La agencia calificadora Moody’s Analitycs prevé que la economía mexicana enfrentará riesgos crecientes en los próximos cuatro años, como resultado de los efectos adversos producidos por la implementación de las políticas del presidente electos de EU, Donald Trump, en materia comercial, migración y seguridad nacional. Además, la agencia redujo el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) a 0.6% en 2025.
“La debilidad de la economía empeorará en 2025 ya que la brecha comercial negativa del país se ampliará debido a que los aranceles estadounidenses reducirán la demanda de exportaciones mexicanas, pero también porque la economía de Estados Unidos crecerá más lentamente en 2025”, indicó la agencia.
En su informe, “México ante el impacto económico de las políticas de Trump”, la agencia destacó que habrá efectos colaterales en otras medidas, como la reducción esperada en la tasa de impuesto corporativo en los Estados Unidos, la cual afectará la competitividad fiscal de México.
“Los efectos adversos afectarán a la baja el desempeño económico de México, particularmente en los próximos dos años. La economía será afectada a través de los canales del comercio, la inversión y las remesas, mientras que el sector financiero se verá sacudido por la aversión al riesgo y la volatilidad”, indicó.
La agencia crediticia aseguró que el impacto de la desaceleración de la economía estadounidense lo recibirá también México, pues algunas empresas estadounidenses reconsiderarán la relocalización en el país, incluso, señaló que podrían cancelarse e irse del país.
En ese sentido, la economía mexicana recibirá tres impactos negativos: el primero será cuando se dé una menor demanda de productos mexicanos, el segundo vendrá a través de los aranceles aplicados a las exportaciones mexicanas, y el tercero será por los efectos negativos sobre la inversión extranjera directa
Moody’s Analytics, también puntualizó en su informe que las remesas se verán afectadas por la política de inmigración estadounidense debido a las deportaciones de trabajadores mexicanos indocumentados.
“La reducción en el flujo de remesas contribuirá a la desaceleración económica de México, ya que afectará el consumo de las familias de menores ingresos quienes mayormente reciben remesas y tienen una mayor propensión a consumir”, pronosticó la agencia.
Argumentó que las remesas han aumentado su importancia en la economía mexicana, llegando a representar cerca de 4 % en los últimos tres años.
“Todos estos efectos desfavorables afectarán el desempeño de la economía mexicana, puesto que afectan tanto a la demanda interna como a la externa”.
Moody’s Analytics, señaló que para el año 2026, la economía mostrará una ligera recuperación, con un crecimiento de 1.6 %, mayormente porque la depreciación del peso proporcionará cierto alivio a las exportaciones.
“La industria mexicana enfrentará restricciones tanto de envío de productos como de insumos del exterior. México tomará algunas represalias gravando las importaciones procedentes de los Estados Unidos, como así lo han declarado algunos funcionarios mexicanos, y también porque México respondió con represalias durante el primer gobierno de Trump, al aplicar aranceles a algunas importaciones estadounidenses en 2018”, recordó.
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En tanto, insistió en que el mercado financiero mexicano se verá afectado por la incertidumbre y la creciente aversión al riesgo.
“Como ha ocurrido repetidamente en episodios anteriores. El tipo de cambio absorberá el impacto del choque, reaccionando al riesgo y al movimiento de capitales en busca de refugio en activos denominados en dólares. La depreciación del peso generará un traspaso hacia la inflación, la cual se verá adicionalmente afectada por el aumento de precios de algunas importaciones”, concluyó.
El origen de los incendios es desconocido y está bajo investigación, informaron las autoridades del condado. Miles de personas han sido evacuadas y autoridades advirtieron que las cifras de muertos irremediablemente van a aumentar.
Con ninguno de los fuegos bajo control y nuevos sumándose a medida que pasan las horas, los incendios más destructivos de la historia de Los Ángeles parecen no tener fin.
En la tarde de este jueves empezó a arder otra zona del noroeste de la ciudad, cerca de las exclusivas áreas residenciales de Calabasas y Hidden Hills.
Y con ello, son ya seis los focos que cientos de bomberos combaten desde que se encendió la primera llama en la mañana del martes en Pacific Palisades.
Los evacuados llegan casi a los 200 mil y las edificaciones dañadas superan los 9 mil.
Hasta la tarde de este jueves se habían reportado seis muertes, pero las autoridades ya advirtieron que las cifras irremediablemente van a aumentar.
“En un momento dado, podremos hacer una búsqueda más exhaustiva de las áreas afectadas — algunas parecen haber sido alcanzadas por una bomba—. Podremos traer K-9 (perros de búsqueda y rescate) que nos ayuden a descubrir, con suerte, no demasiados muertos”, dijo el alguacil del condado de Los Ángeles, Robert Luna, en una rueda de prensa el jueves en la mañana.
“Rezamos por ello (para que no sean demasiados). Esto es una crisis y no sabemos qué nos puede deparar, aunque estamos preparados para todo”, añadió.
“Así que sean pacientes con nosotros cuando nos preguntes sobre la cifra de muertos”, siguió. “Hoy por hoy, francamente no lo sabemos”.
El alguacil Luna también informó que habían detenido “a más de 20 personas” tratando de saquear casas evacuadas.
Para evitar ese tipo de situación, adelantó que impondrían el toque de queda entre las seis de la tarde y las seis de la mañana alrededor de las zonas afectadas por los incendios de Palisades y Eaton.
Qué provocó los fuegos sigue estando bajo investigación, dijo en esa misma conferencia el jefe de bomberos del condado de Los Ángeles, Anthony Marrone, repitiendo el mensaje del día anterior.
“En cuanto tengamos un indicio se lo comunicaremos a los medios”, zanjó.
Mientras, los meteorólogos advierten que nuevos vientos de Santa Ana podrían seguir complicando la situación sobre el terreno.
Estos incendios serán unos de los más costosos en la historia de Estados Unidos, adelantan los expertos.
Tal como están las cosas, el banco de inversión estadounidense JP Morgan estima que las pérdidas económicas ascenderán a alrededor de US$50.000 millones, una cifra que se ha más que duplicado desde una estimación inicial del miércoles.
Los incendios en curso están llevando la capacidad de los servicios de emergencia al límite.
Y es que, aunque la temporada de incendios del sur de California solía empezar en mayo y acabar en octubre, hoy es ya “un problema perenne”, tal como subrayó el gobernador Gavin Newsom este martes.
“No hay temporada de incendios. Lo es todo el año”.
A los bomberos de la ciudad se les han sumado otros de los condados vecinos, y las autoridades de California han pedido ayuda más allá del estado. Nevada, Oregón y Washington ya han respondido al llamado.
En algunos lugares los bomberos se quedaron sin agua el miércoles por la alta demanda para apagar los fuegos.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, se defendió de las críticas por estar de viaje en África cuando la ciudad empezó a arder.
En el oeste de Los Ángeles, además de la enorme destrucción que ha sufrido la zona de Pacific Palisades, la vecina Malibú ha visto como cientos de casas frente al océano han sido destruidas por el fuego, así como numerosas tiendas y restaurantes.
Las primeras llamas de esta oleada de incendios sin precedentes se registraron en la mañana del martes en Pacific Palisades, un área residencial de familias de clase alta y salpicada de mansiones en el oeste de Los Ángeles, y en pocas horas ya se había quemado cientos de hectáreas.
Este fuego ya es considerado el más destructivo de la historia de Los Ángeles por la gran cantidad de construcciones afectadas.
“Parece un infierno”, le dijo a Los Angeles Times Lori Libonati, uno de los miles de residentes obligados a evacuar el barrio, antes de tener que abandonar la zona.
A última hora de la tarde del martes, a unos 40 kilómetros hacia el interior, otro fuego se inició en Altadena, un municipio del norte de Los Ángeles. Las autoridades se están refiriendo a ese incendio como Eaton.
En las siguientes horas se les sumó otro incendio al norte de Palisades, al que nombraron Woodley, y un cuarto en esa misma dirección, cerca del municipio de Santa Clarita, bautizado como Hurst.
Y en la noche del miércoles se desató el incendio en las colinas de Hollywood.
El jueves se alertó del inicio de otros incendios a los largo del condado de Los Ángeles.
El proceso de evacuación en Pacific Palisades, barrio en el que viven numerosas celebridades, empezó siendo caótico, debido a las características de la zona residencial, sin suficientes rutas de acceso.
La principal vía de entrada y salida se vio colapsada, entre vecinos que huían por miedo a ser alcanzados por las llamas y bomberos que querían acceder a ella.
Y las autoridades tuvieron que usar maquinaria pesada para retirar los vehículos que bloqueban el acceso a los camiones cisterna.
“A las 10:45 de la mañana observaba unas llamas en las montañas de Santa Mónica y, en una hora, Sunset Boulevard estaba paralizado. Dos horas después, hubo un ataque de pánico masivo, con todos los vecinos tratando de evacuar a la vez”, cuenta la periodista de la BBC Lucy Sheriff, quien vive en el área.
“Vi a un padre con su hija de 10 años, con el uniforme escolar, corriendo por la calle para tratar de ponerse a salvo y escuché una mujer mayor pidiendo ayuda para subir al auto y marcharse, pero nadie quiso o pudo ayudarla”, prosigue.
“Nunca recibí un mensaje para la evacuación ni una alerta de incendio, tampoco mi pareja. Me enteré por los vecinos, y el proceso de evacuación fue extremadamente frenético”.
Se evacuaron escuelas y centros de salud, y se habilitaron albergues para recibir a los desalojados.
Los incendios se registran apenas dos semanas después de que otro, al que llamaron Franklin, consumiera cientos de hectáreas durante nueve días en la Malibú.
Los meteorólogos han advertido que estas son las peores condiciones para un incendio en más de una década no solo en Los Ángeles, sino en todo el sur de California.
“Son los vientos más destructivos que hemos visto en décadas”, le dijo a la BBC Ariel Cohen, meteorólogo a cargo del Servicio Meteorológico Nacional en Los Ángeles.
“Estamos hablando de vientos de entre 128 y 160 km/h, que han ayudado a que el fuego se propague”, subrayó.
“El escenario es catastrófico”.
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