
Tras la desaparición, el pasado 19 de junio, de José Juan Arias Solís por parte de elementos de las fuerzas armadas de México, el Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de las Naciones Unidas (Comité CED) exigió al Estado mexicano la pronta localización e informar el paradero del adolescente de 14 años de edad.
A través de la acción urgente 2121/2025, el comité de la ONU también solicitó una serie de acciones a implementar por parte del gobierno de México, como iniciar de manera formal la búsqueda e investigación sobre la desaparición de José Juan.
También, explorar todas las hipótesis posibles, como una probable desaparición forzada por el involucramiento de agentes de la Guardia Nacional y el Ejército.
El Comité CED también ha solicitado a las autoridades de México que se identifique, localice y entreviste a cada uno de los agentes de las fuerzas armadas que participaron en un operativo llevado a cabo el pasado 19 de junio en Valle de Santiago, Guanajuato, tras el cual presuntamente habría desaparecido José Juan Arias Solís.

Asimismo, solicitaron la implementación inmediata de medidas cautelares para preservar la vida e integridad de los padres del menor de edad desaparecido y mecanismos para que la familia y sus representantes participen en el proceso de búsqueda y sean informados sobre los avances.
De acuerdo con el comité de la ONU, en México “se vive una crisis de desapariciones” que tiene a más de 131 mil personas sin ser localizadas, de las cuales más de 18 mil son niñas, niños y adolescentes.
También señala que en Guanajuato, entidad donde fue desaparecido José Juan, se vive un “contexto de alta criminalidad”, pues solo durante el año pasado se reportó la desaparición de 683 personas, mientras que en lo que va de 2025 se ha superado el medio millar de personas no localizadas.
De acuerdo con el testimonio de su padre y con lo informado por el Comité CED, el pasado 19 de junio se llevó a cabo un operativo de seguridad en Valle de Santiago, Guanajuato, en el que participaron tanto elementos de la Guardia Nacional como del Ejército mexicano, ambos dependientes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Ese día, el papá de José Juan observó a tres personas que vestían uniforme militar que habrían detenido y golpeado al menor de edad, para después llevárselo por la fuerza.
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Durante el dispositivo de seguridad, en el que habrían participado al menos una veintena de elementos de las fuerzas armadas a bordo de vehículos oficiales, la Fiscalía General de Justicia del Estado de Guanajuato habría solicitado resguardo a las fuerzas federales.

Tras la recabación de testimonios en una sede judicial, se corroboró la participación de agentes federales y se logró la identificación de los mandos que coordinaron la movilización y de los ministeriales que participaron en la misma.
Por la presunta desaparición forzada de José Juan, la jueza novena de distrito en Irapuato, Guanajuato, concedió a la familia de la víctima el amparo 762/2025.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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