Tras más de 10 horas de audiencia, un juez vinculó a proceso a Francisco Garduño, titular del Instituto Nacional de Migración (INM), por el delito de ejercicio indebido del servicio público.
Tras unas 10 horas de audiencia, esto dijo el comisionado Garduño al salir del centro de justicia federal en #CiudadJuárez
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El funcionario seguirá su proceso en libertad, tal y como se determinó en su primera audiencia. También permanecerá al frente del INM.
Se estableció un plazo de cuatro meses para la investigación complementaria.
La audiencia de Garduño comenzó a las 11:00 horas. Llegó acompañado de su abogado, así como de un médico, de acuerdo con información de La Verdad.
Franciso Garduño se reservó su derecho a declarar.
#Entérate Francisco Garduño Yáñez, comisionado del @INAMI_mx , arriba al Centro de Justicia Federal en #CiudadJuárez para comparecer en la audiencia de vinculación o no a proceso por el caso del incendio de la estación migratoria donde murieron 40 migrantes
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— La Verdad (@LaVerdadJz) April 30, 2023
Sus abogados solicitaron el desahogo de unos 30 medios de prueba para tratar de desacreditar la acusación
Durante la audiencia, la defensa aseguró que Garduño delegaba responsabilidades de acuerdo a un escalafón jerárquico.
Aunque la Fiscalía pedía la separación del cargo del comisionado, el juez desestimó los argumentos y solo pidió que el acusado se presente a firmar cada 15 días.
Tras la investigación por la muerte de 40 migrantes en una estación migratoria en Cd. Juárez, Chihuahua, el Ministerio Público del estado acusó a Francisco Garduño, titular del Instituto Nacional de Migración (INM) del delito de ejercicio indebido del servicio público.
En su primera audiencia se dio a conocer que Garduño, desde su posición de servidor público federal en activo, omitió supervisar, vigilar y proteger a personas y edificios en la unidad de Chihuahua.
Dichas omisiones provocaron que en la estación migratoria se registrara hacinamiento, falta de agua y de comida suficiente y adecuada.
De acuerdo con la fiscal federal, el titular del INM fue omiso en vigilar el cumplimiento de siete protocolos.
Uno de ellos es para la entrega de cobija y colchonetas; la Unidad Interna de Protección Civil del INM no verificó el riesgo de usar aquellas elaboradas de vinil y al parecer el comisionado tampoco, aunque era parte de sus facultades.
Presuntamente Garduño fue omiso en vigilar el cumplimiento a un protocolo para evitar hacinamiento, en el que se marca que las estaciones no deben estar a más de 80 por ciento de su capacidad.
Un dictamen en materia de seguridad industrial permitió establecer que la estación migratoria no cumplía con la normatividad necesaria pues no contaba con sistemas contra incendios, salidas de emergencia, ni rutas de evacuación.
Además, había siete detectores de humo fuera de servicio, se mencionó al exponer los datos de la acusación contra el titular del INM.
En la Europa medieval comenzó a circular la historia de una mujer muy culta que vivió en el siglo IX, y que fue elegida Papa entre 855 y 857. Te contamos cómo nació esta leyenda y por qué se mantuvo en el tiempo.
En la Europa medieval comenzó a circular la historia de una mujer muy culta que vivió en el siglo IX, se vestía de hombre para poder recibir una educación universitaria, y que viajó a Roma donde ascendió por la jerarquía de la Iglesia para luego ser elegida Papa entre 855 y 857.
Su papado llegó a un final dramático cuando se descubrió que era mujer, al dar a luz en la calle durante una procesión y diferentes versiones la tienen muriendo asesinada o por causas naturales.
El relato de la papisa Juana -Ionannes Anglicus o Juan el inglés, como se la conoce en los textos medievales- ha sido puesto en duda a través de los siglos y es rechazado por la mayoría de los expertos. Pero, sin embargo, se sigue contando.
Su historia fue adoptada como moraleja por la Iglesia católica para mantener a las mujeres dentro de sus roles tradicionales y, después de la Reforma del cristianismo, por los protestantes para restarle legitimidad al catolicismo y al poder de Roma.
También muestra la difusa frontera entre la verdad y la ficción en la crónicas históricas y hoy día su relato sigue vivo en novelas, el teatro y el cine.
Pero, ¿cómo surgió la leyenda de la papisa Juana, por qué persiste y cómo ha figurado en la estructura de la Iglesia?
Se supone que vivió en el siglo IX, pero no es sino hasta mediados del siglo XIII que la leyenda se escribe por primera vez, aunque es muy posible que estuviera circulando de forma oral antes de eso.
Hay tres versiones tempranas clave de escritores dominicos: Jean de Mailly, Esteban de Borbón y Martín de Polonia, que son muy similares con cada uno agregando elementos particulares.
Según estas, Juana nació en la ciudad alemana de Maguncia, de padres ingleses, aunque no se sabe nada sobre ellos.
Cuando todavía era relativamente joven, se escapa de casa con su amante y se disfraza de hombre. Ambos van a Atenas con el propósito de obtener una educación universitaria donde, al parecer, ella sobresale en ese entorno y es considerada una erudita sin igual.
Luego viaja a Roma todavía vestida como hombre, se hace llamar Juan y se convierte en profesora del Trivium, enseñando gramática, lógica y retórica a destacados nobles y discípulos.
Gana una reputación no sólo por su brillantez académica sino por su integridad moral, hasta el punto en que logra ascender por las filas de la Iglesia.
“La vestimenta clerical en ese período es más como una túnica y sería concebiblemente bastante fácil esconder el cuerpo de una mujer [bajo esta]”, comentó al programa In Our Time de la BBC Katherine Lewis, profesora ad honorem de Historia Medieval de la Universidad de Lincoln, Inglaterra.
“Es importante que ella vistiera como un hombre, de lo contrario no habría podido obtener una educación académica ni asumir un papel clerical, porque las mujeres tenían prohibido recibir órdenes sacerdotales”, explicó.
Así, se convierte en cardenal y luego es elegida Papa por unanimidad, supuestamente como sucesora de León IV, que murió en 855.
Ejerce el papado durante dos años, siete meses y cuatro días. Al parecer lo hace muy bien, dice Katherine Lewis, con una excepción: no sigue el estilo de vida célibe requerido del Sumo Pontífice.
Continúa su relación carnal con su amante y en consecuencia, queda embarazada y da a luz de forma pública y dramática durante una procesión, revelando su verdadera identidad.
Hasta ese momento nadie sospechaba nada, pero debido al intenso horror que causa ese hecho, sufre una brutal ejecución. Es atada de pies y manos y arrastrada por un caballo fuera de la ciudad, mientras es lapidada por una multitud enfurecida.
En otras versiones no es sentenciada a morir por la Iglesia, sino que se arrepiente, se retira a un convento y su hijo llega a ser obispo.
Muchos de los expertos coinciden en que la historia de la papisa Juana es ficción. Incluso los relatores del medioevo abordaban el tema aludiendo a que surgía de un rumor.
Anthony Bale, profesor de Inglés Medieval y Renacentista de la Universidad de Cambridge, señaló que hay otra forma de interpretar el relato aunque no sea necesariamente cierto en el estricto sentido histórico.
“Se supone que es moralmente cierto. Que es algo que puede ser útil para hablarnos de la moralidad contemporánea”, expresó en el mismo programa In Our Time de la BBC.
Según las autoridades medievales, había a cosas dignas de repetición. Lo que vale repetir no es si hay evidencia arqueológica del relato, sino si es moralmente verdadero. “La leyenda misma se puede leer como una parábola sobre la verdad”, indica Bale.
“La historia sugiere que Juana es capaz de hacerse pasar por un hombre, de ser educada como hombre, de enseñar como hombre y de ser un buen Papa, pero la verdad de su cuerpo como mujer biológica se impondrá”.
Y eso sucede de una manera muy pública, humillante y vergonzosa, dice el académico. Su cuerpo se muestra públicamente como una mentira y aparece la verdad.
La leyenda se intensifica con el paso de los siglos, con cientos de repeticiones, elaboraciones, embellecimientos y exageraciones.
Algunas versiones mantienen el statu quo de los relatos del siglo XIII, pero escritores posteriores añaden elementos obscenos y tiñen a Juana de una influencia diabólica o maligna.
El poeta italiano Boccacio (1313-1375) incluye la historia en su obra De Mulieribus Claris (“Sobre mujeres famosas”), una serie de biografías de mujeres históricas o mitológicas.
Su relato tiene dos partes, explica la catedrática de Literatura Inglesa Medieval de la Universidad de Swansea, Laura Kalas. Una positiva, en la que halaga la inteligencia y cultura de Juana, y la otra increíblemente misógina en la que la describe como una especie de aberración.
“Creo que el escritor está recogiendo los detalles más salaces de su historia para entretener a sus lectores”, comentó Kalas a la BBC. “Se refiere a su lujuria, que tiene un apetito sexual voraz”.
La descripción refuerza la manera polarizada en la que las mujeres en el medioevo eran vistas: la tipología de la Virgen María casta frente a la tipología de Eva como una prostituta.
Boccaccio parece colocar a Juana en esta última, como una mujer malvada que ha traído vergüenza a la Iglesia. Pero su contemporáneo Petrarca va aún más lejos, escribiendo dramáticamente sobre la forma en que las acciones de Juana perturban la naturaleza.
“Petrarca describe cómo, cuando se revela el sexo de Juana, en Italia llueve sangre en la calles durante tres días y noches. En Francia, milagrosamente aparecen langostas gigantes con seis alas y potentes dientes”, relata la profesora.
Ante estos relatos extraordinarios, no se puede evitar pensar que algunas personas en la Iglesia sintieron que esta era una historia tan ridícula que ni siquiera necesitaban refutarla, pero “nadie plantea realmente ninguna objeción a la historia”, resalta Katherine Lewis.
Eso no empieza a suceder sino hasta el siglo XVI, cuando la cristiandad occidental se ha fragmentado dando paso a la Reforma, y Juana juega un papel interesante en las discusiones doctrinales entre católicos y protestantes.
Como los protestantes niegan la autoridad del Papa, usan la idea de que ha habido una papisa para invalidar el papado, pues la iglesia Católica no la cuenta en la sucesión papal -hay un vacío- así que los católicos no pueden afirmar que están unidos en una línea ininterrumpida a Pedro.
Si su ordenación no es válida, eso pone en duda la ordenación de todos los papas posteriories e, igualmente, todos los sacerdotes y así sucesivamente.
Irónicamente, tenemos a los protestantes que normalmente nunca creerían en la palabra de los cronistas medievales, aceptando lo que estos dicen sobre la existencia de Juana, explica Lewis.
“Así, de repente, los católicos se dan cuenta de que ahora tienen que contrarrestar esto y son los primeros que empiezan a desmontar la leyenda”.
Los primeros reformadores del siglo XIV, como Walter Brut y John Wycliffe, argumentaban que la iglesia Católica estaba equivocada respecto al trato que le daban a las mujeres.
Brut, durante un juicio que se le realizó por herejía al llamar al Papa “AntiCristo”, usó el ejemplo de Juana para justificar un papel más importante de las mujeres en la Iglesia, incluso dotarlas del poder para consagrar la eucaristía.
Una propuesta que es rechazada por las autoridades católicas y continúa siendo anatema en esa Iglesia moderna.
Es más, a partir del medioevo, la leyenda de la papisa Juana se utiliza como una forma para razonar por qué las mujeres no deberían ser ordenadas y cómo su papel en la Iglesia debería ser severa o completamente limitado.
La profesora Laura Kalas señaló que durante el medioevo las mujeres están configuradas por su fisiología para ser inferiores a los hombres y también ser más susceptibles a ciertas ideas.
“Se entendía que sus cuerpos eran más fluidos y fríos, y receptivos a ideas inmorales”, dijo Kalas. “Ese tipo de opiniones sobre lo que es natural comienzan a ser utilizadas para justificar códigos morales de comportamiento y estructuras eclesiásticas”.
A raíz de esa cautela contra las mujeres en la Iglesia, surge una curiosa leyenda de una silla especialmente diseñada para verificar el sexo de un nuevo Sumo Pontífice.
Cuenta el mito que antes de su proclamación, el Papa era sentado en una silla con un agujero por entre el cual un diácono o clérigo menor palpaba y gritaba: “¡Tiene testículos!” para verificar que era hombre.
Sin embargo, no hay evidencia de que ese rito haya sucedido realmente.
Hasta el día de hoy, ha habido innumerables recreaciones de la leyenda de Juana.
Hay novelas de siglo XIX, como la del autor griego Emmanuel Rhoides en 1866, admirada por escritores como Mark Twain y traducida al inglés por Lawrence Durrell in 1954 como “La curiosa historia de la papisa Juana”.
La historia inspiró una opereta del dramaturgo dadaísta francés Alfred Jarry, llamada “El fabricante de mostaza del Papa”, y ha habido varias piezas teatrales que tocan el tema o hacen referencia a la papisa.
La obra teatral Top Girls (1982) de la británica Carol Churchill se desarrolla durante una cena a la cual están invitadas varias mujeres de diferentes épocas y Juana es una de ellas.
También está representada en el cine. La primera película fue una producción británica con la famosa actriz sueca Liv Ullman en el rol estelar. Pero la historia se centró en las relaciones románticas de Juana y criticada por su perspectiva chauvinista.
Una producción alemana, Die Päpstin (2009), se basó en la novela Pope Joan de la estadounidense Donna Woolfolk Cross.
“Es una representación muy positiva de Juana y con tonos anticatólicos”, comentó la profesora Laura Kalas. “El nacimiento de su hijo es público pero no se presenta de manera vergonzosa como lo hicieron los cronistas del siglo XIII”.
Estas interpretaciones más modernas tienen un trasfondo feminista en el sentido que abordan el tema de mujeres que intentan progresar en un mundo patriarcal, señaló Kalas. “Han reivindicado a Juana como una especie de precursora o modelo de mujer sacerdote”.
La profesora Kalas hace referencia a un libro de la escritora católica y feminista Joan Morris, publicado en 1985, en el que defiende la ordenación de las mujeres y propone que la papisa Juana, en efecto, existió.
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