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Hasta encontrarles: así luchan las familias por hallar a sus desaparecidos en la CDMX
Hasta encontrarles: así luchan las familias por hallar a sus desaparecidos en la CDMX
Cuartoscuro
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Hasta encontrarles: así luchan las familias por hallar a sus desaparecidos en la CDMX

La mayoría de casos de desaparición registrados por la Comisión de Búsqueda de Personas CDMX se concentran en Iztapalapa, Cuauhtémoc y Gustavo A. Madero.
15 de julio, 2021
Por: Dalila Sarabia

Cuando se habla de casos de desaparición de personas es común pensar en lo que se vive en otras entidades de México y no en la CDMX. Ya sea por la situación geográfica o porque la voz de sus familiares se ve opacada frente a otros fenómenos propios de la capital del país, la realidad es que la desaparición de personas en la ciudad no es un tema menor.

En 2019, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció la creación de la Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México. En aquel momento la funcionaria refirió que desde 1992 en la capital del país se contabilizaban 792 personas desaparecidas vinculadas a un tema de derechos humanos.

Sin embargo, lo que se vive en la CDMX es mucho más alarmante.

De acuerdo con el Registro Interno de Personas Desaparecidas de la Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México, solo entre el 25 de junio del 2019 y el 28 de junio de 2021 se contaba con el reporte de mil 666 personas desaparecidas.

De ellas, según la base de datos pública dispuesta en su portal de internet, mil 057 personas habían sido localizadas -89 de ellas sin vida-, mientras que a la fecha 609 continúan desaparecidas.

Unidos para ser escuchados

Hace tres años, el 27 de abril de 2018, Mariela Vanessa Díaz Valverde de 21 años, estudiante del segundo semestre de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, desapareció luego de salir de su domicilio en la alcaldía de Iztapalapa.

Cuando sus familiares exigían una investigación y la búsqueda de la joven, se encontraron con otras personas que también tenían un familiar desaparecido y que enfrentaban a las autoridades al igual que ellos. Se unieron y juntos alzaron la voz para exigir el actuar de las autoridades.

Para marzo de 2019, y luego de advertir que, si no se unían formalmente, sus voces no serían escuchadas, decidieron constituir el colectivo Hasta Encontrarles CDMX.

“Se decide que se nombre como un colectivo de familias de personas desaparecidas en la ciudad de México sobre todo porque una vez que se van encontrando (las familias) se dan cuenta de que no son casos aislados como se cree en la ciudad de México y porque hay una especie de problema de reconocimiento del fenómeno en la ciudad”, dice Mitzi Robles, integrante del grupo.

Al configurarse como un colectivo de búsqueda asumieron que no sólo se ocuparían de dar cuenta de los estragos u omisiones que las autoridades suman a lo largo de los procesos de investigación, sino también la posibilidad de incidir tanto social como políticamente en la visibilización de un fenómeno del cual no se habla en la ciudad.

En poco más de dos años de existencia, el colectivo Hasta Encontrarles CDMX acompaña formalmente 15 casos de desaparición, sin embargo, subrayan que también han dado acompañamiento y asesoría a decenas de casos más sin importar que no estén integrados oficialmente en el colectivo.

“Ciertamente hemos aprendido en este tiempo que es muy difícil pensar en las desapariciones en la CDMX porque ya tenemos creada la idea del fenómeno de desaparición muy ad hoc a como sucede en los estados del norte (…) y porque hay una imagen de la ciudad de México como la ciudad de vanguardia, la ciudad de los derechos, una ciudad que además se supone hipervigilada en donde sería difícil hablar de desaparición de personas porque iría completamente en contra de un proyecto político y económico de una ciudad como esta”, explica Robles en entrevista con Animal Político.

La lucha del colectivo no se ha limitado a buscar a sus familiares desaparecidos, sino a hacer un llamado a las autoridades -tanto fiscalías, comisiones y gobierno- para que volteen a ver esta realidad, y aunque no ha sido fácil lograrlo, desde marzo del año pasado, mantienen comunicación directa con Claudia Sheinbaum quien les recibe por lo menos cada dos meses.

“Tenemos una reunión con ella para ver el estatus del avance de las investigaciones, pero también para poner sobre la mesa demandas y observaciones generales del funcionamiento estructural de las instancias encargadas de investigar y buscar”, detalla Mitzi.

Aunque se trata de encuentros que les permiten exponer sus inquietudes, admiten que el que hayan tenido que llegar hasta la jefa del gobierno es un indicativo de que algo está fallando en toda la estructura encargada de atender el tema de desapariciones en la CDMX.

“Nada más sintomático de que las estructuras no funcionan, que el que tengamos que llegar hasta el último nivel institucional para expresar cuáles son las inconformidades que se están teniendo”, destaca.

“Cuando llegamos a todas estas instancias nos damos cuenta de que hay un problema estructural muy serio de cómo funcionan las instituciones, que aún cuando se tienen protocolos muy establecidos que supuestamente están funcionando con una legislación de años, pues nos damos cuenta de que en términos de opertativizar esos protocolos y esa legislación, lo que hay es incapacidad, opacidad, corrupción e impunidad, todo esto asociado a procesos de revictimización de las propias familias”.

Desapariciones generalizadas y localizadas

“Tenemos la imagen de la desaparición asociado al tema de las fosas clandestinas, no quiere decir que aquí en la CDMX no existan (…) pero cuando hablamos de desaparición en la ciudad de México, para empezar dices ¿en dónde los encuentras?, ¿a dónde vas a buscarlos? En otros estados el propio escenario geográfico te puede dar un imaginario o una idea de dónde podrías empezar la búsqueda de una persona, pero en la ciudad eso se complejiza muchísimo”, detalla la integrante del colectivo Hasta Encontrarles CDMX.

De acuerdo con el trabajo que ha hecho el colectivo, alcaldías como Iztapalapa, Xochimilco, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón son las demarcaciones en donde se concentran los casos a los que han dado seguimiento, territorios que coinciden al analizar la base de datos pública que actualiza cada mes la Comisión de Búsqueda de Personas en la Ciudad de México.

De los mil 666 reportes con los que cuenta la comisión, la alcaldía de Iztapalapa es donde se concentra el mayor número de denuncias por desaparición con 245 casos. Le siguen Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón y Coyoacán con 186, 163, 100 y 94 casos respectivamente. En 245 casos no se cuenta con la información del municipio donde ocurrió la desaparición.

A través de una respuesta de información pública, la Fiscalía General de Justicia de la ciudad (FGJ) informó que de febrero de 2012 al 23 de marzo de 2021 cuenta con el registro de 96 carpetas abiertas por el delito de desaparición forzada en la capital del país.

En este caso la alcaldía de Gustavo A. Madero encabeza las denuncias con 20 de ellas, seguida por la alcaldía de Cuauhtémoc con 11 carpetas de investigación.

“Intuimos, -porque aún no tenemos esta información sistematizada-, que (en estos territorios) tiene que ver la diversidad de las violencias que se asocian y se relacionan en una ciudad como esta y que claramente tendrían que ver con una lógica macrocriminal. Sería absurdo decir que en la ciudad de México no hay crimen organizado. El año pasado tuvimos sucesos que nos dieron cuenta de que sí hay crimen organizado en la ciudad de México, aunque tampoco esté del todo reconocido”, subrayó Robles.

Respecto a las edades y sexo de las personas desaparecidas en la CDMX, el colectivo no tiene identificado un grupo que prevalezca.

En un inicio, explican, se conformaron como un colectivo que acompañaba casos de desaparición de niñas y mujeres, pero al paso de algunas semanas se les acercaron familias de niños y hombres que pedían su apoyo para encontrarlos.

“Eso nos empezó a dar a nosotros una perspectiva más amplia del problema, porque ciertamente nos enfrentamos a la demanda de apoyo, aunque al inicio pensamos que íbamos a ser un colectivo para casos de mujeres, pues obviamente no podíamos cerrarnos y decir que no íbamos a apoyar a estas familias”, agrega.

Al preguntarle si acompañan más casos de mujeres u hombres desaparecidos, la integrante del colectivo dice que los casos están muy equilibrados, prácticamente es el 50% y 50%, sin embargo aclara que “a nosotros no nos gusta centrarnos en esta lógica de cuántos hombres y cuántas mujeres porque eso sentimos que nos quita un poco la atención del reconocimiento y la especificidad de las violencias, entonces cuando hablamos de desaparición decimos desaparición generalizada, pero reconociendo justamente qué desapariciones están sucediendo y quiénes están desapareciendo”.

En el caso de desaparición de hombres, detalla, hay una proximidad muy directa al tema de crimen y eso es una línea de investigación que siempre se sigue cuando les llega el caso de un hombre mayor de edad.

Cuando se trata de un menor de edad, muy probablemente está asociado a un tema de corrupción de menores, y en el caso de niñas y mujeres, claramente está toda la violencia que atraviesan los cuerpos femeninos o feminizados que les dan indicios de por qué se están dando las desapariciones y cuáles podrían ser los delitos asociados.

Fue a la tienda y no lo volvieron a ver

Édgar Guzmán de 42 años salió de su casa el 7 de agosto del 2020. Solo iba a la tienda a ponerle crédito a su celular, pero desapareció y desde ese día su familia no sabe de él.

“El último que lo vio aquí en la casa fue mi marido, eran las 17:30 horas y le pidió un cargador y un celular porque se había descompuesto el de él y le dijo que iba a salir a ponerle crédito y que regresaba. Esa fue la última vez que lo vimos”, dice Aida Guzmán, hermana de Édgar.

En entrevista con Animal Político la mujer narra que, aunque todos vivían en el mismo predio en la alcaldía de Álvaro Obregón, él tenía una entrada privada a su cuarto, así que no les llamó la atención que no volviera a los 20 minutos ni que no les avisara que había vuelto, pues era común que se quedara platicando con sus amigos de la cuadra.

“Nuestro problema es que eso fue un viernes y el sábado nosotros ya traíamos planes de irnos al estado de Morelos porque nos habían prestado una casa para despejarnos un poco de la pandemia porque ya estábamos hartos de estar encerrados en la casa. Mi hermano ya sabía, entonces salimos muy temprano y por costumbre de no estar atrás de él no se me ocurrió tocarle y decirle que ya me iba, solo le mandé un mensaje”, recuerda Aida.

En el breve texto le puso que ya se habían marchado y que no olvidara alimentar a sus perritos.

Durante el fin de semana no hubo respuesta al mensaje, pero no fue una señal de alarma para la familia porque sabían que ante cualquier emergencia él les escribiría o les llamaría de inmediato.

El miércoles 12 de agosto Aida y su familia volvieron a la CDMX. Sus perritos estaban más que hambrientos, no tenían comida ni agua. La reacción inmediata de la mujer fue de coraje, ¿cómo era posible que su hermano hubiera olvidado alimentar a sus animalitos?

El cuarto de Édgar estaba cerrado. Buscaron una llave y abrieron. Todas sus pertenencias estaban: su cartera, sus identificaciones, su tarjeta de banco, parecía que nada material faltaba. Su cama estaba hecha, pero él no estaba.

“Nadie de nuestros vecinos nos supo dar razón de si lo vio o no (…) así que decidimos ir a denunciar la ausencia”, dice Aida.

Ante la falta de información, uno de sus primos llamó al 911, quizá tuvo un accidente y estaba en algún hospital. También preguntaron en las unidades covid-19, pues pensaron que se habría enfermado y lo habrían internado, incluso preguntaron si estaba detenido. Al no recibir ninguna respuesta decidieron ir al Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) y nada, no había rastro de él.

“Ahí empezamos el viacrucis de las autoridades que lo primero que te dicen ‘¿qué, tu hermano no es fiestero?’, ‘seguramente está de parranda’ y muchos días lo tuvieron catalogado como chavo de fiestero y eso nos lo dijo alguien que trabajaba ahí”, reclama Aida.

Solicitaron las grabaciones de las cámaras de vigilancia de su cuadra, pero no había nada. De las cuatro cámaras sólo funcionaban tres y la cuarta apuntaba a la copa de un árbol. “No es único caso que nos hemos encontrado en el que casualmente ese día no grabó la cámara o no funcionaba, ya dominamos sus justificaciones”, reprocha la mujer.

A un mes de la desaparición de Édgar, Aida recibió una pista a través del Messenger. Una mujer la contactó y le aseguró conocer el lugar en el que tenían cautivo a su hermano.

En compañía de policías de investigación, Aida acudió a una reunión con esta mujer quien informó la ubicación de la casa de seguridad en la alcaldía de Álvaro Obregón en la que supuestamente estaba Édgar y otros dos hombres. Según lo que la joven refirió, los tres cautivos estaban amarrados y gravemente golpeados.

“En ese caso las autoridades se movieron para conseguir la orden de cateo de la propiedad. (…) ahí detuvieron a una persona, le encontraron celulares, drogas y armas. No supe qué les dijo, solo me dijeron que sí reconoció a mi hermano y que tenía mucho tiempo que no lo veía por la zona. Supuestamente levantaron el piso para buscar si no había algo ahí enterrado”, comparte Aida.

Fue hasta ese momento que la carpeta de investigación que se tenía por la ausencia de Édgar cambió al delito de desaparición forzada.

Ahí empezaron los pensamientos negativos

Aida reconoce que hasta ese momento en su mente comenzaron a rondar los pensamientos negativos sobre lo que le pudo haber pasado a su hermano.

En la búsqueda de Édgar, dice, ha ido conociendo gente en la misma alcaldía lo que le ha permitido advertir que el crimen organizado y las bandas delictivas están creciendo.

“No han querido aceptar que la desaparición está creciendo bastante fuerte. Ya no es tan chiquito el grupo de desaparecidos que hay en la ciudad en comparación con otros estados que antes siempre estaban catalogados como donde más desaparecía gente”, asegura la mujer.

“Yo he visto en mi caminar que la CDMX ya no está muy debajo de la lista de dónde más desaparece gente. Ya no creo que seamos de los de más abajo y lo más triste es que en esta ciudad, yo creo que porque el mismo gobierno no quiere aceptar que la desaparición ha crecido, entonces no ponen a las personas adecuadas ni les dan dinero (presupuesto)”.

Aida se acercó a la Comisión de Búsqueda de Personas de la CDMX y aunque al inicio la atendieron, al paso del tiempo, cuando ella quería saber qué noticias se tenían de su caso, ya no le volvieron a contestar ni el teléfono, ni los correos electrónicos que enviaba.

“Yo me he dedicado a ir a los diferentes estados porque la Comisión de Búsqueda es la encargada de hacer oficios de colaboración a los diferentes estados, al menos los aledaños, para avisarles de la desaparición, pero no lo hacen, entonces nosotros como familiares tenemos que ir conforme nuestras posibilidades de tiempo y dinero”, reprocha.

Así, en los casi 11 meses que lleva desaparecido su hermano, Aida no sólo ha ido al Estado de México, Morelos, Hidalgo o Tlaxcala, sino que ha viajado hasta Jalisco y Guerrero para llevar el expediente de búsqueda de su hermano para que, si llegara a haber alguna noticia en aquellas entidades, de inmediato se le notifique.

En ocasiones, dice, cuando familiares con personas desaparecidas le dicen que irán a tal o cual estado a dejar sus expedientes, ella les coopera para el pasaje con el fin de que se lleven también sus documentos y los presenten en las comisiones de búsqueda de aquellas entidades.

Lee más: Desaparición de mujeres se concentra en 5 estados; en Edomex ocurre una cada 12 horas

¿Dónde buscar?

El fenómeno de las desapariciones en la ciudad es de tal complejidad que no se puede seguir solo un camino, por ello, explica Mitzi Robles, integrante del colectivo Hasta Encontrarles CDMX, se necesita una comisión de búsqueda que tenga la capacidad de hacer análisis macrocriminal, análisis de violencias por género y análisis ampliados de infancias y adolescencias, sin dejar de lado los análisis de violencias familiares porque es un tema del que no se habla en los fenómenos de desaparición pero que forman parte del contexto social de la capital del país.

“En la ciudad de México ha sido muy difícil incluso imaginar un mapa de las desapariciones porque los propios escenarios geográficos se vuelven muy complejos. En la ciudad de México cuando pensamos en salir a hacer búsqueda de campo, pensamos claramente en los lugares limítrofes que tienen que ver más con zonas boscosas, con campos abiertos o barrancas, pero también tenemos cuerpos acuíferos que también podrían estar funcionando como lugares de desaparición”, expone Robles.

“Pero también asumimos en esta lógica del espacio urbano que seguramente hay espacios cerrados en donde también podrían empezar a configurarse como espacios en donde la gente también podría estar siendo desaparecida”.

Aida, por ejemplo, ha participado en dos búsquedas de su hermano en las barrancas de Álvaro Obregón, sin embargo, éstas han sido infructuosas porque las personas que envían a hacerlas no están capacitadas para llevarlas a cabo.

“Geográficamente nuestra ciudad tampoco nos ayuda en la cuestión de desaparición (…) en otros estados como que sabes las zonas dónde buscar, pero en la CDMX hasta en el drenaje hay gente que vive ahí”, recalca la mujer.

“La gente de la comisión (de búsqueda de personas) no tiene los conocimientos ni la experiencia de una búsqueda. Solo los bomberos pudieron buscar porque se tuvo que hacer a rappel y los familiares no pudimos entrar. Se debió hacer otro tipo de búsqueda, de más días, pero no les interesa, solo de afuerita. Llevan herramienta que ni saben utilizar”, reclama Aida al contar cuando se hizo la búsqueda de su hermano en una barranca de Álvaro Obregón.

Mejor los familiares están capacitados para llevar a cabo estas búsquedas porque, afirma, han aprendido hasta con videos en YouTube.

Relevo sin experiencia

En octubre del 2020, Fernando Elizondo García, entonces comisionado de búsqueda de la CDMX, presentó su renuncia.

De acuerdo con el colectivo Hasta Encontrarles CDMX, de la noche a la mañana el funcionario se fue sin siquiera explicar los motivos. Ahí empezó un nuevo viacrucis para las familias.

“(Fueron) seis meses en donde solamente había una encargada de la oficina, pero que para los familiares con personas desaparecidas lo que representó fue el estancamiento total de las pretendidas acciones de búsqueda”, explicó Mitzi Robles, integrante del colectivo.

Aunque se estaba atravesando por la contingencia sanitaria por el covid-19, las familias urgieron a las autoridades locales que empezaran de inmediato el proceso para elegir a quien ocuparía el cargo, pues las plataformas para llevarlo a cabo estaban habilitadas.

Después de meses de presión, en los que no avanzaban las investigaciones por la desaparición de sus familiares, el gobierno local emitió la convocatoria para elegir a quien estaría al frente de la Comisión de Búsqueda de la ciudad, pero desde el principio el colectivo advirtió las inconsistencias.

La primera de ellas es que Lizzeth Hernández -quien fue elegida comisionada de búsqueda de la CDMX- no fue respaldada por ninguna organización o grupo de víctimas que denotara credibilidad para ocupar el puesto, sino que ella se autopostuló.

Después, tuvo un pobre desempeño en la entrevista pública que se hizo para conocer su expertise en el tema. En preguntas sobre legislación o principios rectores sus respuestas fueron calificadas por el colectivo como “vagas”.

“A nosotras nos dan la noticia del nombramiento de manera extraoficial en una reunión con Claudia Sheinbaum, ahí cuestionamos las razones (del nombramiento) y nuestra pregunta fue ignorada”, reprochó Robles.

En la Gaceta oficial del Gobierno de la ciudad del 1 de abril se publicó la designación de Hernández como la titular de búsqueda de personas de la CDMX, a lo que familiares y el propio Consejo Ciudadano de Búsqueda de Personas de la ciudad de México -quienes acompañaron el proceso- reaccionaron enviando cartas de inconformidad a la jefa de gobierno.

En estas misivas reprocharon la elección de Hernández al considerar “que no tiene los conocimientos básicos en materia de desaparición de personas dado que ignora elementos elementales de la normativa internacional y nacional en materia de desaparición y desaparición forzada de personas”.

A iniciativa y petición propia, integrantes del colectivo sostuvieron una reunión con la recién nombrada comisionada de búsqueda de personas de la CDMX. Un encuentro que, afirman, les sirvió para confirmar que no es la persona adecuada para el cargo.

“Esa reunión nos sirvió para reivindicar nuestras sospechas de que no era una persona que tuviera las aptitudes, las capacidades, porque no nos pudo presentar, ni siquiera de manera general, un plan de trabajo, lo cual es muy preocupante porque si te dices una persona experta en la materia (…) al menos un mapa mental tienes”, dijo Robles.

Cuando se le preguntaron cosas específicas sobre cómo coordinaría e implementaría el sistema nacional de búsqueda y el plan nacional de búsqueda, detalló, no dio ninguna respuesta precisa, demostrando que no tiene claridad de qué significan esas instancias.

Incluso, les pidió tres semanas para que les pudiera presentar un plan de trabajo.

“Es muy grave que a personas con familiares desaparecidos se les pida esperar (porque) lo que juega en contra a estas familias es el tiempo”, sostiene.

“Me parece que también es un tema de falta de sensibilidad de lo que se está señalando y que están llevando a las familias a los tiempos burocráticos y no se está entendiendo que un día, un mes, pone en riesgo la vida de las personas que están desaparecidas”.

Aida Guzmán, que desde agosto pasado busca a su hermano Édgar, consideró que la designación de una persona sin experiencia en el ramo es muestra de lo poco que interesa a las autoridades el tema de desapariciones en la ciudad de México, por ello, les urgió ocuparse de este fenómeno y aceptar que la capital del país ya no es el oasis que llegó a ser años atrás.

“Yo le pido a las autoridades que se quiten la venda de los ojos porque el crimen organizado aquí ya está. Hay muchas bandas de crimen organizado, de narcos, aunque no lo quieran aceptar. Lo que pido es que acepten que su ciudad ya no es la ciudad segura que ellos quieren creer, tienen que aceptar que la seguridad se les salió de sus manos y que no hay ninguna alcaldía segura”.

En tanto la titular de la comisión de búsqueda de personas de la CDMX presenta un plan de trabajo, familiares con personas desaparecidas continúan la búsqueda con sus propios medios, pidiendo prestado para llevar sus expedientes a otras entidades y saliendo a recorrer barrancas siguiendo pistas que ellos mismos encuentran porque ante la urgencia, las autoridades les han pedido que esperen.

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“Feliz Navidad”: la canción de José Feliciano que llevó el español a la Navidad global
7 minutos de lectura

De seguro escuchas esta canción todos los años, aunque sea por casualidad al encender la radio. Lo que no sabes es que José Feliciano, el puertorriqueño que la compuso, enfrentaba uno de los momentos más difíciles de su carrera cuando se sentó a escribirla.

24 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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José Feliciano nació en Lares, Puerto Rico, y a los 5 años se mudó a Nueva York, en donde cultivó su carrera artística.

Son solo dos frases, acompañadas por el sonido de una guitarra, cantadas en inglés y en español. Pero esa sencillez, precisamente, convierte a “Feliz Navidad” en un clásico de las fiestas.

Y no solo en América Latina. El hit del puertorriqueño José Feliciano conquista las ondas radiales -y ahora las playlists- del mundo anglosajón desde su estreno en 1970.

Es la única canción de un artista latino en el Holiday 100 de Billboard, lista festiva en la que ocupa el duodécimo lugar.

Versionada por estrellas como Celine Dion, Michael Bublé, Raphael y Gloria Gaynor, también tiene adaptaciones inesperadas: desde el K-pop de BTS hasta el metal de It Dies Today.

“Ha sido tan versionada por su sencillez y facilidad de réplica. Pero también por ser bilingüe. Cuando Feliciano sacó esta canción, había muy poca música navideña bilingüe y eso la hizo inmediatamente memorable y especial”, le dice a BBC Mundo Leila Cobo, presidenta de Billboard Latin.

Cobo agrega que “Feliciano escribió el tema casi de broma”.

“De hecho, no quería grabarlo por lo simple que era. Fue el productor quien insistió”, añade.

El productor era Rick Jarrard, quien más tarde se convertiría en su gran amigo y colaborador. Fue él quien además le pidió que escribiera un sencillo para el álbum que también terminaría llamándose “Feliz Navidad”.

Un joven José Feliciano se presenta en el Newport Folk Festival, en Rhode Island, en 1964. Lleva una camisa de botones blanca, su guitarra en mano y unas gafas oscuras en la cara. Está sentado frente a un micrófono de la época.
Getty Images
José Feliciano ganó dos Grammy en 1968, con apenas 23 años. Pero ese mismo año vivió uno de los momentos más difíciles de su carrera artística.

“Sentí pánico”, contó el artista en una entrevista con el programa Today de NBC News.

“Porque se han escrito tantas canciones navideñas maravillosas, por gente como Irving Berlin. Y pensé: bueno, ¿cómo voy a escribir una canción que esté a la altura de esas?”, sostuvo.

Pero lo hizo.

Ahora Feliciano -con 80 años, siete premios Grammy y un Latin Grammy en más de seis décadas de trabajo- suena cada Navidad alrededor del mundo.

Sin embargo, la inspiración para el tema que lo inmortalizó le llegó en uno de los momentos más oscuros y difíciles de su carrera.

El golpe del himno nacional

El éxito musical de José Feliciano, un artista ciego de nacimiento, oriundo de Lares, un pueblo del oeste rural de Puerto Rico, comenzó en la década de los 60.

Para entonces cantaba en inglés. Su familia había emigrado a Nueva York cuando él tenía tan sólo 5 años. Allí aprendió guitarra y mezcló los ritmos latinos con el soul y el blues en los escenarios de Greenwich Village.

En 1968, gracias a su versión de Light My Fire de The Doors, ocupó los primeros lugares en las listas de Billboard y recibió dos Grammy.

Algunos críticos lo consideraban por entonces uno de los mejores guitarristas vivos, con una enorme inventiva y capacidad interpretativa.

Pero esa originalidad no siempre fue entendida y ese mismo 1968 le supuso un enorme costo al artista.

Era 7 de octubre y un joven Feliciano de 23 años llegó con sus gafas de sol y su guitarra al quinto partido de la Serie Mundial de Béisbol entre los Tigres de Detroit y los Cardenales de San Luis.

Frente a un estadio lleno entonó el Star Spangled Banner, el himno nacional estadounidense. Lo hizo de forma poco convencional, con toques de blues, soul y jazz, y mucho ritmo, lejos de la solemnidad tradicional.

Los Tigres ganaron, pero luego del juego de lo que menos se habló fue del deporte.

La interpretación de Feliciano fue repudiada por gran parte de los presentes, quienes le abuchearon, por considerar su versión una falta de respeto. Los medios, por su parte, tildaron su forma de cantar como un “sacrilegio”.

José Feliciano, con su guitarra en mano, sentado frente a un micrófono, con su cabello hasta los hombres y bigote, participa de un especial de NBC. No está claro el año de la foto, pero se le ve de mediana edad.
Getty Images
Feliciano compuso “Feliz Navidad” en el verano boreal de 1970 en los estudios de RCA en Los Ángeles, California.

Incluso pidieron que fuese deportado, aunque es ciudadano estadounidense por nacer en Puerto Rico.

“Arruinó mi carrera”, comentó el músico en una entrevista en 2006 con la agencia Associated Press.

“Las emisoras de radio dejaron de hacer sonar mi música. Fue realmente un momento duro para mí”, añadió.

De acuerdo con el artista, su versión buscaba resaltar la herencia afrodescendiente del país, que él conocía de cerca por haber crecido en la diversa comunidad neoyorquina.

“Sobre todo, quería expresar el amor que siento por este país en el que vivo. Cuando eres un pionero, es difícil. Lo hice a mi manera, con sentimiento, con soul”, continuó.

Las Ligas Mayores de Béisbol señalan en un blog que Feliciano fue el primer artista en darle un giro al himno nacional durante un partido, y que su hazaña fue lo que permitió que artistas posteriores como Jimi Hendrix y Whitney Houston interpretaran sus propias versiones.

Luego de esa controversia, y en medio del boicot de las emisoras de radio, fue que llegó “Feliz Navidad”.

La nostalgia boricua

“No queríamos sacar un álbum navideño sentimental. Así que decidimos hacerlo de otra manera”, le contó Feliciano a NPR en 2020, cuando su exitoso tema cumplió 50 años.

Por eso la melodía de Feliz Navidad es alegre, mencionó el artista en esa misma entrevista. Esto no significa que no esté cargada de nostalgia, la misma emoción que, según dijo, lo impulsó a escribirla.

Feliciano, miembro de una familia de 11 hermanos, recordó que aquel verano boreal en el que se encerró en los estudios de RCA en Los Ángeles para producir el álbum junto a Jarrard, extrañaba profundamente a sus seres queridos.

Pensó entonces en cómo su familia boricua celebraba la Nochebuena: con las parrandas, esos villancicos que los puertorriqueños suelen cantar de casa en casa y que, a diferencia de los que se entonan en EE.UU., se acompañan con los sonidos de los panderos de plena y otros instrumentos como las maracas y el cuatro (similar a una guitarra, pero con 10 cuerdas y un sonido agudo).

“Había otras canciones navideñas que eran bilingües. Por ejemplo, había una canción de Hugo Ríos, ‘Mamacita, ¿dónde está Santa Claus?’. Pero ‘Feliz Navidad’ era una entidad por sí misma. Expresaba la alegría que sentía en Navidad y, al mismo tiempo, el hecho de que me sentía muy solo. Extrañaba a mi familia, extrañaba cantar villancicos con ellos. Extrañaba toda la escena navideña”, sostuvo en su entrevista con Associated Press.

Cobo, de Billboard Latin, afirma que “Feliz Navidad” le recuerda a “Despacito”, el afamado tema de los también puertorriqueños Daddy Yankee y Luis Fonsi.

“Creo que en su momento, “Feliz Navidad” debió haber sido una revelación para las personas que no hablaban español y se dieron cuenta de que podían decir Merry Christmas en otro idioma”, comenta la periodista, editora y autora.

“Vislumbró las posibilidades comerciales de la música en español”, indica.

En 2009, “Feliz Navidad” entró al Salón de la Fama de los Grammy.

La vida de Feliciano, que en el momento de componer el tema atravesaba uno de sus periodos más difíciles, fue “transformada por completo”.

“Este álbum (‘Feliz Navidad’) lo estableció como un artista que también cantaba música original e inédita. Y la canción del mismo nombre es por la cual es más recordado y versionado. Es también la que le trae más dinero todos los años”, comenta Cobo.

Feliciano le dijo a Today que cree que su canción fue tan exitosa “porque nos une a todos”: “Nadie puede molestarse porque alguien cante ‘Feliz Navidad’ en español o en inglés”.

En 2006, el periodista de Associated Press Adrian Sainz le preguntó al boricua qué sentía al ser considerado el primer artista latino en la historia en lograr un crossover exitoso al mercado anglosajón.

Respondió que se sentía “orgulloso”, feliz de “abrir puertas” para otros intérpretes de habla hispana.

Y agregó: “Sólo espero que no perdamos lo que tanto luchamos por conseguir”.

Feliciano interpreta el himno de EE.UU. antes del juego de los Tigres de Detroit y los Yankees de Nueva York en el Comernica Park en Detroit, Michigan. Está sentado frente a un micrófono en medio del estadio, sostiene su guitarra, lleva sus gafas negras en la cara y el cabello hasta los hombros. La imagen es de 2010.
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Años después de la controversia por su interpretación del himno nacional de EE.UU., Feliciano volvió en más de una ocasión a cantar en los partidos de las Ligas Mayores de Béisbol.
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