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Lomas de Chapultepec, la isla del hambre y la sed (crónica y videos)
Lomas de Chapultepec, la isla del hambre y la sed (crónica y videos)
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Lomas de Chapultepec, la isla del hambre y la sed (crónica y videos)

La desesperación en Acapulco tiene ya distintos rostros: el del turista que lleva cinco días intentando abordar un avión y el de los compradores que, desesperados, buscan la última lata de verduras, para mezclar con el atún, en el Walmart, custodiado, por dentro y por fuera, por militares.
19 de septiembre, 2013
Por: Paris Martínez (@paris_martinez)
@WikiRamos 

Consulta en este mapa interactivo los videos de testimonios de los damnificados en distintos puntos de Acapulco:

ACAPULCO.- Lomas de Chapultepec es un poblado de 300 viviendas, con la carretera que va a Barra Vieja de un lado, y el puente del río Papagayo, que lleva a Oaxaca, del otro. Pero el puente se cayó y la carretera fue arrasada, así que, más que un poblado a la vera del camino, esta localidad es, en la actualidad, “una isla”, tal como describen sus habitantes, quienes, por congruencia involuntaria, ahora viven como náufragos: racionando la comida al mínimo necesario, sin agua potable, sin sal, sin azúcar, sin alimentos enlatados, ni papel de baño, teléfono, luz eléctrica, pilas o velas.

[contextly_sidebar id=”1672897007cd3222b838143807bcfede”]Desde hace siete días, Lomas de Chapultepec está, literalmente, aislada, con el Papagayo cerrándole el paso por delante, y la laguna Tres Palos, desbordada, por detrás, por lo que la única fuente de abasto para las familias atrapadas aquí, desde que la tormenta Manuel hizo su arribo al puerto de Acapulco, son los parientes avecinados en comunidades cercanas que, como hormigas, van trayendo pequeñas cantidades de comida -apenas lo que el desabasto y la carencia de dinero les permiten- para sus padres, hijos y abuelos, a los que se los hacen llegar por lancha, que cobra cinco pesos por cada viaje que hace entre los diez metros de cauce que un brazo de la laguna, en su ansia por llegar al mar, le arrancó a la carretera.

Desde hace una semana, dice don Inocencio Juárez, dueño de una tienda de refrescos soterrada por los escombros que dejó el agua, en las noticias se reportó la caída del puente y también la crecida de la laguna que se llevó un tramo de la carretera, pero del pueblo que quedó entre ambos puntos nada dicen, se lamenta, “y aquí ya no queda nada de alimento, estamos desesperados y cada quien se las está teniendo que arreglar por su propia cuenta, cada quien como puede, porque ninguna ayuda nos ha llegado, aquí el gobierno no ha traído nada, ni despensas ni agua, que es lo más urgente“.

Don Inocencio vive en Lomas de Chapultepec desde hace 60 años -de hecho, revela con sorna, celebró su cumpleaños el pasado 12 de septiembre, un día antes de que llegara la tormenta-, y su vivienda está justo a un lado del puente derrumbado. “Ese puente duró apenas ocho años -dice-, no sirvió de nada, estaba mal construido, lo levantaron sobre una base de pura tierra, nada de cemento le echaron, y lo peor es que cuando lo construyeron, demolieron antes el puente que llevaba ahí 50 años, y con el que nunca habíamos tenido problemas, mejor nos hubieran dejado ese puente viejo.”

De los más de 2 mil habitantes de Lomas de Chapultepec, todos pudieron salvarse del torrente, aún cuando en algunos puntos alcanzó más de dos metros de altura, narra por su parte doña Graciela, “pero nos salvamos no porque nos avisaran o nos vinieran a ayudar a salir -aclara-, sino porque corrimos nomás vimos que el río y la laguna se juntaban, y por eso mismo no pudimos salvar nada de nuestras pertenencias, todas las familias que vivimos en la parte baja del pueblo, que se conoce como colonia Lázaro Cárdenas, lo perdimos todo, el agua subió tanto y tan rápido que apenas nos dio tiempo de cargar a los niños y correr”.

Doña Graciela muestra encorajinada su vivienda, cuyos cimientos parecen flotar por encima del agua que se llevó la tierra sobre la que antes se erguía la construcción, y luego se encarga de reunir a todas las demás madres de familia que, como ella, van recorriendo las casas de sus vecinos, pidiendo agua, comida o ropa para sus niños, cuyos pies están ya plagados de ronchas e infecciones cutáneas, por el contacto directo con el agua estancada.

“Ni siquiera han venido a fumigar -se lamenta Graciela-, y en cualquier momento los mosquitos van a ser el problema, propagando el dengue, porque la mayoría de nosotros estamos durmiendo a la intemperie, ayer, por ejemplo, dormimos en la calle, y lo único con lo que pudimos calentarnos un poco fue con una fogata. y si no han venido los fumigadores, pues menos los médicos del gobierno, o los funcionarios encargados de repartir despensas, pero deja nomás que haya elecciones y vas a ver cómo aquí se llena de gente, prometiéndonos cosas que nunca cumplen.”

Tal como la casa de doña Graciela, al menos otras 20 viviendas de Lomas de Chapultepec han quedado semiderruidas e, incluso, intentar ingresar para rescatar enseres o documentos resulta demasiado riesgoso.

Además, subraya Jaqueline, una joven de 14 años nacida en este pueblo, “ahorita lo que nos urge no es recuperar nuestras pertenencias, que de por sí ya se echaron a perder con el lodo; lo que ahorita nos urge es comida, necesitamos que envíen ayuda inmediatamente, y que nos la hagan llegar directo a los que la necesitamos, porque -ejemplifica- en la mañana nos avisaron que la comisaría ejidal recibió despensas para el pueblo, y cuando fui a preguntar, mira lo que me dieron”, y muestra luego una bolsita de sopa de pasta y un kilo de arroz, “esto -explica- es la ‘despensa’ que me entregaron, cuando las despensas que está repartiendo el gobierno lleva aceite, latas, jabón, frijoles, lleva tantas cosas que las meten en una caja de cartón, pero en nuestro caso, todo se lo quedaron los de la comisaría ejidal y, para callarme la boca, a mí me dieron estas dos bolsitas, ¿se supone que con esto va a comer mi familia?”.

-¿Cómo han estado resolviendo la carencia de comida? -se consulta a doña María, suegra de Graciela, y cuya vivienda también es ahora no más que un montón de palos saliendo de un inmenso charco.

-Estamos con un kilo de arroz al día -narra- un kilo de arroz para diez personas, o sea, un kilo de arroz dividido en 30 raciones, porque de ahí hay que desayunar, comer y cenar.

Guadalupe, otra adolescente que acompaña a las madres mendicantes, habla con tristeza de las ocho vacas y el caballo que se llevó el agua, durante los pasados viernes, sábado y domingo, días de mayor intensidad de las lluvias, y cuyos cuerpos fueron apareciendo en comunidades vecinas, durante esta semana.

El agua, además, se llevó sus cosechas, básicamente de maíz, aunque también arrancó los plátanos y otros árboles frutales. Y esto, paradójicamente, fue lo que permitió a algunos pescadores de Barra Vieja, a un kilómetro de distancia, pudieran alimentarse, luego de que el agua se llevó sus embarcaciones, ya que, como explica don Gerónimo Padilla, viejo pescador de la zona, “nosotros hemos comido porque el río se trajo unas milpas que se llevó de allá de Lomas, que vinieron a salir por acá, y eso es lo que hemos estado comiendo.”

Damnificados

Epílogo: escasez de comida, aviones y dinero

La desesperación en Acapulco tiene ya distintos rostros: el del turista que lleva cinco días intentando abordar un avión que lo saque del estado, de los cuales alrededor de 300 se amontonan fuera del Forum Imperial, habilitado como albergue y capitanía del puerto aéreo; pero también el rostro de los compradores que, desesperados, buscan la última lata de verduras, para mezclar con el atún, en el Walmart, custodiado, por dentro y por fuera, por militares.

Y así como han empezado a escasear los alimentos, también comienza a faltar en Acapulco efectivo para adquirirlos, ya que todos los cajeros automáticos del municipio están inactivos.

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Etiquetas:
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Imagen BBC

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