“No hemos podido dar todas las respuestas a los familiares de los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa porque no hemos tenido acceso a toda la información existente por parte de las autoridades. Y para nosotros no hay condiciones para seguir. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Con qué información íbamos a trabajar? Se necesita información para llegar a la verdad y a la justicia”.
Con este reclamo, Carlos Beristain y Ángela Buitrago, integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), dieron por finalizada su estadía en México investigando la desaparición en septiembre de 2014 de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Durante la presentación este martes del sexto y último informe del GIEI, que llegó al país en 2015, Beristain y Buitrago denunciaron que ha habido por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) un ocultamiento sistemático de información en el caso, lo que está impidiendo llegar a la verdad de lo sucedido con los normalistas. Esto, a pesar de que el presidente López Obrador instruyó al Ejército para que abriera toda la documentación del caso.
“El acceso a la información ha sido parcial, y parte de esa información se ha ocultado por la Sedena”, subrayó Carlos Beristaín, que recordó que el GIEI regresó a trabajar en el caso ―tras su primera salida durante el gobierno de Peña Nieto― luego de que la actual administración se comprometiera a darles acceso a toda la información disponible, “lo cual, no ha sido así”, lamentó.
“Los dos factores que impiden una investigación efectiva son el ocultamiento de información y la insistencia en negar cosas que son obvias. Todo esto impide llegar a la verdad”, insistió el integrante del GIEI, que además reiteró que “ha sido imposible continuar con el trabajo” ante la falta de información y el ocultamiento de documentación clave por parte de las fuerzas castrenses.
Los investigadores del GIEI apuntaron que “el músculo del Estado” estuvo presente en los hechos de Iguala, “que actuaron y no protegieron a los jóvenes y que sabían lo que pasó”.
“El ocultamiento de información ha contribuido a ocultar responsabilidades del Estado”, dijo por su parte Ángela Buitrago, que también denunció que “las negaciones de las autoridades son un nuevo impacto para las familias de los desaparecidos”.
En este punto, los integrantes del GIEI expusieron que marinos, miembros del Ejército, policías, autoridades locales y estatales, así como órganos de inteligencia del Estado mexicano, supieron “minuto a minuto” y con monitoreo en tiempo real el paradero de los jóvenes, aunque después obstaculizaron la información y se habrían prestado para construir la llamada ‘verdad histórica’ de los hechos.
“El riesgo que hemos enfrentado es que la mentira se institucionalice como respuesta, lo cual es inaceptable”, hizo hincapié Carlos Beristain, que afirmó que “a pesar de la voluntad política inicial, cuando se llegó al núcleo duro de la verdad, de nuevo prevaleció el ocultamiento”.
Los investigadores refirieron que se han reunido en varias ocasiones con el presidente López Obrador (la más reciente, este lunes 24 de julio), para ponerlo al tanto de los avances y también de los obstáculos por parte de la Sedena y de la Secretaría de Marina para continuar con la investigación.
“Gracias a las gestiones del presidente se abrieron archivos para avanzar hasta aquí”, admitió Ángela Buitrago.
“Sin embargo, las negativas a proporcionar la información y la contumacia de las respuestas negativas de mandos de Sedena y Semar, negando que se dispusiera de cierta información, o que se conozcan documentos que realmente existen, no hacen más que negar lo evidente”, contrapuso la integrante del GIEI.
Carlos Beristain, incluso, fue un paso más allá y denunció que “existe una intencionalidad de no dejar que se aclaren los hechos” por parte de las autoridades castrenses, y que hay “un comportamiento más corporativo que comprometido con la verdad”.
Finalmente, los dos integrantes del GIEI dijeron a los padres y madres de familia de los jóvenes desaparecidos, que estaban presentes en el evento realizado en el Centro Cultural Tlatelolco, en la capital mexicana, que el caso Ayotzinapa no se acaba porque ellos se marchen del país.
“El Estado y las instituciones tienen la obligación de investigar y hacer justicia para los desaparecidos. Este caso supone un cuestionamiento profundo para el Estado mexicano”, recordaron.
Ya desde el pasado 27 de junio, familiares de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa denunciaron, tras una reunión ese día con el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, que la Sedena estaba ocultando deliberadamente información del caso, y mostraron su preocupación por la salida de los dos integrantes del GIEI.
“Creemos que ellos (los expertos del GIEI) están en la mejor disposición de quedarse y seguir investigando. Pero el problema es que el Ejército está en desacato con el presidente y no está obedeciendo el mandato de entregar toda la información”, dijo aquel día Mario César González Contreras, padre del normalista desaparecido César Armando González.
“Si el Ejército entregara toda la información, estamos seguros de que los expertos del GIEI (Carlos Beristain y Ángela Buitrago) se quedarían para continuar con las investigaciones. Pero si no abren todo, ¿para qué se van a quedar más tiempo?”, preguntó González, y agregó: “Desconocemos qué información están ocultando los militares o a quién están protegiendo de tan alto nivel”.
“Es algo que no comprendemos”, insistió. “Incluso, la Sedena firmó un decreto estando de acuerdo su titular, Cresencio Sandoval, para liberar toda la información y así ayudar a la localización de nuestros muchachos”.
El grupo islamista que lideró la ofensiva que derrocó al régimen de Al Assad, HTS, utiliza una bandera muy similar a la que usan los talibanes en Afganistán desde hace décadas.
El nuevo primer ministro interino sirio, Mohamed al Bashir, presidió el martes su primera reunión en Damasco.
Detrás de Al Bashir ondeaban dos banderas: la “bandera de la revolución” siria, que es verde, blanca y negra con tres estrellas rojas en el centro, y una bandera blanca con el juramento musulmán de fe transcrito en negro.
Esta segunda bandera, que es la que utiliza oficialmente el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), que controla partes de Siria, se parece a la bandera de los talibanes, que fue reinstaurada en Afganistán cuando el grupo islamista retomó el control del país en 2021.
HTS y otros grupos armados de la oposición tomaron el control de Siria cuando el régimen de Bashar al Assad cayó el 8 de diciembre.
El grupo había avanzado hacia el sur desde su bastión en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, a fines de noviembre.
Desde entonces, el líder del grupo, Abu Mohammed al Jolani (ahora conocido como Ahmed al Sharaa), ha estado tratando de tranquilizar a los sirios diciendo que habrá un gobierno unificado que represente a todas las diversas facciones minoritarias dentro del país, y que ningún grupo será perseguido.
También ha estado tratando de tranquilizar a la gente diciéndoles que no deben temer a un sistema de gobierno islámico.
Sin embargo, la aparición de esta bandera blanca ha suscitado un debate entre los sirios sobre qué mensaje envía sobre el futuro político de Siria.
El incidente “dejó a mucha gente en estado de shock”, informa el corresponsal especial del Servicio Árabe de la BBC, Feras Kilani, desde Siria.
“Esto sugiere que el nuevo gobierno podría seguir el modelo talibán y crear un Estado islámico gobernado por la ley sharía”, dice Kilani.
La sharía es el sistema legal islámico que, en su conjunto, es un código de conducta que determina todos los aspectos de la vida de los musulmanes.
Algunas personas expresaron su “decepción” por la aparición de la bandera en las redes sociales.
El activista político y periodista sirio Rami Jarrah dijo que la exhibición de una bandera islámica detrás de Al Bashir cuando se dirigía a los sirios es “un insulto”.
“Se supone que este hombre representa a los sirios de todos los orígenes religiosos, esto es un insulto escandaloso para todos nosotros”, escribió en X.
Otros han expresado su oposición a que se enarbole “cualquier bandera junto a la bandera de la revolución” en las instituciones gubernamentales.
“Hemos terminado con el partido Baaz y no queremos entrar en otro ciclo de agitación”, afirmó el periodista Nedal al Amari en X.
Pero otros sirios no tienen ningún problema con la bandera blanca, pues creen que no significa necesariamente que el gobierno talibán vaya a ser el modelo a seguir en Siria.
Algunos dicen que podría considerarse como la bandera de su partido, “siempre que permitan que otros partidos políticos estén representados” en Siria.
Los talibanes en Afganistán siguen una ideología sunita y yihadista extrema.
El grupo ha estado usando la bandera blanca con el juramento musulmán de fe escrito en negro desde que llegó al poder por primera vez en Afganistán en 1996.
HTS también ha estado usando esta misma bandera durante algún tiempo, y aparece en instituciones civiles que brindan servicios en la ciudad de Idlib.
Si bien la bandera de HTS y los talibanes es similar, un alto funcionario del gobierno talibán le dijo a la BBC que los dos grupos “no la han copiado el uno del otro”.
El gobierno talibán en Afganistán ha estado celebrando los logros políticos y militares de HTS en Siria, y expresó la esperanza de que esto conduzca al establecimiento de un “gobierno islámico” en el país.
Los partidarios de los talibanes y algunos de sus aliados distribuyeron dulces en reuniones en muchas provincias para celebrar la salida de Al Assad del poder.
La “conexión ideológica” entre los talibanes y HTS es una de las razones por las que los primeros se identifican con los segundos en Siria.
Un alto funcionario talibán, que trabaja en la oficina presidencial, escribió en su cuenta X: “La historia de Kabul y Damasco es la misma, ambas cayeron un domingo, ambas fueron capturadas en 11 días y los líderes de ambos países huyeron”.
Esa misma bandera apareció detrás de Al Jolani en su entrevista con CNN la semana pasada, junto a la “bandera de la revolución”.
Durante la entrevista, dijo que la gente no debería temer a un sistema de gobierno islámico, asegurando que todas las diversas facciones de la sociedad siria estarían representadas.
El experto en grupos islamistas en Siria, incluido el llamado Estado Islámico (EI), Aymenn al Tamimi, le dice a la BBC que el uso de la bandera muestra que HTS quiere representar “un proyecto de gobierno islámico” en Siria.
“Esta bandera es coherente con la posición de larga data [de HTS], mostrándose como representante de los sunitas de Siria”, añade.
Sin embargo, Al Tamimi explica que “sería muy difícil para HTS imponer el mismo modelo de gobierno que los talibanes, ya que la sociedad [siria] en general no aceptaría restricciones como privar a las niñas de la educación superior o el establecimiento de un gobierno autoritario que impida las elecciones populares”.
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