
El amor hacia un personaje puede reflejarse de muchas maneras, pero una de las más atractivas es el cosplay. Aunque hay quien piensa que esta actividad es solo usar disfraces, se trata de una experiencia que va mucho más allá.
Platicamos con una cosplayer y nos cuenta cómo diseñar y crear vestuarios, elaborar maquillajes complejos, asistir a convenciones y hacer las fotos perfectas son tan solo algunos elementos que forman parte de este estilo de vida.
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Pues esta palabra es una combinación de las palabras en inglés costume + play, y vendría siendo algo como “jugar o interpretar con disfraces”. Así que a un nivel muy básico, se trata de divertirte mientras pretendes ser alguien más al usar un vestuario.
Comúnmente se asocia con personajes de manga y anime, videojuegos y cómics, pero al hacer cosplay puedes vestirte como cualquier personaje de la cultura pop y eso también incluye películas, series, libros y más.
Platicamos con Edgar Peláez, candidato a doctorado en la Universidad de Waseda en Tokio que se dedica a hacer investigación académica sobre la distribución de contenidos y la cultura pop japonesa.
Él cuenta que, como tal, no hay un registro que nos diga quién fue la primera persona en la historia en usar o en inventar el cosplay. Considera que si nos vamos a la definición más pura que sería “disfrazarse y jugar” podríamos irnos a distintas épocas históricas y encontrar algunos ejemplos como los bailes de máscaras o hasta la misma tradición del Halloween.
Pero en una definición más moderna, donde una persona fan de algún producto de la cultura popular se disfraza y asiste a un evento, Myrtle R. Douglas y Forrest J. Ackerman son considerados los primeros cosplayers.
Morojo y Forry, como también se les conocía, fueron importantes figuras para el origen del fandom y para la difusión de contenidos de scifi. Este par asistió a la primera World Science Fiction Convention (Worldcon) en 1939 y fueron con trajes futuristas creados por ella e inspirados en la película ‘Things to Come’ (1936).
Sin embargo, fue hasta 1984 cuando se inventó el término cosplay por Takahashi Nobuyuki, fundador y escritor de Studio HARD. Cuando fue a la Worldcon creó ese término para describir en un artículo de una revista japonesa la actividad del fandom de disfrazarse durante las convenciones.
Como en muchos otros países, Edgar Peláez nos dice que el cosplay en México comenzó a popularizarse con las primeras convenciones dedicadas al mundo geek.
Dos de ellas fueron la Conque, que debutó en 1994 y poco después apareció la ya extinta MECyF, organizada por Editorial VID. Posteriormente llegarían la TNT y La Mole para seguir difundiendo el amor por lo geek y lo otaku.
En las últimas ediciones pre pandemia, La Mole logró juntar alrededor de 35 mil personas y la Conque entre 30 y 40 mil.
Hoy podemos ver a cosplayers en ese tipo de convenciones o en eventos especiales. Pero también se encargan de subir su trabajo a redes sociales para ser reconocidas, compartir su amor por los personajes de los que se visten y encontrar otras personas con las mismas pasiones.
Una de ellas es Momo Naberrie, de 33 años y originaria de Guadalajara, que en entrevista a Animal MX nos platica que su interés por este mundo nació durante el estreno de Star Wars: El despertar de la fuerza (2015).
“Compramos los boletos para ir al preestreno y obviamente íbamos con nuestra playera de Star Wars, pero justo cuando llegamos al cine veo que todo el mundo está vestido de algún personaje y me sentí super fuera de lugar”, platica.
Decidió que la próxima vez iría con un traje y así comenzó su curiosidad por el cosplay. Para la siguiente película logró ir con un traje de Jedi, pero su camino para ser cosplayer profesional apenas iniciaba.
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Si una quiere dedicarse al mundo del cosplay, lo más “fácil” es comprar o mandar a hacer los vestuarios. De hecho, Edgar Peláez nos comparte que en Japón esta pasión ya está tan industrializada que es fácil encontrar el atuendo de cualquier tipo de personaje en varias tiendas.
Pero en México no tenemos tantos lugares así y la verdad es que se valora mucho el arte de crear tus propios trajes. Quienes los realizan son también conocidas como cosmakers y resulta que Momo Naberrie es una.
Nos confiesa que al inicio se apoyó de su suegra, quien sabe de corte y confección y la ayudó a hacer sus primeros trajes. Pero ella sabía que si quería hacer de este hobby un estilo de vida, tendría que dar un paso más allá.
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“A partir de enero del 2020 comencé a estudiar corte y confección para crear mis propias prendas” platica. Para las pelucas y creación de accesorios, la verdad es que se ha valido de varios tutoriales en YouTube.
Y aunque sabe que no es una obligación para hacer cosplay, se comprometió a aprender todo esto porque es muy exigente y atenta a los detalles. Así puede exigirse a ella misma a hacer vestuarios lo más parecido posibles a los de sus personajes y cuida mucho la calidad de telas y materiales que usa en las pelucas y props.
Hay que añadir que Momo tampoco eligió un camino fácil al decidir enfocar (hasta ahora) todo su trabajo en su personaje favorita: Padmé Amidala.

Momo le entró por completo al mundo de Star Wars con la trilogía precuela. Recuerda perfectamente que vio un comercial en la tele del Episodio I y le rogó a su papá que la llevara al cine a verla.
Pero su gran amor dentro de este universo fue Padmé Amidala (interpretada por Natalie Portman): “fue una de las primeras mujeres que vi en la pantalla grande que te daba este girl power, este empoderamiento de ‘no necesito a nadie para que me ayude’ y ‘puedo hacer un cambio en el mundo para mí’”, platica emocionada.
Y hasta ahora ha seguido siendo una inspiración hasta cuando se viste de ella. “Ponerme en la piel de la Reina Amidala realmente me ayuda a ganar confianza en mí”, comenta. “Me hace sentir poderosa, que puedo lograr lo que quiero y eso me hace sentir con confianza”.

Momo Naberrie eligió a un personaje visualmente muy enriquecedor para hacer cosplay. Aunque Amidala solo aparece en la trilogía precuela, cuenta con unos 30 trajes que van desde lo más sencillo –trajes de batalla y algunas túnicas para disfrazarse–, hasta lo más complejo –como todos sus vestidos de reina y senadora–.
La cosplayer nos comparte que en este par de años se ha ido por rango de dificultad a la hora de crear sus trajes. Pero decir que es fácil es un decir pues nos comparte que hasta el vestido que parece ser el más sencillo, es todo menos sencillo de hacer.
La ventaja es que con cada nuevo traje ha desbloqueado alguna nueva habilidad que le servirá para hacer los trajes más complicados del guardarropa de la Reina de Naboo. Incluso, nos adelanta que su próxima pieza es una de las más retadoras hasta el momento por el tocado tan complejo:

Pues el primer paso para Momo es decidir qué vestuario hará y de ahí se pasa a revisar toooodo lo que necesitará. Lo más básico es buscar las telas, en las cuales sí invierte bastante pues busca que la calidad sí sea de tipo película.
El siguiente paso es armar patrones y comenzar a trabajar con ellas, aunque antes revisa si necesitan llevar algún bordado o aplicaciones incrustadas para trabajar en ellas.
A esto le dedica bastante tiempo: “Intento trabajarlo diario, aunque sea una o dos horas“.
Igualmente tiene que revisar y moldear la peluca o en el caso de Padmé son recurrentes los tocados, así que también trabaja en ellos. A veces también se necesita algún accesorio extra que puede hacer desde cero o que pide ayuda para que se lo hagan en moldeado 3D.
“Yo creo que así como en general todo un traje, me puede estar llevando entre cuatro o cinco meses hacerlo”, nos cuenta Momo Naberrie.
Y sobre costos no quisiéramos hablar pa’que no te espantes, pero ella calcula que se lleva alrededor de 10 mil pesos en cada traje. Pero recalca que sobretodo es por las telas, pues las de mayor calidad no son nada baratas y además algunos de los trajes de Padmé han llegado a requerir hasta diez metros.
Y lo que sigue obviamente es lucir tremendas creaciones. Lo ideal siempre es en un evento presencial, pero la pandemia la ha limitado a hacer algunas sesiones de fotos que son las que comparte en sus redes sociales (síguela en Instagram y Facebook).
Y estas fotos de su cosplay de Padmé Amidala han sido muy bien recibidas desde el inicio. Pero lo que más ha llamado la atención de su trabajo fue cuando adaptó al personaje con la tradición de Día de Muertos para crear a la Catrina Amidala.
Momo cuenta que además de Star Wars, tiene una enorme pasión por el folklore mexicano y que por eso, desde antes de hacer cosplay, cada año decidía vestirse de Catrina con algún traje típico de México.
Sin embargo, para noviembre del 2020 mientras pensaba en su Catrina de ese año, comenzó a ver que esta y la Reina Amidala tienen mucho en común: “son personajes con trajes muy elaborados y vistosos, tienen una presencia demasiado fuerte y te transmiten ese empoderamiento y poder“.
Aprovechando los trajes que tenía, hizo varias versiones de Padmé versión Catrina y todas fueron muy bien recibidas. De ahí su éxito ha seguido creciendo, a inicios del 2021 apareció en la revista especializada Cosplay Realm Magazine con sus Catrinas:
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Y este mayo del 2022 cumplió un sueño: ir a la Star Wars Celebration 2022 en Anaheim, California. Esta fue la primera edición desde 2019 por la pandemia y en aquella ocasión asistieron un poco más de 65 mil fans.
Esta fue la primera vez de Momo como fanática de la saga y también como cosplayer y vaya que aprovechó la oportunidad pues fue parte de la pasarela cosplay de la convención.
Además, eso le dio la oportunidad de ser parte de un panel junto a otras cosplayers de Estados Unidos donde hablaron de su proceso de creación de tajes de Padmé Amidala.
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Al final de cuentas Momo Naberrie también invita a las personas interesadas en el cosplay a animarse a empezar a hacerlo: “no importa si no sabes coser, no tienes que hacer los trajes”.
“Vida solo hay una y la edad es solo un número (…), mientras hagas algo que a ti te gusta, sin que lastimes a los demás, y que te haga feliz, hazlo”, comparte la cosplayer.
También aconseja en no preocuparse por lo que puedan decir las demás personas. “No importa qué hagas, nunca le vas a dar el gusto a todos. Lo mejor es evitarnos ese disgusto y que cuando sea el momento de dejar la tierra no pensemos «ojalá lo hubiera hecho», el mejor momento es ahora aunque no te sientas lista”.
Así que escucha sus palabras, vístete del personaje que más ames y disfruta de la experiencia de vivir en su piel aunque sea por unos breves momentos.

En un mundo cada vez más estresante, muchos viajeros encuentran consuelo en la repetición: volver cada año a los mismos pueblos de esquí, suburbios costeros o sus cafés favoritos.
Durante los últimos 15 años, el fotógrafo Jason Greene y su familia han viajado desde la ciudad de Nueva York hasta Mont Tremblant, en Quebec, para pasar una semana del invierno boreal en la nieve.
“Tenemos una tradición: el primer día comemos paletas de jarabe de arce, patinamos sobre hielo y luego pasamos por la tienda de dulces local”.
La ciudad turística francocanadiense, dice, “ocupa un lugar especial en nuestros corazones porque allí todos aprendimos a esquiar y hacer snowboard”.
Para muchos viajeros, la novedad es el objetivo: tachar nuevos destinos y buscar nuevas sensaciones.
Pero un número creciente de personas, como Greene y sus cuatro hijos, hace lo contrario: regresa al mismo lugar cada año. Reservan la misma habitación, comen los mismos platos y recorren las mismas calles para encontrar comodidad en lo familiar, en lugar de la emoción del descubrimiento.
“Para muchas personas, hay una sensación de seguridad al volver a lo conocido”, afirma Charlotte Russell, psicóloga clínica y fundadora de The Travel Psychologist.
“Sabemos qué esperar, qué nos conviene… y [es] menos probable que enfrentemos desafíos inesperados”.
Este comportamiento, añade, suele atraer a personas abrumadas por su vida diaria, por lo que repetir las mismas vacaciones una y otra vez puede resultar muy reconfortante.
Esa sensación incomparable de tranquilidad fue lo que me llevó de nuevo a Lima, Perú, este mayo, exactamente un año después de mi primera visita, mientras escribía mi libro de viajes Street Cats & Where to Find Them.
Me alojé en el mismo hotel, comí el mismo sándwich en el mismo café, caminé por las mismas calles y dejé que muchos de los mismos gatos durmieran en mi regazo, disfrutando de la satisfacción que me había sorprendido la primera vez.
La profesora de sociología Rebecca Tiger ha regresado a Atenas ocho veces, con una novena visita programada este mes, por razones similares. “Siempre me quedo en Pangrati porque me encantan los cafés del barrio [y] sus gatos”, señala.
“Ahora tengo residentes locales con quienes mantengo contacto mientras estoy fuera y socializo cuando regreso”.
Tiger aprecia la familiaridad que ha cultivado con el tiempo y no se aburre gracias a la diversidad de experiencias que ofrece el lugar.
Los datos reflejan este cambio impulsado por la nostalgia.
Según el informe para 2026 Where to Next? de la plataforma de viajes Priceline, el 73% de los viajeros encuestados afirmó sentirse atraído por los lugares y experiencias que los marcaron, desde playas familiares hasta parques de diversiones.
El último informe global de viajes de Hilton confirma la tendencia: el 58% de los viajeros con hijos planea volver a destinos de su propia infancia, mientras que el 52% de los viajeros brasileños regresa a los mismos lugares año tras año.
La nostalgia y la comodidad son lo que ayuda a Greene y su familia a “dejar atrás el estrés de la vida y relajarse en nuestros lugares favoritos”.
No solo repiten su costumbre del jarabe de arce en la montaña.
Su rutina diaria en Mont Tremblant también se replica cada año: “Esquí y snowboard durante tres días seguidos, luego un día libre para pasear en trineo con perros, dar un paseo en carruaje u otra actividad invernal”.
Cuando la vida se vuelve difícil, es la anticipación de su viaje invernal -y la alegría que sienten juntos allí- lo que les ayuda a sobrellevarlo.
Russell señala que, desde una perspectiva neurocientífica, “los circuitos de recompensa en nuestro cerebro pueden volverse menos receptivos a medida que nos acostumbramos a visitar el mismo lugar”.
Sin embargo, volver puede seguir aportando beneficios para el bienestar, añade, destacando que suele ser más relajante ir a un sitio asociado con el disfrute porque seguimos “distanciados de las señales que asociamos con el estrés”.
Greene afirma que su familia no ha experimentado ninguna disminución en la emoción de hacer exactamente las mismas cosas en el mismo orden cada año.
Aun así, Tiger y yo intentamos añadir un toque de novedad a nuestras vacaciones repetidas y rutinas familiares.
Cuando visito Inglaterra, lo cual intento hacer varias veces al año, no es para repetir experiencias idénticas, sino para conocer estadios de fútbol, producciones teatrales y rutas de senderismo.
Si solo me quedara en Wandsworth y viera partidos en el estadio de Craven Cottage, mis vacaciones se volverían aburridas rápidamente.
En cambio, recorro el país, como en distintos restaurantes y dejo que mi curiosidad me guíe hacia nuevas aventuras. Según Russell, esta combinación ayuda a mantener viva la chispa de la exploración, al tiempo que ofrece comodidad.
Esto es importante, explica, porque “hay un punto en el que volver al mismo lugar empieza a ser problemático.
Si regresamos demasiadas veces y superamos nuestro “apetito” por él, se llama adaptación hedónica: acostumbrarse a las cosas placenteras y volver a nuestro nivel emocional original”.
Tiger plantea un argumento similar sobre su predilección por Grecia.
“El país sigue siendo nuevo para mí: nuevas playas, islas y pueblos rurales; hay tantos lugares por explorar que podría pasar toda una vida allí y no conocer ni una fracción de ellos”.
Si solo nos fijamos en los códigos de los aeropuertos de destino, nuestros viajes podrían parecer idénticos. Pero las experiencias que vivimos -Tiger en Grecia y yo en Inglaterra- son tan distintas que nuestros recorridos nunca resultan monótonos.
Crecí en los suburbios de Filadelfia y veía a los vecinos viajar en masa y entre el tráfico hacia la costa de Jersey cada verano. Iban al mismo pueblo, la misma playa, con las mismas atracciones en el mismo muelle y se alojaban en las mismas casas de alquiler.
Alguna vez me pregunté: ¿qué pasa cuando viajar deja de ser una ruptura con la rutina y se convierte en otra rutina más?
Ahora, en un mundo cada vez más estresante, entiendo el atractivo de buscar alegría en lo familiar, mientras doy un pequeño paso fuera de mi zona de confort para encontrar nuevas emociones en lugares conocidos.
A Tiger le encantan sus rutinas vacacionales en Grecia, pero admite que otras partes del mundo también le atraen.
“Siento mucha curiosidad por Japón, pero me gusta controlar el ritmo de mis días”, dice.
Su trabajo como profesora es agotador, al igual que su trayecto diario, por lo que se entiende cuando afirma: “Mi tiempo en Grecia es un respiro que agradezco, tanto porque es familiar como porque resulta extraño al mismo tiempo”.
Y añade: “Atenas casi se siente como un segundo hogar”.