El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicará este jueves su informe sobre la evolución de los niveles de pobreza entre 2020 y 2022. El documento expondrá información sobre el porcentaje de personas que viven en pobreza o en pobreza extrema, así como sobre acceso a educación, salud y seguridad social.
Medir la pobreza es un proceso complejo y con frecuencia “arbitrario” que varía entre países. Cada país usa diferentes indicadores y métodos para evaluar la pobreza, y la línea de pobreza puede cambiar con el tiempo si ese país adquiere mayor desarrollo.
El Banco Mundial, por ejemplo, tiene una línea internacional de pobreza. En 2022, ese indicador se actualizó y subió de 1.90 dólares por persona al día a 2.15 dólares. Este es el parámetro de pobreza extrema que en ocasiones se usa en países en desarrollo. Sin embargo, esa línea de pobreza es considerada en muchos países menor al mínimo que se necesita para vivir y no como un reflejo preciso de la población en esta situación.
“Prácticamente cada país establece sus propias líneas de pobreza”, dijo David Dollar, economista que trabajó para el Banco Mundial. “Tienes instituciones internacionales como el Banco Mundial que tratan de crear líneas que puedas usar para hacer comparaciones entre países, pero la mayoría de los países no las usan en su diseño de políticas. Tienen su propia línea de pobreza, que está establecida según su moneda”.
Veamos cómo miden la pobreza algunos de los países más poblados del mundo.
En Estados Unidos, la pobreza se mide comparando el ingreso de una persona o una familia con el monto mínimo requerido para cubrir gastos para subsistir. Si el ingreso de alguien está debajo de ese límite, se considera que está debajo de la línea de pobreza.
La Oficina del Censo de Estados Unidos tiene diferentes límites de ingreso basados en el tamaño de una familia para determinar el nivel de pobreza. Algunos tipos de ingreso utilizados para medir el nivel de pobreza de una persona incluyen (antes de impuestos):
Estos elementos se suman y después se comparan con cada límite, dependiendo de cuántas personas habiten en una vivienda.
Sin embargo, esa medición oficial tiene una serie de componentes limitados.
“No incluye o toma en cuenta los impuestos que se pagan o cualquier crédito fiscal extranjero, como el Earned Income Tax Credit, y cualquier forma de estímulo es una asistencia no monetaria, como las estampillas para alimentos, la bancarrota, Medicaid (o) la asistencia para manutención de niños”, dijo Barbara Wolfe, profesora e investigadora del Instituto para la Investigación sobre Pobreza.
Debido a lo anterior, una medición suplementaria es publicada de acuerdo con las mediciones de la pobreza, e incluye muchas otras fuentes de ingreso junto con los costos de los bienes y la vivienda.
De forma parecida a lo que ocurre en Estados Unidos y otros países desarrollados, Reino Unido mide la pobreza con base en el ingreso de los hogares y el monto mínimo requerido para tener un estándar de vida aceptable.
Reino Unido tiene dos grandes vías para medir la pobreza:
Bajo este modelo, los hogares están “considerados por debajo de la línea de pobreza de Reino Unido si su ingreso es 60% menor que el ingreso promedio después de cubrir los costos de la vivienda ese año”, de acuerdo con la organización Trust for London.
Los costos de la vivienda que pueden ser considerados cuando se mide la pobreza incluyen pago por hipoteca, renta y la cuenta del agua. En Londres, una de las ciudades más caras del mundo, los costos de la vivienda son una de las principales razones por las que las personas caen en pobreza.
Este tipo de medida va más allá de solamente medir el ingreso de las personas al tomar en cuenta los costos adicionales de la manutención de niños y de las discapacidades. La comisión fija su límite en 55% del total de los recursos disponibles o, en otras palabras, la media de lo que una familia o un individuo pueden gastar.
Esta nueva medida cambia la mirada sobre quién sí y quién no está por debajo de la línea de pobreza. Por ejemplo, bajo la medida de la comisión, una familia que tiene un ingreso alto aún puede ser considerada pobre si los costos por manutención de niños o por discapacidades la dejan sin posibilidades de cubrir sus necesidades básicas.
India determina la pobreza a través de los niveles de consumo más que de los de ingreso. Esto implica evaluar el gasto de una familia o una persona en bienes. Si los niveles de consumo de alguien están por debajo de cierto límite, se considera que esa persona está por debajo de la línea de pobreza.
En 2012, el gobierno indio dejó de publicar datos oficiales sobre pobreza a través de su Encuesta Nacional. Debido a que no ha habido datos en los últimos 10 años, es difícil evaluar los niveles de pobreza en el país.
Investigaciones independientes han dado algo de información. Por ejemplo, un estudio del Banco Mundial publicado en 2019 encontró que 60% de la población de la India —que en total tiene mil 300 millones de habitantes— vivía con menos de 3.10 dólares al día, y menos de 21% o 250 millones de personas sobrevivían con menos de 2.0 dólares al día.
Además, sabemos que la India tiene una de las economías que más se vieron afectadas por la pandemia de COVID-19. Otro estudio del Banco Mundial detectó que casi 80% del total de la población que cayó en pobreza correspondía al país. No obstante, pocos aspectos sobre los niveles de pobreza en la India se pueden confirmar sin datos confiables.
Actualmente, la línea de pobreza rural en China es de 2 mil 300 yuanes al año con precios de 2011 (alrededor de 350 dólares estadounidenses o 5 mil 970 pesos mexicanos), de acuerdo con un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Debido a que esto no ha cambiado desde 2011, se considera una medida de pobreza absoluta —el límite mínimo para cubrir las necesidades básicas—. Por ahora, no hay un estándar de pobreza para zonas urbanas.
En 2020, China declaró haber erradicado la pobreza extrema.
Su éxito en enfrentar el problema de la pobreza es un fenómeno que ha dejado a muchos especialistas preguntándose cómo fue que el país pudo alcanzar esta meta. En 2022, el Banco Mundial reportó que el país tuvo éxito en sacar de la pobreza a 800 millones de personas durante los últimos 40 años, lo que significó prácticamente reducir tres cuartas partes de la pobreza total.
Múltiples factores han contribuido al éxito de China en erradicar la pobreza extrema, incluyendo la mejora de la educación, la inversión en capital humano y lo que Robert Walker, profesor de la Escuela de Sociología de la Universidad Normal de Beijing, llamó “una movilización de la sociedad entera para erradicar la pobreza”.
“Tenías un proceso con un blanco preciso. Tenías entonces un proceso de cooperación y colaboración. Y tenías a la jerarquía de gobiernos con un objetivo común”, dijo Walker.
Cada dos años, el Coneval mide la pobreza a nivel nacional y estatal, y cada cinco años lo hace a nivel municipal, lo que ayuda a reconocer las tendencias que contribuyen con el aumento de este problema.
De acuerdo con el Coneval, “México fue el primer país que introdujo una medición multidimensional oficial para medir la pobreza”, que no solo considera la falta de recursos económicos, sino también de derechos sociales. De hecho, de los ocho indicadores que usa el Coneval (sin incluir la cohesión social, que es un factor complementario), seis son derechos sociales.
Indicadores económicos:
Indicadores sociales:
Aquellas personas consideradas “multidimensionalmente pobres” están privadas de al menos uno de los derechos sociales y tienen un ingreso por debajo del límite, que es calculado basado en los ingresos requeridos para cubrir necesidades básicas. Aquellas personas que caen por debajo de la línea de pobreza extrema tienen un ingreso inferior a ese límite y están privadas de tres o más derechos sociales.
Uno de los elementos más importantes en las mediciones del Coneval son las comparaciones de la pobreza a lo largo del tiempo, tanto en sus informes de cada dos años como en los de cada cinco años.
Entre 2018 y 2020, el porcentaje de población mexicana en pobreza aumentó de 41.9% a 43.9%. La población en pobreza extrema también creció, de 7% a 8.5%, o de 9 millones a 11 millones de personas. El porcentaje de aquellas personas no consideradas pobres se quedó prácticamente igual entre 2016 y 2020.
Una de las revelaciones del último reporte fue que el acceso a ciertos derechos sociales fue menor en 2020 al que hubo en 2018. Por ejemplo, el porcentaje de personas que no tuvieron acceso a servicios de salud creció de 16.2% a 28.2% entre 2018 y 2020. En ese mismo periodo, más personas tuvieron falta de acceso a educación y alimentación, mientras que bajó el porcentaje de quienes tuvieron falta de acceso a calidad y espacios de vivienda.
Este texto se produjo como parte de una colaboración con la Escuela Annenberg de Comunicación y Periodismo de la Universidad del Sur de California.
El juicio de Gisèle Pelicot ya ha comenzado a cambiar las conversaciones sobre el consentimiento en Francia y más allá de sus fronteras.
Advertencia: Esta historia contiene descripciones de abusos sexuales.
Cada mañana, las colas empezaban a formarse antes del amanecer. Grupos de mujeres –siempre mujeres– esperaban en el frío otoñal en una acera junto a una transitada carretera de circunvalación, frente al tribunal de hormigón y vidrio de Aviñón.
Acudían día tras día. Algunas llevaban flores. Todas querían estar en su sitio para aplaudir a Gisèle Pelicot mientras subía con determinación los escalones y atravesaba las puertas de cristal. Algunas se atrevieron a acercarse a ella.
Algunas gritaban: “Estamos contigo, Gisèle” y “sé valiente”.
La mayoría se quedó, con la esperanza de conseguir asientos en la sala de espera para el público desde donde podían ver el proceso en una pantalla de televisión.
Estaban allí para dar testimonio del coraje de una abuela, sentada tranquilamente en el tribunal, rodeada de docenas de sus violadores.
“Me veo reflejada en ella”, dijo Isabelle Munier, de 54 años. “Uno de los hombres que están siendo juzgados fue amigo mío. Es repugnante”.
“Se ha convertido en una figura representativa del feminismo“, dijo Sadjia Djimli, de 20 años.
Pero también vinieron por otros motivos.
Por encima de todo, parecía que buscaban respuestas. Mientras Francia digiere las implicaciones de su mayor juicio por violación, que finalizará esta semana, está claro que muchas francesas -y no sólo las que están en el tribunal de Avignon- están reflexionando sobre dos cuestiones fundamentales.
La primera pregunta es visceral. ¿Qué puede decir sobre los hombres franceses –algunos dirían que sobre todos los hombres– el hecho de que 50 de ellos, en un pequeño barrio rural, aparentemente estuvieran dispuestos a aceptar una invitación informal para tener relaciones sexuales con una mujer desconocida mientras ella yacía inconsciente en un dormitorio?
La segunda pregunta surge de la primera: ¿hasta qué punto este juicio contribuirá a combatir una epidemia de violencia sexual y de violaciones por sumisión química, y a desafiar los prejuicios y la ignorancia profundamente arraigados sobre la vergüenza y el consentimiento?
En pocas palabras, ¿cambiará algo la valiente postura de Gisèle Pelicot y su determinación –como ella misma lo ha expresado- de hacer que “la vergüenza cambie de bando” de la víctima al violador?
Un proceso largo como este crea su propio microclima y, durante las últimas semanas, se ha ido creando una extraña normalidad en el Palacio de Justicia de Aviñón.
Entre las cámaras de televisión y los grupos de abogados, la visión de decenas de presuntos violadores, cuyos rostros no siempre se ocultaban tras máscaras, ya no provocaba el impacto inicial.
Los acusados paseaban, charlaban, bromeaban, tomaban café de la máquina o regresaban de un café al otro lado de la calle y, en el proceso, de alguna manera enfatizaban el argumento central de sus diversas estrategias de defensa: que se trataba de tipos normales, una muestra representativa de la sociedad francesa, que buscaban una aventura “sexual” en Internet y se vieron envueltos en algo inesperado.
“[Ese argumento es] lo más impactante de este caso. Es desgarrador pensar en ello”, dice Elsa Labouret, que trabaja para un grupo activista francés, “Atrévete a ser Feminista”.
“Creo que la mayoría de las personas que tienen relaciones a largo plazo con hombres piensan que su pareja es alguien confiable. Pero ahora existe una sensación de identificación [con Gisèle Pelicot] entre muchas mujeres. Es como decir, ‘bueno, eso me puede pasar a mí'”.
“No son mentes criminales”, continúa. “Simplemente se han metido en Internet… Por lo tanto, es posible que ocurran cosas así en todas partes”, dice Labouret.
Esta es una opinión muy extendida en Francia, pero también muy controvertida.
El Instituto de Políticas Públicas de Francia publicó en 2024 cifras que muestran que, en promedio, el 86% de las denuncias de abusos sexuales y el 94% de las violaciones no fueron procesadas o nunca llegaron a juicio, en el período comprendido entre 2012 y 2021.
Labouret sostiene que la violencia sexual ocurre cuando ciertos hombres saben que “pueden salirse con la suya. Y creo que esa es una de las principales razones por las que está tan extendida en Francia”.
Durante los cuatro meses que duró el juicio, al final de cada receso en la sala, los acusados se reunían junto al detector de metales antes de abrirse paso entre la prensa, en su mayoría femenino, que también esperaba para entrar en la sala.
Una vez dentro, uno a uno, los hombres fueron compartiendo sus testimonios.
Un psiquiatra designado por el tribunal, Laurent Layet, testificó que los acusados no eran ni “monstruos” ni “hombres corrientes”. Algunos lloraron. Unos pocos confesaron.
Pero la mayoría ofreció una serie de excusas, y muchos dijeron que eran simplemente “libertinos” -como dicen los franceses- que se entregaban a las fantasías de una pareja y que no tenían forma de saber que Gisèle no había dado su consentimiento.
Otros afirmaron que Dominique Pelicot los había intimidado.
Hay muy pocos patrones claros o características compartidas entre los 51 hombres juzgados. Representan un amplio espectro de la sociedad: tres cuartas partes tienen hijos.
La mitad están casados o tienen una relación. Un poco más de la cuarta parte de ellos dijeron que habían sido abusados o violados cuando eran niños.
No hay una agrupación discernible por edad, trabajo o clase social. Los dos rasgos que todos ellos comparten son que son hombres y que establecieron contacto en un foro de chat ilegal en línea llamado Coco, conocido por atender a swingers, así como por atraer a pedófilos y traficantes de drogas.
Según los fiscales franceses, el sitio, que fue cerrado a principios de este año, ha sido citado en más de 23.000 informes de actividad criminal.
La BBC ha descubierto que 23 de los procesados -o el 45%- tenían condenas penales previas. Aunque las autoridades no recopilan datos precisos, según algunas estimaciones eso es aproximadamente cuatro veces el promedio nacional en Francia.
“No hay un perfil típico de los hombres que cometen violencia sexual”, concluyó Labouret. Una de las personas que ha seguido el caso más de cerca que la mayoría es Juliette Campion, una periodista francesa que ha estado presente en el tribunal durante todo el proceso para informar para la cadena pública France Info.
“Creo que este caso podría haber ocurrido en otros países, por supuesto. Pero creo que dice mucho sobre cómo los hombres ven a las mujeres en Francia… sobre la noción de consentimiento”, afirma.
“Muchos hombres no saben qué es realmente el consentimiento, así que [el caso] dice mucho sobre nuestro país, lamentablemente”.
El caso Pelicot está contribuyendo sin duda a definir los contornos de las actitudes frente a la violación en toda Francia.
El 21 de septiembre, un grupo de hombres franceses destacados, entre los que había actores, cantantes, músicos y periodistas, escribió una carta pública que se publicó en el periódico Liberation, en la que sostenían que el caso Pelicot demostraba que la violencia masculina “no es una cuestión de monstruos”.
“Es una cuestión de hombres, de todos los hombres”, decía la carta. “Todos los hombres, sin excepción, se benefician de un sistema que domina a las mujeres”.
También esbozaba una “hoja de ruta” para los hombres que intentan desafiar al patriarcado, con consejos como “dejemos de pensar que hay una naturaleza masculina que justifica nuestro comportamiento”.
Algunos expertos creen que el enorme interés público en el caso Pelicot podría estar produciendo ya beneficios.
“Todo este caso es muy útil para todos, para todas las generaciones, para los jóvenes, para las jóvenes, para los adultos”, dice Karen Noblinski, abogada con sede en París especializada en casos de agresión sexual.
“Ha despertado la conciencia entre los jóvenes. Las violaciones no siempre ocurren en un bar o en una discoteca. Pueden ocurrir en nuestra casa”.
Pero es evidente que queda mucho por hacer. Al principio del juicio me reuní con Louis Bonnet, alcalde de Mazan, el pueblo natal de los Pelicot.
Aunque condenó rotundamente las presuntas violaciones, afirmó claramente y en dos ocasiones que le parecía que se había exagerado la experiencia de Gisèle Pelicot y argumentó que, como había estado inconsciente, había sufrido menos que otras víctimas de violación.
“Sí, lo estoy minimizando, porque creo que podría haber sido mucho peor“, dijo en aquel momento.
“Cuando hay niños de por medio o mujeres asesinadas, es algo muy grave porque no se puede volver atrás. En este caso, la familia tendrá que reconstruirse. Será duro, pero no murió nadie. Así que todavía pueden hacerlo”.
Los comentarios de Bonnet provocaron indignación en toda Francia. El alcalde emitió más tarde un comunicado en el que expresaba sus “sinceras disculpas”.
En Internet, muchos de los debates en torno al caso se han centrado en la controvertida sugerencia de que “todos los hombres” son capaces de violar.
No hay pruebas que respalden tal afirmación. Algunos hombres han rechazado el argumento utilizando el hashtag #NotAllMen (No todos los hombres).
“No pedimos a otras mujeres que carguen con la ‘vergüenza’ de las mujeres que se comportan mal, ¿por qué el mero hecho de ser hombres debería calificarnos para soportar la vergüenza?”, preguntó un hombre en las redes sociales.
Pero la reacción fue rápida. Las mujeres reaccionaron al hashtag #NotAllMen con ira y, a veces, con detalles de su propio abuso.
“El hashtag ha sido creado por hombres y utilizado por hombres. Es una forma de silenciar el sufrimiento de las mujeres“, escribió la periodista Manon Mariani.
Más tarde, un músico e influencer, Waxx, agregó su propia crítica, diciendo a los usuarios del hashtag que “se callen de una vez por todas. No se trata de ustedes, se trata de nosotros. Los hombres matan. Los hombres atacan. Punto”.
Elsa Labouret cree que las actitudes francesas aún necesitan ser cuestionadas. “Creo que mucha gente todavía piensa que la violencia sexual es sexy o romántica o algo que forma parte de la forma en que hacemos las cosas aquí [en Francia]”, argumenta.
“Y es muy importante que lo cuestionemos y que no aceptemos este tipo de argumento en absoluto”.
En su pequeña oficina, justo detrás del edificio del parlamento francés en el río Sena, la diputada Sandrine Josso tiene un cartel con una palabrota de cuatro letras junto a su escritorio.
Capta el espíritu de desafío y determinación que impulsa su campaña contra lo que en Francia se conoce como “sumisión química”, o drogar para violar.
Hace un año, en noviembre de 2023, estaba en una fiesta en el apartamento de París de un senador llamado Joël Guerriau. Ella afirma que él puso una droga en su champán con la intención de violarla.
Guerriau ha negado haber intentado drogarla, culpando a un “error de manipulación” y diciendo a los investigadores que el vaso había sido contaminado un día antes.
En un comunicado, su abogado dijo: “Estamos muy lejos de la interpretación obscena que se podría inferir de la lectura de los primeros informes en la prensa”. Se prevé que el juicio se celebre el año que viene.
Josso está haciendo ahora campaña, como ella misma dice, para “facilitar el camino de las víctimas” en lo que respecta al sistema judicial francés.
“Hoy en día, es un desastre. Porque muy pocas víctimas que presentan denuncias pueden tener un juicio, debido a la falta de pruebas. [No hay] suficiente apoyo médico, psicológico o jurídico. Encontramos deficiencias en todas partes cuando se trata de violencia sexual”.
Josso ha unido fuerzas con la hija de Gisèle Pelicot, Caroline, para crear un kit de análisis de drogas que podría estar disponible en farmacias de toda Francia. Ahora cuenta con el respaldo del gobierno para su lanzamiento en fase de prueba, ayudado por la publicidad generada por el caso Pelicot.
“Soy optimista. El mundo médico y los franceses quieren que la vergüenza pase de la víctima al acusado“, afirma Josso, citando la frase que hizo famosa Gisèle Pelicot.
Pero la doctora Leila Chaouachi, química y experta del Observatorio de las Adicciones de París, afirma que el juicio de Aviñón es sólo un paso en una larga lucha para concienciar a la gente sobre las drogas y la violación.
“Tiene que convertirse en un verdadero problema de salud pública que todo el mundo se tome en serio y que obligue a las autoridades a abordar urgentemente estas cuestiones para mejorar la atención a las víctimas”, añade.
“Es importante que todos pensemos en el tema, que lo consideremos un problema de salud, no sólo un problema de justicia. Nos concierne a todos“.
En la actualidad, la palabra “consentimiento” no está incluida en la definición de violación en las leyes francesas, por lo que algunos han argumentado que debería modificarse para hacerla más explícita.
Pero Noblinski cree que el foco debería estar en otra parte. “Debería estar en la policía, en las investigaciones, en financiarlas adecuadamente, no en retocar la ley”, dice.
“No tienen suficientes recursos. Tienen demasiados casos, y ese es el verdadero problema. Cuando tienes demasiadas cosas que manejar, es muy difícil encontrar pruebas”.
En su trayecto diario al juzgado, durante las primeras semanas del juicio, Gisèle Pelicot caminaba con los hombros encorvados y una postura defensiva.
Parecía desconcertada por el gran interés que despertaba el caso. Sin embargo, en los alegatos finales, su actitud era completamente diferente y se sentaba perfectamente serena.
Eso ha coincidido con un cambio mayor: a medida que avanzaba el juicio, la fiscalía, los espectadores –y la propia señora Pelicot– llegaron a comprender el extraordinario impacto de su decisión de optar no solo por un juicio abierto, sino por que se mostraran todos los detalles en el tribunal.
“Nos está demostrando que… si eres una víctima… haz lo posible por no avergonzarte. Mantén la cabeza en alto”, dice Elsa Labouret.
“Como mujer, empiezas siendo puesta en duda. Empiezas siendo una mentirosa y tienes que demostrar que es verdad. No dudo de que todas las mujeres han pasado por algo. Algo, ya sabes. En ese sentido, ella representa a todas las mujeres del mundo.
“[Gisèle Pelicot] decidió hacer que esto fuera más grande que ella misma. Hacer que esto se refiera a la forma en que nosotros, como sociedad, tratamos la violencia sexual”.
Al salir de otro día más en la sala del tribunal, la periodista francesa Juliette Campion se detuvo a reflexionar sobre el impacto que podría tener el caso. “Fue difícil ver todos esos videos… Como mujer, es complicado y me siento cansada”, dice.
“Pero al menos hicimos nuestro trabajo y hablamos de ello. Es un paso muy pequeño. No será algo importante. Lo único que puedo esperar ahora es que sea un cambio radical para algunos hombres. Y para algunas mujeres también, tal vez”.
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