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Disminuye la pobreza en México en 5 millones de personas; más de 50 millones, sin acceso a servicios de salud
Disminuye la pobreza en México en 5 millones de personas; más de 50 millones, sin acceso a servicios de salud
El Coneval presentó este jueves su más reciente reporte sobre la medición de la pobreza; la población en esta condición equivale a 46.8 millones de personas. | Foto: Cuartoscuro
3 minutos de lectura

Disminuye la pobreza en México en 5 millones de personas; más de 50 millones, sin acceso a servicios de salud

Pese a la disminución de población en situación de pobreza, aumentó la cantidad de personas en pobreza extrema en México, así como quienes carecen de acceso a los servicios de salud.
10 de agosto, 2023
Por: Mauricio Torres

La población en México que vive en situación de pobreza disminuyó en 5.1 millones de personas, entre 2018 y 2022, informó este jueves el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

El porcentaje de personas en situación de pobreza pasó de 41.9% a 36.3% en el mismo periodo, de acuerdo con la instancia autónoma que atribuyó el cambio a una recuperación de la economía después de la pandemia de COVID-19.

Entre 2018 y 2022, la población en situación de pobreza a nivel nacional pasó 51.9 a 46.8 millones de personas, de acuerdo con el Coneval.
Entre 2018 y 2022, la población en situación de pobreza a nivel nacional pasó 51.9 a 46.8 millones de personas, de acuerdo con el Coneval.

En cuanto a la pobreza extrema, el porcentaje de la población en esta situación pasó de 7.0%  en 2018 a 7.1% en 2022. Por ello, aumentó el número absoluto de personas, al pasar de 8.7 a 9.1 millones, cerca de 400 mil más entre 2018 y 2022.

En cuanto a la población en pobreza moderada, esta pasó de 34.9% a 29.3% en esos cuatro años.

El porcentaje de la población en situación de pobreza extrema permaneció en nivelessimilares entre 2018 y 2022: 7.0% en 2018 y 7.1% en 2022.
El porcentaje de la población en situación de pobreza extrema permaneció en niveles similares entre 2018 y 2022: 7.0% en 2018 y 7.1% en 2022.

Además, la población que no es considerada pobre ni vulnerable tuvo un ascenso, al pasar de 23.7% a 27.1% en cuatro años.

Más de 50 millones de personas con carencias en salud

De acuerdo con los datos dados a conocer por el Coneval, la falta de acceso a los servicios de salud aumentó en más de 30 millones de personas, al pasar de 20.1 a 50.4 millones de personas.

Las personas que presentaron carencia por acceso a los servicios de salud pasaron de 16.2% a 39.1% entre 2018 y 2022.

El porcentaje de personas con carencia por acceso a los servicios de salud pasó de 16.2% a 39.1% entre 2018 y 2022, lo cual representa un cambio de 20.1 a 50.4 millonesde personas en esta situación.
El porcentaje de personas con carencia por acceso a los servicios de salud pasó de 16.2% a 39.1% entre 2018 y 2022, lo cual representa un cambio de 20.1 a 50.4 millones de personas en esta situación.

De acuerdo con la medición, el mayor porcentaje de personas con acceso a los servicios de salud reportó estar afiliado al IMSS, un 38.3%, seguido de los servicios del Insabi (el extinto Instituto de Salud para el Bienestar), con un 13.1%, el cual estaba dirigido a personas sin seguridad social.

Recuperación tras la pandemia: Coneval 

José Nabor Cruz, secretario ejecutivo del Coneval, señaló durante la presentación del informe que la disminución del porcentaje de la población en pobreza puede atribuirse varios factores.

Uno de ellos, dijo, es la recuperación general de la economía luego de la pandemia de COVID-19 que llegó a México en 2020 y provocó el cierre de actividades consideradas no esenciales.

Otros factores son los efectos del aumento al salario mínimo y los programas sociales. De acuerdo con Cruz, en México hay alrededor de 11 mil programas sociales, la mayoría de ellos del ámbito municipal y 121 del orden federal.

A pesar de la disminución del porcentaje de población en pobreza y de la cierta mejoría en los ingresos de las personas ―reportada también recientemente por el Inegi― , tanto el secretario ejecutivo como los consejeros del Coneval resaltaron este jueves que un análisis integral de los datos muestra que algunas carencias sociales empeoraron.

En particular, catalogaron como “preocupante” el acceso de la población a servicios de salud y advirtieron que la transición entre sistemas que ha llevado a cabo el actual gobierno federal ha generado confusión entre la ciudadanía. Muchas personas, por ejemplo, no tienen certeza sobre a qué institución pueden acudir y optan por servicios privados.

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Imagen BBC
Racionalidad vs. Superstición: ¿Por qué incluso las mentes más lógicas creen en lo absurdo?
7 minutos de lectura

La mente humana intenta asociar distintos eventos que le permitan anticiparse a la realidad, lo que deriva en supersticiones.

17 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Según he escuchado alguna vez, la actriz española Elsa Pataky llevaba calcetines de diferente color en una de sus primeras audiciones en Hollywood.

Con las prisas se puso los primeros que encontró por casa. La audición le fue genial. En el siguiente casting, volvió a su costumbre habitual de lucir calcetines emparejados, y la prueba le salió fatal. A partir de ese momento, Elsa Pataky siempre lleva calcetines de distinto color en sus audiciones.

Le dan buena suerte.

No dispongo de pruebas de la veracidad de esta anécdota, pero es un excelente modelo de cómo se forja y se consolida una superstición en nuestra mente. Confío en que Elsa Pataky no se moleste por utilizarla como ejemplo. Toquemos madera.

Tendencia predictiva

Una de las principales motivaciones de la mente humana es la necesidad de encontrar asociaciones entre distintos eventos que le permitan anticiparse a la realidad.

La selección natural ha favorecido la búsqueda de relaciones causa-efecto para descubrir las reglas del mundo y así promover la supervivencia y la reproducción.

Somos buscadores compulsivos de conexiones, arqueólogos de la regularidad, futurólogos intuitivos. Nuestro sistema cognitivo tiene alergia a la ambigüedad y a la incertidumbre. La asociación de eventos es el antídoto para esta “reacción alérgica mental”.

Las supersticiones son el lado oscuro de esa tendencia predictiva tan útil para la supervivencia: asocian eventos que, en realidad, no están relacionados de ninguna forma. ¿Qué tendrá que ver el color de los calcetines con las dotes actorales de Elsa Pataky?.

La tendencia humana a predecir el mundo inventa estas conexiones. Al fin y al cabo, el aprendizaje de asociaciones es la piedra angular de nuestra adquisición de comportamientos.

Con las supersticiones, esos mecanismos asociativos se pasan de largo, pecan por exceso.

Qué dice la ciencia

El primer acercamiento científico a la conducta supersticiosa la realizó en 1948 el psicólogo B. F. Skinner mediante un famoso estudio con palomas.

Skinner programó que la dispensación de comida ocurriera de manera automática cada quince segundos. Hicieran lo que hicieran, las palomas recibirían alimento con esa cadencia.

Transcurrido un tiempo, el científico norteamericano comprobó que la mayoría de las aves (seis de ocho, en concreto) habían desarrollado sus propios rituales supersticiosos para conseguir la comida.

Vaquita de San Antonio.
Getty Images
La superstición determina conexiones ficticias entre distintos eventos.

Una paloma daba vueltas sobre sí misma, otras movían la cabeza de un lado a otro y otra picoteaba el suelo.

Este fenómeno se denomina “condicionamiento adventicio” para diferenciarlo del aprendizaje por “condicionamiento operante”, cuando el animal aprende en función de las consecuencias positivas o negativas realmente causadas por su comportamiento.

Con humanos se han encontrado resultados muy similares mediante tareas en las que se instauran conexiones ficticias entre eventos.

De hecho, hay todo un campo de estudio en Psicología dedicado a las ilusiones de causalidad, que incluso se han relacionado con la proliferación de pseudomedicinas alternativas, como la homeopatía o el reiki, o las creencias paranormales.

El “sesgo de confirmación”

Cuando ya hemos creado una conexión causal entre eventos, uno de los mecanismos que fomenta su mantenimiento es el llamado “sesgo de confirmación”, que forma parte de nuestra caja de herramientas cognitivas.

Tendemos a prestar más atención a aquellos sucesos que confirman nuestras creencias que a los que las contradicen: “Siempre que lavo el coche, llueve”; “el repartidor de Amazon siempre llega cuando no estoy en casa”.

Trébol de la suerte.
Getty Images
Determinados objetos pueden convertirse en amuletos de la suerte para los supersticiosos.

Olvidamos con facilidad las numerosas veces que no se cumplieron tales predicciones. Y, al mismo tiempo, recordamos vivamente el momento en que ocurrieron esos incómodos eventos debido al impacto emocional que generan.

Otro mecanismo que favorece el mantenimiento de las supersticiones se basa en lo que los psicólogos denominan “profecía autocumplida”. Es decir, la propia creencia en una predicción puede hacer que se convierta en realidad a través de nuestras acciones.

Así, si obligamos a Elsa Pataky a llevar calcetines del mismo color para su siguiente audición, probablemente se pondrá muy nerviosa al no disponer de su amuleto y su rendimiento se verá seriamente afectado.

La actriz llegará a la conclusión de que se confirma su profecía, aunque haya sido ella misma quien se ha ocupado de ratificarla.

Nuestras supersticiones nos esclavizan: si las ignoramos, la ansiedad hará que rindamos peor. Que se lo digan a los deportistas, acumuladores compulsivos de manías, rituales y supersticiones.

“Por si acaso”

Las supersticiones son absurdas, pero generalmente fáciles de cumplir.

Se mantienen gracias al “por si acaso” y al “¿y si fuera cierto?”. Tocar madera, no pasar por debajo de una escalera, no brindar con agua, cruzar los dedos: todos son actos muy fáciles de realizar, muy baratos.

Herradura.
Getty Images
El físico Niels Bohr tenía colgada una herradura en la pared de su despacho para la buena suerte.

El físico Niels Bohr (1885-1962) tenía colgada una herradura en la pared de su despacho. Cuando le preguntaron cómo era posible que una de las mentes más analíticas de su tiempo creyera en amuletos, Bohr respondió: “No creo en ellos, pero me han dicho que dan suerte incluso a los que no creen en ellos”.

Tampoco cuesta tanto, ¿no? La conducta supersticiosa lo tendría más difícil si tuviéramos que realizar cien flexiones para acumular suerte antes de un examen. Somos tontos, pero no tanto como para ganarle a la pereza.

El vínculo con la cultura

A menudo, las supersticiones se implantan en el acervo de las tradiciones y costumbres de una sociedad. Nos permiten identificarnos con los valores de nuestra cultura, a través de hábitos y rituales compartidos.

Resulta sencillo imaginar que la superstición de Elsa Pataky se extendiera entre la población y que la gente llevara calcetines desparejados en el examen de conducir o en sus citas de Tinder.

Muchas supersticiones culturales tienen raíces centenarias o incluso milenarias, lo que dificulta mucho rastrear sus orígenes.

Parece que tocar madera proviene de las antiguas creencias celtas sobre las almas que habitaban los árboles.

Por su parte, los gatos negros se asociaban a las brujas durante la Edad Media, aunque en Escocia es símbolo de buena suerte. Una bonita demostración de la arbitrariedad de las supersticiones, por cierto.

El número trece tiene muy mala prensa. Según la compañía Otis, en torno al 85 % de sus ascensores instalados en edificios más de doce plantas omiten el botón con el número trece.

Parece que el origen está relacionado con Judas Iscariote, el comensal número trece en la Última Cena del cristianismo. El miedo al Viernes 13 combina esta superstición numérica con el recuerdo de la celebración del Viernes Santo, día fatídico en el que fue crucificado Jesucristo.

De la lógica a la intuición

Somos seres racionales… pero de los que toman raciones en los bares, tal y como declama la banda Siniestro Total en una de sus canciones. Nuestra racionalidad natural no es lógica sino bio-lógica o psico-lógica.

La evolución nos ha dotado de un arsenal de atajos cognitivos para procesar grandes cantidades de información y tomar decisiones rápidas (generalmente exitosas) con los datos parciales y ambiguos que recibimos del medio.

Un gato negra y una escalera.
Getty Images
Los gatos negros o pasar por debajo de una escalara pueden ser sinónimo de mala suerte para los supersticiosos.

En cambio, el ejercicio del pensamiento lógico y razonado requiere de la fatigosa tarea de disciplinar nuestra mente para prevenir las falacias y sesgos del pensamiento humano.

Ambos sistemas de pensamiento habitan en nosotros sin aparente conflicto.

Por un lado, un sistema intuitivo y automático que está guiado por reglas de andar por casa y que puede derivar en sesgos y falacias del pensamiento.

Por el otro lado, un sistema analítico y reflexivo pero más lento y más costoso, que en las condiciones adecuadas puede comportarse de manera racional y lógica.

Por eso, incluso en las mentes más racionales y analíticas pueden residir creencias irracionales y supersticiones absurdas. Que se lo digan a Niels Bohr, con su herradura de la suerte.

Cuando nos quitamos la bata del científico o la toga del juez, nuestra mente es tan crédula como la de nuestros antepasados prehistóricos. Cruzaremos los dedos para que la razón no nos abandone del todo.

*Pedro Raúl Montoro Martínez es profesor titular del Departamento de Psicología Básica I de la UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Madrid.

Línea gris.
BBC

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