El día que Lucía Baca compró sus zapatos, unos tacones negros de gamusa, nunca imaginó que la llevarían por todo México en la búsqueda de su hijo, Alejandro Alfonso Moreno. Hoy, la prenda cuelga de un hilo como parte de la exposición “Huellas de la memoria” que se lleva a cabo en el Palacio de Minería, Ciudad de México.
“Eran circunstancias diferentes. Eran sólo para calzar mis pies, pero no para una búsqueda”, comparte en entrevista. “Desafortunadamente me llevaron a muchos sitios buscando a Alejandro, buscando justicia”.
Alejandro Alfonso Moreno Baca fue desaparecido el 27 de enero de 2011, mientras viajaba en carretera desde la Ciudad de México hacia Laredo, Texas. La última vez que se supo de él, acababa de cruzar la caseta de Monterrey, Nuevo León, hacia Nuevo Laredo, Tamaulipas.
A partir de ese momento, la señora Lucía y su esposo, Alfonso, comenzaron a recorrer el país desde la Ciudad de México, donde viven, hasta Nuevo León, con los mismos zapatos que hoy son parte de una exposición de 286 pares de madres, padres, sobrinos, hijos y hermanos de personas desaparecidas.
La muestra fue construida a partir de las aportaciones de los familiares. Hay tenis, sandalias, botas de senderismo, tacones, botas vaqueras y hasta zapatos de niños y niñas. Las suelas han sido intervenidas de tal manera que uno de los zapatos cuente la historia de a quién busca el familiar, y el otro las palabras que quisiera compartirle a su ser querido.
“¿A dónde no me llevaron [estos zapatos]?”, dice la señora Lucía mientras señala el par de tacones. Viajó con su esposo en múltiples ocasiones a Nuevo León, y se sumó al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad para participar en mesas de trabajo con personal de la entonces Procuraduría del estado. Han pasado 14 años, y Lucía y Alfonso siguen buscando a su hijo Alejandro.
“Fuimos muchísimas veces. Desafortunadamente ellos no buscan, simulan, porque nadie de los 10 casos que íbamos y dimos seguimiento a las investigaciones, ninguno lo encontraron. No fue una búsqueda real, sino fue simulación”, lamenta.
Ella empezó a sumarse al proyecto de Huellas de la Memoria en 2015, cuando surgió la iniciativa. Para ese momento, ya tenía cuatro años buscando a Alejandro con sus zapatos de tacón. Cuando comenzó la exposición, las familias habían juntado 80 pares de zapatos, que en 10 años se convirtió en más de 300, aunque no todos pudieron ser exhibidos en el Palacio de Minería.
–¿Cómo se siente al ver que los pares de zapatos se siguen sumando?, se le pregunta a la señora Lucía.
“Es mucha frustración, mucho dolor, y rabia, también, porque lo que buscamos es que se haga una búsqueda real”, reclama. “Lo que pedimos es verdad y justicia, pero vemos que no es cierto. Nos siguen ocultando, siguen borrándonos de las cifras de búsqueda. Es una burla y es doloroso ver que el Estado simula y no tiene un respeto por la justicia que merecen nuestros familiares”.
Danare Roca, integrante del colectivo Huellas de la Memoria, participó en la exhibición como curadore y acompañante de los familiares de personas desaparecidas. Recuerda que fue un 10 de mayo, hace 10 años, cuando se empezó a gestar la idea del proyecto para exhibir zapatos.
“Uno de nuestros compañeros, que es escultor, estaba acompañando la marcha del 10 de mayo que realizan las madres. Y se concentró en los zapatos, fijándose en el desgaste y pensando, ‘¿Qué nos dirían esos zapatos si nos pudieran contar sobre los lugares por los que han caminado buscando a sus seres queridos?’”.
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La exposición que estará disponible en el Palacio de Minería del 8 de mayo al 3 de agosto es la primera que realiza el colectivo desde agosto de 2020, durante la pandemia de COVID-19, pero previo a ello tuvo múltiples muestras en estados de México e incluso en otros países, como Chile, Uruguay y Japón.
Fabiola Rayas se sumó a colectivos de búsqueda de personas desaparecidas como acompañante en el 2015, y años después ella misma estaría buscando a su mejor amigo, Miguel Ángel Sánchez, quien desapareció el 1 de febrero de 2024 en Morelia, Michoacán.
“Es muy triste que después de tantos años acompañando, ahora también busque a alguien que amo. Creo que nadie tendría que desaparecer, no debería existir la desaparición forzada, y las personas no tendríamos que tener vergüenza ni miedo de buscar a las personas que amamos”, comparte.
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Sus zapatos, unos tenis negros marca Nike, acompañan las decenas de otros pares que hay en el suelo y en las paredes de la exhibición. Las suelas que antes buscaban a los desaparecidos de otras personas tienen grabado ahora su propia historia, y el nombre de Miguel Ángel.
Si pudieran hablar esos tenis, reflexiona Fabiola, dirían: “Hay que seguir buscando los caminos desde el amor, para seguir tejiendo otros caminos de lucha y esperanza. A pesar de que el camino es triste y doloroso, hay que buscar la fortaleza de las personas que nos hemos ido encontrando en este caminar”.
El juez que presidía la causa, Maximiliano Savarino, anunció que el juicio tendrá que volver a empezar de cero.
El juicio por la presunta responsabilidad de un grupo de personal médico en la muerte del astro de fútbol argentino Diego Armando Maradona fue anulado este jueves, luego de que uno de los tres magistrados fuera apartado por haber estado filmando un documental sobre el proceso, sin autorización.
El juez que presidía la causa, Maximiliano Savarino, anunció que el juicio, que comenzó en marzo pasado en los suburbios de Buenos Aires, tendrá que empezar de cero en otro tribunal y con otros tres magistrados.
Siete personas estaban siendo juzgadas por homicidio involuntario, luego de que un panel de expertos designado para examinar las causas de la muerte del futbolista determinara que su fallecimiento en 2020, a los 60 años, a causa de un infarto, era prevenible.
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El panel afirmó que el equipo médico de Maradona que lo trató durante una internación domiciliaria, tras una operación para remover un coágulo de sangre en el cerebro, actuó de “manera inapropiada, deficiente e imprudente”.
Cerca de medio centenar de testigos ya habían declarado en la causa, incluyendo las hijas de Maradona.
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