Un beso en la boca de un jefe “no debe de ocurrir en ningún ámbito social ni laboral”, afirmó este lunes la jugadora Jenni Hermoso en el juicio al antiguo jerarca del fútbol español Luis Rubiales por el beso que le impuso contra su voluntad ante los ojos del mundo.
“Sentí que estaba fuera de contexto totalmente (…) Me estaba besando mi jefe y esto no ocurre, no debe de ocurrir en ningún ámbito social ni laboral”, dijo Hermoso, primera testigo del juicio al expresidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) que empezó este lunes.
“Me sentí poco respetada”, señaló Hermoso, quien declaró con voz tranquila por más de dos horas en el tribunal ubicado en San Fernando de Henares, en las afueras de Madrid.
Rubiales, de traje oscuro y sentado junto a su abogada, está acusado de agresión sexual por el beso y por coacciones para que la futbolista disculpara el gesto, delitos por los que la Fiscalía solicita 2.5 años de cárcel.
“Un beso en los labios, [lo doy] solamente cuando yo decido hacerlo”, zanjó la jugadora a preguntas de la fiscal. “Mancharon uno de los días más felices de mi vida, y para mí es muy importante decir que en ningún momento busqué ese acto ni mucho menos me lo esperé”, añadió.
El escándalo estalló ante los ojos del mundo entero el 20 de agosto de 2023, cuando las jugadoras de la selección femenina española, tras haber ganado el Mundial en Sídney, llegaron al podio para las medallas.
Al felicitar a Hermoso, la número 10, Rubiales le agarró la cabeza con las dos manos y le plantó un beso en los labios.
El gesto se volvió viral en redes y generó reacciones de indignación en todo el mundo, pero Rubiales se aferró al cargo pese a una suspensión de la FIFA y la multiplicación de los llamados a dimitir, incluso del Gobierno de España.
Finalmente, renunció en septiembre de 2023.
El exentrenador de la Roja femenina, Jorge Vilda, y dos exdirigentes de la RFEF, Rubén Rivera y Albert Luque, están también procesados por las coacciones a Hermoso, un delito por el que la Fiscalía pide para ellos año y medio de cárcel.
Hermoso explicó que acabó harta de las “incontables” veces que le pidieron que hiciera un comunicado o un video para justificar los hechos, hasta que pidió que la dejaran “en paz”.
Preguntada por abogados de los acusados por qué continuó celebrando la victoria en el Mundial después del beso, afirmó: “mi actitud (…) no quita lo que yo siento y (…) no tengo ni que estar llorando en una habitación ni haberme tirado al suelo cuando pasó el acto para dar a entender que eso no me gustó”.
“Me sentí desprotegidísima” por la federación, añadió la exjugadora del Barcelona, que dijo haber sentido “miedo de ir por la calle” al volver a España por la atención mediática del caso.
Encontró refugio “allá en México”, donde jugaba en el Pachuca, “estando tan lejos”, narró.
Aun así, y “hasta el día de hoy, mi vida parece que ha estado en ‘stand by'”, agregó.
Hermoso se mostró “harta” cuando, tras el beso forzado, directivos de la Federación le mostraron un comunicado, posteriormente enviado a periodistas, que “le quitaba un poco de importancia al incidente” y estaba escrito como si lo hubiera redactado ella, relató Patricia Pérez Requena, jefa de prensa de la RFEF, quien también testificó este lunes.
Rubiales siempre ha descrito el gesto como “un piquito” —un beso en los labios— entre amigos pero, para la Fiscalía, se lo impuso “de manera sorpresiva y sin consentimiento ni aceptación de la jugadora”.
“Ni un beso no consentido más, ni una agresión sexual más”, escribió este lunes en X la ministra de Igualdad del Gobierno de izquierda, Ana Redondo, quien agradeció la “valentía” de Hermoso.
El juicio se extenderá hasta el 19 de febrero e incluirá gran cantidad de testigos, desde varias compañeras de Hermoso, como la doble Balón de Oro Alexia Putellas, al seleccionador masculino Luis de la Fuente, que comparecerá este martes.
Rubiales, de 47 años, declarará a partir del 12 de febrero.
Rubiales también es investigado judicialmente por presunta corrupción y contratos irregulares durante su presidencia de la RFEF, entre 2018 y 2023.
Las aeronaves cayeron en el río Potomac y hasta el momento las autoridades han rescatado 28 cadáveres, informo la policía. Las autoridades descartan la posibilidad de que haya supervivientes.
Un avión de American Airlines chocó contra un helicóptero militar cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington DC y las dos aeronaves cayeron al río Potomac la noche de este miércoles.
El avión comercial transportaba a 60 pasajeros y cuatro tripulantes, mientras que tres soldados del ejército estadounidense iban a bordo del helicóptero Black Hawk.
Las autoridades no creen que haya sobrevivientes del accidente. Por el momento se han recuperado 27 cuerpos del avión y uno del helicóptero, según informó en una rueda de prensa John Donnelly, jefe del Departamento de Bomberos y Servicios de Emergencia en Washington DC.
La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos informó que el avión regional Bombardier CRJ700 chocó con el helicóptero cuando se acercaba a la pista alrededor de las 21:00 hora local (02:00 GMT del jueves).
El vuelo 5342 de American Airlines cubría la ruta de Wichita, Kansas, a Washington DC.
“Nuestra preocupación son los pasajeros y la tripulación a bordo del avión”, declaró American Airlines en un comunicado. “Estamos en contacto con las autoridades y ayudando con los esfuerzos de respuesta de emergencia”.
El director ejecutivo de la aerolínea, Robert Isom, expresó su “profundo dolor” por la colisión en un video publicado en el sitio web de la compañía.
En una primera rueda de prensa desde el mismo aeropuerto, la alcaldesa de Washington DC, Muriel Bowser, calificó el evento como “muy trágico”.
Bowser explicó que los servicios de emergencia de toda la región metropolitana de Washington están “trabajando diligentemente” en “condiciones muy oscuras y frías” para ejecutar la operación de rescate en el río Potomac después del accidente aéreo.
En el lugar pueden verse a miembros de los equipos de rescate trepando por los restos del avión que sobresalen del agua.
La alcaldesa añadió que personal de American Airlines está en el aeropuerto hablando con las familias. La dirección de la compañía aérea también está de camino a DC.
Entre los pasajeros había deportistas, entrenadores y otros miembros de la federación de patinaje artístico de EE.UU. que regresaban de un campamento de formación, lamentó el organismo en un comunicado. También había dos patinadores rusos y otros ciudadanos de esta nacionalidad, informó el portavoz del Kremlin.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que se mantiene “completamente informado sobre el terrible accidente”.
“Que Dios bendiga sus almas”, señaló en un comunicado. “Gracias por el increíble trabajo realizado por nuestros socorristas. Estoy monitoreando la situación y proporcionaré más detalles a medida que surjan”.
Posteriormente, el mandatario publicó un mensaje más crítico en su plataforma Truth Social.
“El avión estaba en una línea de aproximación perfecta y rutinaria al aeropuerto”, escribió Trump.
“El helicóptero estuvo yendo durante un largo rato directo hacia el avión. Es una NOCHE CLARA, las luces del avión estaban encendidas.
“¿Por qué el helicóptero no subió ni bajó, ni giró? ¿Por qué la torre de control no le dijo al helicóptero qué hacer en lugar de preguntar si vieron el avión?
“Esta es una mala situación que parece que debería haberse evitado. ¡¡¡NO ESTÁ BIEN!!!”, lamentó.
La recién confirmada secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Kristi Noem, informó que desplegó a la Guardia Costera de Estados Unidos para ayudar con la búsqueda y el rescate.
También se manifestó el nuevo secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien escribió que los acontecimientos de este miércoles por la noche son “absolutamente trágicos”.
En una publicación en X, Hegseth señaló que el ejército y el Departamento de Defensa han iniciado inmediatamente una investigación.
“Oremos por todas las almas afectadas y sus familias”, añadió.
Un funcionario que habló bajo condición de anonimato con la agencia de noticias Reuters dijo que se desconoce el estado de los soldados, pero añadió que no había ningún alto funcionario en el helicóptero.
El helicóptero, un Sikorsky H-60, había despegado de Fort Belvoir, en Virginia.
Medios estadounidenses informaron que el avión se habría partido por la mitad, por los restos que se avistan en el río, mientras que el helicóptero estaría sumergido boca abajo en el agua.
El gobernador de Virginia, Glenn Youngkin, indicó que los socorristas de todo el norte de Virginia, Washington DC y Maryland se han movilizado en respuesta al accidente en el río Potomac, que marca el límite entre DC y Virginia.
“Pido a todos que oren por los pasajeros, las tripulaciones, sus familias y los valientes socorristas”, escribió Youngkin en una publicación en X.
Según el consultor de aviación Geoffrey Thomas, que habló con la BBC, Estados Unidos tiene el sistema de aerolíneas más seguro del mundo y que “este tipo de cosas ya no ocurren”.
Thomas explicó que las colisiones en pleno vuelo “eran cosa del pasado”, y que la nueva tecnología ha permitido que los aviones se comuniquen electrónicamente entre sí para advertir a los pilotos de tales colisiones inminentes.
Se trata de un sistema denominado Traffic Collision Avoidance System (Sistema de alerta de tráfico y evasión de colisión, TCAS, por sus siglas en inglés), que, según Thomas, ha salvado decenas de miles de vidas en las últimas décadas.
Todos los aviones comerciales y la mayoría de los militares están equipados con esta tecnología, añadió el experto.
“Técnicamente (el accidente) nunca debería haber ocurrido. Es desconcertante y trágico”.
Tanto el vuelo de American Airlines como el helicóptero Black Hawk estaban transmitiendo información sobre su trayectoria y altitud antes del accidente, según pudo comprobar BBC Verify.
Las dos aeronaves transmitían distintos tipos de señal, pero ambas eran visibles en un sitio web de seguimiento llamado ADS-B Exchange mientras se acercaban la una a la otra.
El avión enviaba señales ADS-B, mientras que el helicóptero Black Hawk utilizaba otro sistema llamado MLAT.
Las aeronaves de este tipo llevan a bordo sistemas para detectar vuelos cercanos, entre ellos el sistema TCAS.
Doug Rice, piloto retirado de American Airlines, declaró a la cadena NBC que el TCAS no es eficaz por debajo de los 700 pies (213 metros).
Los datos del sitio de seguimiento muestran que el avión de American Airlines se aproximaba en descenso constante al aeropuerto nacional Ronald Reagan de Washington desde el sur. El helicóptero volaba desde el norte, a lo largo del río Potomac, también en descenso.
La última altitud registrada del avión justo antes del impacto era de unos 200 pies (60,9 metros).
El clima será un factor crucial para ejecutar la búsqueda, dado que se espera que las temperaturas caigan por debajo de cero durante la noche en el área donde ocurrió la colisión, según el Servicio Meteorológico Nacional (NWS).
John Donnelly, jefe del Departamento de Bomberos y Servicios de Emergencia en Washington DC, explicó que la respuesta de rescate es una operación muy compleja y que “las condiciones allí son extremadamente duras”.
Actualmente hay 300 socorristas en el río, trabajando en barcos de toda la zona.
“Hay viento. Hay trozos de hielo en el agua… Y como no hay mucha luz, están ahí fuera buscando en cada centímetro cuadrado”, señaló Donnelly.
Los despegues y aterrizajes fueron suspendidos en el aeropuerto, mientras el personal de emergencia respondía al incidente, indicaron las autoridades del aeropuerto en una publicación en X.
La Administración Federal de Aviación dijo que abrió una investigación sobre el accidente, mientras que el Departamento de Policía Metropolitana indicó que varias agencias gubernamentales están involucradas en la operación de rescate.
Ari Schulman declaró a la NBC Washington que vio estrellarse el avión mientras conducía por la autopista George Washington, que bordea el aeropuerto.
La aproximación del avión parecía normal, hasta que vio que el aparato se desviaba bruscamente hacia la derecha, con “regueros de chispas” que corrían por debajo, iluminando su parte inferior.
En ese momento se dio cuenta de que todo tenía “muy, muy mala pinta”. En su opinión, después de haber visto aterrizar aviones allí en el pasado, la parte inferior de un avión no debería haber sido visible en la oscuridad.
Las chispas, dijo, parecían una “vela romana gigante” e iban desde el morro del avión hasta la cola.
Otro testigo, Jimmy Mazeo, afirmó que vio el accidente mientras cenaba con su novia en un parque cercano al aeropuerto.
Recordó haber visto lo que parecía una “bengala blanca” en el cielo. Aseguró que los aviones que volaban hacia el aeropuerto Ronald Reagan parecían volar siguiendo “patrones irregulares”.
En declaraciones a la BBC, habitantes de áreas cercanas al aeropuerto lamentaron el accidente.
“Acabo de hablar con una de mis vecinas, Josie, en nuestro edificio cerca del Reagan National”, escribió la periodista de la BBC Rachel Looker. “Dijo que el vuelo que se estrelló parecía estar a minutos de aterrizar en el aeropuerto”.
“Todos los que se reunieron en el techo miraron el choque conmocionados e incrédulos.
“Cuando volví al interior, vinieron más personas para mirar más de cerca”, añadió.
“Es muy triste”, dijo Josie.
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