
¿Quiénes serán los rivales de México en el Mundial 2026? Ya estamos a nada de la realización del sorteo de la Copa Mundial de la FIFA 26, la cual se jugará en nuestro país, Estados Unidos y Canadá.
El sorteo de la Copa del Mundo es mucho más que sacar bolitas de un recipiente; es el momento en que el sueño mundialista cobra vida.
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Para la edición de 2026, este momento clave se celebrará el viernes 5 de diciembre de 2025, a las 11:00 horas (tiempo del centro de México), desde el prestigioso Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas en Washington D. C.
La transmisión en México se puede seguir en directo en:
Si nunca has seguido un sorteo, prepárate, porque aquí es donde realmente comienza todo. Pero antes de ver cómo se forman los grupos, entendamos por qué este Mundial es diferente a todos los anteriores.
La principal novedad del Mundial 2026, que organizarán Estados Unidos, México y Canadá, es histórica: por primera vez, 48 selecciones nacionales competirán por la gloria.
Este aumento de participantes transforma la estructura del torneo, organizando a los equipos en 12 grupos de cuatro selecciones cada uno.
Esto significa más partidos, más oportunidades para equipos de diversas regiones, permitiendo que naciones como Uzbekistán, Jordania, Cabo Verde y Curazao vivan su primera Copa del Mundo, un sueño que era casi inalcanzable en el formato anterior.
Para organizar a estas 48 naciones, la FIFA utiliza un sistema de “bombos”, que son la clave de todo el sorteo.
Hasta el momento, 42 selecciones de las 48 tienen asegurado su lugar en el Mundial 2026. Hay seis plazas que aún no se han definido y se conocerán hasta marzo de 2026.
Cuatro provendrán del repechaje de la UEFA, que contará con 16 equipos y será disputada por Albania, Bosnia y Herzegovina, Chequia, Dinamarca, Italia, Kosovo, Irlanda del Norte, Macedonia del Norte, Polonia, República de Irlanda, Rumania, Eslovaquia, Suecia, Turquía, Ucrania y Gales.
Los otros dos puestos serán disputados por seis equipos: Bolivia, República Democrática del Congo, Irak, Jamaica, Nueva Caledonia y Surinam, en el Torneo clasificatorio intercontinental de la Copa Mundial de la FIFA 26.

Un “bombo” es más que un simple contenedor; es la herramienta fundamental de la FIFA para garantizar un sorteo equilibrado. Al agrupar a los equipos según su fuerza (basada en la Clasificación Mundial de la FIFA), los bombos evitan que las selecciones más poderosas terminen todas en el mismo grupo en la fase inicial.
Para el Mundial 2026, las 48 selecciones clasificadas se dividen en cuatro bombos de doce equipos cada uno. Los criterios principales son:
La distribución de los equipos es la siguiente:
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Bombo
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Selecciones
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Bombo 1
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Canadá, México, Estados Unidos, España, Argentina, Francia, Inglaterra, Brasil, Portugal, Países Bajos, Bélgica y Alemania.
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Bombo 2
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Croacia, Marruecos, Colombia, Uruguay, Suiza, Japón, Senegal, RP de Irán, República de Corea, Ecuador, Austria y Australia.
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Bombo 3
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Noruega, Panamá, Egipto, Argelia, Escocia, Paraguay, Túnez, Costa de Marfil, Uzbekistán, Catar, Arabia Saudí y Sudáfrica.
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Bombo 4
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Jordania, Cabo Verde, Ghana, Curasao, Haití, Nueva Zelanda, clasificados A, B, C y D de las eliminatorias europeas, clasificados 1 y 2 del torneo clasificatorio de la FIFA
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Una vez que todos los equipos están en sus bombos, comienza el verdadero espectáculo del sorteo del Mundial 2026.

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El sorteo comienza extrayendo uno por uno a todos los equipos del Bombo 1. Cada selección sorteada es asignada a un grupo, comenzando por el Grupo A y terminando en el Grupo L. Los equipos de este bombo son los “cabezas de serie” y ocupan la primera posición de su respectivo grupo.
Una vez que todos los grupos tienen su cabeza de serie, se repite el proceso con el Bombo 2, luego con el 3 y finalmente con el 4. Para estos bombos, el proceso tiene un paso adicional: después de sortear el equipo y asignarlo a un grupo, se sortea su posición dentro de ese grupo (2, 3 o 4). Esto es fundamental, ya que define el orden de sus partidos y el calendario completo de la fase inicial.
Pero no todo es al azar; existen reglas muy importantes para asegurar que los grupos sean justos y competitivos.
Para que el sorteo del Mundial 2026 sea equilibrado, la FIFA aplica ciertas restricciones clave. Estas son las más importantes:
Una vez que se conocen los grupos, la atención se centra en lo que sucederá en la cancha.
El sorteo del Mundial 2026 es el banderazo de salida oficial para la fiesta más grande del fútbol. Es el día en que las especulaciones terminan y el camino hacia la copa se vuelve tangible, ¡así que no te lo pierdas!

Desde estimular el cerebro hasta reducir el dolor, unirse a otros para cantar (así como cantar en soledad) puede traer amplios beneficios.
Estamos en esa época del año en la que el aire empieza a vibrar con voces angelicales, o a resonar con algún que otro himno vigoroso, mientras los villancicos transmiten su indomable alegría festiva.
Pero estos cantores, se den cuenta o no, mientras llenan centros comerciales, estaciones de tren, residencias de ancianos y la calle de tu casa con canciones jubilosas, también están mejorando su salud.
Se ha descubierto que cantar, aporta una amplia gama de beneficios —que abarcan desde el cerebro hasta el corazón— para quienes lo practican, especialmente si lo hacen en grupo. Puede unir a las personas, preparar nuestro cuerpo para combatir enfermedades e incluso suprimir el dolor. Entonces, ¿valdría la pena alzar la voz para celebrar?
“Cantar es un acto cognitivo, físico, emocional y social”, afirma Alex Street, investigador del Instituto de Investigación de Musicoterapia de Cambridge, quien estudia cómo la música puede ayudar a niños y adultos a recuperarse de lesiones cerebrales.
Los psicólogos llevan mucho tiempo maravillados de cómo las personas que cantan juntas pueden desarrollar un poderoso sentido de cohesión social, e incluso los vocalistas más reticentes se unen al cantar. Investigaciones han demostrado que personas completamente desconocidas pueden forjar vínculos inusualmente estrechos después de cantar juntas durante una hora.
Como era de esperar, cantar tiene claros beneficios físicos para los pulmones y el sistema respiratorio. Algunos investigadores han utilizado el canto para ayudar a personas con enfermedades pulmonares, por ejemplo.
Pero cantar también produce otros efectos físicos mensurables. Se ha descubierto que mejora la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Incluso se ha visto que cantar en grupos o coros refuerza nuestra función inmunitaria de una forma que simplemente escuchar la misma música no puede.
Existen diferentes explicaciones para esto. Desde un punto de vista biológico, se cree que cantar activa el nervio vago, que está conectado directamente a las cuerdas vocales y los músculos de la parte posterior de la garganta. La exhalación prolongada y controlada que implica cantar también libera endorfinas asociadas con el placer, el bienestar y la supresión del dolor.
Cantar también activa una amplia red de neuronas en ambos hemisferios del cerebro, lo que provoca que se activen las regiones que gestionan el lenguaje, el movimiento y las emociones. Esto, combinado con el enfoque en la respiración que requiere el canto, lo convierte en un eficaz calmante del estrés.
“Las respuestas de bienestar se hacen evidentes en voces, expresiones faciales y posturas más vívidas”, afirma Street.
Estos beneficios podrían tener raíces profundas. Algunos antropólogos creen que nuestros ancestros homínidos cantaban antes de poder hablar, utilizando vocalizaciones para imitar los sonidos de la naturaleza o expresar sentimientos.
Esto podría haber desempeñado un papel clave en el desarrollo de dinámicas sociales complejas, la expresión emocional y los rituales, y Street señala que no es casualidad que cantar forme parte de la vida de todos los seres humanos, tengan o no inclinación musical, señalando que nuestros cerebros y cuerpos están sintonizados desde el nacimiento para responder de forma positiva a las canciones.
“Se les cantan canciones de cuna a los niños y luego se cantan canciones en los funerales”, explica. “Aprendemos las tablas de multiplicar cantando y el abecedario mediante la estructura rítmica y melódica”.
Pero no todos los tipos de canto son igualmente beneficiosos. Cantar en grupo o coro, por ejemplo, promueve un mayor bienestar psicológico que cantar en solitario. Por esta razón, investigadores educativos han utilizado el canto como herramienta para promover la cooperación, el desarrollo del lenguaje y la regulación emocional en niños.
Los especialistas médicos también están recurriendo al canto para mejorar la calidad de vida de quienes sufren diferentes afecciones. Investigadores de todo el mundo han estudiado los efectos de unirse a coros comunitarios dedicados a sobrevivientes de cáncer y accidentes cerebrovasculares, personas con enfermedad de Parkinson y demencia, y sus cuidadores. Por ejemplo, cantar mejora la capacidad de articulación de los pacientes con Parkinson, algo con lo que se sabe que tienen dificultades a medida que la enfermedad progresa.
Cantar también representa una forma de mejorar la salud general, ya que se ha demostrado que es un ejercicio subestimado, comparable a una caminata rápida. “Cantar es una actividad física y puede tener beneficios similares al ejercicio”, afirma Adam Lewis, profesor asociado de fisioterapia respiratoria en la Universidad de Southampton, en Reino Unido.
Un estudio incluso sugirió que cantar, junto con diversos ejercicios vocales que realizan cantantes profesionales para perfeccionar el tono y el ritmo, es un ejercicio para el corazón y los pulmones comparable a caminar a un ritmo moderado en una cinta de correr.
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Pero los investigadores también se interesan en destacar los beneficios, a menudo poco reconocidos, de participar grupos de canto para la psique de las personas que viven con enfermedades crónicas a largo plazo. Street explica que cantar permite a estas personas centrarse en lo que pueden hacer, en lugar de en lo que no pueden.
“De repente, se genera una sensación de igualdad en la sala, donde los cuidadores ya no son cuidadores, y los profesionales de la salud también cantan la misma canción de la misma manera”, dice Street. “Y realmente no hay mucho más que logre eso”.
Entre quienes han demostrado beneficiarse más del canto se encuentran las personas con enfermedades respiratorias crónicas, algo que se ha convertido en un importante foco de investigación para Keir Philip, profesor clínico de medicina respiratoria en el Imperial College de Londres. Philip advierte que cantar no curará estas enfermedades, pero puede servir como un enfoque holístico eficaz que complementa los tratamientos convencionales.
“Para algunas personas, vivir con disnea puede provocar que cambien su forma de respirar, volviéndola irregular e ineficiente”, dice Philip. “Algunos enfoques basados en el canto ayudan en esto en términos de los músculos utilizados, el ritmo y la profundidad [de la respiración], lo que puede ayudar a mejorar los síntomas”.
Uno de sus estudios más destacados consistió en aplicar un programa de respiración desarrollado mediante el trabajo con cantantes profesionales de la Ópera Nacional Inglesa como parte de un ensayo controlado aleatorio en pacientes con covid-19 de larga duración. Durante seis semanas, los resultados mostraron que mejoró su calidad de vida y alivió algunos aspectos de sus dificultades respiratorias.
Al mismo tiempo, cantar no está exento de riesgos para las personas con afecciones subyacentes. El canto en grupo se vinculó a un evento de superpropagación en las primeras etapas de la pandemia de covid-19, ya que cantar puede emitir grandes cantidades de virus en el aire.
“Si tienes una infección respiratoria, es mejor faltar esa semana al ensayo del coro para evitar poner en riesgo a otras personas”, comenta Philip.
Pero quizás el beneficio más notable del canto es que parece contribuir a la autoreparación cerebral. Esto quedó ilustrado por la historia de la excongresista estadounidense Gabrielle Giffords, quien sobrevivió a un disparo en la cabeza durante un intento de asesinato en 2011.
A lo largo de muchos años, Giffords reaprendió a caminar, hablar, leer y escribir, gracias a terapeutas que utilizaban canciones de su infancia para ayudarla a recuperar la fluidez verbal.
Los investigadores han utilizado enfoques similares para ayudar a los supervivientes de un ictus a recuperar el habla, ya que cantar puede proporcionar las horas y horas de repetición necesarias para promover una nueva conectividad entre los dos hemisferios cerebrales, que a menudo se dañan tras un ictus agudo. También se cree que cantar mejora la neuroplasticidad del cerebro, lo que le permite reconectarse y crear nuevas redes neurológicas.
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Hay teorías de que cantar también podría ayudar a las personas con deterioro cognitivo debido a la intensa exigencia que impone al cerebro, que requiere atención sostenida y estimula la búsqueda de palabras y la memoria verbal.
“Existe una creciente base de evidencia que respalda los beneficios cognitivos del canto en adultos mayores”, afirma Teppo Särkämö, profesor de neuropsicología en la Universidad de Helsinki, Finlandia. “Sin embargo, aún sabemos poco sobre el potencial del canto para ralentizar o prevenir el deterioro cognitivo, ya que esto requeriría estudios a gran escala con años de seguimiento”.
Para Street, toda la investigación que demuestra los poderosos efectos del canto, ya sea a nivel social o neuroquímico, subraya por qué es una parte tan universal de la vida humana. Sin embargo, una de sus preocupaciones es que, a medida que las personas pasan cada vez más tiempo conectadas a la tecnología en lugar de entre sí a través de actividades como cantar, relativamente pocas personas experimentan sus beneficios.
“Estamos descubriendo mucho, especialmente en la rehabilitación de lesiones cerebrales”, afirma. Apenas están empezando a surgir estudios que demuestran que cantar puede tener estos efectos, incluso en personas con lesiones importantes. Es lógico que podamos beneficiarnos tanto, ya que el canto siempre ha desempeñado un papel fundamental en la conexión entre las comunidades.
Quizás sea una razón más para disfrutar el cantar villancicos alrededor del árbol de Navidad este año.
*Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí si quieres leer la versión original en inglés.
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