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¿Qué aprenden? ¿Sí les sirve el programa? La experiencia de los Jóvenes Construyendo el Futuro
¿Qué aprenden? ¿Sí les sirve el programa? La experiencia de los Jóvenes Construyendo el Futuro
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¿Qué aprenden? ¿Sí les sirve el programa? La experiencia de los Jóvenes Construyendo el Futuro

Más de millón y medio de personas de entre 18 y 29 años han respondido a la convocatoria del gobierno federal para vincularse con un centro de trabajo, donde puedan capacitarse.
13 de mayo, 2019
Por: Andrea Vega
@EAndreaVega 

Wilbert Caamal Cauich buscó trabajo durante ocho meses después de que egresara de la licenciatura en Tecnologías de la Información y la Comunicación de la Universidad Tecnológica de Candelaria, en el municipio del mismo nombre, en Campeche. Nadie le dio empleo por no tener experiencia.

“Hasta entré a una como capacitación, que duraba tres meses, como asesor telefónico para ver si me podía emplear después en una mesa de control. Pero como no me pagaban y solo estaba gastando en pasajes y comida, ya no la terminé”. Se enteró entonces por promocionales en la televisión del programa del gobierno federal Jóvenes Construyendo el Futuro, y se inscribió.

Como becario de ese programa, Wilbert está capacitándose en la organización de la sociedad civil Muuch Kambal, que trabaja para detener la deforestación y el uso de agroquímicos en la península de Yucatán, así como para proteger y fomentar la apicultora, la agroecología, los saberes y la cultura maya, pero también los derechos de las comunidades y la salud.

Del desempleo pasó a colaborar en una organización que, según dice, le ha permitido replantearse su futuro y descubrir su comunidad, además de que ha podido capacitarse en fotografía y video.

Pero la suerte de Wilbert no la comparte Erika Ortiz, una abogada que egresó hace casi un año de la Universidad Autónoma del Estado de México, y quien hoy trabaja en Embotelladora Las Margaritas, de Coca Cola, como promotora de ventas.

Este trabajo significa visitar entre seis y doce clientes de la refresquera cada día. Le toca limpiar los refrigeradores, hacer el “frenteo” (acomodar el producto para que tenga buena vista) y también le informa al tendero sobre las promociones y los faltantes, y lo anima a hacer el pedido.

Sabe que de poco le servirá la experiencia que adquiera este año, pero no ha encontrado trabajo en su área y no había otras opciones en este programa.

Hay trabajo, pero en qué

El programa Jóvenes Construyendo el Futuro, uno de los más importantes del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, a cargo de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social (STPS), ofrece a personas de entre 18 y 29 años que no estén trabajando ni estudiando vincularlos con una empresa u organización, donde recibirán capacitación por un año. También les otorga una beca de 3 mil 600 pesos al mes y seguro médico en el IMSS.

Su objetivo es que los participantes adquieran experiencia en un puesto de trabajo y después puedan acceder a un empleo en otro lado, o se queden a laborar en la empresa donde recibieron la capacitación, si es que al final deciden contratarlos.

Esta primera definición le acarrea una primera crítica: El problema con el programa de México, además de que no está acotado por sector es que pretende apoyar, con la misma estrategia, a todos los jóvenes que no estudian y no trabajan, pero en México esas personas no son las de menor nivel educativo, “la desocupación se concentra en la población joven y en la más escolarizada”, según dice Mauricio Padrón, especialista en mercados laborales y desigualdad del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y coautor del análisis La nueva política de promoción del empleo.

“Cuando se crea un programa de este tipo, las alianzas que se hacen con las empresas provocan este desfase entre puestos y perfiles, porque las compañías necesitan personas para trabajar en áreas como ventas o atención al cliente, y la población que envían como parte del programa tiene un perfil académico más alto”, explica.

Lo que sucede, agrega Padrón, “es que los jóvenes se insertan a trabajar, en el marco de estos programas, en empleos que no son los que les interesa mantener en el largo plazo y para los que no estudiaron. Los aceptan porque los necesitan, pero cuando el programa termine qué va a pasar. Esa experiencia no les va a servir para encontrar un empleo acorde a su perfil de formación ni para sus aspiraciones”.

Así, solo se termina reproduciendo, y legitimando, una dinámica que ya existe en el mercado de trabajo, “porque igual si no estuviera el programa, esos jóvenes con nivel licenciatura estarían haciendo cosas relativamente parecidas (en puestos de ventas y atención al cliente), pero el Estado no está para legitimar esas situaciones”.

De acuerdo a datos del INEGI, la mayor tasa de desocupación, de 6.8, se concentra en el grupo de 15 a 19 años; le sigue el de 20 a 29, con 6.1, después va descendiendo hasta llegar a 1.9 para quienes tienen de 50 a 59 años. De los grupos más jóvenes, el más afectado es el que tiene estudios de nivel preparatoria o superior, con 4.3, cuando para los que apenas tienen primaria es de 1.4.

Así es el proceso

Los jóvenes interesados se registran en la pagina www.jovenesconstruyendoelfururo.stps.gob.mx, donde les piden sus datos generales: nombre, edad, nivel de estudios, y una serie de documentos como CURP, INE y comprobante de domicilio. Después deben elegir una cierta distancia entre su casa y el centro de trabajo, pero sin límite establecido.

Horacio Duarte, subsecretario de Empleo de la STPS, quien tiene a cargo el programa, explica que en la plataforma, el joven puede ir modulando los kilómetros a la distancia de su domicilio, y va viendo opciones. “Entre más cierre el rango, la probabilidad de vacantes es menor; entre más lo abra, verá más opciones. Él decide. Al principio lo acotamos a cuatro kilómetros de búsqueda. Pero eso bajaba las vinculaciones: así que lo abrimos, y se empezó a mover todo porque los jóvenes sí se arriesgan a ir lejos”.

Las empresas interesadas deben ingresar a la misma plataforma. Lo que se les pide es RFC, nombre comercial, nombre legal, domicilio fiscal y comercial, nombre del representante legal, datos de contacto; así como documentos legales de constitución de la empresa, poder, tres fotografías del lugar donde van a estar los becarios y el plan de capacitación. Además deben nombrar tutores expertos por área.

A los jóvenes ya validados les aparece una lista de lugares donde pueden capacitarse. Las opciones aparecen de acuerdo al perfil del becario y la distancia seleccionada respecto a su domicilio, con el centro de trabajo, así como el perfil solicitado por la empresa.

Cuando el joven selecciona un centro, la plataforma les pide esperar a que la compañía se comunique para acordar una entrevista, en la que el aspirante conocerá las instalaciones y tendrá oportunidad de conocer más del plan de capacitación, y a su tutor.

Cada mes, los tutores deben presentar, en la misma plataforma del programa, una evaluación del desempeño de los becarios y estos de cómo se han sentido y en qué los han capacitado en el centro de trabajo. Al final de la capacitación, el becario recibirá una certificación, que avalará lo aprendido.

La meta del programa es atender a 2 millones 300 mil personas, que no estuvieran estudiando ni trabajando. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho en diversos foros que ésta es una apuesta por los jóvenes, a quienes los gobiernos anteriores no les había dado una oportunidad real y solo los estigmatizaron como “ninis”.

Los testimonios de una veintena de becarios entrevistados por Animal Político confirman que, en efecto, si no estaban trabajando era porque en todos lados les pedían experiencia laboral y ellos no tenían. Entre los aspirantes hay también jóvenes que se quedaron sin poder entrar a una universidad y están esperando un nuevo ciclo de exámenes, así como madres solteras y mujeres que estaban ocupadas en labores del hogar.

Los tutores aseguran que la experiencia con los becarios ha sido positiva. “Yo pensé que nos iba a llegar gente sin oficio, ni beneficio, pensé que vendrían de los chavos que pierden el tiempo en la esquina y no, todos son estudiados, hasta ingenieros, y trabajan muy bien, son muy copartícipes, muy empáticos”, dice José Dagoberto García, tutor de cinco becarios, en Embotelladora Las Margaritas de Coca-Cola.

David Alvarado, fundador y director de Producciones 33 y Par64, dos pequeñas empresas de reciente creación, dedicadas a la gestión cultural, donde hay 18 participantes de Jóvenes Construyendo el Futuro, coincide en el buen desempeño de los becarios. “Estoy muy a gusto con su trabajo, los veo muy bien, muy participativos, realmente solo les faltaba experiencia y una oportunidad”, asegura.

Hasta el 10 de mayo había ya, de acuerdo a números de la plataforma del programa, donde se pueden consultar los avances en tiempo real, 503,117 becarios vinculados con un lugar para capacitarse, el 69.1% en empresa, 23.7% en una institución de gobierno y 7.2% en una organización de la sociedad civil. Del total de vinculados, 57.8% son mujeres, 42.2% son hombres. 43% tiene nivel preparatoria y 20% tiene licenciatura terminada.

La única oportunidad

Cuatro becarios de Jóvenes Construyendo el Futuro se integraron a Muuch Kambal en tres áreas, más o menos acorde a su carrera profesional: agricultura, organización y salud y comunicación.

Wendy Bazán, integrante de la organización, y quien llevó todo el proceso para inscribirla en el programa, cuenta que cada área hizo su plan de capacitación, detallado con actividades mensuales, y así se subió a la plataforma. Para cada área se asignó un tutor experto en los temas. Con Wilbert, por ejemplo, está Robin Canul, egresado de periodismo y comunicación y quien lleva toda esa área dentro del colectivo.

Wilbert dice que está aprendiendo mucho. El joven vive en Bolonchén, en Campeche y es de familia maya. Desde siempre supo de los problemas que las comunidades indígenas enfrentan allá: la deforestación y contaminación de sus territorios por la agricultora intensiva y los agroquímicos, la pérdida de su lengua y su cultura a causa del racismo, la pobreza y la violación constante a sus derechos humanos.

Él lo sabía, lo había mirado de cerca, pero no le había puesto atención. Ahora todo eso lo tiene muy claro y no le gusta. Lo quiere cambiar. “La otra vez hicimos una visita a un campo enorme de los menonitas, donde cultivan soya, es un terreno inmenso. Antes eso era selva y ahora ya solo se ven máquinas y soya. Es impresionante cómo lo deforestan todo. Yo claro que había vistos campos de cultivo antes, pero más pequeños y no tenía la conciencia que tengo ahora sobre lo que representan”, dice.

Lo que Wilbert no había visto nunca, aunque sabía que pasaba, era una avioneta rociando agroquímicos. “En una visita a otra comunidad me tocó verla. Pasan rociando cerquísima de los campos de otros pequeños agricultores, de las casas de la población. Lo contaminan todo. Yo sabía eso, pero ya verlo es otra cosa”.

El joven dice que lo que más le gusta de lo que está haciendo ahora es atestiguarlo todo, ir a las comunidades, andarlas, hablar con la gente, escuchar de primera voz y ver a primera vista los problemas que les preocupan. “Me quiero quedar a trabajar en la organización y seguirlos ayudando, me han dicho que quizá se pueda, pero dependen siempre de los recursos que tengan”.

Abraham Cahuich, es otro de los becarios de Jóvenes Construyendo el Futuro que está en Muuch Kambal. Él estudió ingeniería forestal en la Universidad Tecnológica de Chiná, en Campeche. Estuvo en un empleo temporal, por seis meses, como promotor extensionista de Semarnat. Pero para entrar a uno fijo le pedían en todos lados experiencia mínimo de un año; así que se puso a ayudarle a su familia con la siembra y las abejas, en el lugar donde viven, el Rancho Xcalot Akal, en el municipio de Hopelchen, hasta que se enteró, por redes sociales, del programa federal y se inscribió. 

“No fue nada difícil el proceso para inscribirme. Puse mis datos, sí me tardé unos tres días en subir los papeles, mientras los reuní. En cuanto terminé de subirlos, me apareció en la plataforma que ya estaba validado y las opciones de centros de trabajo, eran tres, una refaccionaraa, otra asociación y Muuch Kambal, me gustó lo que leí que hacían, vi que el plan de capacitación, detallado por mes, estaba muy acorde a mi carrera y la elegí”.

A la semana de que eligió la vacante, lo llamaron para la entrevista, le presentaron lo que hace la organización y le propusieron integrarse al área de agroecología. Empezó su capacitación el 18 de febrero. “Tenemos un plan de trabajo por semana. Vamos a las comunidades con los productores, con grupos de señoras, vemos qué tienen en sus huertos, si las plantas tienen alguna enfermedad, y les recomendamos productos, pero todo orgánico”.

Abraham comenta que está aprendiendo a trabajar con microorganismos de montaña para utilizarlos en lugar de los agroquímicos, “que se usan mucho en las comunidades, pero causan mucho daño y merman las finanzas de los agricultores porque son muy caros”.

En Muuch Kambal Abraham se capacita en reproducir los microorganismos y convertirlos a sólido o líquido para aplicarlo a las plantas, por ejemplo al maíz, “se les aplican como fertilizantes naturales, pero también para el control de plagas y todo de manera natural, sin químicos, así se logra una producción orgánica. Queremos que los productores se den cuenta que hay otra forma de producir, que respeta el ambiente, y les ahorra hasta 30% de costos”.

El joven admite que aunque desde niño ha estado trabajando en el campo con su familia, él no sabía de esa otra forma de producción. De pequeño aprendió la manera que parece más fácil: comprar todos los químicos. “Había escuchado de esta forma orgánica de cultivar, pero no la conocía a fondo, ahorita estoy metido de lleno en el proceso de recolección y producción de microorganismos sólidos, después me capacitarán en los líquidos”.

Desarrollando nuevas capacidades

El tutor de Abraham es Óscar Chan Dzul, experto en agroecología. “Lo que estamos haciendo es capacitar a los becarios no solo en lo técnico, como nosotros hacemos mucho trabajo logístico y de organización comunitaria, también los involucramos en eso. Todo lo hacemos muy práctico. Nosotros andamos en campo, con comunidades, desde que amanece y ellos andan con nosotros”, cuenta el tutor.

Los becarios participan en los talleres que Muuch Kambal imparte para las comunidades y ahí se empapan también de la teoría. “A Abraham lo veo muy bien, muy involucrado, además conoce bien el entorno social, cómo se mueve la cosa con las autoridades comunitarias e intercambiábamos con él tips de cómo se maneja la comunidad, las dinámicas, eso nos ayuda mucho. Es muy participativo, hace lo que tiene que hacer y un poco más. Creemos que podría quedarse acá con nosotros a trabajar, pero siempre tenemos el problema de los recursos”.

(Al centro de camisa azul) Óscar Chan Dzul, uno de los tutores de los becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro.

Abraham dice que sí le gustaría quedarse en la organización y que hará lo necesario para eso, pero sino, por lo menos al finalizar la capacitación ya tendrá el año de experiencia que le piden en otros lados para emplearlo y todo el conocimiento de una nueva forma de trabajo en su área.

“Para nosotros –dice Leydi Pech, integrante de Muuch Kambal– los becarios no son jornaleros ni nuestros mandaderos, y no vienen nada más a trabajar, realmente nos interesa capacitarlos. Queremos desarrollar más capacidades locales en las áreas donde buscamos incidir y generar oportunidades para los jóvenes, porque acá hay pocas, y tienen que migrar. No queremos eso, queremos que se queden, hagan algo que les guste y que ayude a su región”.

La activista dice que no sabe si los becarios puedan quedarse a trabajar en la organización, porque tienen pocos recursos, “pero otra opción es que podemos darles acompañamiento si ellos deciden formar un colectivo nuevo de jóvenes, nosotros podemos ayudarlos en eso. Igual queremos involucrarlos en la apicultura y agricultura y ahí también pueden generar sus propios empleos”.

Pech confirma que sí buscarán tener más becarios el próximo año, para capacitar a más jóvenes y porque creen que el programa es una buena opción para darles una oportunidad a los muchachos. “Pero ojalá que el gobierno cuide el programa, porque con esto se puede prestar a que a los jóvenes solo se les use para aprovechar su trabajo, sin que aprendan algo que les sirva para un proyecto de vida, en el que apliquen lo de su carrera y se sientan plenos”.

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Imagen BBC
Qué es Schoenstatt, el movimiento ultracatólico al que pertenece el presidente electo de Chile, José Antonio Kast
9 minutos de lectura

La organización, nacida en Alemania durante la Primera Guerra Mundial, ha estado en el centro de la atención tras las acusaciones de abuso contra su fundador.

18 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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José Antonio Kast, presidente electo de Chile, es un hombre de profundas convicciones religiosas.

Así lo dejó en claro en su primer discurso, apenas se conocieron los resultados de las votaciones del domingo, cuando afirmó: “Nada es posible si no tuviéramos a Dios”.

“Nada ocurre en la vida, para los que somos de fe, que no sea en relación directa con Dios”, prosiguió.

Y a continuación, pidió a su creador que le concediera “humildemente” la “sabiduría, templanza y fortaleza para estar siempre a la altura” del desafío que asumirá el próximo 11 de marzo, cuando releve a Gabriel Boric en el Palacio de La Moneda.

Estas fueron tres de las cinco frases con carga religiosa que el abogado de 59 años pronunció durante la casi hora que habló ante los miles de sus seguidores que se congregaron en Santiago para celebrar su triunfo en las elecciones presidenciales.

Sin embargo, lo anterior no debería sorprender. ¿La razón? El político y varios de sus hermanos se formaron bajo los lineamientos de Schoenstatt, un movimiento católico conservador que tiene presencia en más de 100 países, incluyendo todos los de América Latina.

Retrato de José Kentenich tomado en su exilio en EE.UU.
Cortesía Schoenstatt
El sacerdote alemán José Kentenich fundó Schoenstatt en 1914 mientras era profesor en un seminario ubicado en el pueblo homónimo.

Los vínculos del mandatario electo con el movimiento comenzaron gracias “a su hermano mayor, Miguel”, aseguró a BBC Mundo el filósofo chileno Álvaro Ramis Olivo. Miguel Kast se unió a Schoenstatt tras conocer a algunos de sus miembros durante su etapa universitaria.

Sin embargo, otras fuentes sostienen que fueron los padres del político, Michael Kast y Olga Rist, quienes tuvieron el primer contacto con Schoenstatt. Ambos eran profundamente religiosos y devotos de la Virgen María, una práctica muy extendida en la Baviera alemana de donde provenían.

De un lugar bonito en un momento feo

Schoenstatt es “un movimiento apostólico de renovación, nacido en el seno de la Iglesia”, con un marcado “carácter mariano”, según se lee en su página web.

“La formación de un hombre y de una comunidad nueva que sirvan a la Iglesia y a la sociedad” constituye el objetivo de la organización, explicó a BBC Mundo el padre Felipe Ríos, coordinador del movimiento en América.

Schoenstatt fue fundado en octubre de 1914, pocos meses después del estallido de la Primera Guerra Mundial, por el sacerdote alemán José Kentenich (1885-1968).

Su nombre proviene de un pueblo ubicado en la zona de Vallendar, a orillas del río Rin, en el actual estado de Renania-Palatinado, al oeste de Alemania y cerca de las fronteras con Luxemburgo y Bélgica.

Kentenich, quien era miembro de la Sociedad del Apostolado Católico -mejor conocida como Padres palotinos-, era profesor en un seminario que la orden tenía en la localidad de Schoenstatt, palabra alemana que se puede traducir literalmente como “lugar hermoso”.

El religioso, junto a un grupo de estudiantes, restauró una pequeña capilla ubicada en los jardines del seminario y pidió a la Virgen María que la convirtiera en un lugar de peregrinación.

Uno de los signos distintivos de este grupo es que en donde tienen presencia levantan replicas idénticas a la capilla alemana.

“Mucho antes de que cadenas de comida rápida como McDonald’s descubrieran el efecto cultural de establecimientos totalmente idénticos, el Espíritu Santo en Schoenstatt comenzó a hacerlo”, se lee en el sitio web de la agrupación, en el cual se asegura que actualmente hay 200 “santuarios filiales” en todo el mundo.

Un grupo de personas del movimiento Schoenstatt en una celebración.
Cortesía Coordinación Continental de Schoenstatt, América
La formación de una “nueva comunidad” es el objetivo de este movimiento de marcado “carácter mariano”.

Pero, ¿qué es exactamente Schoenstatt? ¿Se trata de una congregación religiosa o de algo distinto?

“Es una organización dentro de la Iglesia católica que nació con la idea de que los laicos podían realizar tareas similares a las de las órdenes religiosas, pero con autonomía respecto de los jerarcas eclesiásticos”, explicó a BBC Mundo el filósofo chileno Ramis.

“El movimiento cuenta con una rama laica -personas que no han tomado los hábitos- y otra religiosa, que incluye una orden sacerdotal y una comunidad de mujeres laicas consagradas. Estas se asemejan mucho a las monjas, aunque no lo son, ya que no toman votos”, añadió el experto en teología, quien es rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de Chile.

Semejanzas y diferencias con el Opus Dei

La historiadora italiana Alexandra von Teuffenbach, además de confirmar que el grupo está conformado por “varias ramas”, señaló que algunas de ellas son “institutos seculares”; es decir, organizaciones cuyos miembros, sin ser religiosos, se comprometen a vivir en pobreza, castidad y obediencia, permaneciendo al mismo tiempo en su entorno social y profesional habitual.

“Comparar a Schoenstatt con el Opus Dei es acertado”, afirmó la investigadora a BBC Mundo, cuando se le mencionaron otras agrupaciones católicas que podrían considerarse equiparables.

Sin embargo, Ramis advirtió que existen diferencias significativas entre Schoenstatt y la organización fundada por el español Josemaría Escrivá de Balaguer.

“Aunque existen semejanzas, Schoenstatt no ha intentado influir en la política. En cambio, durante el franquismo en España, el Opus Dei aprovechó la coyuntura para ubicar a sus miembros en puestos clave de la economía y la banca, los llamados ‘tecnócratas'”, puntualizó el académico chileno.

Hasta la elección de Kast, solo otro miembro de este movimiento católico había ocupado un alto cargo en Chile: su hermano mayor, Miguel, quien se desempeñó como ministro y presidente del Banco Central durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Miembros de Schoenstatt en una de las capillas de Chile
Cortesía Coordinación Continental de Schoenstatt, América
En las zonas donde Schoenstatt está presente, sus miembros levantan réplicas de la capilla que su fundador restauró y en la cual nació el movimiento en Alemania en 1914.

“Este grupo prioriza la vida familiar más que la vida pública”, explicó Ramis.

“Y aunque comparte con el Opus Dei el rigorismo sexual y moral, no tiene un tono tan culpabilizador. No recurre a penitencias como las flagelaciones o el silicio como se denuncia del Opus Dei”, dijo.

“Tiene una fuerte implantación en clases adineradas, aunque también en sectores medios, profesionales y empresariales. No es progresista, sino bastante conservador, pero en algunos elementos se ve un mayor pluralismo ideológico que otras organizaciones de la Iglesia”, remató.

Los calificativos de “ultracatólico” o “ultraconservador” que desde algunos sectores de la sociedad y de la prensa se le da a Schoenstatt no le quitan el sueño a Ríos.

“Somos un movimiento dentro de la Iglesia católica y, por lo tanto, seguimos sus lineamientos. En mi opinión, no somos de los más conservadores dentro de la Iglesia”, remató.

La persecusión nazi y el exilio del Vaticano

Sudamérica fue la primera región fuera de Europa a la que Schoenstatt se extendió, de acuerdo con los registros de la organización.

En la primera mitad de la década de 1930, uno de los seguidores del padre Kentenich llegó a Argentina y, para 1935, se le sumaron cuatro Hermanas de María, integrantes de una de las organizaciones religiosas femeninas que forman Schoenstatt.

Casi simultáneamente arribaron miembros del movimiento a Brasil y, dos años después, ya estaban presentes en Uruguay.

Actualmente, el movimiento católico tiene presencia en todos los países de América Latina, salvo “algunas islas del Caribe, las dos Guyanas y Surinam”, aseveró Ríos.

“Funcionamos más bien desde los santuarios; solo entre Chile, Argentina y Brasil hay casi 80”, agregó el representante de Schoenstatt, quien indicó que también administran más de una docena de colegios en cuatro países (Chile, Argentina, Ecuador y México), así como un hospital en Buenos Aires (Sanatorio Mater Dei) y otras obras dedicadas a “los más pobres”.

La expansión por la región fue impulsada por el propio fundador, quien la visitó en varias ocasiones, según se lee en su biografía.

“Chile, por ejemplo, es uno de los lugares donde Schoenstatt tiene mayor fuerza internacional, debido a que su fundador vivió un tiempo aquí”, explicó Ramis.

Imagen del papa Pío XII rezando
Universal Images Group via Getty Images
El papa Pío XII removió de sus cargos al fundador de Schoenstatt y lo envió a EE.UU. durante 14 años por una serie de señalamientos, entre ellos de presunto abuso.

En 1941, agentes de la Gestapo detuvieron al religioso por sus enseñanzas y, meses después, fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde permaneció hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.

Tras el conflicto bélico, los años de persecusión sufridos en manos de los nazis le otorgaron un nuevo prestigio a Kentenich pero, para finales de la década de 1940, sectores de la jerarquía católica alemana comenzaron a ver con preocupación la forma en que este hombre dirigía el movimiento y el control que ejercía sobre sus miembros.

“La autoridad suprema, a saber, el director general (Kentenich) y la superiora general, son los ‘padres’, es decir, ‘padre de la familia’ y ‘madre de la familia’. Las Hermanas son hijas o niñas. Pero, en la práctica, la ‘madre de la familia’ está totalmente sometida a la voluntad del ‘padre de la familia’, que para todas las Hermanas se equipara a Dios”, alertó en 1949 monseñor Bernhard Stein, obispo auxiliar de Tréveris, a sus colegas de la Conferencia Episcopal de Alemania.

Además, algunas de las hermanas señalaron al sacerdote de haber abusado de ellas.

En 1951 el papa Pío XII separó a Kentenich de su posición dentro de Schoenstatt y lo envió al exilio en Estados Unidos donde permaneció 14 años hasta que se le permitió regresar a Alemania, donde murió en 1965.

“Los seguidores de Kentenich nunca han negado este episodio, pero lo presentaron como un conflicto de poder, donde Kentenich fue víctima de celos y envidias de jerarcas de la Iglesia”, afirmó Ramis.

El fallecido papa Francisco junto a una image de la Mater Ter Admirabilis en 2014.
ALBERTO PIZZOLI/AFP via Getty Images
La imagen de la Mater Ter Admirabilis (Madre tres veces admirable) es el centro de la veneración de Schoenstatt y se puede encontrar en todos sus santuarios por el mundo.

Sin embargo, en 2020 la historiadora italiana Von Teuffenbach publicó el primero de sus dos libros sobre Schoenstatt y su fundador.

En su obra, la investigadora afirmó que Kentenich abusó sexualmente de una integrante de Schoenstatt en Chile en 1947, según la información contenida en los diarios de uno de los investigadores que el Vaticano envió en la década de 1950 para indagar sobre él y su movimiento, así como a partir de archivos del pontificado de Pío XII (1939-1958).

Desde Schoenstatt han negado los señalamientos, aunque han admitido que algunos aspectos del comportamiento de su fundador son controvertidos. Sin embargo, la experta considera que los hechos le dan la razón.

“En el caso de Kentenich, el proceso que llevó a los decretos y al exilio en EE.UU., como también a la prohibición de tener contactos con las monjas, se basa en motivaciones que no están escritas en los decretos. Pero vienen explicadas en los ‘actos’, y en ellos se detallan todas las pruebas que se encontraron. Y sobre esta base los jueces (del Santo Oficio) decidieron”, agregó.

Los señalamientos de Von Teuffenbach contribuyeron a paralizar el proceso de beatificación del sacerdote, iniciado en 1975.

“Cuando la Iglesia beatifica a alguien afirma: este hombre o mujer es un ejemplo para todos. Yo reconozco ciertamente que Kentenich escribió cosas interesantes y seguramente hizo cosas buenas, pero no querría en absoluto que fuera considerado como ejemplo de vida cristiana”, remató la historiadora.

raya gris
BBC

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