Un error en el registro en la nueva plataforma “Mi derecho, mi lugar” –que sustituyó al anterior sistema de asignación de escuelas coordinado por la Comipems– dejó sin oportunidad a más de 20 jóvenes para presentar el examen de ingreso al bachillerato de la UNAM o el IPN, y ahora tienen como única opción esperar hasta agosto para inscribirse en alguno de los planteles educativos que tengan espacio para recibirlos.
Los padres de familia de estos jóvenes reclaman que la Secretaría de Educación Pública (SEP) no les dio alternativas para concluir el trámite, a pesar de que cuentan con un folio emitido por la plataforma del Espacio de Coordinación de Educación Media Superior (ECOEMS). En algunos casos las autoridades educativas sí dieron opción para que los jóvenes pudieran presentar el examen, según testimonios de aspirantes que se compartieron en redes sociales, pero otros no tuvieron respuesta positiva.
Animal Político consultó a la SEP sobre los casos de personas que no podrán hacer examen de ingreso a la UNAM y el IPN por problemas con el registro en la plataforma “Mi derecho, mi lugar”, sin que al momento de la publicación haya recibido respuesta.
Areli, madre de uno de los jóvenes afectados, cuenta que debido a que este año el examen de ingreso al bachillerato sería en línea, su familia hizo el esfuerzo por comprar una computadora y poner internet en su domicilio, ubicado en Huixquilucan, Estado de México. Sin embargo, sus gastos fueron en vano, ya que su hijo no podrá presentar el examen para ingresar al Instituto Politécnico Nacional (IPN).
“Me di cuenta de que me faltaba un papel por un grupo de WhatsApp en el que estoy por el curso que tomaba mi hijo. Empezaron a preguntar si habíamos recibido un correo para los pagos, pero no lo encontré y después supe que fue por un tema del registro. Me sentí muy culpable y mi hijo se puso mal; luego por redes sociales supimos que algunos habían recibido apoyo y acudí a las oficinas de la SEP, pero no nos dieron solución”, lamenta Areli.
En las oficinas de la SEP conoció a Nel, otra mamá que se encontraba en la misma situación, pues cuenta que aunque realizó la inscripción de su hijo para realizar examen, “en la etapa del pago para presentar la prueba, al momento de ingresar nuestro folio en la plataforma me marcó error; intenté entrar desde varios dispositivos, en diferentes horarios, pero no pude”.
En un primer momento llamó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde le dijeron que debía comunicarse al ECOEMS (Espacio de Coordinación de Educación Media Superior). Tras dos días intentando resolver su problema vía correo electrónico, Nel encontró publicaciones en redes sociales donde padres de familia en la misma situación mencionaron que habían encontrado solución en las oficinas de la SEP, así que acudió para pedir apoyo, pero le dijeron que no había remedio.
“En ese momento estábamos unos 20 papás en la SEP, y un funcionario nos dijo tajante que la plataforma había cerrado”, agrega la mujer originaria de la alcaldía Iztacalco, quien lamenta que no pudo acudir antes porque no hubo información oficial sobre el apoyo, y porque las oficinas estuvieron cerradas debido a una protesta de maestros. Ahora, su hijo no podrá presentar el examen para ingresar a una escuela de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como quería.
Entre el grupo de papás y mamás estaba Ariana, vecina de Coyoacán, quien encontró confuso el registro, pero lo hizo siguiendo un video que les proporcionaron en la escuela de su hija: “Llegamos hasta el paso en el que nos apareció que la finalización de la inscripción había sido exitosa. Yo imprimí dos hojas, una con el folio, y otra con las escuelas que escogió como opciones para ingresar por examen, pero después platicando con compañeros de la escuela nos dimos cuenta que nos faltaba un papel”.
Ariana estuvo preguntando vía telefónica y por correo electrónico qué podía hacer sin que le dieran respuesta, por lo que siguiendo los consejos de sus conocidas acudió a las oficinas de la SEP, pero se encontró con que su hija tendrá que esperar para inscribirse en alguna escuela donde hayan sobrado lugares.
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“Pedí una explicación, que por qué entonces me habían dado un folio, pero simplemente me dijeron que no había hecho la inscripción completa; yo insistí, que por qué a algunos papás los habían ayudado y a nosotros no, o por qué no nos avisaron en vías oficiales que teníamos que acudir”, pero no encontró solución, a pesar de que dos días antes otras personas sí consiguieron que la SEP concluyera el trámite. Su hija aspiraba a entrar al IPN.
María Elena, otra de las madres de familia, lamentó no haber podido acudir cuando las autoridades de la SEP dieron solución a este problema por falta de información. “Yo no me enteré de que había solución hasta que entré en un grupo de Facebook donde leí que a algunos los habían atendido; me presenté el lunes siguiente, pero había una manifestación y las oficinas estaban vacías, y al otro día cuando llegué me encontré con la negativa”, detalló.
“Los jóvenes están angustiados y desilusionados porque se prepararon mucho para el examen, pero lamentablemente fuimos conejillos de indias de esta nueva modalidad“, expresó la mujer originaria de Azcapotzalco. En el caso de su hija, esperaba entrar a una escuela de la UNAM para poder contar con el pase directo a la universidad, “pero tendrá que inscribirse en la escuela que le asignen”.
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“Me quedo con mucho coraje porque no fue nuestra culpa que no hicieran bien las cosas, ella se va a quedar sin algo que deseaba y me parece injusto que lo tomen a la ligera”, reclamó.
En el caso de Celia, habitante de Huixquilucan, Estado de México, dijo estar afligida porque su hijo no podrá presentar el examen, a pesar de ser uno de los alumnos más destacados del curso en el que se inscribió para prepararse.
“Yo supliqué a los funcionarios de la SEP que consideraran a nuestros hijos, porque los vemos tristes y preocupados por el hecho de que les van a dar una escuela que no quieren aunque tienen mucho potencial”, agregó. Ante este escenario, aún no sabe si su hijo se inscribirá en uno de los planteles donde haya lugar o si dejará perder el año para volver a intentar presentar un examen para el IPN.
Verónica, de Tultitlán, Estado de México, comentó que inscribirá a su hijo en una preparatoria particular, ya que no podrá presentar el examen para la UNAM, en donde quería estudiar.
“Desde un inicio todo este proceso estuvo lleno de desinformación y desorganización sobre las fechas y cómo hacer los trámites, y tanto nuestros hijos como nosotros aspirábamos a una oportunidad en estas escuelas, porque no es que menospreciemos a otros planteles, pero ellos no querían esa opción”, agregó Verónica.
Molesta, dijo que comprenden que se trata del primer año en el que se implementa esta plataforma para el registro de los aspirantes al nivel medio superior, “pero hubo muchas irregularidades, y no es justo tener que llegar a decirle a tu hijo que se ha preparado tanto que no tiene oportunidad”, indicó.
Ivonne, originaria de la alcaldía Tlalpan, señaló que no tuvo problemas en el registro de su hijo, sin embargo, teme que al ser el primer año que el examen de ingreso al medio superior se realiza en línea pueda haber problemas externos que le quiten la oportunidad de concluir exitosamente con la prueba el próximo 15 de junio.
“Como papás estábamos acostumbrados a que les daban una sede y los chicos iban a presentar el examen, pero ahora tenemos el desafío de cumplir con los requisitos no sólo para que se preparen, sino para utilizar la plataforma en la que se va a llevar a cabo”, añadió.
Para que su hijo pueda presentar la prueba, Ivonne tuvo que comprar una computadora, ya que en su casa sólo contaban con una tableta. Además, gastó en poner internet en su casa, y ha tenido que realizar modificaciones para contar con una habitación en la que el joven pueda estar solo y en silencio el día del examen.
“Fue un gasto fuerte, aunque él tiene la beca Rita Cetina todo el dinero que tenía se fue en la computadora y el internet, más aparte lo que estamos pagando para su curso de preparación y los 200 pesos del derecho a presentar examen. Ahora sólo esperamos que no haya ningún tipo de contratiempo”, expresó.
En su opinión, “debieron habilitar sedes para los chicos que no tuvieran la posibilidad de presentar el examen en casa, porque ¿qué va a pasar si se cae el internet o se va la luz? Esas son cosas externas a nosotros, y aunque he preguntado por redes sociales y correo electrónico no dan respuestas, sólo que cumplamos con los requisitos… Lo demás es cosa de suerte”.
Los albergues en la frontera mexicana viven una situación inédita con la ausencia de migrantes. Pero eso no quiere decir que la migración se haya detenido.
Hubo momentos, hace no mucho, en que el piso del albergue Embajadores de Dios, en la ciudad mexicana de Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, casi no se podía ver: los colchones, carpas y camas de migrantes forraban el espacio.
Hoy, en cambio, el recinto se ve inmenso, la mitad de las camas disponibles están sin tender y en una esquina hay arrejuntados un puñado de colchones azules para los días de emergencia.
Pareciera que estos no son días de emergencia en una ciudad que no conoce la calma en materia migratoria.
Pareciera que el discurso de Donald Trump —que la amenaza de una deportación masiva y el cierre de mecanismos legales para migrar para contener lo que el considera una “invasión”— ha tenido efecto: la gente está cruzando menos.
“En este momento no hay llegadas importantes a México”, dice Silvia Garduño, portavoz en México de Acnur, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados. “Pero sabemos que las causas de salida se mantienen”.
Tijuana, que comparte área metropolitana con San Diego, es la ciudad más grande de la zona, nació como producto de la delimitación fronteriza y ha sido por siglo y medio el punto neurálgico del flujo migratorio hacia la mayor potencia del mundo.
Acá hay 44 espacios dedicados a la recepción y atención de migrantes y ninguno, según activistas que los recorren a diario, tiene ahora más de la mitad de ocupación.
BBC Mundo visitó cinco de ellos y en todos —más que la fila usual para usar el baño, las tomas eléctricas abarrotadas de celulares o el sonido de los niños jugando y corriendo— lo que encontramos fue silencio, carpas vacías, comedores desolados.
Según cifras de Acnur, el 90% de la población migrante en la ciudad está hoy por fuera de los albergues.
La situación se replica en las otras ciudades fronterizas como Tijuana.
Un silencio que no implica que la migración se haya detenido, advierten los activistas: significa, más bien, que los migrantes se están quedando en el camino, o están intentando cruzar ilegalmente.
Las causas de la migración —la violencia, la pobreza o la persecución en países como Haití, Venezuela o Nicaragua— están vigentes o incluso han empeorado con el cierre de la cooperación internacional estadounidense decretado por el gobierno de Trump.
El deseo y, para la gente perseguida, la necesidad de migrar hacia Estados Unidos es imposible de detener, señalan los expertos.
“La esperanza de migrar puede con todo”, dice Judith Cabrera, directora de Border Line Crisis Center, un albergue en Tijuana.
Cabrera se reúne con BBC Mundo una mañana fría y nublada en la que unas horas antes se había visto con un grupo de migrantes colombianas que fueron estafadas dos veces a cuenta de su obsesión por cruzar.
Los presuntos coyotes, relata la activista, primero les dijeron que las iban a cruzar por US$800 a través de un túnel; es decir, por una décima parte de lo que suele costar y a través de un túnel que, desde hace cuatro décadas, no existe.
“Las montaron en un carro, las pasearon por toda la ciudad y al final las dejaron donde las habían recogido”, señala Cabrera.
Luego, lo mismo: unos traficantes les prometieron el cruce por US$2.300. “Y claro, al ser más lana (dinero), ellas pensaron que era más certero, pero qué va, otra vez las estafaron”.
Cabrera se lamenta: “No hay nada que yo les diga que pueda evitarlo, y eso te muestra que el sueño americano no está roto (…) La gente quiere seguir insistiendo en cruzar y no se da cuenta de los peligros que implica porque prefieren mantener el sueño vivo”.
Y concluye: “Trump está desalentando la migración y eso es caldo gordo para los traficantes (favorece)”.
Los migrantes que no están intentando cruzar ilegalmente pueden estar esperando en el lugar donde están a ver cuándo surge una nueva oportunidad.
Trump cerró los sistemas de atención migratoria, como el CBP One, que permitía pedir una cita para pedir asilo antes de entrar en EE.UU. La apuesta de muchos —270.000 se quedaron varados por las cancelaciones— es que lo vuelva a abrir o cree algún mecanismo similar, lo que parece improbable.
“La decisión de quedarse donde están nunca es definitiva”, dice María de Lourdes Madrano, directora de Centro 32, una organización que apoya a los migrantes en los albergues.
“Siempre creen que al día siguiente pueden abrir y solucionarse la situación, y creen que alejarse de la frontera reduce la posibilidad… Porque, después de tanto lo que costó llegar acá, se piensa que irse es como renunciar al sueño”.
“Los albergues están vacíos, pero los colegios están llenos de extranjeros”, asegura, en referencia a los niños cuyos padres migrantes han decidido asentarse en Tijuana, así sea transitoriamente.
Wilker Hernández tiene 23 años; es oriundo del estado Mérida, en Venezuela, y lleva un año intentando cruzar a Estados Unidos, donde está una parte de su familia, mientras la otra sigue en su país. Tenía la cita para presentar documentos el 21 de enero, al día siguiente de la toma de posesión de Trump. Se la cancelaron.
Y desde entonces ha ido adaptándose a la idea de que su destino bien puede ser este: Tijuana, una ciudad que tiene la migración en su ADN, de la que se dice que “hay oportunidades para todos”, que reporta la tasa de desempleo más baja de México.
“Estamos como en un limbo de que no sabemos qué va a suceder”, dice Hernández, quien ha conseguido un trabajo como obrero en un albergue, Embajadores de Dios, donde están construyendo viviendas formales fuera de la zona de carpas.
El barrio que le rodea, conocido como el Cañón del Alacrán, ha vivido en los últimos dos años un boom de construcción de asentamientos relativamente formales de grupos migrantes que han decidido prolongar su estancia en Tijuana.
“Aún estoy indeciso, si intentar cruzar o devolverme”, añade. “Por ahora estoy trabajando porque qué más (…) Trump cerró la frontera, está sacando a todos los latinos, es un poco complicado, estamos acá y no sabemos qué hacer”.
El discurso de Trump ha calado entre los migrantes. Eso los puede poner en mayor riesgo ante las mafias y los coyotes, pero en todo caso reduce su esperanza de una mejor vida, una vida posible, en Estados Unidos.
El mandatario prometió una “deportación masiva” de personas indocumentadas que, aunque lejos de ser masiva, sí tiene un impacto disuasorio.
Cabrera, la activista tijuanense, lo pone así: “Más que una deportación masiva, lo que estamos viendo es una deportación mediática, y eso claro que tienen sus efectos, sobre el camino y la salud mental del migrante”.
En los albergues casi no hay migrantes, pero la situación del migrante es ahora más difícil.
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