La espuma en las cascadas del Salto de Juanacatlán en Jalisco no es normal. Es el recordatorio de que la contaminación está presente en los cuerpos de agua que confluyen con el río Santiago y también la razón por la que Raúl Múñoz Delgadillo, presidente del Comité Ciudadano de Defensa Ambiental de El Salto, no ha cesado de luchar.
Previo a llegar a la cascada, el río Santiago se alimenta del arroyo “El Ahogado”, nacido en la descarga de la Presa El Ahogado recorre 9.1 kilómetros hasta alcanzar el río.
El arroyo se ha conformado como un desagüe de las descargas de aguas industriales y municipales de la cuenca El Ahogado. Un “cóctel” de contaminación, como lo califica Múñoz, que ha pasado un alto costo a los pobladores aledaños y al medio ambiente.
“Cuando llegamos a la altura de la cascada conocida como el Salto de Juanacatlán, vemos que al caer el agua en las rocas se forman bolas de espuma enormes y eso es pues el espectáculo más deprimente que podemos ver y es una de las maneras en que podemos comprobar que no se está haciendo nada”, apuntó Muñoz.
“A la orilla de la cascada, ya en la parte de abajo tenemos casas a unos metros del cauce del río y ya (ubicadas) en la zona donde ya reventó la cascada. (El agua) lleva una capa que podría ser como de metro y medio de espesor de pura espuma parece que tiene nieve, y están los edificios de multifamiliares a la orilla de la cascada”, agregó.
Un trabajo del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) del 2011 encontró mil 90 sustancias químicas en el río Santiago. El “Estudio de Calidad del agua del río Santiago (desde su nacimiento en el lago de Chapala hasta la presa Santa Rosa), tercera etapa” analizó 26 descargas industriales en tres campañas de muestreo entre 2009 y 2010 y concluyó: “Las descargas industriales resultaron más contaminantes que las descargas municipales, ya que del 87 al 94% de las industrias incumplen en al menos uno de los parámetros de NOM-001-Semarnat-1996″.
Más de una década después, la contaminación visible en las cascadas sucede pese a la inversión del gobernador Enrique Alfaro de 4 mil 600 millones de pesos para recuperar el río Santiago, acusa Múñoz.
El río Santiago es una muestra de lo que sucede en un país donde el 70% de los ríos están contaminados, según ha confirmado la titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Alicia Bárcena.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto en sus promesas de gobierno el rescate de algunos de los principales ríos: Lerma-Santiago, Tula y Atoyac; pero los expertos invitan a poner la atención en el origen de la contaminación que se concentra en la industria, lo cual evitaría que, en primer lugar, las sustancias tóxicas perjudiquen a los ecosistema y las personas.
Las descargas de aguas residuales son parte importante de la polución. Se clasifican entre municipales y no municipales. Estas últimas incluyen a la industria cuya agua puede ser autoabastecida de ríos que después sirven como sitios de descargas.
Una revisión de Causa Natura Media de los títulos de descargas residuales del Registro Público de Derechos de Agua (Repda) refleja que el sector industrial lídera la cantidad de aguas residuales descargadas en México.
Si se suman los volúmenes aprobados dentro de los títulos desde 1993 a agosto del 2024 el resultado es que las autoridades han dado luz verde a la descarga industrial de 44 millones 389 mil 297 metros cúbicos por día. Vale decir que no todos estos permisos operan de forma simultánea. Con vigencias entre 5 y 30 años, el Repda no especifica cuáles ya expiraron.
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Los efectos de las aguas residuales en los ríos son múltiples, apuntó Omar Arellano Aguilar, profesor de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Uno es la alteración de la osmorregulación, capacidad de los organismos de equilibrar la sal y el agua.
“Muchos de los procesos industriales ocupan mucha sal, un río de agua dulce no debería de ser saldado…. afecta a través de cambios de osmorregulación a muchos organismos que son la base del ecosistema, bacterias nitrificantes, especies unicelulares, plantas, plancton, zooplancton, todo eso es la base que permite que un río esté vivo”, explicó Arellano.
Además, la mezcla de descargas de aguas residuales altera el equilibrio de las bacterias y los niveles de oxígeno que deben de tener estas corrientes, agregó.
“Se han descargado toneladas de metales pesados, de agroquímicos, de hidrocarburos, y actualmente de plásticos y microplásticos que también ya son un gran problema. Entonces no hemos podido frenar la contaminación histórica que afecta a nuestros ríos cuando ya se están incorporando nuevos contaminantes que ni siquiera tenemos laboratorios capaces de monitoreo”, detalló Arellano.
Expertos consultados desmintieron la creencia común de que una sola prueba sea capaz de reflejar todos los tipos de contaminantes existentes en un cauce.
Así el muestreo de los ríos debe de evolucionar en México, refiere la doctora Yolanda Pica, asesora del Programa Nacional Estratégico (Pronace) Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).
“El problema de la contaminación de los cuerpos de agua es la manera en que se muestrea. Si tú vas a río cómo muestreas, cómo irías, ¿sacas un frasco lo llenas de agua y lo mandas al laboratorio? Pero cuánta agua pasa por ese río a lo largo de las 24 horas. O sea es un punto en el espacio infinito la muestra que tomas para mandarlas al laboratorio”, explicó Pica, quien posee una larga carrera en el análisis toxicológico en el IMTA.
Para contar con muestras representativas, países desarrollados realizan tomas a través de muestreadores pasivos que son colocadas en el agua durante un plazo determinado.
“Lo que hacen es absorber sustancias de diferentes características, se llama coeficiente de partición. Entonces hay diferentes materiales que absorben esas sustancias y se puede dejar ahí por una semana o un mes. Entonces cuando tú analizas lo que se contuvo ahí, pues tienes una idea clara de que todo eso sucedió (en un determinado periodo)”, explicó Pica.
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Las descargas residuales a ríos y otros cuerpos de agua están regulados por la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SEMARNAT-2021, la cual especifica los límites para diversos contaminantes, métodos de prueba, criterios de muestreo y evalúa el cumplimiento de estándares.
Un avance de esta norma publicada el 11 de marzo del 2022 es la incorporación de estudios de toxicidad, entendida como el grado en el que ciertas sustancias pueden dañar a un organismo.
Sin embargo, la NONM actual no corresponde a cabalidad con el proyecto original de la norma, cuya robustez toxicológica incorporaba el análisis con al menos tres organismos de prueba, explicó Pica.
Al final sólo fue incluido el llamado Vibrio Fischeri, que utiliza una bacteria bioluminiscente marina del mismo nombre para identificar toxicidad.
“El proyecto de la norma 001 no incorporaba sólo un método de prueba toxicológica, el proyecto inicial y basado en el conocimiento de la toxicología involucraba por lo menos el análisis con tres diferentes organismos de prueba. ¿Por qué? Porque los organismos tienen insensibilidades complementarias y se hizo toda una intercalibración y estudios de muchos años para demostrar por qué esos organismos. Sin embargo, a nivel de la autoridad que fue la Conagua, y casi en puerta cerrada, decidieron que nada más iba a quedar uno”, detalló Pica.
La simplificación normativa implicó un ahorro a la industria en pruebas que requieren mayor inversión en la capacitación del personal de los laboratorios. La Norma deja en manos de privados la responsabilidad de verificar los niveles de toxicidad, ya que las industrias contratan laboratorios para que analicen las pruebas de sus descargas y entregan dichos reportes a la autoridad.
Si bien, la NOM 001 entró en vigor en 2023, será hasta el 2026 que los estudios de toxicidad aguda se empiecen a aplicar.
Pese a los diversos aspectos que se tienen que mejorar, Pica está convencida de que el cumplimiento de la norma será un avance.
“Te puedo decir que sí va a ser un cambio importante en la medida en que toda la industria y todas las instancias municipales atiendan a su cumplimiento, va a ser un cambio radical en la calidad de los cuerpos receptores estoy segura de ello, porque llevo 30 años trabajando toxicología”, refirió.
La creciente contaminación de plásticos agrava el problema de los ríos. En México el conjunto de estos sistemas de aguas suma alrededor de 633 mil kilómetros de longitud.
De acuerdo con el Inventario Nacional de Fuentes de Contaminación Plástica, desarrollado por la Organización de Naciones Unidas y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), los ríos son un medio relevante de transporte de dichos residuos, que en ocasiones llegan al mar.
La coordinadora del Inventario Alethea Vázquez Morillas, profesora del Departamento de Energía División de Ciencias Básicas e Ingeniería de la UAM, refirió que la principal causa de contaminación de plásticos en México es el depósito de residuos en sitios no controlados.
“Debemos recordar que el 17% de los residuos que se generan en México no son recolectados. Cuando eso ocurre la población resuelve el problema de la forma en que considera pertinente y eso en ocasiones incluye la quema, el enterramiento, o simplemente el vertimiento en el espacio natural. Pueden ser cañadas, ríos, terrenos baldíos”, detalló Vázquez.
Una vez vertidos los residuos pueden fugarse durante su transporte o si son depositados en sitios no controlados existe el riesgo de que lleguen al entorno natural debido al viento, la lluvia y otros fenómenos naturales.
El inventario destaca el caso de Veracruz, donde un estudio del 2017, encabezado por el investigador Laurent Lebreton, refiere que los ríos Ruiz, Verde y Pánuco son “contribuyentes significativos” a la contaminación plástica en el océano.
Dichas cuencas están conectadas con ciudades densamente pobladas como Guadalajara, Ciudad de México y Puebla. “Esto conduce a la hipótesis del transporte de plásticos (principalmente microplásticos) desde esas ciudades a la costa”, cita el Inventario.
Pero los plásticos no siempre fluyen río abajo, sino que se estancan.
“Tenemos las tres posibilidades; que el residuo se quede en el lecho del río, que se acumulen en los bordes debido a las propias dinámicas de las corrientes que podemos encontrar en los ríos y, finalmente, también que lleguen al mar en algunos casos. Todos son fenómenos bien complicados porque los plásticos conforme van avanzando interactúan con el medio. Se les va formando en ocasiones una película sobre las superficie, algunos se van fragmentando”, detalló Vázquez.
Estas variables hacen que sea difícil contemplar la remoción de toda la basura plástica de los ríos, refiere.
Causa Natura Media solicitó a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) la relación de basura removida de la Cuenca Aguas del Valle de México. Ésta contestó que entre el 2018 y el 2024 se han retirado 431 mil 817 toneladas de basura, el equivalente a las toneladas de concreto que se necesitan para construir cuatro estadios Azteca.
No es claro cuánto puede tardar un plástico en degradarse. Una análisis científico publicado en la revista ACS Sustainable Chemistry & Engineering en 2020 refiere que “los estudios sobre la degradación de los plásticos suelen omitir información clave, como la temperatura a la que estaban expuestos, la carga de microbios y el tamaño de la muestra, que son esenciales”.
En esa línea, Vázquez ahonda: “Es muy difícil decir a priori, cuánto va a tardar un plástico en quedarse en el mar, o en cualquier ecosistema porque depende totalmente de las condiciones en las que se encuentra. No va a ser lo mismo si está expuesto al sol, que si no lo está y dentro de la naturaleza, pues va a haber espacios donde hay mayor actividad microbiana o mayor fricción por el movimiento”.
“Todo esto puede impactar entonces yo no me atrevo nunca a asumir cierta vida en los plásticos en el medio natural, lo que sabemos, pues es que hay plásticos que llevan décadas en el medio natural y que a veces aunque no los percibamos ahí están porque con el tiempo pues se van fragmentando, van formando microplásticos y eso agrava el problema”, agrega.
Además, de los efectos a los ecosistemas, entre los riesgos potenciales de la contaminación plástica se hallan las afectaciones a la salud. Conforme a las aguas concesionadas para consumo humano, en México los ríos, arroyos, lagos, lagunas y presas son fuente de al menos el 61% de aguas para consumo, refiere el Inventario.
Los plásticos llegan al cuerpo mediante tres vías principales: la ingestión de alimentos y bebidas; inhalación y absorción dérmica.
Estudios en Estados Unidos sobre esta problemática reflejan que una persona promedio consuma sin saberlo entre 39 mil y 52 mil microplásticos al año mediante alimentos y bebidas; e inhale entre 22,000 y 69,000 adicionales en el mismo periodo.
Uno de los alimentos vulnerables son los relacionados con la pesca. Un estudio de Greenpeace y diversas universidades mexicanas en 2019 halló que uno de cada cinco peces guardan plásticos en sus vísceras.
“De los 755 peces muestreados, el 20% presentó plástico en su estómago”, refirió Greenpeace. En la mayoría se encontró al menos una pieza en su contenido estomacal, pero hubo casos de hasta 45 piezas en un mismo pez.
“Ya se ha documentado que las personas estamos comiendo microplásticos por todas estas fuentes, los estamos bebiendo y también los estamos respirando porque se han encontrado en las nubes, en el aire, en el polvo. Prácticamente, inundando todo el cuerpo humano, se han encontrado en el cerebro, en los pulmones, en el corazón, en la sangre, en la orina, en mujeres embarazadas, eso quiere decir que el ser humano se está exponiendo la contaminación por microplásticos desde antes de nacer”, apunta Ornela Garelli, campañista de Océanos sin Plásticos de Greenpeace México.
La campaña que lidera está enfocada a evitar el uso de plásticos, de esta cuenta que la atención se centra en un llamado a reducir el consumo de estos productos.
“Es muy respetable la participación ciudadana en eso, pero limpiar una playa por ejemplo, o un río o un bosque y al otro día ya está igual, de nuevo. Entonces por eso nosotras nos enfocamos en buscar evitar que sigan llegando más residuos. O sea hay que cerrarle la llave a la contaminación plástica, la llave de la producción de plásticos y a su comercialización”, dijo Garelli.
Más allá de los plásticos, las sustancias tóxicas acechan a las comunidades en México.
Sin embargo, el país no tiene la capacidad de detectar lo que no registra. Existe una brecha de control de sustancias químicas entre México y el mundo.
Mientras que la Chemical Abstract Service, división de la Sociedad Estadounidense de Química, contempla 219 millones de sustancias existentes y unas 765 mil que están en uso o reguladas en los principales mercados, en México hay 2 mil 199 sustancias reguladas, conforme un análisis de listas contenidas en instrumentos jurídicos compartido por Pica.
Ante el abismo de detección, México podría basarse en el principio precautorio, un enfoque que aboga por medidas protectoras frente a suspicacias de posibles daños que ocasionan productos o tecnologías a la salud o medioambiente.
“México no tiene capacidad de hacer un análisis de riesgo completo, sobre todo, siguiendo el protocolo de la Organización Mundial de la Salud que es muy complejo… . Entonces lo que se está persiguiendo en buena medida es insistir en que exista una transformación en la manera en que se ven estos problemas y que pudiera ser de utilidad la aplicación del Principio Precautorio. Es decir, si en un país X ó en la Universidad de donde tú quieras sale la evidencia de que una sustancia es dañina, en automático México puede poner una observación, no suspender, pero si una observación sobre que se va a limitar su uso hasta que no se demuestre lo contrario”, detalló Pica.
Un esfuerzo por determinar el impacto a la salud que han tenido los tóxicos en México inició en el sexenio pasado a través de los Pronaces que mediante sus trabajos han identificado 70 Regiones de Emergencia Sanitaria y Ambiental (Resa) en el país.
Para Andrés Barreda Marín, coordinador del Pronace- Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes, una de las principales razones detrás de las afectaciones a estas regiones es la desregulación industrial que ocurrió en México, especialmente, a partir de las entradas de los tratados de libre comercio de América del Norte y la posterior entrada en vigor del T-MEC en 2020.
“Lo que hicimos en Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes fue, primero, llamar la atención sobre esta grave situación que impera en el país. Este vacío institucional escandaloso que construyó el neoliberalismo. Bueno en realidad comenzó a construirse desde antes, desde regímenes priistas que impulsaron una industrialización muy salvaje, que escaló. México tuvo que convertirse ya bajo las criterios de economía global en un paraíso atractivo para la inversión extranjera”, sostuvo Barreda.
El coordinador refiere que los dos gobiernos de la llamada Cuarta Transformación han celebrado la inversión extranjera, pero las políticas de protección a la salud por los contaminantes aún están rezagadas.
“Yo no es que piense que no haya que invertir capital o que eso no genera empleos. El problema es a qué costo, el problema es bajo qué condiciones. Ahora México está recibiendo mucha solicitud de que se ofrezcan los territorios, los espacios, los recursos, la mano de obra mexicana para que puedan llegar empresas que están huyendo de Europa o de China. Esta ola que se llama nearshoring. Ahora digamos que hay tanta demanda de la marca México pues sería el momento para poner reglamentos muy estrictos que protejan la salud de la población y la salud del medio ambiente”, apuntó Barreda.
Los costos a la salud de la contaminación de los cuerpos de agua son visibles en El Salto, Jalisco, donde Muñoz ha hecho un recuento de afectados.
El pueblo sufre una crisis de insuficiencia renal y cáncer, tan sólo este año han muerto 137 personas, una cifra muy cercana a las 147 del año pasado.
“No se trata de que tomen el agua, más bien la respiran, todo el tiempo, las 24 horas, todo el año. Están respirando los gases. Y en ocasiones se podría decir que la ingieren porque se contaminan todos los alimentos. Entonces es esa la situación, la cercanía a los cuerpos de agua”, dijo Múñoz.
El Comité empezó este recuento el 13 de febrero del 2008 cuando el niño Miguel Ángel López Rocha, de 8 años de edad, falleció después de caer a las aguas contaminadas del río Santiago.
Desde entonces y hasta la fecha, el Comité ha contabilizado 4 mil 231 personas con enfermedades crónicas y tiene otra lista de 2 mil 674 fallecidos por estas causas, de ambas guarda registros médicos.
Muñoz apuntó que en enero viajará a la Ciudad de México para solicitarle a la Secretaría de Salud que se realice un estudio epidemiológico de la zona de la Cuenca del Ahogado y el río Santiago.
“Porque hay zonas cercanas a las presas donde se presenta mayor cantidad los casos de insuficiencia renal y de cáncer, pero queremos que sea la Secretaría de Salud la que realice ese estudio para ubicar las zonas de más alto riesgo y atender a la población antes de que los casos sean más graves; y además encontrar la vinculación entre contaminación con la enfermedad y la muerte. porque nos buscan descalificar, pero sí pasa, la gente está enfermando y está muriendo”, apuntó.
Por su parte, las Resas aguardan por que la política federal de Claudia Sheinbaum utilice sus diagnósticos para implementar las medidas que prevengan de enfermedades a los mexicanos.
“Habría que hacer un gran trabajo en la Secretaría de Salud y eso se estaba empezando a hacer en el sexenio pasado. Y yo me temo por cómo están hablando y presentando las cosas que en el segundo piso van a retroceder, no van a hacer este trabajo combinado de identificación de los problemas tóxicos con los problemas de atención prioritaria de salud. Ojalá me equivoque”, dijo Barreda.
Parte del problema de la contaminación ambiental y sus impactos es que los diagnósticos de la contaminación no van de la mano con acciones de prevención.
En ese sentido el Inventario Nacional de Fuentes de Contaminación Plástica espera ser la base para un anunciado Plan Nacional de Acción para Residuos Marinos y Contaminación Plástica (Plan Remar). Si bien, ambos iniciaron trabajos de forma conjunta, el Plan no se ha hecho público.
Una forma de forzar a las autoridades a actuar es la vía judicial y organizaciones civiles y autoridades están tomando la iniciativa. El 15 de agosto un Tribunal Colegiado resolvió que el Congreso de la Unión debe prohibir la comercialización y empleo de plásticos de un solo uso, debido a los impactos a la salud y el ambiente.
El amparo fue interpuesto por organizaciones civiles en el 2022. “Los plásticos contribuyen con el problema de toxicidad porque contaminan desde que se extrae la materia prima para producirlos, combustibles fósiles, hasta su disposición final”, sentenció Greenpeace en un comunicado.
Actualmente, dicha organización apuesta a que las personas sumen su firma para ingresar una iniciativa ciudadana a la ley Antiplásticos y así juntar 130 mil que requieren para presentarla al Senado.
“Sin duda nosotros consideramos que debe haber cambios legislativos que fuercen a las empresas a hacer asumir la responsabilidad que les corresponde en este problema y justo un cambio es nuestro principal objetivo de la campaña de Océanos Sin Plásticos de GreenPeace. Nosotros buscamos que se reforme la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, buscamos que se prohíban los plásticos de un solo uso. Pero también que se indique la responsabilidad extendida de los productores”, detalló Garelli.
En la misma vía legislativa, Muñoz pedirá este enero al Congreso que se reforme el Código Penal para elevar a delito grave la contaminación de cuerpos de agua. Una medida que implicaría un mayor compromiso de las industrias que las multas, las cuales se pagan sin aparentes efectos disuasorios para evitar la contaminación, consideró.
También en términos legales, investigadores proponen un cambio legislativo respecto a los ríos y ahora verlos como sujetos de derechos, un concepto innovador de las Naciones Unidas vinculado a los derechos de la naturaleza.
“En la ley actual de Aguas Nacionales a los ríos no se les considera ríos. Lo hemos estudiado y desafortunadamente a los ríos se les considera como cuerpos receptores, aunque sí hay como a ríos, arroyos, lagos, lagunas, pero ya la hora de la protección solamente se les considera como cuerpos receptores y eso quiere decir que son receptores de todo, aguas residuales, drenaje, basura. Entonces eso es un gran problema que tiene la ley actual de de Agua Nacional, por eso también hay que reformarla”, apuntó Arellano.
En tanto los debates que claman por cambios encuentran apoyo suficiente, algo en lo que los expertos consultados dejaron claro es que el combate a la contaminación de los ríos pasa primero por evitar que llegue al agua.
“Es como si se estuviera derramando el agua en mi casa y yo me concentro en tratar de secar con jergas, pero no cierro la llave”, ejemplificó Vázquez.
*Este es el primer reportaje de la serie #AguaContaminada, publicada originalmente en Causa Natura Media.
Los votantes que le dieron la victoria quieren ver precios bajos como los que había antes de la pandemia. Y aunque la inflación actual de EE.UU. es de solo 2,4%, la rabia persiste. ¿Qué está pasando?
Una de las causas del triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos fue la preocupación de los votantes por el estado de la economía.
Y puede resultar paradójico si se analiza el estado global de la principal economía del mundo.
“La economía, estúpido”, es el lema que refleja en la política estadounidense que son las finanzas las que deciden las elecciones en el país.
Y si nos atenemos a eso, podríamos haber pensado que triunfaría Kamala Harris como heredera de la economía del gobierno de Joe Biden.
Al fin y al cabo, el nivel de crecimiento, el desempleo en mínimos históricos, el haber evitado la recesión que muchos temían y una inflación de apenas un 2,4% podrían parecer indicadores muy positivos. Y lo son.
Pero estas elecciones reflejaron casi como ninguna otra la brecha entre las buenas cifras de la macroeconomía y la economía familiar de las personas, preocupadas por la inflación que creció durante la pandemia y que en los últimos años ha provocado un alza de precios que se mantiene, aunque su incremento ya se haya mitigado.
El gobierno de Biden tuvo que lidiar con los efectos económicos de la pandemia de 2020 y de la crisis energética desatada por la invasión de Rusia en Ucrania en febrero de 2022 y de acuerdo a los datos económicos, lo hizo bien.
Pero los números muestran una realidad que la gente no ve reflejada en su vida diaria.
“Aquí se paga US$5 por una docena de huevos. Antes costaba US$1”, comenta Samuel Negrón, un puertorriqueño de la ciudad de Allentown, en Pensilvania.
En ese estado, uno de los más decisivos en la contienda electoral, los demócratas ganaron en 2020, pero perdieron en las últimas elecciones.
“Es simple en realidad. Nos gustaba cómo eran las cosas hace cuatro años”, le dice Negrón a la BBC.
Trump supo capitalizar esa brecha entre los números y la percepción personal de la economía que muchos estadounidenses sentían al pagar en la caja del supermercado o la renta de su vivienda.
Estados Unidos tuvo la recuperación post-pandémica más fuerte dentro del Grupo de los Siete (conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), según los datos del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
En los cuatro años del gobierno de Biden, el PIB real creció a una tasa anual promedio de 3,2%, un resultado considerado por economistas de distintos colores políticos como un logro importante en medio de las vicisitudes que impuso el contexto internacional.
Una de las principales banderas de los demócratas durante la campaña electoral fue el récord de creación de empleo en este mandato: casi 16 millones de puestos de trabajo nuevos.
Y siguiendo con el mercado laboral, el desempleo -que rondaba el 7% cuando Trump dejó la presidencia- hoy está en 4,1%, considerado un muy buen nivel para la economía estadounidense.
En 2023 el desempleo incluso alcanzó su nivel más bajo en 54 años.
El gasto de los consumidores creció a una tasa anual del 3,7%, el nivel más alto en casi dos años. Eso quiere decir que pese al malestar con el costo de la vida, la gente sigue comprando. Y aunque el endeudamiento de los hogares aumentó a partir del 2021, su ritmo se desaceleró este año.
En cuanto a la inflación interanual, con las cifras disponibles hasta septiembre, ésta aumentó un 2,4% en los últimos 12 meses, muy cerca del nivel óptimo de 2% que se ha fijado el país.
Para comparar, la Unión Europea tiene una inflación anual del 2,1%.
Y en el mismo período, los salarios estadounidenses crecieron casi el doble que la inflación, al subir un 4,6%
Pero entonces, ¿cómo se explica la desconexión entre las buenas cifras macroeconómicas y el malestar de la gente?
Pese a las buenas cifras, una gran parte de los estadounidenses está decepcionado. Y el malestar tiene su origen, en la mayoría de los casos, en el aumento de los precios durante los últimos cuatro años.
Una parte de la explicación se puede ver en este gráfico que muestra cómo la inflación subió cerca de un 20% bajo el mandato de Biden.
Y aunque el 2,4% de inflación es un nivel bajo o moderado, los precios siguen estando más caros desde que la pandemia comenzó en febrero de 2020.
Sólo un 6% de los 400 productos monitoreados por la Oficina de Estadísticas Laborales está más barato hoy que entonces.
Y aunque los sueldos aumentaron casi en la misma proporción (sin que se perdiera poder adquisitivo), lo que quedó en la retina de los consumidores fue la gigantesca escalada en los precios en los últimos cuatro años.
En contraste, las cosas estuvieron comparativamente bastante bien para el bolsillo de los estadounidenses bajo el mandato de Trump (2017-2021).
La inflación acumulada en sus cuatro años de gobierno fue de un 7,8% (frente al 20% de los años de Biden), mientras que los salarios subieron casi el doble.
Don Leonard, académico de la Universidad de Ohio, plantea en diálogo con BBC Mundo que las preocupaciones de los estadounidenses sobre la economía no son un mero problema de percepción.
Su argumento es que al menos 20 millones de hogares estadounidenses tienen buenos motivos para estar desilusionados.
“Esos hogares han sufrido un dolor económico real que no es tan fácil de detectar en los datos económicos oficiales”, sostiene. “No es solo un sentimiento pesimista injustificado”.
Leonard dice que al trabajar con promedios, se crea un “un sesgo” que no permite mostrar lo difícil que es la vida diaria de los estadounidenses de menores ingresos, que gastan mucho más (como porcentaje de sus ingresos), en vivienda, alimentos o salud.
El segmento salarial en el que Trump logró mayor ventaja respecto a Kamala (53% frente a 45%) fue el que va entre US$30.000 y US$49.000
Y muchos demócratas, en tanto, insisten en que la frustración de la gente no está justificada.
Sin embargo, hay una gran parte de la población, dice Leonard, que no califica para recibir asistencia del gobierno, pero tiene dificultades económicas en su vida diaria. “No es que estén hipnotizados, lo están pasando mal”.
Algunos analistas creen que en la derrota demócrata fue fundamental la narrativa, es decir, que la campaña no supo comunicar bien los logros económicos del gobierno de Biden y plantear, a partir de ahí, un camino prometedor.
El malestar con la economía también ha estado influido por el alto costo del crédito.
Frente al máximo inflacionario de 9,1% en junio de 2022, el mayor en 40 años, la Reserva Federal (equivalente a un banco central) inició una agresiva política de aumento de tasas de interés que ayudó a ir reduciendo la inflación, pero afectó las finanzas personales.
Los estadounidenses, acostumbrados a vivir con crédito, sufrieron el impacto del aumento en las tasas de interés a la hora de comprar un auto, pagar las tarjetas o conseguir una hipoteca.
Muchos se sintieron acorralados entre la inflación y las tasas de interés, votando finalmente por el cambio. Las tasas sólo empezaron a bajar poco antes de la elección sin dar tiempo a que se refleje en los bolsillos de los votantes.
Y ese es otro elemento a tener en cuenta, dicen algunos analistas políticos.
La crisis generada por la pandemia y la guerra en Ucrania le pasó la cuenta a varios gobiernos que buscaban la reelección y perdieron ante un electorado cansado de los problemas económicos que han afectado sus finanzas personales.
“¿Estás mejor ahora o hace 4 años?”, les preguntaba Trump a los votantes en la campaña en busca de su apoyo. Muchos percibieron que ahora están peor a pesar de lo que digan las cifras macroeconómicas.
Y votaron por un cambio a la espera de que se refleje también en los precios que ven en los supermercados, la gasolinera o el pago de la renta.
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