
Antonia Ávila Mendieta llegó desde Yecapixtla, Morelos, con otras integrantes del colectivo Regresando a Casa Morelos para recordarle al Estado, en la víspera del 10 de mayo, que su hijo Oswaldo Zameza Ávila está desaparecido desde el 24 de julio del 2020.
La noche anterior a la Marcha de la Dignidad Nacional Madres buscando a sus Hijas, Hijos, Verdad y Justicia –convocada cada año el Día de las Madres por las que buscan a sus hijos desaparecidos– familias y colectivos llenaron de velas la explanada del Monumento a la Madre para dar forma a un árbol de vida en memoria de sus personas desaparecidas, pero también de aquellas que han perdido la vida en la búsqueda de sus hijos.

“No hay nada que celebrar en casa. Al contrario, es cuando más lloramos porque es día de abrazos, es día de ir a festejar a la mamá, que nos dio la vida, y nosotras a nuestro pedazo de carne, pero qué creen: que está sola la mesa, ahí está un plato, una silla vacía, porque una familia está destruida y eso es irremediable, aun cuando lo encontremos vivo, porque es como lo buscamos, a todos los buscamos vivos, porque vivos se los llevaron y vivos los queremos”, señaló Yolanda Morán al iniciar la jornada.
Pese a que existe una denuncia, a Antonia solo le ha quedado esperar, pues la investigación sigue en proceso, pero no hay respuestas. Acudió a la velada para pedirle a las autoridades que sean más empáticas con el tema, porque no solo es su hijo, sino miles, y las familias necesitan tener por lo menos la paz de saber dónde están, dice.
Para Antonia, el Día de las Madres es muy triste: “No festejo, realmente estamos incompletas, necesitamos encontrarlo para que sea por lo menos un día tranquilo. El hecho de saber dónde está nos va a dar tranquilidad, para a partir de ahí tener tal vez una vida un poco más estable”.
La mamá de Oswaldo relata que las autoridades tienen ya información sobre el contexto de la desaparición de su hijo, quien tenía 20 años en ese momento y una hija de 5 meses que hoy tiene 4 años, pero aún no se sabe qué va a proceder. Aunque hay una persona identificada, no se ha hecho nada al respecto.
“Ese día fue un día normal, esta persona (que se hizo pasar por su esposa) le habla a su patrón, le dice que necesita regresar a casa porque tienen problemas, pero no era la esposa, era otra chica, y ya de ahí nunca regresó”, lamenta Antonia. Incluso se han emprendido búsquedas en varias zonas de Morelos, pero aún sin resultados.
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La noche del jueves 9 de mayo la lucha es colectiva –dice Antonia al igual que otras– para que al Estado no se le olvide que siguen en espera de justicia y que necesitan encontrar a sus familiares. Siguen siendo muchos hijos, mamás, hermanas, papás, esposas y niños buscando, que dieron forma, en la explanada del Monumento, a un árbol de la vida y de la memoria.
Al pie de la figura central del Monumento, una madre con su hijo, reposaban en el primer escalón las imágenes de las madres que fueron asesinadas en la búsqueda de sus hijos. La Plataforma por la Paz y la Justicia ha registrado más de 20 asesinatos de madres buscadoras desde 2010, 15 de ellas durante este sexenio. Solo desde 2019, la ONU tiene documentados al menos nueve casos.
“Nosotras estamos presentes, pero también cada uno de nuestros desaparecidos. Esta acción se da con las familias, para las familias y desde las familias, y nos está llevando a recordar desgraciadamente a las madres que ya no están aquí con nosotros, que han quedado en el camino de la búsqueda de sus hijas, de sus hijos”, remarcaron durante su mensaje inicial.

Después de hacer un reconocimiento a las madres de Centroamérica, Morán les recordó a las familias presentes que no están solas. También hizo referencia a que las madres que buscan le han pedido al crimen organizado, “y al crimen con charola, que son las autoridades, que nos digan en dónde están”. Recalcó que no son cifras, sino seres humanos y que más de 114 mil siguen desaparecidos oficialmente, mientras más de 50 mil cuerpos están sin identificar.
Tania Ramírez, de H.I.J.O.S México, recordó que la víspera y el 10 de mayo son para honrar a las madres buscadoras que no solo han estado en busca de noticias de sus hijos, sino en busca de justicia.
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“No solo en busca del paradero de dónde quedaron, sino en busca también de quiénes fueron quienes se los llevaron, a dónde, por qué, en busca de que pueda haber un juicio en muchos casos inexistente, en un cuarto vacío de justicia, que también tiene esta historia, y en ese camino se han ido quedando muchas, por eso quisimos dedicar hoy un espacio especial en esta velada que irá cobrando significado según las luces de estas velas vayan iluminando esta noche y esta tarde previa al 10 de mayo”, señaló.
Las madres desearon que esa sea también la luz que ilumine en su lucha y en su vida a todas las que buscan, enseñándoles el camino de la dignidad. Después, el pase de lista incluyó los nombres de personas desaparecidas y también de quienes han perdido la vida en su búsqueda. “Presente, ahora y siempre”, se escuchó detrás de cada nombre. “A todas ellas, no las olvidamos”, se oyó al finalizar.

Durante la velada también se dio lectura a la carta abierta a los partidos políticos difundida la tarde del jueves por el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, así como el pronunciamiento de las Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México.
En este último, se recordó que en mayo de 2010 por primera vez familiares de 34 personas desaparecidas en el estado de Coahuila se manifestaron en Ciudad de México para exigir a las autoridades la presentación con vida de sus desaparecidos, y en 2012 decidieron convocar, junto con colectivos de otros estados, a la Marcha de la Dignidad Nacional Madres Buscando a sus Hijos, Hijas, Verdad y Justicia.
Con los años, esa manifestación se convirtió –señala el pronunciamiento– en un espacio de lucha, de denuncia, de memoria y digna rabia, de persistencia y resistencia, de memoria viva contra las políticas gubernamentales de olvido e impunidad.
“Este año decidimos no convocar ni participar en la marcha que se organizó en la CDMX porque en tiempos electorales, no queremos convertirnos en botín político para nadie. Sin embargo, respetamos los diferentes procesos de madres y familiares que viven también nuestro dolor”, indicaron.

Durante la velada, como parte de su mensaje las madres buscadoras le recordaron a las autoridades que no están pidiendo un favor: “Cumplan con su responsabilidad, con respeto y cercanía a las víctimas. En este Día de las Madres les exhortamos a abonar para que este presente, donde la ausencia persiste, se transforme en un mañana de encuentros, en que cada uno de nuestros desaparecidos estén de regreso con sus familias”.
Pidieron que todas las autoridades, de cualquier extracción política, hagan ese compromiso y que lo honren el día de mañana, y sobre todo después del 2 de junio, donde sea que estén, para que nunca más una madre mexicana deba salir a buscar.
Por la tarde, la carta abierta a los partidos políticos del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México había subrayado ese mismo mensaje. Ahí se consignó que en una de las conmemoraciones más importantes, las familias recordaban que la responsabilidad en la función pública trasciende la afinidad política y debe priorizar el bienestar más allá de las coyunturas electorales.
“Exigimos que la causa de la búsqueda de nuestros seres queridos no sea utilizada en el contexto de estrategias comunicacionales de denostación y ataques durante sus campañas electorales. Nuestro dolor no es un espectáculo, es el motor que nos permite continuar nuestra lucha por la verdad y la justicia, y el regreso de quienes amamos”, se escuchó durante su lectura por la noche en el Monumento.

A los mensajes de las madres, se sumaron los de organizaciones como Fundar, el Alto Comisionado de la ONU, Serapaz, Elementa DDHH, embajadas y otras asociaciones, que agradecieron a las madres permitirles caminar a su lado y todos los aprendizajes.
“La Marcha de la Dignidad Nacional Madres buscando a sus Hijas, Hijos, Verdad y Justicia seguirá siendo un símbolo de digna rabia, fortaleza en la adversidad y esperanza viva en nosotras y con quienes nos acompañan en la búsqueda”, concluyó el pronunciamiento en el que las Fuerzas Unidas decidieron volver a participar hasta 2025.
El resto, incluida Antonia, con el término de la velada daban inicio al mismo tiempo a los preparativos que las llevarán a reunirse de nuevo este viernes a las 9:00 de la mañana con rumbo al Zócalo capitalino. Al cierre de esta publicación, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas contabilizaba 116 mil 301.

Mas de 350 palestinos han muerto desde el pasado 10 de octubre en Gaza, donde seis semanas después del inicio del alto el fuego la situación sigue siendo desesperada para la gran mayoría de sus habitantes.
Israel y Hamás sellaron el pasado 10 de octubre un acuerdo de cese el fuego que debía poner fin a dos años de un conflicto que ha devastado la Franja de Gaza.
Seis semanas después del inicio de ese cese de hostilidades, el derramamiento de sangre no ceja en Gaza, donde civiles palestinos siguen muriendo a diario por disparos o ataques israelíes.
La intensidad del conflicto se ha reducido, pero eso no ha evitado que la cifra de víctimas palestinas siga creciendo, aunque más lentamente.
La ayuda humanitaria, tras meses de férreo bloqueo, vuelve a entrar a la Franja, pero no en el volumen necesario para hacer frente a las necesidades de una población que sigue, en su gran mayoría, desplazada y en un territorio que se ha quedado prácticamente sin infraestructuras.
El alto el fuego ha permitido que la ONU empiece a reabrir las escuelas que opera en la Franja, la mayor parte de ellas dañadas por los bombardeos y que siguen sirviendo de refugio para muchas familias. El sistema sanitario también sigue siendo muy precario. Solo 36 de los hospitales de Gaza están parcialmente operativos, según Naciones Unidas.
Hamás, aunque ha quedado muy debilitado, se niega a desarmarse, como demostró al día siguiente de iniciarse el alto el fuego, cuando sacó a 7.000 milicianos armados a las calles para reafirmar el control sobre zonas de Gaza desocupadas por las tropas israelíes. Pero su hegemonía está siendo cuestionada por un nada desdeñable número de grupos armados han proliferado en la Franja dispuestos a hacerle frente.
En medio de todo esto, los palestinos aguardan a que el plan de paz que propuso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, del que el alto el fuego solo constituía una primera fase, avance y pueda comenzar la reconstrucción de un territorio controlado aún en su mayoría por el ejército israelí.
El goteo de víctimas desde el día en que entró en vigor el alto el fuego no se ha detenido.
Más de 350 personas han muerto en Gaza en ataques israelíes desde entonces, lo que elevan la cifra total de víctimas palestinas desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023 a 70.100, muchas de ellas mujeres y niños, según cifras del ministerio de Sanidad de Gaza.
Los milicianos de Hamás continúan siendo objetivo del ejército israelí, pero la enorme mayoría de víctimas siguen siendo civiles, como el fotógrafo Mahmud Wadi, fallecido este martes en un ataque con dron en Jan Yunis. O los hermanos Fadi y Juma Abu Assi, de 8 y 11 años que, según su familia, estaban buscando leña para cocinar al este de esta misma ciudad cuando fueron alcanzados el pasado sábado por el fuego israelí.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aseguraron a la BBC que habían disparado sobre dos sospechosos que cruzaron la Línea Amarilla.
Esta demarcación, que delimita el territorio al que Israel aceptó retirarse tras el alto el fuego, no está claro para muchos palestinos, a veces con consecuencias fatales.
Pero las muertes no solo se han producido en las inmediaciones de la Línea Amarilla. Israel ha llevado a cabo bombardeos de zonas densamente pobladas en Gaza en respuesta, según las FDI, a ataques de Hamás.
En uno de ellos, en la noche del pasado 28 de octubre, murieron 104 palestinos en una oleada de bombardeos en Ciudad de Gaza, Beit Lahia, Bureij, Nuseirat y Jan Yunis, según el ministerio de Sanidad de la Franja. Israel alegó que actuó contra “decenas de objetivos terroristas”.
Tanto las FDI como Hamás se han acusado mutuamente de violar el alto el fuego en repetidas ocasiones.
El pasado 21 de noviembre, el portavoz de Unicef, Ricardo Pires, recordó que, desde el cese el fuego, dos niños han muerto de media cada día en Gaza.
“Esto no son estadísticas. Cada uno de ellos era un niño con una familia, un sueño, una vida truncada repetidamente por la violencia continuada”, dijo Pires a los periodistas.
El estricto bloqueo que Israel impuso en Gaza durante meses antes del alto el fuego, impidiendo el acceso de ayuda humanitaria a la Franja, provocó una hambruna que mató a más de 200 personas, según la propia denuncia de la ONU.
El acuerdo de alto el fuego alcanzado entre Israel y Hamás establecía que 600 camiones de ayuda humanitaria debían entrar diariamente a la Franja para satisfacer las necesidades básicas de sus 2,1 millones de habitantes.
Sin embargo, aunque desde el 10 de octubre Israel ha aflojado los controles y se ha permitido la entrada de ayuda, no se han alcanzado los niveles necesarios, según la ONU.
El acceso humanitario sigue estando muy restringido, tal y como denunciaron recientemente un grupo de expertos de Naciones Unidas, entre otras cosas porque solo se han reabierto dos de los seis pasos fronterizos.
“El volumen de camiones de ayuda que entran en Gaza nunca ha alcanzado el objetivo acordado de 600 al día y, con frecuencia, ha sido inferior a la mitad de esa cifra”, afirmaron los expertos, entre los que se encuentra Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los territorios palestinos.
Amnistía Internacional también ha denunciado que Israel sigue bloqueando “la entrada de equipos y materiales necesarios para reparar las infraestructuras vitales y retirar municiones sin explotar, escombros contaminados y aguas residuales”, señaló recientemente la organización en un comunicado.
Israel asegura que desde el inicio del alto el fuego han entrado en Gaza una media de 600 a 800 camiones diarios con alimentos, suministros para refugios y material médico, según la Coordinadora de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT). El 41% de esos camiones van al sector privado, según sus propias cifras.
Según la OCHA, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, aunque la frecuencia con la que los gazatíes comen ha mejorado en la mayoría de los hogares, “el consumo de alimentos sigue estando muy por debajo de los niveles anteriores al conflicto”, y la dieta se basa principalmente en cereales, legumbres y cantidades moderadas de lácteos y aceite, con un acceso muy limitado a alimentos nutritivos como la carne, las verduras y las frutas.
Tal y como relató a la BBC Sami Matar, de la ONG Anera, que gestiona una cocina comunitaria en Gaza, “nos vemos obligados a cocinar principalmente tres tipos de comidas a la semana: arroz, pasta y lentejas (…) Necesitamos que la comida sea más variada, para garantizar verduras frescas y proteínas esenciales como la carne y el pollo”.
Estos productos, asegura, “no pueden entrar en Gaza para su distribución como ayuda humanitaria”, y solo las importan vendedores locales, aunque muchos gazatíes no tienen dinero para comprarlas.
Quien ha dejado de operar en Gaza seis meses después de ponerse en marcha es la polémica Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), que crearon Estados Unidos e Israel para eludir el sistema tradicional de ayuda de la ONU. Cientos de personas murieron por disparos israelíes durante sus caóticas entregas de cajas de ayuda humanitaria.
El acuerdo de alto el fuego establecía que el ejército israelí se retiraría de Gaza “en base a estándares, hitos y plazos” que debían ser acordados por todas las partes.
Un mapa que distribuyó la Casa Blanca entonces mostraba las tres etapas propuestas para la retirada de las tropas israelíes, que dejaba en la primera fase, la única que se ha acordado por el momento, bajo control israelí un 53% de Gaza, toda la franja que se extiende a lo largo de la frontera con Israel.
En las siguientes fases, este territorio debería reducirse hasta el 40% en la segunda etapa y hasta el 15% en la última, una suerte de “perímetro de seguridad” que “permanecería hasta que Gaza esté debidamente protegida frente a cualquier resurgimiento de la amenaza terrorista”.
Actualmente, las FDI permanecen tras la conocida como Línea Amarilla, en un territorio que, según una investigación de BBC Verify que analizó videos e imágenes satelitales, es mayor de lo previsto en el acuerdo con Hamás.
En algunos puntos, los marcadores colocados por las tropas israelíes para señalizar la división se encontraban cientos de metros más al interior de la Franja de lo que se esperaba según la línea de retirada.
En este territorio, Israel ha destruido además barrios enteros en lo que parecen demoliciones intencionadas. Según un análisis de BBC Verify, al menos 1.500 edificios fueron derribados en el primer mes tras el alto el fuego.
Israel alega que estas demoliciones no violan lo acordado ya que según los términos del cese al fuego, “todas las infraestructuras del terror, incluyendo túneles, deben ser desmantelados en Gaza. Israel actúa en respuesta a las amenazas, violaciones y la infraestructura del terror”, dijo un portavoz de las FDI.
Pero algunos analistas y expertos en derecho internacional opinan que estas demoliciones podrían estar violando las leyes de la guerra, que prohíben la destrucción de propiedad civil por parte de una potencia ocupante, así como poniendo en peligro el acuerdo de alto el fuego.
Más del 90% de la población de Gaza se ha visto desplazada durante los dos años de conflicto y la mayoría sigue viviendo en tiendas de campaña improvisadas.
Muchos no pueden regresar a sus hogares porque ya no están ahí. Según cifras de la ONU, el 80% de los edificios de la Franja han sido destruidos. En la Ciudad de Gaza, el principal núcleo urbano del territorio, esta cifra se eleva hasta el 92%.
En los últimos meses y, especialmente desde el inicio del alto el fuego, una serie de facciones armadas enfrentadas a Hamás han proliferado en la Franja de Gaza.
Entre ellos hay grupos que se apoyan en clanes familiares, bandas criminales y nuevas milicias, algunas de las cuales cuentan con el respaldo de Israel, como ha admitido el propio primer ministro Benjamin Netanyahu.
Hamás no parece estar dispuesto a ceder el control de la Franja y en las semanas posteriores al alto el fuego se han podido ver videos en redes sociales de sus milicianos propiciando palizas o ejecutando a plena luz del día de miembros de grupos rivales a los que acusan de colaborar con Israel.
Estas nuevas formaciones operan, cada uno en su porción de territorio, dentro de la Línea Amarilla, la parte de la Franja que sigue controlada por el ejército israelí.
Están, por ejemplo, las Fuerzas Populares, el grupo que lidera Yaser Abu Shabab en la zona de Rafah, que ha sido acusado de haber saqueado camiones de ayuda humanitaria enviados a Gaza durante la guerra. O las Fuerzas de Ataque Antiterrorista, que dirige Hossam al Astal en los alrededores de Jan Yunis. Otro de los grupos es el Ejército del Pueblo – Fuerzas del Norte, que está liderado por Ashraf al Mansi y que opera en el norte de la Franja.
Algunos de estos grupos aspiran a acabar formando parte de las futuras fuerzas policiales de Gaza y aseguran, aunque no está confirmado, que trabajan en coordinación con la Junta para la Paz, el organismo internacional que deberá administrar Gaza bajo el plan del presidente estadounidense Donald Trump.
Su despliegue despierta recelos entre parte de la población gazatí y de la Autoridad Nacional Palestina, que desconfía del apoyo que Israel parece prestar a algunos de estos grupos.
“Israel podría exigir la integración de estas milicias, debido a sus propias consideraciones políticas y de seguridad específicas”, señaló el general Anwar Rajab, portavoz de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina, a la corresponsal de la BBC en Medio Oriente Lucy Williamson.
Pero las exigencias de Israel, prosiguió, “no necesariamente benefician a los palestinos. Israel quiere seguir imponiendo su control de una u otra manera en la Franja de Gaza”.
En el acuerdo de alto el fuego, Hamás se comprometió a devolver en un plazo de 72 horas a los 20 rehenes israelíes vivos y los cadáveres de los 28 secuestrados que aún se encontraban en Gaza.
Según los términos de lo pactado, Israel debería devolver 15 cadáveres de palestinos en su poder por cada rehén fallecido en manos de Hamás.
Todos los rehenes vivos fueron liberados el 13 de octubre a cambio de 250 presos palestinos y 1.718 detenidos de Gaza.
Hasta ahora se han entregado los restos mortales de 26 secuestrados, 23 de ellos israelíes, así como un tailandés, un nepalí y un tanzano.
A cambio, Israel ha devuelto los cadáveres de 330 palestinos muertos durante la guerra. En su mayoría son cuerpos sin identificar de los que no está claro si fallecieron en Gaza o bajo custodia israelí, y algunos muestran signos de tortura, según han denunciado los doctores que los recibieron.
Israel ha acusado a Hamás de retrasar deliberadamente la recuperación de los cadáveres de los rehenes, mientras que Hamás ha insistido en que está luchando por encontrarlos bajo los escombros.
La lentitud de los avances ha supuesto que no se haya avanzado en la segunda fase del plan de paz del presidente Donald Trump para Gaza. Este incluye planes para la gobernanza de Gaza, la retirada de las tropas israelíes y el desarme de Hamás y la reconstrucción.
Hamás tomo 251 rehenes el 7 de octubre de 2023, cuando lanzó un ataque sorpresa sobre el sur de Israel en el que mató a más de 1.200 personas -en su mayoría civiles- que desencadenó una respuesta militar de una intensidad sin precedentes del ejército israelí sobre Gaza.
El cese de las hostilidades, el retorno de los rehenes, la retirada del ejército israelí de zonas de Gaza y la entrada de ayuda humanitaria forman parte de la primera fase del conocido como plan de paz de Trump para Gaza, que cuenta con 20 puntos.
Una vez alcanzado, la partes debían avanzar hacia las siguientes etapas, que prevén el despliegue de una Fuerza Internacional de Estabilización (FIE) y, en un futuro, el posible camino hacia el establecimiento de un Estado palestino, algo que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha rechazado.
El pasado 17 de noviembre, el plan presentados por Estados Unidos recibió el espaldarazo del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que permitiría avanzar desde el alto el fuego hacia la reconstrucción de la Franja.
La resolución prevé la creación de una “Junta para la paz” que supervisaría la gobernanza de un comité tecnocrático y apolítico palestino y supervisaría la reconstrucción de Gaza y la entrega de ayuda humanitaria, aunque no especifica quién formaría parte de esa junta.
Tampoco está claro por ahora qué países aportarían efectivos para esas fuerzas de estabilización, ni el papel que tendrá en Gaza la Autoridad Nacional Palestina, a la que el plan exige una reforma profunda.
El plan también prevé la desmilitarización de Hamás y otros grupos en la Franja, algo a lo que la milicia islamista se ha negado.
Según la resolución, la fuerza de estabilización colaborará con Israel y Egipto, junto con una fuerza policial palestina de nueva formación debidamente seleccionada, para ayudar a proteger las zonas fronterizas y garantizar el proceso de desarme permanente de los grupos armados no estatales, incluido Hamás.
La incertidumbre en torno a todas estas cuestiones ha frenado el inicio de la segunda fase del plan de paz, para la que aún no hay fecha.
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