Como probablemente escuchaste, viste o leíste por ahí, la Secretaría de Economía tomó la decisión de suspender la venta de productos de varias marcas de queso y dos de yogurt natural por tener etiquetas engañosas con respecto a los ingredientes con que están hechos.
Como dato: el caso de los quesos el asunto fue que no estaban hechos 100% de leche como lo anunciaban en sus etiquetas, mientras el yogurt contiene azúcar, así que ni tan natural.
Dicha medida no pasó desapercibida entre los consumidores, que incluso hasta protestaron con unos buenos memes. Sin embargo, también hubo quienes recordaron que no solo los lácteos de esas marcas han dicho que son una cosa y luego resultan otra.
Incluso, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha reportado algunos de estos, pero bueno, para no hacerte el cuento largo, aquí te los dejamos.
A principios de agosto, la Revista del Consumidor publicó un análisis a 44 productos de jamón de distintas marcas.
Lo que se estudió de cada producto fue, entre otras cosas, el tipo de carne con que estaban hechos.
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Resultó que algunos jamones que se anunciaban como de pavo en realidad contenían pollo sin declararlo en los ingredientes, otros tenían contenían soya y almidón.
⚠️ En el #EstudioDeCalidad de jamones detectamos irregularidades en estos tres productos.
Consulta el estudio completo: https://t.co/NU6wC68Peq pic.twitter.com/4O4RvuM6iP— Revista del Consumidor (@RdelConsumidor) August 13, 2020
En marzo de 2019, la PROFECO detectó que 18 marcas de atún contenían soya sin advertírselo a los consumidores. El caso más escandaloso fue el caso del Atún aleta amarilla con proteína de soya en agua y aceite de la marca Aurrera.
Su contenido señalaba que su contenido era de 140 g y masa drenada de 100 g y tenía un contenido de soya de 10 a 62% en masa drenada… o sea un resto.
Aquí puedes consultar cómo les fue a todas las marcas que estudiaron.
La Profeco también analizó productos de distintos tipos de embutidos y cómo los hacen.
El informe publicado en agosto de 2020 especificó que para el chorizo se utiliza como materia prima carne picada (de cerdo, ave, o de cerdo y res) al que se le agrega sal, ajo especies y chiles aditivos.
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La mortadela está hecha de carne de cerdo o res y en algunos casos vísceras o piel de dichas especies. La mezcla se adiciona con sal y especias.
El queso de puerco está hecho de cabeza de cerdo cocida en salmuera, aunque también contiene colágeno presente en los huesos y cartílagos de la cabeza de cerdo las salchichas están hechas de carne de cerdo, ave o res; en algunos casos vísceras o piel de las especies antes mencionadas.
Aunque existe el mito urbano de que la cobertura de los pastelitos con sabor chocolate está hecha de sebo de res, no se ha encontrado ninguna radiografía a los productos que lo compruebe.
Lo que es un hecho es que contiene grandes cantidades de azúcar.
Como ejemplo, la asociación El poder del consumidor analizó el Gansito de Marinela y reveló que su cobertura contiene grasa vegetal, jarabe de maíz, almidón de maíz, lecitina de soya, sal, huevo, entre otros ingredientes. Así que de chocolate no tiene nada.
En el caso de los Chocorroles Marinela es similar, contienen: Azúcar, grasa y aceite vegetal, harina de trigo (gluten), leche reconstituida, huevo, jarabe de maíz de alta fructosa, glicerina, cocoa, jarabe de maíz, puré de piña (2%), sorbitol (2g/100g), sólidos de la leche, maltodextrina, almidón modificado, mono y diglicéridos, ácido cítrico, estéres de propilenglicol de ácidos grasos, fibra vegetal entre otros ingredientes.
En mayo del 2019, la Profeco también reveló que los productos Nutrileche, Carnation Clavel y Alpura Kids no era realmente leche, sino fórmulas lácteas combinadas con grasa vegetal y vitaminas.
Según el reporte, la Nutrileche contiene vitaminas A, D, B1, B2 y B5, calcio, sodio y hierro y grasa vegetal en un 22.8%.
Carnation Clavel combina grasa vegetal y vitaminas Ay D, calcio y sodio.
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El producto señala tener hierro y vitaminas del complejo B, sin embargo, no se aclaran como ingredientes en el producto.
En el caso de Alpura Kids en la presentación en polvo de 500 gramos, también está combinado con grasa vegetal y vitaminas A y D, C, B1, B2, B5, B6, B12, K1, E, niacina, biotina y ácido fólico; así como minerales potasio, calcio, fósforo, sodio, hierro, zinc y yodo.
El poder del consumidor también realizó un análisis de los ingredientes del Nescafé Latte en la presentación de 190 mililítros y concluyó que: “este producto es básicamente agua, azúcar, grasa, con un poco de café y 11 diferentes aditivos”.
Sus ingredientes son agua: azúcar, sólidos de leche, sólidos de maíz, café puro soluble 1%, aceite vegetal hidrogenado (grasa saturada), celulosa microcristalina, carboximetilcelulosa, saborizante artificial, caseinato de sodio, bicarbonato de sodio entre otros.
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Mareterra, construido sobre el Mediterráneo e inaugurado en diciembre de 2024, combina ecología con belleza natural.
Era poco más del mediodía en Mareterra , el barrio más nuevo de Mónaco, y una multitud se agolpaba en la terraza de Marlow, el primer restaurante británico de alta cocina del principado.
Cerca de allí, los oficinistas descansaban en los amplios escalones junto al agua en su hora de almuerzo. El Paseo Príncipe Jacques, la pasarela peatonal de 800 metros que rodea el perímetro marítimo de Mareterra, estaba concurrida con corredores y padres empujando cochecitos por el pavimento de hormigón.
Me detuve para disfrutar de la vista sobre la extensión del mar azul hacia el frondoso cabo de Roquebrune-Cap-Martin e Italia más allá. La zona se integraba tan perfectamente con el paisaje circundante que me costó recordar cómo hace seis meses, esto todavía era una obra sin terminar, y que hace ocho años, donde yo estaba parada, estaba el mar Mediterráneo.
Este barrio, un proyecto de 2.000 millones de euros (unos US$2.260 millones) que se inauguró en diciembre de 2024, es la última respuesta de Mónaco a una pregunta que se ha planteado durante más de 150 años: ¿cómo expandirse cuando ya se ha quedado sin terreno?
Caminé por el paseo marítimo y me agaché por una puerta que daba al sendero, entrando en una oscura antecámara de hormigón. Otra puerta conducía al interior hueco de uno de los 18 cajones, las cámaras de 10.000 toneladas y 26 metros de altura que se asientan una junto a la otra como gigantescas piezas de Lego en el fondo marino para crear la infraestructura marítima del nuevo barrio.
En el espacio oscuro y sin luz, mis ojos tardaron un rato en captar lo que mis oídos reconocieron de inmediato: olas que se estrellaban contra un muro.
Miré por encima de una gruesa barandilla que me separaba de la caída al mar. El Mediterráneo emergía como si llamara mi atención, mientras la cámara de hormigón armado permanecía silenciosa e inmóvil, absorbiendo el impacto del oleaje.
La parte superior de cada cajón, conocida como cámara Jarlan, se encuentra por encima de la línea de flotación para permitir el flujo de agua a través de estrechas aberturas verticales en el lado exterior. El diseño está concebido para actuar como un rompeolas que absorbe y dispersa la energía de las olas.
“Eso significa que, incluso durante tormentas históricas, las olas no se elevarán demasiado ni sumergirán [a Mareterra] “, dijo Guy Thomas Levy-Soussan, director gerente de SAM L’Anse du Portier, los desarrolladores de Mareterra, mientras estábamos en La Gruta Azul, como se llama este espacio, en honor a la Gruta Azul de Capri.
“Cuando el sol brilla a través de las aberturas de la cámara Jarlan por la mañana, el espacio adquiere un tono ligeramente azul”, dijo, explicando la elección del nombre.
La Guta Azul no brilla como las cuatro paredes adornadas con cuarzo rosa pastel y morado lavanda, en la cercana sala de meditación y contemplación silenciosa diseñada por la artista vietnamita Tia-Thủy Nguyễn.
Y probablemente me sentiría un poco incómoda estando sola en ese espacio oscuro. Sin embargo, se ha convertido rápidamente en uno de los lugares más inusuales y menos llamativos del principado mediterráneo, atrayendo a un flujo constante de personas como yo, curiosas por ver entre bastidores el ingenio técnico que implica recuperar tierra del mar.
La recuperación de tierras no es nueva en Mónaco, el segundo país más pequeño del mundo después de la Ciudad del Vaticano, donde 38.000 habitantes se apiñan en un territorio de poco más de 22 km².
Si bien una gran proporción de ellos son millonarios, siguen viviendo en el país más densamente poblado del mundo.
Acorralado por Francia, la solución habitual de Mónaco a su problema de espacio es adentrarse en el agua. Desde 1907, el 25% del territorio monegasco se ha ganado al mar, incluyendo la zona de playa, Le Larvotto, el Puerto Hércules -repleto de superyates-, y el barrio de Fontvieille, al oeste del Palacio del Príncipe de Mónaco.
Si Rainiero III, quien llegó al poder en 1949, se forjó la reputación de ser “el príncipe constructor”, su hijo, el actual soberano Alberto II, continúa la tradición. Fue en 2013 cuando anunció sus planes de recuperar estas seis hectáreas frente a la costa, cerca de Larvotto, en el extremo oriental de Mónaco, bautizándolas posteriormente como Mareterra para reflejar su conexión con el mar y la tierra.
El barrio ha incrementado el territorio del principado en un 3% y comprende dos bloques de apartamentos residenciales (incluido uno diseñado por el célebre arquitecto italiano Renzo Piano), 10 villas y cuatro casas adosadas, un pequeño puerto deportivo, 14 locales comerciales y tres hectáreas de espacio público.
Mareterra encaja como la pieza que faltaba en un rompecabezas en este tramo del litoral monegasco. Se encuentra junto al Foro Grimaldi, un espacio para eventos que a menudo alberga exposiciones itinerantes de arte y espectáculos, y al Jardín Japonés, plantado en 1994 con pinos mediterráneos, granados y olivos según los principios del diseño zen.
Ambos sitios han podido crecer gracias a la ampliación.
En consonancia con el compromiso del Príncipe de lograr la neutralidad de carbono en el Principado para 2050, Mareterra también se ha concebido como el rincón más verde de Mónaco.
Nueve mil metros cuadrados de paneles solares, 200 estaciones de carga para vehículos eléctricos y 800 árboles se encuentran entre las iniciativas ecológicas del distrito.
Justo en la entrada de La Gruta Azul se reproduce en bucle un vídeo de cinco minutos que presenta cómo el proyecto abordó la inevitable perturbación marina que conlleva este tipo de construcción.
Los cajones también desempeñan un papel fundamental; se moldearon relieves y ranuras en su construcción para fomentar la colonización de la flora y fauna marinas.
Incluso se lijaron a mano algunos segmentos para añadir textura. Las cámaras de Jarlan tienen una ventaja adicional: recrean zonas poco profundas donde los peces pueden entrar y salir rápidamente.
Sin embargo, el reto más delicado consistió en trasplantar 384m² de Posidonia oceanica, una pradera marina endémica que desempeña un papel fundamental en el ecosistema mediterráneo y está protegida por la legislación de la Unión Europea (UE).
Una técnica pionera utilizó una pala para árboles modificada para extraer las plantas de Posidonia y colocarlas en cestas que luego pudieron replantarse a 200m de distancia, en el Área Marina Protegida de Larvotto.
“Normalmente transportamos las plantas de Posidonia una a una”, explicó Sylvie Gobert, oceanóloga de la Universidad de Lieja (Bélgica), quien colaboró en el proyecto. “Lo realmente innovador es que nos llevamos la Posidonia, junto con todo su ecosistema radicular y aproximadamente un metro cúbico de sedimento”.
Si la Posidonia finalmente se ha asentado en su nuevo hogar, también lo ha hecho Mónaco en Mareterra. Al observar la zona, me di cuenta de la rapidez con la que los suaves azules y grises de Le Renzo, el llamativo bloque residencial de Piano que se alza como un centinela sobre el vecindario, se han convertido en una parte familiar del paisaje local.
Cerca de allí, Quatre Lances, una escultura del artista estadounidense Alexander Calder que fue comprada por la madre del príncipe Alberto, Grace Kelly, en la década de 1960 y que había estado languideciendo almacenada, se ha convertido en un punto de encuentro al que la gente gravita.
Un pequeño paseo natural, La Pinède, serpentea a través de un jardín rocoso plantado con pinos carrascos y pinos paraguas, las mismas especies que encontrarías si estuvieras caminando por la campiña provenzal.
Una fuente de agua goteaba suavemente entre nidos de pájaros y hoteles para insectos instalados entre la maleza mediterránea.
Estas no son las atracciones llamativas por las que Mónaco es famoso, como el dorado Casino de Montecarlo. Es una zona que ha sido diseñada para los locales, con sólo un puñado de tiendas y restaurantes, aunque los visitantes vienen a disfrutar de los tranquilos jardines, las vistas al mar y el ingenio que hizo posible Mareterra.
A pesar de sus ambiciones ecológicas, Mareterra plantea interrogantes sobre su necesidad. Aunque se presenta como la solución de Mónaco a sus problemas de vivienda, se especula con que los precios de las propiedades parten de los US$100.000 euros (unos US$112.000) por metro cuadrado, lo que la convierte en una de las áreas residenciales más caras del mundo.
Además, ninguna de las nuevas residencias se ha reservado para los monegascos, que son casi 10.000 y tienen derecho a vivienda social.
Sin embargo, en Mónaco están seguros de que Mareterra no es el fin de su historia de crecimiento.
“Para el Príncipe Alberto, si no hay construcción, el país está paralizado”, declaró Nancy Heslin, cofundadora de Carob Tree Publishing , la primera editorial monegasca compuesta exclusivamente por mujeres, quien ha entrevistado al Príncipe en varias ocasiones.
“El país siempre buscará seguir expandiendo su territorio”, afirmó.
“Mientras tenga el deseo y el presupuesto para ampliar los límites de lo posible, tanto a escala tecnológica como ecológica, el principado será un ejemplo a seguir para otras ciudades costeras, como laboratorio de este tipo de innovación”, dijo por su parte Levy-Soussan,
“Mónaco es un país pequeño que ha logrado cosas extraordinarias”.
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