a fondo y posponen decisiones en busca de una elección óptima. Aunque este comportamiento puede parecer racional o ambicioso, en la práctica suele asociarse a consecuencias negativas para el bienestar emocional.
El estudio citado mostró que los maximizers:
Además, otras investigaciones han asociado este perfil a síntomas depresivos, especialmente cuando las decisiones se toman en contextos complejos o inciertos.
En contraste, el estilo satisficer se basa en elegir una opción que cumpla criterios personales mínimos o razonables, sin necesidad de compararla con todas las demás. Estas personas no buscan lo perfecto, sino algo que encaje con sus necesidades o valores.
Según la misma investigación, los satisficers:
Tienen una mayor estabilidad emocional tras la toma de decisiones.
El estilo satisficer no implica conformismo, sino un enfoque más funcional y adaptativo. Como señalan otras investigaciones, estas personas tienden a conservar recursos cognitivos y emocionales, lo que les permite enfrentar mejor la incertidumbre y reducir la fatiga a la hora de tomar decisiones.
La diferencia entre ambos perfiles no solo influye en cómo se decide, sino en cómo se vive el proceso y sus consecuencias. El estilo maximizer puede ser útil en contextos técnicos o decisiones de alto riesgo, pero su aplicación constante en la vida diaria –donde muchas veces no existe una opción claramente “mejor”– puede deteriorar el bienestar psicológico.
Por el contrario, adoptar una actitud satisficer permite tomar decisiones con más tranquilidad, asumiendo que ninguna será perfecta, pero muchas pueden ser válidas. En tiempos de sobreabundancia de opciones, este enfoque parece más sostenible emocionalmente.
La paradoja de la elección se manifiesta en múltiples aspectos de la vida cotidiana:
Elegir entre muchas alternativas exige recursos cognitivos y emocionales. A mayor número de opciones, mayor probabilidad de experimentar ansiedad anticipatoria, dudas persistentes, arrepentimiento posterior a la decisión, disminución del placer con lo elegido y fatiga mental.
Además, en contextos de presión social o autoexigencia elevada, esta dificultad se agrava. La sensación de que “todo depende de una elección correcta” puede derivar en estrés crónico o evitación.
El fenómeno de la fatiga decisional ha sido descrito también en el ámbito clínico. Algunos estudios muestran cómo el esfuerzo mental acumulado por tomar muchas decisiones reduce la capacidad de autocontrol y aumenta la vulnerabilidad al estrés.
Desde la psicología aplicada, se han propuesto diversas estrategias para reducir el impacto negativo de la sobreabundancia de opciones:
En un contexto cultural que asocia libertad con cantidad, puede parecer contradictorio que reducir opciones aumente el bienestar. Sin embargo, numerosos estudios lo confirman: un exceso de alternativas genera ruido, fatiga y frustración.
Apostar por una toma de decisiones más simple, más conectada con lo personal y menos centrada en encontrar lo “óptimo” puede ayudar a mejorar la salud mental y la calidad de vida. En este sentido, elegir menos no es conformarse, sino decidir con más sentido.
*Oliver Serrano León es director y profesor del Máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Canarias, Universidad Europea
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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