En la historia de la NFL solo hemos visto a dos mexicanos en el Super Bowl. Sin embargo, hay otros más que aún así lograron llegar y sobresalir en este deporte de Estados Unidos. Aquí te contamos un poco más de ellos.
Y sí, esto es solo para calentar motores rumbo al Super Bowl 2024 ¡que ya está en cuenta regresiva! Te dejamos esta nota para que tengas a la mano a qué hora, en qué canal o plataforma verlo y todo lo que debes saber.
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Nuestra lista de mexicanos en el Super Bowl empieza con Efrén Herrera, nacido el 30 de julio de 1951 en Guadalajara, Jalisco. Sin embargo, a la edad de 15 años se mudó a Estados Unidos junto a su familia.
Allá empezó su carrera en la NFL en 1974 siendo pateador de los Detroit Lions. Aunque duró poco, pues fue contratado por los Dallas Cowboys con quienes fue campeón del Super Bowl XII (1978)al derrotar a los Denver Broncos.
Uno de los mexicanos en la NFL más importantes es sin duda Raúl Alegre y es que es este mexicano llegó a dos Super Bowls y los ganó.
Nacido el 15 de junio de 1959 en Torreón, Coahuila, este pateador firmó en 1983 con los Dallas Cowboys como agente libre. Sin embargo, fue traspasado el mismo año a Baltimore.
Luego de pasar por los Colts, en la temporada de 1986 firmó con los New York Giants con quienes haría historia entre los mexicanos en la NFL.
Con este equipo que dos veces campeón del Super Bowl. La primera fue frente a los Broncos en el Super Bowl XXI (1987) y el segundo anillo de campeonato llegó cuando vencieron 20-19 a los Buffalo Bill en el Super Bowl XXV (1991).
Se retiró en 1992 luego de su último año con los New York Jets. Sin embargo, Raúl Allegre continuó cercano a este deporte trabajando como analista y comentarista, tanto con ESPN como en su proyecto Especialistas del Deporte.
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Otro de los mexicanos en la NFL que han llegado al Super Bowl es José Rafael Septién, hijo del futbolista mexicano Carlos Septién.
Rafael nació el 12 de diciembre de 1953 en la Ciudad de México y llegó a la NFL en 1977 como pateador. Fue elegido en el draft por los New Orleans Saints, pero antes de empezar la temporada regular fue cambiado a Los Angeles Rams.
Luego de un año se pasó a los Dallas Cowboys, donde jugó desde 1978 hasta 1986.
Fue justo con los Vaqueros que llegó al Super Bowl XIII (1979), pero a pesar de su gran actuación, Dallas perdió ante los Pittsburgh Steelers por marcador de 35-31.
Rafael Septién fue seleccionado para el Pro Bowl (o Tazón de los Profesionales) al finalizar la temporada de 1981.
Se retiró de la NFL en 1986, pero regresó a México a seguir con este deporte uniéndose a los Caballeros Rojos del Toluca.
Otro de los mexicanos en la NFL que han llegado al Super Bowl es Francisco “Frank” Corral, nacido en 1955 en Delicias, Chihuahua.
Emigró junto a su familia a Estados Unidos, donde destacó en distintos deportes. Sin embargo fue en el draft de 1978 que se unió a Los Angeles Rams.
Con este equipó llegó al Super Bowl XIV (1980) donde tristemente perdieron frente a los Pittsburgh Steelers.
En 1981 dejó el equipo y a la Liga, pues en 1983 pasó de la NFL a la USFL (United States Football League), liga profesional de futbol americano que solo existió durante tres temporadas (1983 a 1985).
En ese tiempo, Frank Corral jugó para los Chicago Blitz, los Arizona Wranglers y los Houston Gamblers.
Los anteriores tan solo son algunos de los mexicanos que han llegado al Super Bowl, pero en la NFL hemos tenido muchos más.
Empecemos por Tom Fears, el primer mexicano en llegar a la NFL. Originario de Guadalajara, Jalisco, fue receptor abierto de Los Angeles Rams, jugando nueve temporadas. Es miembro del salón de la fama desde 1970.
También destacan los Zendejas: Joaquín, Max y Luis (hermanos) y su primo Tony. Este último es quien más destacó pues de 1984 a 1995 fue parte de la NFL con varios equipos: Redskins, Oilers, Rams, Falcons y 49ers.
Rolando Cantú nació en Monterrey y fue egresado del TEC de Monterrey. En su carrera en la NFL jugó como guardia ofensivo para los Arizona Cardinals.
O Marco Martos, quien nació en la CDMX y jugó como receptor abierto para los Denver Broncos, Dallas Cowboys y Carolina Panthers. Estuvo en la NFL y luego se fue a la NFL Europa por ocho temporadas.
¿Qué otros mexicanos en la NFL recuerdas?
El entonces obispo Robert Prevost fue uno de los jerarcas católicos que tuvo que gestionar la crisis provocada por el escándalo del Sodalicio en la iglesia peruana.
El papa León XIV es recordado en Perú por su tiempo allí como obispo de Chiclayo y por su desempeño en otros cargos eclesiásticos.
Tras conocerse que el elegido para ocupar el trono de San Pedro sería el cardenal Robert Prevost, abundaron los testimonios de personas que lo trataron y destacaban su humildad, cercanía y compromiso.
Pero Prevost tuvo que lidiar con un asunto especialmente incómodo para la comunidad católica peruana: las denuncias de abusos y agresiones en el Sodalicio de Vida Cristiana, un influyente grupo religioso en el centro de un escándalo que la Iglesia trataba de zanjar y que dio lugar a un pulso interno en la jerarquía católica local.
El Sodalicio fue finalmente disuelto por el papa Francisco solo unos días antes de morir.
Según cuentan varias personas que vivieron el asunto desde dentro, el cardenal Prevost jugó un papel fundamental en la eliminación de un movimiento al que muchas de sus presuntas víctimas consideraban tan corrupto como invencible.
El grupo religioso Sodalicio de Vida Cristiana se fundó en 1971 por el laico peruano Luis Fernando Figari y llegó a tener más de 20 mil seguidores en 25 países.
Figari y otros fundadores buscaban crear un movimiento que contrarrestara el auge que en aquella época vivía en América Latina la llamada Teología de la Liberación.
En 1997 el papa Juan Pablo II le dio reconocimiento oficial y quedó integrado en la estructura de la Iglesia.
Según testimonios de quienes formaron parte del Sodalicio, la vida comunitaria estaba regida por una estricta disciplina y se exigía una obediencia total a los líderes.
En 2015, el libro “Mitad monjes, mitad soldados”, de los periodistas Pedro Salinas y Pao Ugaz, recogió los testimonios de una treintena de antiguos miembros del grupo que decían haber sido víctimas de abusos físicos, sexuales y psicológicos perpetrados por Figari y otros responsables de la organización.
La publicación del libro provocó una gran escándalo en Perú y removió los cimientos del mundo católico allí.
Óscar Osterling, antiguo sodálite que denunció haber sido víctima de Figari y los otros líderes, le dijo a BBC Mundo: “Durante años nadie nos hizo caso y queríamos que alguien adentro de la Iglesia tomara la bandera de la lucha de las víctimas”.
La Fiscalía peruana comenzó a investigar en 2015, pero nunca se produjo ninguna condena y las víctimas protestaban porque tanto la iglesia peruana como el Vaticano ignoraban sus denuncias.
El periodista Pedro Salinas, que ha seguido el tema todos estos años, asegura que “el Sodalicio parecía intocable, pero todo cambió después de un viaje del papa Francisco a Chille en 2018”.
El pontífice se encontró con una respuesta muy fría o incluso hostil.
Gran parte de la sociedad chilena estaba indignada por el escándalo de abusos sexuales a menores por el que había sido condenado el conocido sacerdote Fernando Karadima y que salpicó al obispo emérito de Osorno, Juan Barros, al que se acusaba de encubrir a Karadima.
En medio de la polémica por el destacado papel de Barros en la visita papal, varias iglesias fueron atacadas y en algunas los descontentos escribieron la palabra “pedofilia” y consignas críticas con la jerarquía católica.
Salinas estuvo en ese viaje a Chile y afirma que la actitud de Francisco “cambió radicalmente después de aquel desastre”.
El Papa expulsó del sacerdocio a Karadima y se abrió una crisis en la iglesia chilena que llevó al cese de siete obispos.
El efecto de lo ocurrido en Chile llegó hasta Perú.
“En 2019 Pedro Salinas me avisó de que la Conferencia Episcopal nos iba a atender en una reunión y me pidió que convocara a los antiguos sodálites que pudiera”, recuerda Osterling.
Según cuenta, una veintena de ellos, también de fuera de Perú, participaron en una reunión en la que, recuerda, estuvieron cinco obispos, entre ellos Robert Prevost.
“Era la primera vez que nos escuchaban en años”, asegura Osterling.
Según Salinas y Osterling, de aquella reunión surgió la propuesta de redactar una carta que sería enviada al Papa, pero que nunca se concretó porque el arzobispo Miguel Cabrejos, entonces presidente de la Conferencia Episcopal peruana, se echó atrás después.
BBC Mundo intentó sin éxito contactar con monseñor Cabrejos.
A partir de ahí, las cosas empezaron a moverse.
“Prevost se puso en la piel de las víctimas y comenzó a actuar de manera muy discreta y efectiva”, señala Salinas.
“En una ocasión recibí un mensaje de un sodálite que me decía que se iba a quitar la vida. Se lo hice llegar a Prevost y a Carlos Castillo (hoy arzobispo de Lima) y esa persona finalmente no se suicidó”, asegura Salinas.
En 2023 el papa Francisco llamó a Roma a Prevost, que asumió el cargo de prefecto del Dicasterio para los Obispos.
El nuevo prefecto forzaría la renuncia del obispo emérito de Piura, José Antonio Eguren, uno de los miembros de la élite que fundó el Sodalicio y que fue implicado en investigaciones periodísticas en un presunto caso de tráfico de tierras.
“La caída de Eguren fue un signo de que la cosa estaba girando y se estaba haciendo algo de justicia”, afirma Osterling.
Ese mismo año, el Papa enviaba a Perú al arzobispo de Malta Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu con la misión de investigar los abusos en el Sodalicio.
El año siguiente, el Vaticano expulsó del Sodalicio a su fundador, una decisión que fue valorada entonces por la periodista especializada Pao Ugaz como “el anuncio del principio del fin de una organización que hasta ahora había gozado de impunidad”.
El fin se concretó solo días antes de la muerte del papa Francisco y su sucesión por Léon XIV. El 14 de abril de 2025 se firmaba en el Vaticano el decreto de supresión del Sodalicio por “la falta de carisma de origen divino en el fundador (Luis Fernando Figari) así como en los abusos y el comportamiento impropio y abusivo de Figari y de muchos de sus colaboradores”.
“Prevost fue fundamental en los últimos pasos, porque entre 2015 y 2023 no se hizo nada y es a partir de que él llega al Dicasterio para los Obispos que las cosas empiezan a moverse”, asegura Osterling.
El padre Bertomeu lo corroboró en unas recientes declaraciones a El Periódico de Tarragona: “El papel del nuevo papa León XIV en la supresión del Sodalicio es imprescindible: fue él mismo, como Prefecto del Dicasterio para los Obispos, quien estudió y valoró nuestras investigaciones y, en nombre de Francisco, exigió la renuncia del arzobispo José Antonio Eguren”.
Salinas sostiene que las acusaciones de que Prevost no elevó las denuncias de abusos sexuales cometidos por sacerdotes que recibió en su etapa como obispo de Chiclayo, que volvieron a aparecer en los medios en los días previos al cónclave que lo eligió Papa, responden a “una campaña de sectores conservadores vinculados al Sodalicio que buscaban desprestigiarlo ante la perspectiva de que fuera él quien sucediera a Francisco”.
Osterling cree que “las denuncias volvieron a surgir como venganza del Sodalicio, pero la Diócesis de Chiclayo aseguró que se enviaron al Vaticano y se tramitaron según el manual; otra cosa es que ese manual sea insuficiente y ese sea uno de los lastres que debe sacudirse la Iglesia en los próximos años”.
Ese será uno de los retos del nuevo Papa.
José Enrique Escardó, primer exsodálite que denunció públicamente abusos, mostró en sus redes su confianza en él y compartió el mensaje que le envió a Prevost tras conocer su elección como papa.
“Si bien no soy católico, creí en Francisco y en lo que hizo y creo en usted. Ojalá que pueda escuchar este mensaje. Creo que usted puede hacer muchísimo, muchísimo más. Estoy sumamente emocionado y espero poderlo visitar”.
Escardó también compartió la que dijo era la respuesta de León XIV: “Cuenta conmigo. ¡Fuerza y vamos adelante!”
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