Aunque en las leyes vigentes en el país se reconoce que las personas con discapacidad no pueden ser discriminadas en la selección, contratación o tipo de empleo, en la realidad viven situaciones de exclusión y falta de oportunidades, lo que ha llevado a esta población a organizarse con la exigencia que se reformen las normas en la materia para una verdadera inclusión.
Desde 2021, el Movimiento de Personas con Discapacidad ha tomado como una de sus banderas la exigencia de trabajos dignos, ya que, de acuerdo con su fundadora, Martha García, no existe ninguna norma “que regularice el tema de contratación más allá de esperar que las empresas sean buena onda”.
“Aun con lo que dice la ley, en muchas empresas existe todavía el sesgo de que no nos contratan por el tema de la discapacidad, o no tienen las condiciones de accesibilidad y los ajustes para que se pueda dar la contratación, y como nada los obliga no lo quieren hacer, el texto de la norma pasa desapercibido”, comenta.
Este panorama ha llevado a las personas con discapacidad a articular su movimiento en todos los estados del país, para discutir cuáles son sus principales necesidades y llevar sus exigencias al Poder Legislativo.
La Ley Federal del Trabajo vigente establece que los empleos dignos son aquellos en los que “se respeta plenamente la dignidad humana del trabajador y no existe discriminación”.
En su artículo 132, apartado XVI Bis, indica que una de las obligaciones de los patrones es “contar, en los centros de trabajo que tengan más de 50 trabajadores, con instalaciones adecuadas para el acceso y desarrollo de actividades de las personas con discapacidad”.
El tema también se menciona en la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, que en su artículo 11 señala que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social deberá diseñar, ejecutar y evaluar políticas públicas para que se incorporen al trabajo “atendiendo sus competencias laborales”, y tendrá que instrumentar un programa nacional de empleo para esta población.
Sin embargo, ninguno de estos instrumentos contempla la exigencia a las empresas para incorporar a quienes viven con discapacidad, ni especifica cuáles son los ajustes que los espacios laborales deben contemplar para contratarles, ya que cada tipo de condición requiere de infraestructura distinta.
“No hablan de accesibilidad y ajustes razonables, son definiciones que no aparecen en la Ley del Trabajo; entonces, en los lugares donde presumen que se adaptaron todo mundo hace como que ya con lo que hayan hecho está, que hay ergonomía adecuada, pero no obedecen a la diversidad humana del colectivo”, explica Cecilia Guillén, abogada integrante del Movimiento de Personas con Discapacidad.
Es por eso que, a través de la organización de foros y manifestaciones en diferentes estados, las y los integrantes del movimiento buscan ser tomados en cuenta dentro de las discusiones que se encuentran pendientes para ampliar las garantías de empleo de esta población.
En diciembre de 2018, el grupo parlamentario de Movimiento Ciudadano en el Senado promovió una iniciativa de reforma a la Ley Federal del Trabajo, para que todas las empresas cuenten con instalaciones adecuadas para personas con discapacidad.
La iniciativa propone la adición del Título Quinto Ter a la legislación, para describir y desarrollar las obligaciones de las autoridades y de los patrones en temas de contratación, capacitación, formación y profesionalización.
Establece “la obligación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social para que en coordinación con las autoridades de las entidades federativas desarrollen programas dirigidos a promover políticas públicas, promover acceso a bolsas de trabajo, fomentar la inclusión laboral, entre otros, de las personas con discapacidad”, y enuncia el derecho de estas de “solicitar a sus empleadores los ajustes razonables que requieran”.
En adición a la esta propuesta legislativa, en octubre de 2019 la senadora Patricia Mercado presentó un dictamen para que también se contemple la medida de que las empresas con más de 20 trabajadores otorguen, por lo menos, el 5% de sus plazas a personas con discapacidad.
El dictamen fue aprobado por el Senado en febrero de 2022, por lo que fue turnado a la Cámara de Diputados para su discusión, lo que aún no sucede.
Otra reforma a la Ley Federal del Trabajo que se encuentra en pausa fue propuesta por la diputada Yessenia Olua, de Morena, que busca que se establezca en el artículo 7 un apartado Bis, en el que se determine que en toda empresa el patrón deberá emplear mínimo 4% de trabajadores con discapacidad, excepto aquellos establecimientos “que por naturaleza en sus actividades puedan ocasionar un riesgo laboral”.
También establece que a los patrones que no cumplan con estas obligaciones, y su plantilla laboral sea de más de 100 trabajadores, se les impondrá una multa equivalente a entre 250 y 2 mil 500 veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA), lo que equivale a entre 25 mil 935 pesos y 259 mil 350 pesos. Sin embargo, esta iniciativa presentada en abril aún no ha sido discutida.
La senadora Mercado reconoce que las propuestas de hacer obligatoria la contratación de esta población han encontrado resistencia por parte del sector empresarial, que reclama que en poco tiempo le han pedido muchos cambios, como el aumento de vacaciones, el incremento del salario mínimo y el fin de la subcontratación o outsourcing.
“Las organizaciones de personas con discapacidad han estado en comunicación con legisladores, han buscado a los asesores de algunos y han intentado hacer presión sobre esta reforma, pero no ha habido posibilidades. La cuestión es que se necesita que exista voluntad, una voluntad que yo no he visto en la mayoría parlamentaria”, comenta en entrevista.
En el caso de los empresarios, en diversas conversaciones le han expresado “que son muchas cosas demasiado rápido, piensan que se les imponen cosas con las acciones afirmativas, y lo que yo les he planteado es que tuvieron 30 años para poner solos las reglas pero no las pusieron; entonces, el Estado tiene que garantizar los derechos humanos, y uno de ellos es el del trabajo”.
“También hemos tenido reuniones con ejecutivos encargados de la inclusión en algunas empresas y nos damos cuenta que en realidad estamos de acuerdo en las necesidades, pero la cuestión es que no sucede, no se da la reforma, lo que no significa que vamos a quitar el dedo del renglón”, dijo.
La legisladora anunció que buscará impulsarla en el siguiente periodo legislativo, “que no es el último (de la actual Legislatura), pero ya es muy definitivo”.
“Hoy tenemos al senador Eduardo Ramírez (de Morena) como presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, quien participó en el parlamento que se hizo sobre derechos laborales, por lo que él ha sido claro con su apoyo a estas propuestas; entonces, bueno, es una coyuntura nueva, buscaremos algún acuerdo para que posiblemente pueda reunirse con su homólogo en Diputados y podamos avanzar con la discusión”, agregó.
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Los carteles en la enorme estación de trenes de Shinjuku, en Tokio, normalmente se usan para publicitar productos como cosméticos y comida, así como películas nuevas.
Pero ocasionalmente uno puede encontrarse con un cartel que muestra un mensaje de cumpleaños y la foto de un joven, a menudo de una boy band y típicamente con una apariencia impecable.
Estos carteles son creados por empresas publicitarias especializadas y son pagados por fans devotos. Forman parte de un fenómeno llamado oshikatsu, un término acuñado en los últimos años que proviene de las palabras japonesas “apoyar” (oshi) y “actividad” (katsu).
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Una parte considerable de este apoyo es de naturaleza económica. Los fans asisten a eventos y conciertos, o compran productos como CDs, carteles y otros artículos coleccionables. Otras formas de oshikatsu están destinadas a difundir la fama de su ídolo, compartiendo contenido sobre su oshi, participando en campañas en redes sociales, y escribiendo fanfiction o creando fanart.
Oshikatsu surgió a partir del deseo de los fans por tener un vínculo más cercano con sus ídolos. La combinación entre oshi y katsu apareció por primera vez en las redes sociales en 2016 y se generalizó como un hashtag en la entonces plataforma de Twitter en 2018. En 2021, oshikatsu fue nominada como candidata a la palabra del año en Japón, una señal de que su uso se había vuelto popular.
Ahora, ha aparecido en el radar del Japón empresarial. El motivo es el estallido de la inflación en los últimos años, provocado por la interrupción pandémica de la cadena de suministro y las conmociones geopolíticas, que ha hecho que los consumidores japoneses reduzcan su gasto.
Sin embargo, con los salarios a punto de subir por tercera vez en tres años, el gobierno se muestra cautelosamente optimista ante la posibilidad de que el crecimiento económico sea reavivado a través del gasto impulsado por el consumo. Compañías de la industria del entretenimiento y medios de comunicación buscan en el oshikatsu como posible motor de esta tendencia, aunque no está claro si las próximas subidas salariales serán suficientes.
Contrario a la percepción popular, oshikatsu ya no es del ámbito exclusivo de las subculturas juveniles. Se ha hecho camino también entre los grupos de mayor edad en Japón.
De acuerdo a una encuesta realizada en 2024 por la empresa japonesa de estudios de mercado, Harumeku, el 46% de las mujeres que están en sus 50 tienen un oshi al que apoyan económicamente. Las generaciones mayores tienden a tener más dinero para gastar, especialmente después de que sus propios hijos hayan terminado su educación.
Oshikatsu también supone una interesante inversión en términos de género. Mientras en los hogares tradicionales japoneses se sigue esperando que los maridos sean el sostén económico de las familias, en el oshikatsu son más a menudo las mujeres las que apoyan económicamente a hombres jóvenes.
Cuánto gastan los fans en sus oshi, depende. Según una encuesta reciente realizada por la empresa japonesa de marketing CDG y Oshicoco, una agencia de publicidad especializada en oshikatsu, la cantidad media que gastan los fans en actividades relacionadas con sus oshis es de 250.000 yenes (unos US$1.736) anuales.
Se calcula que esto aporta cada año 3,5 billones de yenes (US$24.500 millones) a la economía japonesa, y representa el 2,1% del total de las ventas minoristas anuales de Japón.
Oshikatsu impulsará el gasto de los consumidores. Pero dudo que tenga el impacto en la economía japonesa que esperan las autoridades. Para los aficionados más jóvenes, el peligro es que la aprobación gubernamental acabe con cualquier tipo de influencia cool, haciendo que el oshikatsu sea menos atractivo para estas personas a largo plazo.
Y si apoyan a un oshi que aún no ha conseguido el éxito, pueden tener una mayor sensación de que su apoyo importa. De ahí que parte del gasto vaya directamente a individuos, en lugar de a superestrellas corporativas ya establecidas. Pero también es posible que los jóvenes oshis en apuros gasten más de este dinero que las celebridades establecidas.
La prensa internacional se está enfocando ya sea en el lado económico del oshikatsu, o en lo peculiar de los fans “obsesivos” que consiguen un segundo trabajo para apoyar a su oshi, y madres que gastan grandes sumas en un hombre que tiene la mitad de su edad. Pero lo que esa cobertura pasa por alto es la lenta pero profunda transformación social de la que el oshikatsu es un síntoma.
Una investigación de 2022 sobre personas que practican oshikatsu deja claro que las “actividades de fans” responden a un deseo profundo de conexión, validación y pertenencia. Si bien esto podría satisfacerse mediante la amistad o una relación íntima, un número creciente de jóvenes adultos japoneses siente que este tipo de vínculos son “problemáticos”.
Los hombres jóvenes lideran esta tendencia, especialmente aquellos que no trabajan como asalariados de oficina con empleos relativamente estables, los llamados salarymen. Muchos de los que trabajan a tiempo parcial o en empleos manuales tienen dificultades para imaginar un futuro con una familia.
El sector terciario está cambiando para dar cabida a un número creciente de servicios que convierten en productos cosas intangibles como la amistad, la compañía y las fantasías románticas escapistas.
Desde abrazos no sexuales hasta alquilar a un amigo por un día o tener una cita con un acompañante travestido, se puede buscar alivio temporal de la soledad pagando por hora. Como resultado, la conexión humana en sí misma se está convirtiendo en algo que puede ser consumido mediante pago.
Por otro lado, compartir actividades de oshikatsu puede generar nuevas amistades. Reunirse para adorar colectivamente a sus ídolos es una forma poderosa de crear nuevas comunidades. Aún está por verse cómo estos cambios en la manera en que las personas se relacionan moldearán el futuro de la economía y la sociedad japonesa.
*Fabio Gygi es profesor titular de Antropología en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres.
Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Puedes leer la versión original en inglés aquí.
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