El Parque Nacional Pico de Orizaba es una de las áreas naturales protegidas más importantes en la zona centro de México. Lo es por su extensión de 19 000 hectáreas, por albergar un bosque de pinos con especies endémicas y al volcán más alto del país, con 5600 metros de altura. Y si esto no fuera suficiente para mostrar su relevancia, hay un dato más: en esa zona se genera el agua que abastece a muchas comunidades de los estados de Puebla y Veracruz.
Esta área natural protegida hoy enfrenta amenazas como la tala ilegal, el avance de la frontera agrícola y, en especial, los incendios. Justo durante la tercera semana de febrero, en los límites y dentro del Parque Nacional Pico de Orizaba el fuego arrasó con cerca de 250 hectáreas de páramo, bosque de oyamel (Abies religiosa) y pino de altura (Pinus hartwegii), una especie que crece a 3 000 metros sobre el nivel del mar.
La dirección del Parque Nacional ya clasificó a este incendio forestal como el más intenso desde el 2020, por la extensión afectada.
El incendio forestal en el Parque Nacional Pico de Orizaba inició el pasado 20 de febrero en el ejido de San Martín Temaxlaquilla, y se extendió a San Antonio Atzitzintla, cerca del volcán Sierra Negra, en el estado de Puebla. El fuego avanzó al interior del área natural protegida, en la zona conocida como el Valle de Encuentro, localizada a más de 3000 metros sobre el nivel del mar.
El director del Parque Nacional Pico de Orizaba, Raúl Álvarez Oseguera, explicó que el incendio fue provocado por una quema agrícola mal controlada y se propagó rápidamente por las condiciones de viento intenso y seco.
Datos preliminares estiman que el 40 % de las hectáreas afectadas están dentro del área natural protegida, aunque la información tendrá que ser precisada por los brigadistas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) cuando realicen un análisis del daño total.
El incendio fue controlado por bomberos locales, por integrantes de las dos brigadas contra el fuego del Parque Nacional, más de 100 voluntarios entre ejidatarios y campesinos, así como personal de la Conafor y la Guardia Nacional.
Álvarez Oseguera destacó la labor de voluntarios, quienes trabajaron más de 18 horas durante los primeros días del incendio para ayudar a las tareas de mitigación en una zona de difícil acceso, y de la comunidad que donó víveres y comida para las brigadas de ayuda.
El director del parque alertó que este año será anormalmente seco, por lo que se solicitó a los habitantes y turistas extremar precauciones con el uso del fuego en la zona boscosa.
El último incendio grave que recuerdan en esta región fue en 2020, cuando aún estaba vigente el confinamiento provocado por la pandemia del COVID-19. En ese entonces, resultaron afectadas 450 hectáreas del Parque Nacional. Además, dos personas fallecieron a causa del fuego: el presidente del comisariado ejidal de Atzitzintla, Guillermo Gustavo Chávez, y el presidente del consejo de vigilancia del ejido, Valentín Sergio Chávez Romero. Desde entonces, en la zona no habían tenido un incendio tan intenso.
En el programa de manejo ambiental del Parque Nacional se señala que en la cima del volcán Pico de Orizaba se originan cinco ríos: el Blanco, el Cotaxtla, el Jamapa, el Metlac y el Orizaba; todos forman parte de la cuenca Jamapa y Papaloapan, así como el río Balsas. Además, sus afluentes forman parte de la cuenca del Balsas, que en el estado de Puebla beneficia al Valle de Tehuacán, así como a Ciudad Serdán, Tlachichuca y otras áreas urbanas y rurales de la región.
En la zona de influencia del Parque Nacional —a unos 5 kilómetros del área natural— se encuentran 23 comunidades de cinco municipios de Veracruz y 17 que pertenecen a tres municipios de Puebla.
Ejidatarios de las comunidades más cercanas al área en donde se registró el incendio están preocupados porque el fuego acabó con árboles de más de 30 metros. Esto, consideran, afectará el abastecimiento de agua en su región.
José Luis López Castillo, presidente municipal de Atzitzintla en Puebla, comenta en entrevista con Mongabay Latam que “el incendio fue atípico, no habíamos visto que alcanzara la copa de árboles de 30 metros; algunos como el pino hartwegii que crece a más de 3000 metros y es una especie única. Será difícil conseguir que ese tipo de vegetación crezca rápido. Es una afectación grave”.
El presidente municipal señala que el incendio afectará a toda la región: “Las fuentes de agua del volcán son importantes; de allá nace el agua para varias comunidades, eso es lo que más nos preocupa porque, además, vemos cómo disminuyen los glaciares”.
Desde 2021, la Agencia Veracruzana de Comunicación y Noticias (AVC Noticias) ha documentado lo que sucede con el glaciar norte que aún sobrevive a más de 5,000 metros, en la cima del Pico de Orizaba. En la investigación periodística “La ley del bosque en el volcán más alto de México” se muestra que este glaciar, unos de los últimos del país, perdió el 71 % de su cobertura entre los años 1958 y 2017.
La restauración del lugar en donde se registró el incendio es otro tema que preocupa a los ejidatarios, asegura López Castillo, presidente municipal de Atzitzintla. El lugar, explica, es de difícil acceso por estar en una ladera, por lo que no será fácil realizar los trabajos de reforestación en la zona.
“Hay árboles que tardarán más de diez años en crecer, además de la fauna afectada como liebres, coyotes y aves”, lamentó López Castillo. De acuerdo con el plan de manejo, en el Parque Nacional Pico de Orizaba se pueden encontrar especies como: gato montés, comadrejas, conejos, tejones, mapaches, coyote, halcones, azulejos, cenzontles, colibríes, entre otras.
Además de los incendios, el Parque Nacional Pico de Orizaba enfrenta problemas como la tala ilegal, las plagas forestales y el avance de la frontera agrícola. Esto último se da, sobre todo, por su cercanía con 40 comunidades de ocho municipios. La Conafor, incluso, considera al área natural como una zona crítica forestal.
Datos disponibles en la plataforma Global Forest Watch (GFW) muestran que el Parque Nacional Pico de Orizaba se quedó sin 70 hectáreas de cobertura arbórea, entre 2001 y 2021.
El presidente municipal de Atzitzintla destaca que, además de realizar trabajos para restaurar la zona afectada por el reciente incendio, también es necesario combatir la plaga del gusano barrenador que afecta al bosque. “Estamos tratando de que los ejidos se organicen para hacer un programa de saneamiento del bosque, tanto de las plagas, como del combustible que hay en el bosque y que puede ser peligroso al provocar más incendios”.
Las cifras oficiales de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) muestran que entre 2015-2020 se registraron 67 incendios en el área natural protegida que afectaron alrededor de 3400 hectáreas, de las cuales 500 fueron de bosque.
Los peores incendios se registraron en 2020, cuando en plena pandemia del COVID-19, el área natural tuvo afectaciones en 1147 hectáreas de arbolado, la mayoría provocados por fuego no controlado por actividades agrícolas y también tala clandestina.
El director del Parque Nacional Pico de Orizaba, Raúl Álvarez Oseguera, detalló que en 2022 se contabilizaron 16 incendios con 515 hectáreas: “No toda la superficie es perdida total, muchos fueron incendios superficiales que no afectan al arbolado. El año pasado fue un poco más bajo al promedio anual que tenemos de eventos y superficie afectada”.
Los incendios forestales —recordó Álvarez Oseguera— traen consigo más consecuencias de las que se ven a simple vista, por ejemplo los suelos son más susceptibles a la erosión, se daña el hábitat de la fauna silvestre, los árboles son más vulnerables a las plagas y enfermedades y se afectan los mantos freáticos.
El incendio que estuvo activo entre el 20 de febrero y 24 de febrero en el Parque Nacional Pico de Orizaba es uno de los primeros eventos de la temporada de incendios forestales que inició en enero pasado y se prevé sea intensa por las condiciones de sequía en el país. Tan solo entre el 1 de enero al 16 de febrero del 2023 se han registrado 500 incendios forestales con una afectación de 10 275 hectáreas; el 97 % de esa área tenía pastizales, hojarasca, arbustos y matorrales y el 3% contaba con arbolado adulto y renuevo, de acuerdo con los datos de la Conafor. La cifra es 36 % más alta si se compara con los datos en el mismo periodo del 2022.
Hasta la segunda semana de febrero, la región centro del país concentraban el mayor número de incendios. Jalisco, Puebla, Michoacán, Estado de México y Veracruz son los estados con el mayor número de eventos.
¿Se alivian los síntomas estomacales como la hinchazón y los gases -después de una comida pesada- con una caminata ligera?
La actriz y cocinera canadiense Mairlyn Smith reveló recientemente en TikTok que ella y su marido salen a pasear después de cenar para liberar los gases reprimidos. Smith llama a estas caminatas “paseos de los pedos”. El hashtag está haciendo furor en las redes sociales.
El objetivo de estos paseos es iniciar el proceso digestivo y aliviar la hinchazón, expulsar los gases molestos o la sensación de que una comida copiosa se ha asentado en el estómago como un ladrillo. Smith afirma que un paseo de diez a veinte minutos te ayuda a “envejecer maravillosamente”.
Pero, ¿respalda la ciencia los beneficios de un paseo después de comer? ¿Y cómo pueden contribuir nuestros conocimientos sobre la función digestiva y las enfermedades a encontrar formas de eliminar esa sensación de hinchazón con el ejercicio?
En primer lugar, pensemos en lo que ocurre cuando se llena el estómago después de una buena comida. Su capacidad varía en función de la edad, el tamaño y los hábitos alimentarios, pero cuando se llena, empieza a agitarse como una lavadora.
El sistema nervioso autónomo controla el movimiento y la actividad del corazón, los pulmones y los intestinos. Es un sistema automático que funciona más allá del control consciente. Por ejemplo, no piensas en hacer latir el corazón o mover los intestinos, ¿verdad?
Hay dos divisiones del sistema autónomo. La división simpática ordena las respuestas de lucha y huida, como el aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Esto te permite mantenerte firme o huir como un poseso.
Su opuesto es el sistema nervioso parasimpático, que rige las respuestas de reposo y digestión. Entra en juego cuando estás listo para reducir esa comida masticada a sopa (también llamada quimo) y absorber todos sus nutrientes en el torrente sanguíneo. A continuación, excreta los residuos y gases en forma de heces y flatulencias.
Para ello, el sistema nervioso parasimpático moviliza el intestino. Provoca la liberación de jugos digestivos, que contienen enzimas que descomponen los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas en moléculas absorbibles más pequeñas. También activa la musculatura de la pared intestinal, permitiendo que el quimo avance. Esta forma de acción se denomina peristalsis.
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Esta es una pregunta que me hizo mi hija hace un par de semanas. Cuando empecé a explicarle las bacterias y la fermentación de la fibra, perdió el interés y me preguntó si podía mejor ver un programa de animación en la televisión.
La flatulencia es el síntoma asociado al flato, la acumulación de gases en el tubo digestivo. Los gases pueden acumularse de muchas maneras, y la dieta suele ser una de las principales responsables.
Los alimentos ricos en fibra y los que contienen carbohidratos no digeribles, como la inulina (las alcachofas de Jerusalén son un buen ejemplo), permanecen en el intestino, donde sus bacterias inducen la fermentación.
Quienes hayan probado la dieta de la sopa de repollo rica en fibra también podrán dar fe de ello. Tampoco hay que olvidar el poder flatulento de las bebidas gaseosas, ni la deglución de aire que puede producirse al comer demasiado rápido.
Aunque las flatulencias forman parte normal de la vida, su frecuencia excesiva (o su olor) puede ser señal de un trastorno gastrointestinal. Por ejemplo, intolerancia al gluten o a los lácteos, o síndrome del intestino irritable.
Entonces, ¿qué pruebas hay de que caminar puede facilitar la digestión?
Los resultados obtenidos al investigar el efecto del ejercicio sobre el intestino son un tanto inconsistentes. Hay que tener en cuenta varios síntomas gastrointestinales. En el caso del estreñimiento, comer fibra es una buena medida, pero se aconseja hacer ejercicio con regularidad porque tiene un efecto positivo sobre los movimientos intestinales.
Y no hace falta que se trate de ultramaratones o de levantar peso durante tres horas. A menudo se recomienda caminar con regularidad o hacer un trote ligero.
Una revisión de estudios demostró los efectos positivos del ejercicio aeróbico y el qigong (ejercicios chinos de movimiento similares al tai chi), pero concluyó que era necesaria una investigación más rigurosa para profundizar en el tema. De hecho, el ejercicio diario moderado se ha asociado a un menor riesgo de desarrollar cáncer de intestino y enfermedad diverticular (desarrollo de pequeñas bolsas intestinales), que se relacionan con el estreñimiento.
Un estudio reveló que los síntomas intestinales, principalmente la expulsión de gases, eran más prominentes y frecuentes en reposo que durante el ejercicio. Otro examinó el efecto de los niveles de ejercicio sobre síntomas como la flatulencia y las náuseas.
Descubrieron que caminar largas distancias (es decir, el ejercicio prolongado de baja intensidad) generaba estos síntomas, aunque con una frecuencia y gravedad notablemente menores en comparación con el esfuerzo de alta intensidad.
Entonces, ¿es posible excederse? Los síntomas gastrointestinales son frecuentes en los deportistas, como la colitis del corredor. Se trata de episodios de diarrea que los corredores pueden sufrir durante una carrera.
Además de la diarrea, un esfuerzo intenso también puede provocar síntomas de indigestión, náuseas y dolor abdominal como consecuencia de la reducción del riego sanguíneo al intestino, ya que se desvía a los músculos: un ejemplo de cómo el sistema simpático actúa en contra de la digestión.
¿Cuáles son entonces los otros mecanismos de influencia del ejercicio sobre el intestino? También se ha sugerido que la acción simpática y la cascada de diferentes hormonas liberadas durante el ejercicio provocan una inflamación localizada en secciones del intestino. Esto podría cambiar el microbioma intestinal y, por tanto, la producción de flatos.
Así que, aunque por el momento no hay una respuesta ni una recomendación claras, no es descabellado considerar la posibilidad de probar un ejercicio ligero como caminar para ver si permite aliviar los síntomas del abdomen.
Sus probados efectos positivos sobre otros aspectos de la salud, como el riesgo cardiovascular y la pérdida de peso, serán una ventaja añadida.
*Dan Baumgardt es profesor titular, Facultad de Fisiología, Farmacología y Neurociencia, Universidad de Bristol, Reino Unido.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aqui para leer la versión original (en inglés).
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