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Al menos 26 personas murieron bajo custodia del Instituto de Migración desde 2015
Al menos 26 personas murieron bajo custodia del Instituto de Migración desde 2015
Cuartoscuro
3 minutos de lectura

Al menos 26 personas murieron bajo custodia del Instituto de Migración desde 2015

Un total de nueve migrantes perdieron la vida durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. A pesar de que más de 292 mil personas fallecieron por COVID-19 desde el inicio de la pandemia, el INM solo registra una única víctima.
23 de noviembre, 2021
Por: Alberto Pradilla
@albertopradilla 

Una joven de 22 años y originaria de EU murió el pasado 19 de agosto en la estación migratoria de Iztapalapa, en la Ciudad de México. La causa de la muerte, según se recoge en una respuesta proporcionada por el Instituto Nacional de Migración (INM), fue una “congestión visceral generalizada”. Ella es la última persona extranjera muerta bajo custodia del estado mexicano. Desde 2015, al menos 26 perdieron la vida en diferentes estancias migratorias.

En lo que llevamos de sexenio con Andrés Manuel López Obrador al frente del gobierno, 9 extranjeros murieron bajo custodia. Además de la joven estadounidense, este 2021 también perdió la vida un salvadoreño de 58 años que sufrió un infarto en la estación provisional de Morelia, Michoacán.

Animal Político solicitó un comentario al INM pero al cierre de la edición no había recibido respuesta.

El pasado año fueron tres las víctimas mortales bajo custodia migratoria. Un hondureño de 40 años que se suicidó en la estación migratoria Guadalupe, ubicada en Monterrey, Nuevo León; un guatemalteco de 31 años solicitante de asilo que se asfixió durante un motín en la estación de Tenosique, Tabasco, y un salvadoreño de 41 años que murió en el hospital Enrique Cabrera de la Ciudad de México. Aunque el registro asegura que la causa de la muerte fue “insuficiencia respiratoria, neumonía atípica”, se trata de la primera víctima de COVID-19 al interior de un centro de detención migratorio. Su fallecimiento se conoció gracias a una recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que señaló al INM en un momento en el que la institución que dirige Francisco Garduño negaba los contagios. A pesar de que en México se contabilizan más de 292 mil muertos por coronavirus desde que se inició la pandemia en marzo de 2020, el INM asegura que solo una persona murió con esta enfermedad en sus instalaciones. En febrero de este año, el gobierno aseguró que al menos 55 migrantes habían perdido la vida por COVID-19, aunque no dio detalles sobre si eran personas bajo custodia.

En 2019, primer año con López Obrador en el gobierno, fueron cuatro los fallecidos: tres que murieron víctimas de un infarto (dos en Tapachula y una en Monterrey) y otra una niña de diez años que cayó de su litera en la estación de Iztapalapa y que agonizó durante siete horas sin que las autoridades la auxiliaran.

El resto de fallecidos, un total de 16, corresponden al sexenio de Enrique Peña Nieto. En 2018 murieron dos personas: un hondureño que se suicidó en Tapachula y un español que sufrió un infarto en Ciudad de México. En 2017, otros cuatro perdieron la vida por distintas dolencias en Tepeji, Hidalgo; Mazatlán, Sinaloa; Matamoros, Tamaulipas y Tijuana, Baja California. El año 2016 fue el más mortífero, con seis fallecidos, mientras que en 2015 se registraron otros cinco, de los que dos fueron suicidios.

“En las estaciones cada vez es más difícil saber el trato que reciben los migrantes, por la dificultad de monitorear. Habría que revisar las cifras y cotejarlas con otras fuentes”, dijo Gretchen Kuhner, directora del Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi). “Aún si fueran 25, es mucha gente que se ha muerto bajo custodia. Muchas veces es por maltrato o por negligencia médica”, afirmó.

En su opinión, a la gravedad de las muertes bajo custodia se le añade la impunidad. “Es increíble que la gente se pueda morir y que no haya responsables”, dijo, recordando el caso de la menor guatemalteca muerta en 2019 y por la que todavía no hay un solo funcionario señalado.

“El INM se tiene que hacer cargo de que tiene que ir reduciendo su política de detención, pero eso no se ha visto”, dijo Ana Saiz, directora de la ONG Sin Fronteras. En su opinión, la política de detenciones masivas “es muy cara, no solo en términos monetarios, sino de violaciones graves a los Derechos Humanos”.

“No le dan derecho a la gente a la información, no respetan mínimos derechos ni a solicitar asilo. Los asustan, los amedrentan, es difícil tener acceso a servicios legales”, explicó la activista.

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Imagen BBC
¿Cómo el cambio climático disminuye los glaciares y modifica algunas fronteras del mundo?
9 minutos de lectura

Los cambios que comienzan en el hielo de las cumbres de las altas cordilleras están descendiendo en cascada hacia altitudes más bajas. A medida que el mundo se calienta, cambian las fronteras, los medios de subsistencia y las formas de las montañas.

18 de diciembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Es un día soleado de otoño y estoy caminando por una ladera rocosa junto a un glaciar a unos 3 mil metros sobre el nivel del mar, en la frontera entre Austria e Italia.

A mi lado está Paul Grüner, propietario de un hospedaje de montaña en el lado italiano que domina el glaciar. A nuestros pies, una ladera meridional desciende hacia Italia, y al otro lado, una septentrional mira hacia Austria.

Cerca, un poste de madera con una flecha indica “Grenze / Confine”, que significa “frontera” en alemán e italiano, los dos idiomas que se hablan en esta zona multilingüe.

Grüner, que tiene su albergue desde los años 80, me invitó a subir para mostrarme hasta qué punto el glaciar, llamado Hochjochferner, ha disminuido debido al calentamiento global. Una consecuencia sorprendente: su agua de deshielo, que solía fluir tanto hacia Austria por el norte como hacia Italia por el sur, ahora solo fluye hacia un país, Austria.

Esto se debe a que la parte meridional del glaciar ha retrocedido mucho más que la septentrional, y ahora ha desaparecido, afirman quienes conocen el lugar.

Es solo un ejemplo de la profunda transformación que el cambio climático está provocando en las montañas, con consecuencias de gran alcance para todo, desde las relaciones fronterizas hasta los riesgos de desprendimientos de rocas y el suministro de agua en Europa.

El albergue
Paul Grüner
El albergue “Schöne Aussicht – Bella Vista” junto a la frontera ítalo-austríaca en invierno.

“Cuando yo era niño, el glaciar cubría toda esta cresta y el agua de deshielo de ese lado fluía hasta Italia”, explica Grüner, señalando la ladera orientada al sur. Ahora esa ladera es rocosa y está desnuda.

Adaptar una frontera

“Aquí, en los Alpes, una de las consecuencias más sorprendentes de la pérdida de glaciares es la diferencia en el agua de deshielo. Por ejemplo, cuando el agua baja de repente por el lado ‘equivocado’ de una montaña, y luego falta por el otro lado”, explica Andrea Fischer, glacióloga y vicedirectora del Instituto de Investigación Interdisciplinaria de las Montañas de la Academia Austriaca de Ciencias.

Eso es lo que ocurrió con el Hochjochferner, asegura. Y es que cuando un glaciar en retroceso se sitúa en una frontera entre países, las consecuencias pueden incluso redibujar el mapa político.

“Desde 2022, hemos tenido una pérdida extrema de glaciares, mucho mayor que en años extremos anteriores”, dice Fischer. “La pérdida es especialmente grande en las grandes altitudes, y ahí es donde suelen estar las fronteras”.

El glaciar Hochjochferner
Sophie Hardach
El glaciar Hochjochferner y el lago glaciar hoy, en otoño.

La frontera entre Austria e Italia se trazó en 1919, después de que ambos países librarán una guerra a gran altitud. Las crestas de las montañas definen partes de la frontera, mientras que otras partes están definidas por líneas rectas entre picos, dice Fischer.

Por eso, si se derrumba un pico o se derriten crestas heladas, “la frontera puede verse afectada y desplazarse”.

Los dos países reconocieron el papel del deshielo de los glaciares en su tratado fronterizo de 2006, que establece que su frontera “sigue los cambios graduales y naturales” de las crestas, incluidos los causados por el cambio de los glaciares.

Si un glaciar desaparece por completo, la frontera se define a lo largo de la cuenca rocosa expuesta. Como ambos países pertenecen a la Unión Europea, la frontera está abierta en cualquier caso. Suiza e Italia también están ajustando su frontera debido a la disminución de los glaciares.

El impacto de la disminución de los glaciares puede sentirse hasta en Países Bajos.

Pero también hay una consecuencia transfronteriza mucho mayor, dicen los expertos. Los Alpes son conocidos como el depósito de agua de Europa, ya que sus aguas de escorrentía y deshielo alimentan grandes ríos, como el Rin, que atraviesan varios países.

El agua de deshielo de los glaciares es una parte importante de ese suministro porque reabastece los ríos en pleno verano, durante los periodos calurosos y sin lluvias, afirma Matthias Huss, glaciólogo de la ETH de Zúrich que vigila los glaciares de Suiza. La falta de agua de deshielo de los glaciares alpinos puede causar problemas hasta en Países Bajos.

Un pastor con ovejas en los Alpes
Getty Images
Los pastores llevan a sus ovejas a través de las montañas entre Italia y Austria, una antigua tradición estacional para acceder a diferentes pastos.

“Los glaciares retroceden a un ritmo cada vez más rápido”, advierte Huss, que ha visto de cerca ese cambio.

“Cuando vigilas un glaciar, experimentas estos cambios de forma muy vívida”, afirma. “Caminas por el mismo sendero todos los años, hasta el mismo lugar. Y un día, tras décadas de mediciones, llega un momento en que te das cuenta de que se acabó”.

En esos momentos, recoge sus instrumentos y se marcha, bajando por última vez con el equipo desmontado a la espalda. “Por supuesto que esperábamos esa pérdida, pero cuando ocurre, puede resultar emotivo”, dice Huss.

Paseos “salvajemente románticos”

En el acogedor comedor con paneles de madera de su robusto refugio en el lado italiano de la frontera, Grüner me muestra una serie cronológica del menguante Hochjochferner que discurre a lo largo del muro.

Es coautor de un libro sobre el albergue, titulado Schöne Aussicht – Bella Vista, con motivo de su 125 aniversario. En el siglo XIX, cuando el glaciar era inmenso, los turistas incluso lo cruzaban en trineo tirado por caballos o mulas en verano.

“En julio, agosto y septiembre se puede dar un paseo en trineo por esta zona tan romántica, a 2 mil 800 m sobre el nivel del mar”, señalaba un asombrado observador en 1867, escriben Grüner y sus coautores.

En aquella época, no había frontera nacional a lo largo del glaciar. Hoy en día, la alta montaña recibe más visitantes que nunca y el turismo está en auge. Pero los clubes de montañismo alpino han advertido de que muchos refugios sufren escasez de agua al secarse el suministro local, debido al retroceso de los glaciares y a la menor cantidad de nieve.

Paul Grüner junto al manantial que encontró
Paul Grüner
Paul Grüner y el manantial que encontró en las montañas y que abastece al albergue.

Algunos están sustituyendo las cisternas por inodoros secos, eliminando las duchas y pidiendo a los huéspedes que compren agua embotellada para lavarse los dientes.

Grüner no se ha visto afectado, dice, ya que tiene un suministro de agua alternativo: un manantial profundo de montaña, que encontró en la década de 1990. Pero sabe de otros refugios a los que “no les queda agua, y tienen que bombearla desde más abajo”, asegura.

Algunas tradiciones permanecen intactas: los ganaderos del lado italiano del Hochjochferner llevan cada año miles de ovejas al lado austriaco, como han hecho durante generaciones, haciendo uso de antiguos derechos de pastoreo. Solo que ahora, en lugar de caminar por el glaciar, lo hacen por las rocas.

“El Hochjochferner está desapareciendo ante nuestros ojos. Dentro de unos años, habrá desaparecido”, afirma Ulrich Strasser, profesor de la Universidad de Innsbruck (Austria) especializado en modelizar las condiciones del agua y la nieve en los Alpes, y que forma parte de un equipo que observa este glaciar y otros.

Carleen Tijm-Reijmer, profesora asociada de meteorología polar en la Universidad de Utrecht (Países Bajos), visita el Hochjochferner con fines de investigación interdisciplinar desde 2003.

También es coorganizadora de una escuela de verano para estudiantes de glaciología. “Mi impresión del retroceso es triste, y quizá también un poco privilegiada por haber visto los glaciares de los Alpes cuando eran más grandes y seguían ahí”, dice.

Una postal histórica del albergue Schöne Aussicht - Bella Vista
Paul Grüne
Una postal histórica del albergue Schöne Aussicht – Bella Vista, que ha vivido más de un siglo de cambios.

Strasser afirma que este impacto emocional merece más atención.

“A los humanos se nos da bien encontrar soluciones técnicas que sustituyan a los elementos naturales”, afirma.

Strasser sugiere que, por ejemplo, se podría almacenar agua en embalses para compensar la ausencia de glaciares.

“Pero un glaciar es mucho más bonito que un embalse gigante. Y eso es lo que no estamos discutiendo lo suficiente, esta cuestión de la belleza natural. Si no protegemos los paisajes naturales que nos quedan, las generaciones futuras ni siquiera sabrán lo que se pierden. Pensarán que así son las montañas: un paisaje de rocas desnudas”.

Catástrofes transfronterizas

La cordillera del Himalaya Hindu Kush abastece de agua a habitantes de ocho países distintos, entre ellos China, India, Pakistán y Nepal, varios de los cuales mantienen relaciones hostiles.

Según Miriam Jackson, es posible que el deshielo de los glaciares no afecte tanto a las fronteras nacionales de la zona. Ella es la directora para Eurasia de la Iniciativa Internacional sobre el Clima de la Criosfera, una red de expertos políticos y científicos especializados en la criosfera (las zonas heladas de la Tierra).

Las fronteras montañosas del Himalaya Hindu Kush suelen cruzar glaciares muy altos, que aún no se están derritiendo, dice. Los que ya están desapareciendo son más bajos. Sin embargo, el retroceso de estos glaciares más bajos aún puede causar problemas a través de las fronteras, afirma.

“El agua no reconoce fronteras nacionales: los ríos suelen ser transfronterizos”, afirma Jackson. “Esto es cierto en Europa, y también lo es en el Hindu Kush Himalaya”.

Incluso la gente que vive muy lejos, que probablemente nunca ha visto un glaciar, podría depender mucho del agua de deshielo de ese glaciar, afirma. La desaparición de un glaciar en un país puede dejar secos a los agricultores de otro.

La frontera de Nepal y China en el Monte Everest
Getty Images
La frontera internacional entre Nepal y China atraviesa el Monte Everest.

Un riesgo más son las catástrofes relacionadas con el clima. En 2016, un lago glaciar, que se había formado como consecuencia del deshielo, reventó en China y causó daños catastróficos río abajo en Nepal.

“Este es un problema enorme”, afirma Jackson. Como persona que vive en otro país río abajo, “puede que ni siquiera sepas que el lago está ahí, y si está en otro país, no puedes hacer nada al respecto”, como vigilarlo o instalar sistemas de alerta temprana, advierte.

Según Fischer, los Alpes podrían sufrir más catástrofes relacionadas con el agua, que a su vez podrían afectar a las cambiantes fronteras de Europa.

“El escaneado láser ha revelado que las montañas en general son mucho menos estables de lo que pensábamos, incluso en zonas donde parecen iguales”, explica, debido al deshielo del permafrost en su interior.

“Así que aquí, en la alta montaña, tener una frontera 100% fija no va a ser posible a largo plazo”.

El albergue
Paul Grüner
Esquiadores visitan el albergue “Schöne Aussicht Bella Vista” junto a la frontera entre Austria e Italia

Con un strudel de manzana casero en su refugio, Grüner reflexiona sobre nuestra relación con las montañas. Hoy en día podemos subirlas mucho más rápido que antes, gracias a los equipos modernos, afirma. “Da la sensación de que las montañas se han hecho más pequeñas y cercanas desde que yo era niño”, añade.

En el pasado, albergues como el suyo cumplían una función práctica y necesaria, explica, porque entonces “no podías ir directamente del valle a la cumbre, tenías que pasar la noche en algún sitio”.

Esa función práctica ha desaparecido, dice, ya que hoy en día se puede ir directamente a la cumbre y saltarse el refugio. Y sin embargo, los refugios de montaña alpinos son más populares que nunca.

“Ya no necesitamos albergues por razones prácticas. Pero creo que hoy los necesitamos en otro sentido, metafórico: como espacios protectores, donde los seres humanos puedan alejarse de sus preocupaciones cotidianas”, dice Grüner.

“Si nos fijamos en las razones por las que la gente va a la montaña hoy en día, es para entrar en contacto consigo misma y sentirse bien. En el valle, la vida es muy ajetreada. Aquí arriba, todo es más tranquilo. Las montañas son un santuario“.

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