Sólo 5 millones de personas ganan un salario digno en México, comparados con los casi 49 millones que tienen trabajo pero con salarios precarios.
La organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza presentó los resultados de su estudio Escala del Trabajo Digno, donde señalaron la gran desproporción entre mexicanos que alcanzan un sueldo digno (más de 20 mil pesos al mes) y los mexicanos que están en la informalidad o ganan salarios precarios.
Al presentar los resultados, Rogelio Gómez, coordinador del Frente a la Pobreza, explicó cómo funciona la escala de trabajo digno.
Con base en datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y los puestos de trabajo registrados a mayo de 2023 en el IMSS, la organización encontró que:
Sobre las personas sin trabajo, 18.3 millones es por exclusión de género, es decir, la mayoría son mujeres que no pueden buscar trabajo porque realizan labores de cuidado en el hogar sin remuneración.
De las personas con trabajo precario, casi 49 millones de mexicanos, se considera a aquellas que tienen trabajos informales, trabajos formales pero con salario suficiente (menos de 8 mil 600 pesos al mes) y los trabajos formales con salarios de sobrevivencia (mayor a dos canastas básicas pero menor a 20 mil pesos).
Y finalmente, las personas con trabajo y salario digno, los 5 millones de mexicanos, representan el 23% de los puestos de trabajo del IMSS y son quienes ganan más de 20 mil pesos.
En el informe del Frente a la Pobreza, detallan la escala de trabajo digno por estado, desde aquellas entidades con más personas sin empleo, hasta los estados que tienen a la mayor cantidad de personas con un trabajo y sueldo digno.
La relevancia de los datos presentados, de acuerdo con la organización, es que permiten reflejar que la pobreza en México permanece por la precariedad laboral, que es su principal causa.
Por ejemplo, los estados con más personas sin trabajo son: Chiapas con 37%, Zacatecas 36%, Veracruz 35.9%, Tabasco tiene 33.5% y Guanajuato con 33.2%.
En cuanto a las entidades con más trabajos informales, la primera es Oaxaca con una tasa del 80%, Guerrero 79%, Chiapas 74%, Hidalgo 71%, Puebla y Tlaxcala con 70%.
Los estados con salarios de pobreza, es decir que ganan menos de 8 mil 600 pesos al mes, son Guerrero con 58%, Sinaloa 57%, Oaxaca 56%, Durango 54% y Michoacán con 53%.
Y las entidades están mejor posicionadas, respecto a la escala de trabajo digno, son la Ciudad de México que tiene una tasa de 33% de personas con salarios dignos, seguida de Campeche con 28%, Nuevo León y Querétaro con 27% y San Luis Potosí 26%.
“El trabajo es un derecho humano, no una mercancía, y estos resultados contradicen el acceso a dicho derecho, además de mostrar la falta de salarios dignos como una de las principales causas de la pobreza”, resaltó el coordinador del Frente a la Pobreza.
Imagina que se libra una batalla en la sala de juntas de una empresa multimillonaria que desarrolla una tecnología futurista potencialmente capaz de salvar o destruir el mundo.
Su director ejecutivo, que cuenta con el apoyo de los líderes mundiales, es derrocado por directivos de alto nivel que se vuelven contra él, provocando una reacción del resto de la empresa que exige despedirlos a ellos.
No es el guion de una serie de Netflix, sino los últimos días en OpenAI.
Periodistas, inversores y aficionados a la tecnología han estado observando los acontecimientos como si de una producción de ficción se tratara, aunque las opiniones difieren sobre si sería un thriller o una comedia.
La batalla en la cúspide de OpenAI, la empresa creadora del chatbot de inteligencia artificial ChatGPT, comenzó repentinamente el pasado viernes, cuando la junta directiva anunció el despido del cofundador y director ejecutivo Sam Altman.
En una publicación en un blog, la junta acusó a Altman de no ser “consistentemente sincero en sus comunicaciones” y alegó que, como resultado, había “perdido confianza” en su liderazgo.
Sólo hay seis personas en esa junta y dos de ellos eran Sam Altman y otro cofundador, Greg Brockman, quien renunció después de que el primero fuera despedido.
Cuatro figuras muy cercanas a Altman y la empresa entraron de inmediato en acción, tomando por sorpresa a toda la comunidad tecnológica, incluidos –supuestamente– sus propios inversores.
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Elon Musk, también cofundador de OpenAI, escribió en X (antes Twitter) que estaba “muy preocupado”.
Ilya Sutskever, el científico jefe de la empresa, era miembro de esa junta y escribió que “no tomaría medidas tan drásticas a menos que lo considerara absolutamente necesario”.
Ahora Sutskever ha expresado su pesar por la decisión y es uno de los muchos firmantes de una explosiva carta dirigida a la junta directiva, en la que piden el regreso de Altman y Brockman y amenazan con abandonar OpenAI si esto no sucede.
Entonces, ¿qué fue lo que desató esta rápida bola de nieve? En realidad aún no lo sabemos, pero se barajan algunas opciones.
Hay informes de que Altman consideraba algunos proyectos de hardware, como la financiación y el desarrollo de un chip de IA, lo que supondría una dirección bastante diferente en OpenAI. ¿Había asumido algunos compromisos de los que la junta no estaba al tanto?
¿O podría reducirse a una fuente de conflicto muy antigua y muy humana, como el dinero?
En una nota interna cuyo contenido se difundió ampliamente, la junta dejó claro que no acusaba a Altman de “malversación financiera”.
Pero sabemos que OpenAI se fundó como una organización sin fines de lucro; es decir, una empresa que no pretende ganar dinero. Recibe suficientes ingresos para cubrir sus propios costos de funcionamiento y cualquier exceso se reinvierte en el negocio. La mayoría de las organizaciones benéficas son sin fines de lucro.
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En 2019 se estableció una nueva rama de la compañía que sí buscaba obtener beneficios. La firma expuso cómo coexistirían las dos. La parte sin fines de lucro lideraría a la que obtuviera ganancias y se impondría un límite a los rendimientos que los inversores pudieran obtener.
No todo el mundo estaba contento con esto y se dijo que fue una razón fundamental tras la decisión de Elon Musk de abandonar la corporación.
OpenAI, sin embargo, se encuentra ahora en la circunstancia favorable de valer una enorme cantidad de dinero.
Según informes, una venta de acciones de empleados que no se llegó a materializar esta semana fue valorada en $86 mil millones de dólares.
¿Podría haber presiones para dar más poder a la parte lucrativa del negocio?
OpenAI está detrás de la inteligencia artificial general (AGI por sus siglas en inglés). Todavía no existe y es fuente de preocupación y asombro.
Es básicamente la idea de que algún día habrá herramientas de inteligencia artificial que puedan realizar una serie de tareas tan bien o mejor que los humanos (es decir, nosotros) en la actualidad.
La AGI tiene el potencial de cambiar toda la forma en que hacemos las cosas. Empleos, dinero, educación… todo eso queda en el aire cuando las máquinas pueden hacer cosas. Es, o será, un fenómeno increíblemente poderoso.
¿Está OpenAI más cerca de eso de lo que creemos? ¿Lo sabe Altman? En un discurso muy reciente, afirmó que lo que vendría el próximo año haría que el actual bot ChatGPT pareciera como “un familiar extravagante”.
Creo que eso es menos probable. Emmett Shear, el nuevo director ejecutivo interino de OpenAI, publicó en X que “la junta no destituyó a Sam por un desacuerdo específico sobre seguridad“.
También anunció que habrá una investigación sobre lo sucedido.
Pero Microsoft, el mayor inversor de OpenAI, ha decidido no arriesgarse a que Altman se lleve esta tecnología a otra parte.
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Anunció que el emprendedor se unirá al gigante tecnológico con sede en Seattle para liderar un equipo de investigación de IA aún por conformar. Su cofundador Greg Brockman lo acompañará y, a juzgar por la cantidad de empleados que publicaban hoy en X, parece que también se llevará a algunos de los mejores talentos de OpenAI.
Al parecer, Microsoft está dispuesto a igualar el salario de cualquier empleado de OpenAI que desee dejar la empresa.
Muchos miembros del personal de OpenAI compartían la misma publicación en X, que dice: “OpenAI no es nada sin su gente”.
¿Es eso una advertencia para Shear de que va a tener que contratar personal nuevo? Un compañero de la BBC que estaba frente a la sede de OpenAI me dijo el lunes que a las 09:30 en San Francisco no se veía llegar gente a trabajar.
O, ¿quizá es simplemente un recordatorio de que, a pesar de que esta corporación trabaja en una forma de tecnología que está reconfigurando el mundo, se trata en el fondo de un drama muy humano?
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