Las tarjetas del banco del Bienestar se entregan a todas y todos los beneficiarios de programas de la Secretaría del Bienestar como pensiones o becas para que reciban ahí el dinero de sus apoyos, pero qué pasa si la pierdes o te la roban.
De acuerdo con Ariadna Montiel, secretaria del Bienestar, las tarjetas del banco del Bienestar funcionan como las de cualquier otro banco, por lo que en caso de que te la roben o la pierdas debes realizar el reporte.
En caso de que te roben o pierdas la tarjeta del banco del Bienestar deberás hacer el reporte llamando al 800 900 2000 para que esta sea desactivada y otra persona no pueda hacer mal uso de ella.
Una vez que llames deberás esperar que se conecte tu llamada (este proceso puede tomar alrededor de 30 segundo), después sonará una grabación con información y posteriormente las opciones de contacto.
Escucha las opciones y marca la que indiquen para reportar el robo o extravío, al momento en que se realiza esta nota es el número 2. Se te contactará con un asesor para realizar el reporte, en caso de que estén todos ocupados deberás esperar en la llamada a que te conecten.
Al concluir te pedirán que acudas a un módulo del Bienestar que se encuentre más cercano a tu domicilio para pedir una reposición de tu tarjeta.
El personal te orientará sobre lo que se necesita y cuándo estará lista para que la recojas.
De acuerdo con la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, en caso de que no cuentes con tu tarjeta del banco del Bienestar por robo o extravío puedes acudir directamente a la ventanilla del banco para retirar tu beca o pensión.
Tendrás que acudir con tu identificación oficial y el número de beneficiario, el cual se encuentra en el recibo de entrega de la tarjeta del Bienestar.
Por lo tanto, sí podrás seguir recibiendo el apoyo incluso si aún no cuentas con tu tarjeta porque esta se encuentra en proceso de reposición.
Para saber en dónde se encuentran los módulos del Bienestar para pedir la reposición de tu tarjeta del banco del Bienestar puedes llamar al 800 639 4264 en un horario de 08:00 a 19:00 horas de lunes a viernes y de 09:00 a 19:00 horas los fines de semana y días de asueto.
Deberás esperar que termine la grabación con la información sobre algunos programas del bienestar y después se escuchará un menú en el que te indicarán que número marcar dependiendo del programa del bienestar al que pertenezcas. Tendrás que esperar a que te comuniquen con algún operador.
También puedes entrar a https://ubicatumodulo.bienestar.gob.mx/. Solo deberás ingresar el estado en el que te encuentras, tu municipio, dar click en “No soy un robot” y en buscar.
La página te dirá en dónde se ubica el módulo más cercano a tu domicilio. Sin embargo, te recomendamos llamar a la línea del Bienestar para confirmar que el módulo se encuentra activo.
Los soldados ucranianos en el campo de batalla no creen que la guerra contra Rusia vaya a terminar pronto.
Mientras Moscú considera un alto el fuego temporal, su maquinaria militar sigue presionando en el frente. Las negociaciones diplomáticas pueden ser lentas y difíciles, pero en el campo de batalla, se pueden medir en vidas perdidas.
A un hospital militar en el este de Ucrania, los heridos llegan en oleadas en ambulancia. Aquí, hay una desconexión obvia entre la diplomacia que tiene lugar lejos de los combates y la brutalidad de la batalla, en la que los cuerpos humanos todavía están siendo destrozados, despedazados y marcados por las bombas y las balas.
Vemos a otras dos docenas de soldados ucranianos heridos que se suben a un autobús para ser llevados a un hospital en Dnipro; algunos están heridos pero caminan, otros son llevados en camillas. El autobús está provisto de equipos médicos para monitorear a los heridos mientras son trasladados a toda velocidad por carreteras llenas de baches.
Los hombres a bordo son los menos gravemente heridos. La mayoría fueron alcanzados por metralla. La causante es a la ahora más prolífica y temida arma en el frente: los drones.
Ninguno de los soldados que entrevistamos cree que esta guerra vaya a terminar pronto. Maksym, de 30 años, está en una camilla conectado a un medicamento intravenoso para aliviar algo del dolor de las múltiples heridas de metralla que tiene en todo el cuerpo. Dice que ha oído hablar de un alto al fuego temporal de 30 días, pero añade:
“Considero a Putin un asesino y los asesinos no se ponen de acuerdo tan fácilmente”.
Vova, quien está sentado cerca, dice refiriéndose a la posibilidad de un alto al fuego: “No me lo creo”. Señala que cerca de la ciudad de Pokrovsk, que se encuentra bajo asedio, se estaban enfrentando a ataques rusos todos los días. “Dudo que haya una tregua”, me dice.
Otro soldado llamado Maksym dice que esta es la segunda vez que resulta herido. “No creo que haya un alto al fuego”, afirma. “Tenía muchos amigos que ya no están con nosotros”.
“Me gustaría creer que todo va a estar bien, pero no se puede confiar en Rusia. Nunca”.
El autobús médico es operado por el Batallón Médico del Ejército de Voluntarios de Ucrania, conocido como los Hospitalarios. Transportan a decenas de soldados heridos todos los días.
Sofiia, una estudiante de medicina de 22 años, ha estado trabajando con ese equipo durante los últimos 18 meses. Ella también es escéptica sobre las posibilidades de un alto al fuego: “No puedo creérmelo, pero realmente desearía que sucediera”, dice.
Me cuenta que cuando se enteró de que Estados Unidos y Ucrania habían acordado presionar para lograr un alto al fuego, los drones rusos sobrevolaban su base y eran interceptados por las fuerzas de defensa aérea ucranianas. Para ella, hablar de paz es como hablar de un universo paralelo.
Sofiia dice que “al menos es bueno que Ucrania y Estados Unidos vuelvan a hablar”. Pero en cuanto a las esperanzas de un alto al fuego, se remite al pasado reciente.
“Si nos fijamos en todos los intentos de alto al fuego que hemos tenido en el pasado, no funcionaron. ¿Cómo va a funcionar este?”, pregunta.
Su colega médico, Daniel, se unió a los Hospitalarios desde Suecia. Dice que entiende lo que se siente cuando una nación más pequeña es atacada por su vecino gigante. Su abuelo luchó por Finlandia contra Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Daniel llegó a Ucrania, solía preguntarles a los soldados heridos qué querían hacer después de la guerra. Ya no lo hace. “Nadie quiere responder eso”, dice, “porque no quieren decepcionarse. No se atreven a tener esperanzas”.
Daniel no descarta un alto al fuego. Pero añade: “No se puede confiar en que Putin vaya a hacer algo que no le beneficie”.
Ucrania tiene mucha experiencia negociando con Rusia.
Francia y Alemania mediaron en los altos al fuego de 2014 y 2015, cuando las fuerzas respaldadas por Moscú tomaron por primera vez partes del este de Ucrania y Crimea.
Esa negociación no funcionó. Tampoco impidieron que Rusia llevara a cabo su invasión a gran escala de Ucrania ocho años después.
Puede que haya conversaciones de paz, pero los hombres de la 68ª Brigada Jaeger de Ucrania siguen preparándose para la guerra. Miramos cómo ensayan sus maniobras para evacuar a un soldado herido bajo fuego enemigo. La mayoría ya ha tenido que hacerlo en la vida real.
A lo lejos, oímos los estruendos de la artillería. Estamos a solo 16 kilómetros de la línea del frente, adonde pronto regresarán.
Han recibido pocas noticias positivas en los últimos días. Las fuerzas ucranianas están siendo superadas en Kursk. En agosto del año pasado, esa ofensiva sorpresa en territorio ruso parecía una jugada de brillantez táctica, que elevaba la moral. Ahora corre el peligro de convertirse en un importante revés estratégico.
Es posible que Kursk deje de ser pronto una moneda de cambio para futuras negociaciones, y se convierta en una pesada carga, por la pérdida de valioso equipamiento y vidas ucranianas.
Uno de los pocos aspectos positivos es que Estados Unidos ha reanudado su apoyo militar. Eso es importante para la 67ª Brigada, que opera con equipos fabricados en Estados Unidos. Realizan sus entrenamientos con un vehículo blindado MaxxPro suministrado por Washington.
Ivan, el conductor que lleva una pequeña bandera estadounidense en su uniforme, dice que le alivia que la administración Trump haya accedido a revertir el bloqueo. Su vehículo necesita reparaciones con regularidad. “Me gustaría que siguieran ayudando”, dice.
Pero Ivan aún no está seguro de si se puede confiar en el presidente Trump.
“Tengo dudas”, dice. En cuanto a confiar en el presidente Putin, responde: “No. Nunca”.
Aquí, incluso un alto al fuego temporal parece estar muy lejos.
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