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Expansión del puerto El Sauzal, en Baja California, pone en riesgo el surf en Ensenada
Expansión del puerto El Sauzal, en Baja California, pone en riesgo el surf en Ensenada
Foto: Colectiva Nosotras y el mar.
9 minutos de lectura

Expansión del puerto El Sauzal, en Baja California, pone en riesgo el surf en Ensenada

En Ensenada, Baja California, surfistas luchan por salvar sus olas ante la amenaza de la expansión del puerto El Sauzal. De acuerdo con las personas entrevistadas, el proyecto pone en riesgo ecosistemas, la economía local y un deporte olímpico. El mar no solo es su cancha: es salud, comunidad y su forma de vida.
18 de mayo, 2025
Por: Daniela Reyes / Causa Natura Media

Al menos tres veces a la semana, Beatriz va a su fuente de bienestar: la playa. Ahí surfea las olas frías y con rompientes perfectas de la Bahía de Todos Santos bajo el cielo nublado, rodeada de delfines, pelícanos y gaviotas. Despeja su mente, se ejercita y convive con otras y otros surfistas.

El surf comparte la bahía con la actividad portuaria de Ensenada, Baja California, al noroeste de México con vista al Pacífico. La expansión del puerto comercial, turístico y naval de la ciudad de Ensenada ha afectado zonas de oleaje, pero ante el anuncio del proyecto de ampliación del puerto El Sauzal, la comunidad surfista no está dispuesta a sacrificar ni una ola más.

Proyecto de ampliación de El Sauzal

El Sauzal es una localidad con un puerto pesquero a nueve kilómetros de la ciudad de Ensenada. Tanto el puerto de El Sauzal como el de Ensenada se encuentran dentro de la Bahía de Todos Santos, declarada oficialmente como la primera Reserva Mundial de Surf en México en el 2014 y la segunda en América Latina, por sus olas de alta calidad durante todo el año.

Lee: Crisis climática y construcción desordenada aceleran la desaparición de playas en el Golfo de México

“Para surfear una ola se requieren ciertas características difíciles de encontrar como que la ola siga rompiendo y que no se cierre toda por completo. Ensenada tiene varios puntos con rompientes perfectas, cosa que no pasa en cualquier playa, por eso personas de todas partes del mundo vienen a surfear nuestras olas. San Miguel es una ola de clase mundial perfecta, igual en Tres Emes y Stacks”, señaló Antonio Otañez, presidente de la Asociación de Surfing en Baja California (ASBC) sobre las distintas playas.

Con el objetivo de consolidar el puerto de Ensenada como un destino turístico con cruceros y marinas, la Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona) Ensenada, que administra bajo concesión ambos puertos, planea trasladar toda la actividad pesquera del puerto de Ensenada a El Sauzal, como señala el Programa Maestro de Desarrollo Portuario presentado por la Secretaría de Marina en noviembre del 2023.

Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto ampliación del puerto El Sauzal en 2010.
Foto: Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto ampliación del puerto El Sauzal en 2010.

Sin embargo, ampliar el puerto de El Sauzal implicaría desaparecer y deformar tres de las olas más importantes para el surf dentro de la reserva: Stacks, Tres Emes y San Miguel.

“Por lo que se ven las imágenes públicas del proyecto, las olas que surfeamos quedan dentro de los rompeolas y no hay cómo salvarlas. El que queda fuera es San Miguel pero los rompeolas cambian los procesos de circulación y transporte de sedimentos y lo seguro que va a pasar es que esa ola se va a deformar”, señaló Beatriz Ibarra, oceanóloga y surfista en Ensenada.

Proyecto de ampliación y modernización de El Sauzal
Foto: Presentación de proyectos para 2023 de la Asipona Ensenada.

De acuerdo con el programa se requeriría: la ampliación del rompeolas, la conformación de nuevas áreas operativas, la construcción de un muelle pesquero, oficinas de operaciones, un parque lineal y un malecón turístico. Sin embargo, no hay ningún otro documento oficial que detalle más el proyecto.

“Este negocio es aduanero y transportista y todos esos ingresos se quedan en la federación, a nosotros como ciudad sólo nos van a quedar los impactos y tener que aprender a vivir con eso”, señaló Ibarra.

En el 2010, la Asipona Ensenada intentó obtener el permiso ambiental ante la Semarnat para la ampliación del puerto El Sauzal, pero le fue negado por no prever suficientes medidas para mitigar el impacto ambiental.

Frente de resistencia

Ibarra viajó hace 24 años de Guanajuato a Baja California para estudiar oceanografía en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Al llegar conoció la playa San Miguel con sus olas perfectas, un ambiente lleno de vida con pescadores y una comunidad surfista que al poco tiempo se volvió su familia. Al ritmo de las olas ha vivido los momentos más preciados de su vida.

Sin embargo, ha sido testigo del deterioro de sus playas favoritas por la contaminación con basura y con aguas residuales y por el cierre de accesos que llevan al mar. Estas preocupaciones hicieron eco en un grupo de mujeres surfistas que en el 2021 grabaron un video para visibilizar estas problemáticas, entre ellas, Ibarra.

El éxito del video las llevó a agruparse bajo el colectivo Nosotras y el mar, y a dar charlas, talleres, participar en foros y organizar limpiezas de playas desde entonces.

Cuando el proyecto de ampliación del puerto El Sauzal volvió a tomar vuelo, empezaron una ardua lucha para socializar los impactos del proyecto. Por ejemplo, en marzo convocaron a un foro de opinión ciudadana en la UABC y organizaron el Equinoccio Surf Open con la intención de hacer una ocupación masiva de los espacios dedicados al surf; mientras que en abril organizaron el taller “Es mi playa, mi barrio”, con la intención de incentivar el sentido de pertenencia de las playas en las infancias.

Playa Tres Emes, una de las que se vería afectada por la ampliación del puerto.
Playa Tres Emes, una de las que se vería afectada por la ampliación del puerto. Foto: Colectiva Nosotras y el mar.

“Mucha gente no sabe, y si sabe, no está consciente de cómo les va a afectar el proyecto. Es empezar a informar a la gente que aquí siguen sus playas, que ahora sí estamos a punto de perderlas y que no nada más se va a perder la playa, van a perder su calidad de vida”, señaló Ibarra.

Estas actividades han sido acompañadas por pescadores preocupados, la ASBC, el Baja Surf Club, Ensenada Pública, Pro Natura y empresarios del Valle de Guadalupe, una región dedicada al turismo en torno a la producción de vino.

“No solo afecta a los surfers, también hay una conexión con El Valle de Guadalupe donde hay gente bien preocupada porque aunque la ruta del vino es una actividad turística, lo que quieren ahora (con la ampliación del puerto) es un turismo muy invasivo. Estamos trabajando para que el turismo respete la identidad, y el medio ambiente, consciente de las capacidades de carga de las zonas”, dijo Ibarra.

Golpe a la economía del surf por expansión del puerto El Sauzal

Mientras que la federación ve el desarrollo portuario como una forma de generar más ingresos, Otañez lo ve como un proyecto impuesto que desconoce el impacto local a la economía del surfing y al surf como deporte.

Por ejemplo, como sucede con otros deportes, practicar surf implica gastos. Hay que comprar tablas, cera y traje de neopreno. Mientras que para quienes son visitantes implica más que eso: transporte, alimentación y alojamiento.

Se estima que los surfistas visitantes y locales contribuyen entre 746 mil y 969 mil dólares anuales a la economía de la ciudad de Ensenada, de acuerdo con un estudio realizado por la organización Save The Waves Coalition en la Bahía de Todos Santos en 2015.

En el estudio identificaron que la mayoría de los visitantes registrados provenían de San Diego, California, y el 85 % del total dijo que el surf era la razón principal de su viaje a Ensenada.

A estos estudios se les llama Surfonomics y tienen el objetivo de cuantificar el impacto económico del surf para que, a través de la comprensión de los beneficios económicos a la comunidad, se impulse la conservación de una ola como recurso natural.

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“Los beneficios económicos del surf para la comunidad dependen de la salud de la costa. Para que la economía del surf crezca en Ensenada, la protección de la costa es un elemento clave”, concluye el estudio.

Aunque las ganancias pueden no ser comparables con los que generaría la ampliación del puerto de El Sauzal y el turismo náutico de Ensenada, Otañez considera que si se suma el aporte económico, y el coste ambiental, deportivo y cultural que tendría el proyecto, vale la pena conservar las olas.

“Es bien difícil ganarle a los números que va a generar el puerto, pero sí al tema deportivo le sumamos la afectación a las ballenas y al turismo que viene a ver ballenas, la afectación visual de los contenedores en la bahía y el tema deportivo, ya dices bueno, viendo el costo-beneficio realmente no queremos el puerto”, señaló Otañez.

El surf como deporte olímpico y las olas como canchas

Ana Bárbara García es una paratleta originaria de Ensenada que entrena en Tres Emes y que en abril conquistó el primer lugar del Adaptive Surf Australian Pro Championship 2025, un campeonato anual que reúne a surfistas con discapacidades de todo el mundo. Este es el más reciente orgullo, motor y ejemplo para defender las olas como las canchas de entrenamiento de lo que hoy se considera un deporte olímpico.

“Siempre me refiero a las playas como nuestras canchas. ¿Cuándo has visto que en una cancha de fútbol vayan y les echen drenaje o bloqueen el acceso? Nunca. Bueno, estas son nuestras canchas, es donde hacemos nuestro deporte, ustedes nos están tirando aguas negras, nos están bloqueando los accesos”, dijo Otañez.

surfista Ana Garcia hace historia en Australia tras coronarse campeona del Adaptive Surf Australian Pro Championship 2025
Surfista Ana García| Foto: Gobierno de Baja California

El presidente lleva tres años dirigiendo la ASBC a través de la cual protege la playa y las olas, y promueve el surfing a través de la organización de torneos municipales y estatales. Cada año se esfuerza por llevar más jóvenes a los campeonatos nacionales y por regresar con más medallas que el año anterior, sin embargo, le preocupa que se pierdan esos espacios donde Bárbara y más surfistas entrenan.

“Algo que ha pasado es que los políticos piensan que se puede surfear en cualquier parte y desconocen todo esto, por eso estamos pidiendo que nos escuchen para que lo comprendan así. Me dicen, vete a otra playa, pero no se puede. Si se construye el puerto no vamos a tener dónde practicar nuestro deporte”, señaló Otañez.

Que las olas de la bahía de Todos Santos desaparezcan o se deformen significa terminar también con el potencial de competidores que existen en Baja California para representar a México a nivel internacional.

“Por ejemplo, ¿dónde va a entrenar Bárbara si se amplía el puerto de El Sauzal? Ella entrena en Tres Emes. ¿La vamos a tener que mandar a Rosarito? No sé si pueda, ella vive en Ensenada y además las playas de Rosarito están contaminadas. ¿La vamos a tener que mandar a San Diego?”, cuestionó Otañez.

En defensa del bienestar

El mar de Ensenada es una fuente de bienestar para los surfers, pero no solo para ellos, también para los pescadores; practicantes de kayak, yoga o nado en aguas abiertas; y quienes simplemente ocupan el espacio con amistades o familia para ver el atardecer. Es una comunidad muy grande que obtiene su bienestar del mar.

La mayor preocupación para Ibarra es que si desaparecen las olas, lo hará también su familia, esa comunidad utópica que solo ha experimentado en el surf: amorosa, igualitaria y solidaria. Y la tranquilidad que obtiene del mar será interrumpida por el ruido y presencia de barcos y grúas.

“Como surfistas nos vamos también quedando sin los espacios que necesitamos. Para nosotros surfear es vital, sin esos espacios no sé dónde acabará nuestra salud física y mental, nuestro bienestar”, señaló Ibarra.

También lee: Ensenada, el paraíso surfista de México conmocionado por el asesinato de tres extranjeros

Las comunidades exigen ser tomadas en cuenta a la hora de plantear este tipo de proyectos y confían que a través del diálogo se puede llegar a un proyecto que incluya las voces y necesidades de todos los usuarios de la bahía.

“No nos oponemos al desarrollo pero si ellos nos presentaran el proyecto y hubieran mesas de trabajo donde se nos incluyera, creo que todo sería muy diferente. Ahí podríamos ver la manera de cómo evitar afectaciones hacia ambas partes”, señaló Otañez.

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Imagen BBC
Aymara: 3 características especiales del idioma de la cordillera de los Andes
9 minutos de lectura

Es un conjunto de lenguas que se habla ampliamente en la región andina de América Latina.

06 de agosto, 2025
Por: BBC News Mundo
0
Kunamasta jilatanaka kullaka-naka.: Eso es “hola a todos” en aymara (o aimara, según las reglas del español actual).

El idioma lleva el mismo nombre de la comunidad que lo habla y que vive en una amplia zona de la cordillera de los Andes desde hace unos 10.000 años.

Se estima que en la actualidad más de 2 millones de personas hablan aymara en Bolivia, Chile y Perú. También hay registros de una pequeña comunidad en el sur de Ecuador y en el norte de Argentina.

Particularmente en Bolivia y Perú se lo reconoce como idioma oficial junto al español y a otras lenguas indígenas.

Sin embargo, a pesar del alto número de hablantes, su situación es frágil, describe la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Hombre aymara con instrumentos musicales
Getty Images
Se estima que hay unas tres millones de personas que pertenecen a esta comunidad indígena.

Existen esfuerzos para que la lengua se fortalezca.

Desde mayo de este año, el traductor de Google incluye al aymara en su lista de idiomas y varias aplicaciones y sitios web ofrecen diccionarios en la lengua andina, por nombrar algunas iniciativas.

Pero hay pesimismo sobre el futuro del idioma.

“Soy pesimista porque vivo esa realidad. Si hoy el niño no habla aymara, mañana será un joven quien no la hablará. Solo los que hablamos envejeceremos con nuestra lengua”, le dijo a BBC Mundo Roger Gonzalo, profesor de lenguas andinas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

“No hay políticas educativas ni políticas sociales serias. Hay muy buenas leyes, pero con ellas no se resuelven cosas prácticas”, reflexiona.

El origen de los aymaras

La historia de los aymaras se remonta a más de 10.000 años.

Su origen está estrechamente vinculado a la diosa Pachamama o Madre Tierra.

El
Getty Images
El “Monolito Ponce” está ubicado en el Templo de Kalasasaya, parte del sitio arqueológico de Tiwanaku a unos 71 km al este de La Paz.

La gran nación de Tiwanaku (o Tiahuanaco) regida por los antepasados aymaras existió entre 1580 aC al 1172 dC, es decir que duró cerca de 2.800 años.

Su esplendor e influencia fue notable en el altiplano del sur andino.

Abarcó parte de la sierra del Perú, norte de Chile, norte de Argentina extendiéndose hacia los valles y selvas de Bolivia.

Entre el 1470 al 1535 se impone la nación del Tahuantinsuyo gobernada por los incas quienes refinaron y perfeccionaron los principios de la religiosidad y organización del pueblo, potenciaron la cultura y la actividad económica.

Descripción del Aymara
BBC

La nación del Tahuantinsuyo finaliza con la llegada de los españoles quienes intentan imponer su cultura y se genera un amalgama con la tradición aymara que dura hasta el día de hoy.

En BBC Mundo nos preguntamos ¿qué hace que el aymara sea un idioma especial?, ¿y por qué se habla un aymara diferente en Perú, Bolivia y Chile?

Aquí te contamos 3 de sus características principales:

1. Familia de lenguas

El aymara no es un solo idioma sino una familia de lenguas.

Esto es comparable al término “lenguas romances” de las cuales el español es parte, como también lo son el francés y el portugués, por ejemplo.

“El aymara es una familia de lenguas, pero muchas lenguas aymaras se han extinguido, sobre todo en el centro y sur de Perú”, afirma el profesor Gonzalo.

Personas pertenecientes a los aymara caminan por un poblado largo.
Getty Images
En Perú y Bolivia, el aymara es uno de los idiomas oficiales.

Hoy solo quedan dos lenguas importantes dentro del aymara: el jaqaru y el aymara sureño o simplemente aymara.

El primero es una lengua que solo hablan unas 700 personas en las montañas de la sierra de Lima.

También hay una variedad del jaqaru que se llama cauqui y que solo tiene unas decenas de hablantes, en su mayoría personas mayores. Es una lengua que está en proceso de extinción.

“Los limeños no saben que tienen una lengua indígena propia”, asegura el profesor de la Pontificia Universidad Católica de Perú.

El segundo grupo es el aymara más extendido que se habla en el sur de Perú, Bolivia, Chile, sur de Ecuador y el noroeste de Argentina.

Descripcion Aymara
BBC

2. Palabras kilométricas

Quizás la particularidad más llamativa del aymara es la capacidad para formar palabras que son larguísimas, que pueden superar en algunos casos las 30 letras.

Como este ejemplo que cita la lingüista estadounidense Martha Hardman:

Aruskipasipxañanakasakipunirakispawa

Esta palabra aymara se puede traducir aproximadamente así: “Tengo conocimiento personal de que es necesario que todos nosotros, incluido usted, hagamos el esfuerzo de comunicarnos”.

Bandera aymara.
Getty Images
La bandera aymara es reconocida en amplios lugares del continente.

Esta formación de palabras tan extensas se debe a que el aymara es una lengua aglutinante.

Aglutinar significa juntar, amontonar, añadir.

“La lengua trabaja con muchos prefijos, sufijos e infijos. Son partículas que se van anexando a una raíz y cada una va indicando género, número, tiempo verbal, sustantivo, etc.”, explica Celia González Estay, doctora en Ecolingüística de la Universidad Arturo Prat, en Iquique, Chile.

“Por lo tanto, una palabra que es muy larga, es porque allí se están diciendo muchas cosas: quién es, quién lo hace, en qué tiempo lo está haciendo”, añade la académica a BBC Mundo.

Esta característica lo hace “completamente distinto al español, que es una lengua que se separa, se desagrega”, detalla.

Otros idiomas aglutinantes son el quechua, el japonés y el turco, por nombrar algunos.

Otra de las características del aymara es el uso de las vocales: una palabra nunca muestra dos vocales juntas.

Y con la adhesión de sufijos o prefijos, también se produce el fenómeno de eliminación de vocales.

“Si unos cinco sufijos pierden sus vocales en una palabra, entonces ya no hay vocales. Tienes que pronuncia unas siete u ocho consonantes juntas”, detalla Gonzalo.

Otro detalle sintáctico del aymara es que el núcleo o sujeto siempre está al final, similar al inglés y opuesto al español.

Mujer aymara con su hija.
Getty Images
Aunque se le relaciona generalmente con Bolivia, el aymara también incluye a Perú y a Chile.

3. Oralidad

Si hay algo que es típico de las lenguas andinas y muchas otras aborígenes es que la cultura se transmite oralmente.

Entonces, la gramática del idioma aymara nunca estuvo escrita.

Los trabajos académicos para describir las características gramaticales del aymara recién comenzaron en la década de 1960, señalan los expertos.

“El hecho de que hoy día se puede estar escribiendo es un avance para el mundo occidental, pero no es parte del ejercicio lingüístico de la comunidad. Ellos saben muchas cosas que dicen pero no se escriben”, sostiene Celia González.

“Los investigadores están tratando de recolectar los saberes y el conocimiento de los pueblos originarios porque no están escritos. Y no es fácil, porque es información que se genera dentro de la familia o dentro de la comunidad y no está abierta a público”, describe.

No hay solo un aymara

¿Cuál es la manera de saber si una lengua es distinta a otra en una misma familia lingüística?

Cuando los dos hablantes no se entienden, apuntan los especialistas.

“La compresión entre un hablante del jaqaru y el aymara sureño es casi nula. Es igual que quien le habla en francés a un hablante de español”, compara Gonzalo.

Hombre Aymara
Getty Images

Pero el aymara sureño tampoco es igual entre sí.

“Cuando llega una lengua a un territorio empieza a mezclarse con las lenguas locales. Y comienza entonces a tener sus propias diferenciaciones en cada lugar. Es lo mismo que pasa con el aymara”, detalla Celia González.

Entonces surgen variantes dialectales, aunque en este caso no hay un problema de incomunicación absoluta.

“En la región de Tarapacá [norte chileno] se habla de una manera, con ciertos sonidos y otras palabras que se usan para decir lo mismo respecto al aymara de Villa Parinacota que queda a unos 300 km más al norte” en el límite con Bolivia, ejemplifica González.

“El aymara que se habla en Oruro es distinto al que se habla en La Paz, Bolivia”, agrega, aunque solo unos 220 kilómetros separan a ambas ciudades.

Mientras que en Perú se registran tres variedades grandes de aymara: en Puno, Tacna y en Moquegua.

Aymara vs. quechua

Durante siglos se creyó que los idiomas aymara y quechua compartían un origen. Pero no es así.

“No son lenguas hermanas pero si son lenguas muy amigas”, describe Roger Gonzalo.

En términos históricos se conoce que el Imperio inca realizó un ejercicio de expansión a principios del siglo XV llevando su lengua quechua hacía territorios que en la actualidad son Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

Allí se produce una mezcla entre el quechua y el aymara. Ambos idiomas empiezan a convivir y lo hacen por siglos.

Si bien ambas lenguas son aglutinantes en sus características gramaticales, y comparten aproximadamente el 25% de palabras, son dos idiomas distintos.

“La expansión es una explicación de por qué hay palabras aymaras metidas en el quechua y hay palabras quechuas metidas en el aymara”, señala Celia González.

Los distintos pronombres personales en el aymara y el quechua son un indicio de sus diferencias.

Paisaje del altiplano boliviano.
Getty Images

Y una pista más.

“En quechua las palabras pueden terminar en vocal y en consonante. Y eso hace que se requiera la aplicación de ciertas reglas para añadir otro sufijo. En cambio en aymara, todas las palabras terminan en vocal”, explica, por su parte, Gonzalo.

“Vergüenza de hablar aymara”

Aprender aymara parece ser todo un desafío.

“No es una lengua fácil de aprender, al igual que el quechua o cualquier lengua aglutinante”, opina Celia González.

Además de las complejidades gramaticales de la lengua se suma la discriminación que sufren algunos de los hablantes del aymara.

“Cuando se les pregunta si son hablantes, muchos lo niegan, porque hay un sentimiento de inferioridad”, describe Roger Gonzalo, cuya lengua materna es el aymara.

“La historia nos ha demostrado que por hablar aymara muchas personas hemos sufrido discriminación por parte del Estado en lo político, económico, social y cultural. Entonces hay vergüenza de hablar la lengua aymara”, reconoce.

A eso se suma la poca disponibilidad de profesores que comprendan la cultura y enseñen la lengua.

“La formación de profesores es esencial porque aquí existe la comunidad aymara. Si un niño se está comportando de una manera particular es en gran parte por su cultura”, analiza Celia González.

La profesora, que vive en Iquique, también destaca que esos niños aymara se relacionan con otras culturas que no son andinas o con migrantes que llegan de Venezuela o Colombia, por ejemplo.

“Hay que introducir esta temática en la universidad para que vayamos formando profesionales que tengan también esta mirada o sensibilidad” sobre la cultura aymara, asegura.

Y para que no muera.

O como destaca el sitio aymara.org especializado en esa lengua:

Nax jiwäwa. Akat qhiparux waranq waranqanakaw kutt’anïxa

“Yo moriré pero mañana regresarán millones”.

Linea gris
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